49: El cielo es un vecindario
Advertencia: Contenido adulto, se colocarán asteriscos si no deseas leer esa parte.
Sus brazos me apretaban contra él como si fuera lo único que necesitaba. Yo enterré mi cara en su pecho, su corazón estaba acelerado. Me dejó un beso en la frente y se separó de mí. Tenía un brillo diferente en los ojos, parecía liberado y, aunque estábamos lejos de resolver todo lo que estaba pasando, Taeyang de verdad se veía diferente. Como cuando te quitas un gran peso de encima.
Yo estaba un poco pasmada por todo lo que mi hermoso Taeyang había pasado y sentí mucha rabia. ¿Quién era Kimi y con qué derecho le hizo todas esas cosas? Había hecho que la vida del medio coreano fuera un infierno literalmente. Esa mujer necesitaba pagar por cada cosa espantosa que hizo.
—¿En qué piensas? — le pregunté elevando el rostro para detallar su carita. Sus manos se deslizaron por toda mi espalda y se detuvieron en mis caderas. Y lamió sus labios, humedeciéndolos.
—En que jamás encontraré a alguien como tú.
Sus palabras como siempre, me derretían, acerqué mi rostro a él y acaricié su nariz con la mía.
—Taeyang— me interrumpió inconscientemente.
—No sabes el miedo que sentí allá abajo— hizo referencia a lo que habia pasado en la sala—. El mundo se detuvo y solo estábamos tú y yo. Sentí una impotencia tan grande al ver tu mirada; lo desilucionada que estabas de mi. No me gustó ver esa mirada, Zuli. Se me rompió el corazón y de repente fui conciente de lo que habia echo. Estuve muy asustado de perderte—. Tocó mi rostro con la punta de sus dedos—. Y lamento tanto que hayas descubierto todo de esta manera. Estuve tan concentrado en evitar tener que llegar a este punto, que no me percaté del daño que te estaba haciendo.
—Entiendo por qué lo hiciste pero podías confiar en mí— le recordé acariciando su espalda, sus ojos más oscuros de lo normal me escaneaban todo el rostro. Solo la tenue luz de la lamparita me permitían detallarlo un poco.
—Yo no sabía cómo explicarlo—mencionó con la voz más apagada—. Nadie esperaría que yo fuera víctima de algo así.
—De nuevo estabas suponiendo—. Ladee el rostro—. Creí que lo de suponer habia quedado en el pasado.
Me dio una sonrisa triste.
—Lo de nosotros era suponer ¿verdad?— Me observó sacudiendo el rostro y soltando una risa nasal—. ¿Por qué somos así?
—Supongo— comencé a decir, elevó una ceja escuchándome y solté una risita de inocencia, pero después me puse seria—. Supongo, que es más fácil adelantarse a los hechos para evitar llevarnos alguna sorpresa, no sé. Por ejemplo, cuando yo pensé que me odiabas por haber entrado a tu habitación de repente, o cuando tú pensaste que tu me caías mal por alguna rara razon. Solo éramos dos desconocido en aquel momento y se nos hizo fácil deducir lo que el otro pensaba.
—Creo que tienes razón— respondió bajito, ahora fui yo quien elevó una ceja.
Ambos soltamos un suspiro.
—Lo lamento tanto—volvió a decirme, pegando mi cuerpo al suyo. Sus manos acariciaron mi espalda, cintura y bajaron a mi trasero, el cual apretó a medida que me pegaba más a él, más de lo que se podia—. El amor que yo siento por ti es tanto, que no puedo explicarlo.
Sacudió el rostro, una de sus manos apareció a un lado de mi rostro y lo acarició con lentitud. La intensidad en su mirada me sorprendió. Taeyang no tenia que decirme nada porque vi todo lo que necesitaba saber en sus ojos. Vi la manera en que me miraba, con algo de vulnerabilidad, como si la idea de perderme le asustara. Vi el brillo en sus ojos, sus pupilas dilatadas y su cara, con esa única expresión que hacen las personas enamoradas. Yo me sentía igual, yo ni siquiera sabia cómo era posible amar a una persona con la misma fuerza que yo lo hacía.
