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45: ¿Ya no me amas?

Mi vista estaba perdida en el ventanal. Estábamos en la cafetería y después de intentar convencer a mi hermana casi toda la noche, accedió a venir conmigo. Nos encontraríamos con mamá en una cafetería cerca de la casa. Cuando entró por la puerta, Emily se tensó a mi lado y casi sale corriendo, de no ser porque la agarré por la muñeca y la obligué a sentarse. 

—No sé para qué carajo vine— me soltó en un reclamo. Al estar a solas, la veía más nerviosa y hasta a punto de desmayarse. La entendía. Cuando mamá se sentó, Emily evitó mirarla y la mujer frente a nosotras soltó un suspiro intercambiando la vista entre ambas. 

—Estan preciosas— nos dijo, colocando una bolsa marrón frente a mí—. Traje tus dulces favoritos. 

Di un brinquito de emoción y agarré la bolsita examinando lo que había dentro. Sentí la mirada afilada de mi hermana tipo: <<Te vendes por dulces, me das asco>>. Y yo le lancé otra de: <<Te pierdes de los placeres de la vida>>. Y tuvimos una batalla de miradas donde insultábamos hasta nuestros ancestros. Escuchamos un carraspeo y volvimos a mirar a mamá. 

—¿Cómo debo llamarla?— soltó Emily de forma brusca—. ¿Antonia, Sonia o la mejor mamá del año? 

Mamá solto un suspiro y bajó la mirada. 

—Mi nombre es Sonia. 

—Perfecto, te llamaré "La madre que me abandonó". 

—Emily... 

—No, señora. No quiero hablar con usted— e hizo el amago de levantarse, volví a sentarla a mi lado. No me gustaban las faltas de respeto.  

—Escucha al menos, Emi— le dije. Ella me observó con mucha molestia. 

—Si tú quieres escucharla, adelante, yo tuve suficiente. No hay más que decir. Te veo en la casa.

 Se puso de pie y salió del lugar dando zancadas de molestia. Comencé a temblar y volteé a ver a mamá. 

—Va a necesitar más tiempo— le confesé, buscando su mano. La sensación de paz que me brindó su toque, me hizo llorar—. Espero que no te moleste que le diga a todos que eres mi mamá. 

Ella agarró mis manos. 

—Me alegra que pienses eso, aunque no lo merezco por lo que te hice. 

—Ya hemos hablado con papá, nos dijo la verdad. Y te entiendo. 

Ella se dejó caer hacia atrás y soltó un suspiro asintiendo. 

—¿Cómo está Tony?— quiso saber, dándole un sorbo a su café. Ya nos habían traído nuestro café y yo había ordenado uno frío con mucho caramelo. 

—Está bien, sigue en el mismo trabajo, ya hasta es supervisor. 

—¡Que bien!

Hablamos de todo un poco para ponernos al día. Me habló de su esposo, David y sus hijos Axel y Amanda, tenían entre cuatro años y cinco. Su esposo trabajaba en una fábrica de electrodomésticos. Hablamos sobre su empresa que se dedicaba a fabricar piezas de autos y ella era bastante famosa en esa zona. Hablamos de mí y de algunas cosas superficiales porque, la verdad es que no quise darle mucho detalle. Aún necesitabamos más tiempo para llegar a esa confianza. Al final de la mañana, nos pusimos de acuerdo para volver a reunirnos y me llevó a casa en su auto. 

En cuanto abrí la puerta de la casa, me encontré con Emily sonriendo ampliamente sobre algo que le había dicho Jin. Ambos en la cocina, cortando vegetales. 

—Hola, Zuli— me saludó Jin, extrañamente feliz. Lo saludé de vuelta con la mano. Tenía ropa de gimnasio y con sus tatuajes expuestos en ambos brazos. Hice una nota mental para recordarle que usara más seguido ese tipo de ropa porque me daba un mini infarto pensar que en algún momento podía confundirlo con Taeyang. Emily le toqueteaba el brazo sin perder nada de tiempo. 

—Estos musculitos me gustan— la escuché decir bajito. 

—Los puedes apretar tanto como quieras— Jin la miró desde arriba, la diferencia de altura era de una cabeza.

Emily asintió y despues soltó: —Y me puedes mostrar tu habitación. 

Mis mejillas se enrrojecieron al escucharla. Jin dejó de cortar vegetales y la observó con una sonrisa ladeada. 

—Solo dime a qué hora quieres ir. 

—No lo sé, ¿que te parece ahora?— ella agarró un mechón de su cabello mientras se balanceaba de un lado a otro. Y comenzaron a coquetearse. Giré los ojos y comencé a caminar por la sala para perderme en las escaleras, pero varios toques en la puerta me obligaron a detenerme. Y como no vi a Jin con intenciones de ir a la puerta, me giré para abrirla. 

Detrás de esta estaba Hanna. 

¿Qué carajo hacía la ex de Jin aquí? La última vez que la vi fue en un teatro y casi me golpea.  Y eso fue hace siglos. 

Ella se cruzó de brazos. 

—¡Arg! La roba novios— soltó cruzándoce de brazos—. ¿Dónde está Jin?

—No está— solté rápidamente. 

Ella dió unos pasos y miró detrás de mí.

—¿Y ese de ahí?

—Es Taeyang— dije por alguna estúpida razón. 

Di un paso hacia atrás e intenté cerrar la puerta pero ella entró y me dió un empujón. Mi cuerpo se estrelló contra la pared. Sonido que alertó a Jin y a mi hermana. La cara de Jin era de susto, confusión y horror, mientras Hanna daba largas zancadas en su dirección. 

—Zuli, ¿por qué la dejaste entrar?— me preguntó pasmado y dando varios pasos hacia atrás. 

—Ella me empujó— le dije con molestia mirando la espalda de la estúpida de Hanna. 

Mi hermana me miró confundida y luego a la chica que se había detenido frente a Jin y le propinó una bofetada. 

Emily abrió la boca, yo también. ¿Por qué las chicas pensaban que propinarle una bofetada en la cara alguien era bien visto? No estaba bien, era muy violento y me causaba un dolor en el pecho, ver el rostro de Jin. Todo su cuerpo se tensó y dejó el cuchillo en la encimera.  Vi su mirada entristecer y no estaba segura, pero sus ojos se cristalizaron. 

—Eres una asquerosa rata— soltó Hanna con la voz afectada—. Ya me enteré que te acostaste con Helen de cuarto año, Bianca de segundo y hasta con Fabiola la de la cafetería.  

Yo di varios pasos, porque nadie iba a estar golpeando a mi amigo. 

—Hanna, por dios eso fue el semestre pasado— Jin sonaba asustado. 

Emily me lanzó una mirada que significaba <<¿Hacemos algo?>>. Recordé la conversación con Jin, ella le había roto el corazón y ahora venía a exigirle explicaciones, se me hacia injusto y quería ayudarlo de alguna manera. Cuando Jin por fin la estaba superando, ella aparecía de esta manera. No era justo para su pobre corazoncito. Entristecí por Jin. 

 Asentí en dirección a Emily. Y gesticulé un <<Bésalo>>. Yo me mantuve con los brazos cruzados mirando la escena desde la sala. 

Mi hermana dió un paso en dirección a Hanna, ella al percatarse por primera vez de la precencia de Emily soltó de mala gana:— ¿Y quien coño eres? 

—Su novia— le dijo parandose frente a Jin, el medio coreano la miró con fascinación al verla intentar defenderlo—. Y esta será la última vez que vas a tocarlo, porque la próxima que te vea a un metro de distancia voy a llamar a la policía y pondremos una orden de protección en tu contra. Porque estás loca y no puedes entrar a la casa de las personas a golpearlas. 

Hanna apretaba ambos puños, furiosa. 

—¿Jin?— ella le habló a Jin. El medio coreano todavía miraba a mi hermana—. Jin, mírame. 

Jin soltó un suspiro y la miró. 

—¿Ya no me amas?

Jin titubeó por un momento.  Todavía le afectaba, le hice una seña Emily y ella lo entendió. Mi hermana agarró el mentón de Jin y con una confianza que yo no sabía que ella podía tener, lo besó. Y pensé que se separarían o algo, pero no ocurrió, porque Jin la agarró por la cintura para pegarla a su cuerpo y se dieron un beso brusco, cargado de deseo. Hasta me sentí incómoda y todo. 

Hanna se había quedado viendo la escena con los ojos cristalizados, y poco a poco fui acercándome para agarrarla por los hombros y arrastrarla hasta la salida. Me dió pena por ella, pero en esta batalla yo estaba de parte de Jin. 

—Lo siento mucho Hanna— le dije en voz baja. Ella volteó a verme esta vez llorando. 

—Ya no me ama— me dijo, soltando un sollozo incontrolable. Cerré la puerta detrás de mi y me quedé allí de pie, sin saber qué hacer.  ¿Le doy un abrazo o una patada para que se vaya? 

—Le hiciste mucho daño— intenté recordarle. 

—Dios, esto duele— siguió llorando dando varios pasos hacia atrás, negando—. Es mi culpa. Soy una horrible persona. Todo por este maldito miedo irracional a entregar mi corazón por completo. Es que...él no es nada fácil. 

Se llevó las manos a la cabeza. Era extraño ver a una desconcida llorando por mi amigo, quien todavía estaba besándose con mi hermana en la cocina. 