Evitar enamorarme había sido un desafío, entenderlo había sido complicado pero amarlo, amarlo había sido lo más fácil.
Por eso, el día que Tania me dijo todas esas cosas entendí que fuí injusta y jamás escuché su versión. Es decir, cada persona en esta vida tiene sus razones para hacer lo que hace y no hay nada mejor que una conversación civilizada para aclarar las cosas.
—Creo que las palabras no son suficiente. Así que, tendré que demostrártelo—me dijo sacándome de mis pensamientos y unió sus labios a los míos. Esta vez se sintió diferente, más profundo, más cargado de emociones, sin límites, sin muros, sin secretos.
Sentí todo de él en un solo beso. Y las mariposas en mi estómago revolotearon.
***Contenido +18 a partir de aquí***
Me estrujó en el sentido bueno de la palabra, porque respiraba ajitadamente, sus manos me recorrían el cuerpo en donde cada toque me estaba encendiendo. Cuando terminó de besarme los labios, su rostro comenzó a bajar con lentitud dejando besos mojados por toda mi mejilla, cuello, clavícula y hombros. No había ninguna parte en toda esa zona que Taeyang no besara. Parecía dispuesto a probarme, a tenerme por completo. Ambos respirabamos agitados porque la temperatura habia subido demasiado y entre medio de mis piernas estaba el palpito familiar exigiendo calmarlo.
Con mucha torpeza comenzamos a retroceder y esta vez, caí en la cama. El medio coreano se posicionó encima de mi, en medio de mis piernas. Sin embargo, se arrodilló sobre el colchón para observarme desde arriba y en un movimiento rápido, agarró mi camisa y rompió la tela. La brusquedad del momento me hizo soltar un gemido bajito. Con ambos brazos a los lados de mi cara volvió a inclinarse para unir nuestros labios. El sonido del los labios, gemidos, suspiros y conversaciones subidas de tono inundaron la habitación.
Solté varios gemidos al sentir sus labios en mi cuello, mordisqueó un punto específico que erizó mi piel.
—Te deseo tanto— lo escuché murmurar cerca de mi oido, su voz ronca provocando que mi parte más sensible palpitara más fuerte—. Esto es lo que provocas en mí.
Tomó mi muñeca y dirigió mi mano a su entrepierna. Lo apreté y acaricié por encima de la tela, soltó un gruñido mientras atacaba mi cuello con sus labios. Tae volvió a arrodillarse, y me observó nuevamente, detallando cada centímetro de mi piel, como si no quisiera perderse de nada.
Acercó una mano a mi boca y levantó un dedo para acariciar ligeramente mis labios. De pronto, ese dedo entró en mi boca, y no hice más que rodearlo con mis labios. Lo vi morderse los labios, era la primera vez que hacíamos esto porque se sintió tan nuevo, más íntimo a un nivel que ni siquiera podía comprender. Mis ojos lo miraban directamente mientras chupaba su dedo. Soltó un suspiro tembloroso como aguantando el deseo, y sacó el dedo de mi boca para pasarlo por todo mi cuello.
—¿Quieres saber algo?— me preguntó con la voz más ronca de lo normal. Asentí rápidamente—. Cuando te quedaste dormida en mi cama el día de tu cumpleaños, me tocaste.
Hice una mueca.
—¿Qué?—intenté hacer memoria pero nada venía a mi mente, solo recuerdo despertar y verlo a él pegado a mi cuello.
—Fue un toque inconsiente, creo— me dijo pasando su dedo por mi clavícula—. O eso quise pensar yo. Fuiste la primera en quedarte dormida y estabas de lado. Yo estaba mirando el techo pensando en que me gustabas mucho. Cuando de pronto, te acercaste a mí murmurando algo que no entendí y tu mano bajó a mi entrepierna para apretarlo y masajearlo por encima de la tela. Yo permanecí inmóvil, consiente de que estabas dormida pero no te detuviste y yo no tuve el valor de hacerlo.