—Lo lamento— volví a decirle. Ella siguió negando con la cabeza y la vi alejarse por la acera. Solté un suspiro, mis ojos detectaron una persona al otro lado de la calle cerca de un auto, que me miraba fijamente. Me dió miedito y me metí a la casa. 

Y obviamente, mi hermana había desaparecido junto a Jin. No quise subir por el pasillo. No quería quedar traumada o algo. Encendí el televisor para ver algo aleatorio. A los pocos minutos escuché la puerta abrirse. 

—Pero está bien, de todos modos es lo que hay— escuché a Tania decir—. No pienso permitir que me humillen. 

—Es cierto, no dejes que se metan contigo, tocas muy bien la guitarra, incluso mucho mejor que ella o que cualquiera— escuché a Taeyang. Ambos dejaron varias bolsas en la encimera, habían comprado comida para la despensa. 

—Todavía piensa que estoy buscando destronarla— escuché a Tania quejarse—. Nunca ha sido mi intención, solo accedí por mi novia.  

—Lo sé, eres demasiado amable— le dijo Taeyang, ayudándola a guardar las cosas. Tania solo soltó un bufido. Yo me mantuve en mi posición, recostada viendo un programa raro donde hablaban sobre cómo mezclar cemento para hacer un piso. 

—Siempre tan observador—soltó ella para nada sincera. 

—Siempre tan sarcástica—respondió Taeyang con el mismo tono.

—Volviendo al tema, esta noche Max me pidió remplazarla—escuché a Tania murmurar. 

Taeyang se acercó a mi y me estampó un beso sobre los labios, y sujetó mi mentón. 

—¿Cómo estás? Mi amor.— Me derretí escuchar esa frase en español—. Te extrañé mucho, le estaba diciendo a Tania que podemos ir esta noche a The House of Rock, a verla cantar y que tu hermana pase un buen rato. 

Asentí y lo abracé. 

—No pienso cantar— dijo Tania desde la cocina bebiendo agua. 

—Tania— Taeyang le dijo con advertencia. 

—Estaré ocupada— se excusó Tania, sacando un plato y sirviéndose fresas. 

—¿Ocupada eligiendo qué detergente puede envenenarte antes?— soltó Taeyang de forma brusca, yo me espanté por ese comentario, pero a Tania le divirtió. Desde que comenzamos a tener problemas no habia sido testigo de las interacciones entre Taeyang con Tania. Y me dio alegría que su amistad tambien haya mejorado mucho. 

—Ocupada incendiando tu PC— le respondió ella encogiendo sus hombros. 

Taeyang abrió la boca con asombro. 

—Con mi computadora no te metas o voy a lanzar todos tus lienzos a la piscina. 

Tania lo observó de forma amenazante. 

—Con mis lienzos no te metas. 

Me reí. Taeyans se sentó a mi lado y me obligó a sentarme sobre sus piernas y comenzó a acariciarme el cabello. Me acurruqué sobre su pecho. 

—¿Cómo te fue con tu mamá?

—Bien, pero Emily se fue enojada. 

Asintió. 

—Hablando de ella, ¿dónde esta?

Recordé lo que había pasado con Jin y su ex. Y le conté el chismesito. Tania aunque no estaba sentada con nosotros, tambien opinaba desde la cocina. Y nos entretuvimos tanto chismoseando de Jin que cuando lo vimos bajar con una sonrisa de oreja a oreja, no pude evitar sentir vergüenza. A los pocos segundos, bajó mi hermana acomodando su cabello y soltó un suspiro. 

—Podrían ser más discretos— soltó Tania rodando los ojos. Jin, agarró una de las fresas que Tania tenia en el plato y mientras masticaba le dijo: 

—El tiempo pasa volando, Tania, y mientras la felicidad me siga extendiendo la mano me voy a aferrar a ella como si de mi último aliento se tratara. 

Todos hicimos una mueca de confusión. 

—Y... ¿eso lo leíste por ahí?— solté toda confundida. 

—Lo acabo de inventar— dijo soltando una carcajada y repasando de forma descarada a mi hermana que se había quedado embelesada mirándolo. Emily volteó a mirarme. 

—Es él— me dijo con la boca abierta sorprendida. 

Taeyang y yo compartimos una mirada. 

—Este será el hombre de mi vida, lo puedo sentir en mis entrañas— escuché a Emily suspirar. 

Jin que estaba en la cocina, volvió a mirarla y detecté un brillo inusual en su mirada. Tania miraba de mi hermana, al medio coreano. 

—Regresen a la cama, por favor— dijo fingiendo una arcada.

—No sé si ella...— le respondió Jin a Tania pero esta vez con las mejillas enrrojecidas. 

—Sí a todo— le respondió mi hermana. 

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