Abrí los ojos con mucha confusión.
—Claro que no— me defendí, pero su rostro estaba cargado de puro deseo.
—Ese toque lo cambió todo, Zuli. Encendiste un fuego en mí que yo pensé que estaba apagado y lo único que quise fue despertarte, quitarte la ropa y hacerte mía ese mismo día.
Me mordí los labios ante esa confesión.
—Yo lo habría permitido— le susurré—. Porque desde ahí te deseaba, Taeyang. Cuando te vi disfrazado de vaquero, me dejaste deseosa.
Su dedo siguió explorando mi piel y se detuvo en la tela que cubría mis pechos, posicionó el dedo en el centro y tocó el borde del sostén.
—Tenías que decirme, yo te habría follado duro contra la pared, cama, baño, en donde tu quisieras.
De pronto, su otra mano acompañó la otra que tocaba mi sostén y en un movimiento acelerado, rompió la tela.
—Contigo he descubierto tantas fantasías reprimidas, Zuli— me lo dijo con mucho deseo. Yo permanecí embobada.
—¿Vas a romper todo lo que llevo puesto?—le pregunté ansiosa, y hasta feliz. ¡Ay Diosito, seguía agradeciendote por permitirme vivir para presenciar este momento!
—Ve acostumbrándote.
Casi doy un brinquito de emoción, no había nada mejor que un chico te deseara tanto que en vez de quitarte la ropa, lo que hacia era romperla. Bueno, podía irme a la quiebra por su culpa, pero lo obligaría a comprarme más ropa.
Le sonreí con picardía y llevó dos dedos a uno de mis pezones y lo apretó. Volvió a inclinarse para besarme los labios y siguió bajando hasta detenerse en mi pecho para saborearlo como solo Taeyang sabía hacer.
—Ya te necesito dentro— le pedí, soltando suspiros sintiendo que bajaba el cierre de mi pantalón para sacarlo por mis piernas. Me puso triste que no pudiera romper el pantalón. Quedé únicamente con esa telita que cubría mi zona íntima que estaba muy húmeda. Supuse que solo la movería de lado porque había notado que eso lo excitaba, pero de nuevo, me equivoqué.
Pasó dos dedos en el centro, acariciando ligeramente de arriba a abajo.
—¿Sabes por qué permanecía cerca cuando no nos hablabamos?
Recordé que cuando estábamos todos en la piscina, el medio coreano estaba fuera o cuando estábamos haciendo una comida, él entraba a la piscina.
—Quería verte. Entender lo que estaba sintiendo y la manera en que mi cuerpo estaba reaccionando—agarró la tela de la ropa interior y la rompió. Solté un jadeo de sorpresa. Mi punto íntimo se expuso frente a él. Siguió hablando—. Lo duro que me ponía de tan solo verte, Zuli. No podía entenderlo porque pensé que ya no podría tener una erección con otra mujer, pero cada vez que te miraba me ponía muy duro.
Acarició directamente mi centro, sus dedos moviéndose de forma circular. Solté un gemido bajito.
—No tienes idea de lo mucho que te deseo, Zuliney— ladeó una sonrisa e introdujo dos dedos en mi interior. Gemí cerrando los ojos. Sus movimientos eran lentos y retorcía sus dedos—. No sabes todas las noches que pasé en mi habitación tocándome por ti.
Se inclinó y mientras introducía sus dedos comenzó a lamer ese punto palpitante. La intensidad de todo aquello me volvía loca y deseosa por él.
—Me gustan tus labios, pero definitivamente preferiría morir besando estos—dijo volviendo a pasar su lengua por ese punto específico y a introducir sus dedos.
No pude aguantar más porque sus palabras provocaron algo en mí, y me corrí. Me retorcí mientras mi cuerpo se movía por los espasmos de placer. Lo vi quitarse la camisa y me incorporé rápidamente.
—Tú me has echo de todo, ahora quiero hacerlo yo.
—¿Vas a romper mi camisa?— hizo el amago de ponersela, y le di un manotazo.
—No tengo tanta fuerza— le dije y lo vi morder sus labios. Hice que se acostara en la cama, y acaricié su pecho mientras me sentaba a ahorcajadas, solo la tela del pantalón nos separaba—. Nunca te he dicho que tu cuerpo me vuelve loca— mencioné pasando mis manos por su pecho varonil y deteniéndome en unos lindos abdominales.
Él me estaba mirando con los ojos oscuros, pupilas demasiado dilatadas, labios mojados y esa expresión deliciosa de deseo. Estaba muy duro, podía sentir su erección debajo de mi. Me incliné sobre él, dejé un beso mojado sobre sus labios y comencé a bajar lentamente por su cuello, soltó otro gruñido. Sus manos se posicionaron en mi trasero mientras lo apretaba y una mano se perdía para volver a acariciar mi entrepierna. Lo agarré de las muñecas y las subí por encima de su cabeza.
—No vas a tocarme ahora— le dije de forma coqueta, se mordió los labios, había algo de emoción plasmada en su cara. Acomodé mi cabello de lado para que no me impidiera besar a Taeyang por todas partes. Mis labios siguieron bajando por todo su cuerpo. Soltaba suspiros e intentaba agarrarme o tocarme, pero yo volvía a llevar sus manos encima de su cabeza. Así que, flexionando sus brazos las llevó detrás de su cabeza y observó todos mis movimientos. Besé su piel, lamí cada parte de él demostrándole que yo podía darle todo este placer. Mis dedos acariciaron el borde de su pantalón y se movió soltando una risita.
—Eso me da cosquillas.
Le lancé una guiñada, y quité el botón, bajé el cierre y con su ayuda quité sus pantalones. Volví a inclinarme para besar toda la zona encima del borde de su boxer. Se retorció un poco y una mano agarró mi cabello, y me obligó a mirarlo.
—Si sigues así, voy a correrme como un pendejo— murmuró en español. Le di una sonrisa de inocencia y llevé mis manos a los lados de sus caderas para quitarle esa parte que estorba.
—Aguanta como el macho que eres.
—Zuli, no es fácil— se quejó.
Me incliné para rodear toda su erección con mis labios. Soltó un sonido gutural, y sus dos manos agarraron mi cabeza para marcar el ritmo. Acomodó mi cabello para que no le impidiera verme mientras yo le hacía todas esas cosas con la boca. Yo no era una experta pero hice mi mejor esfuerzo para que se sintiera complacido. Ver su expresión fue como un afrodiciaco para mí, no sabía que podía excitarme el hecho de complacer a alguien más.
Vi a Taeyang incorporarse para sentarse y me obgligó a separarme de él. Lo miré confundida, y me acercó a él para besarme con desesperación. Una de sus manos rodeaba mi cintura y la otra palpaba algo en la mesita de noche, escuché que abrió un cajón, se separó de mis labios, rasgó el paquetito plateado.
—Pónmelo— me pidió, lo sujeté para ponérselo pero agarró mi muñeca, sus ojos brillaron—. Con la boca.
Me mordí los labios. Me gustaba todo de Taeyang, pero definitivamente me encantaba esta parte de él. Cuando le coloqué el preservativo como me pidió, me acercó a él, para morder mis labios y me acomodó encima. Entonces, bajé sobre su longitud, solté un gemido sonoro, pero Taeyang llevó una mano a mi boca para cubrirla.
—El cielo es un vecindario, así que, mantenlo bajo— dijo en voz baja muy cerca de mi oído. Hizo una clara referencia a la canción que habían tocado en el concierto.
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