43: Confía en mí
Precaución: Contenido adulto +18 (Se añadirá un asterisco para que no lo leas si no deseas).
Nirvana desapareció por las escaleras despues del suceso en la sala. Jin y Ander al parecer estaban ayudandose con un proyecto y Tania tenia que salir a hacer algo; no me quiso decir.
Cuando las aguas se calmaron en la casa, el medio coreano y yo, subimos las escaleras. Su mano buscó la mia a medida que nos encaminábamos a mi habitación. Una vez llegamos, cerró la puerta detrás de él, dió unos pasos en mi dirección, sus manos agarraron mi rostro y me besó. Un beso cargado de muchos sentimientos. Un beso de <<Te extrañé, te amo y te deseo>>.
Las mariposas no tardaron en revolotear en mi estómago.
—Gracias— dejó unos cuantos besos por toda mi cara a medida que yo soltaba risitas—. Gracias por perdonarme, Zuli.
Reposé mis brazos alrededor de sus hombros y sus manos bajaron por mi cintura para agarrar mi trasero. Algo completamente único en él. Sacudí el rostro.
—No pierdes tiempo, ¿eh?
Sus labios se separaron mostrándome una sonrisa de dientes perfectos. Me quedé embobada con el piercing en su labio.
—Me gusta este pedacito de carne— apretó nuevamente mi trasero, entrecerré los ojos—. ¿Muy pronto para ese tipo de bromas?—soltó con una carita maliciosa.
—No hagas bromas de carne, que casi muero atragantada— me quejé.
—Pero si eso solo fue hace tres días.
Sacudí el rostro alejando el recuerdo.
—Igual lo que tengo es estrés post traumático porque desde entonces no como carne.
Él elevó una ceja.
—Igual puede que tenga un pedazo de carne que te pueda gus— le propiné un golpe—. ¡Ah!
—Te estás juntando mucho con Jin,—negué con la cabeza frunciendo el ceño.
Soltó una risita.
***Contenido +18 a partir de aquí***
—Te vez tan hermosa— dijo de pronto, mi cuerpo reaccionó. Uno de sus dedos acarició la parte de mis pechos con mucha confianza—. Pero te verías mejor si te quitamos esto.
Sus ágiles manos levantaron mi camisa. Me quedé únicamente en sostén y pantalón.
—Mmm—era su expresión favorita cuando tenía una mezcla de pensamientos sucios en la mente, lo noté al mirar sus ojos que me escaneaban como si fuera lo más interesante dentro de la habitación. Mordió su carnoso labio inferior.
Sus ojos volvieron a los míos y se relamió los labios, uno de sus dedos acarició mi zona abdominal y bajaron un poco hasta acariciar la parte baja de mi zona íntima a través de la tela. Solté un suspiro, mi cuerpo y mi mente estaban concentrados en cada toque. Se quedó mirando esa zona hasta que acarició un punto específico que erizó mi piel.
Taeyang Kang sabía dónde tocarme para volverme loca.
Entonces, bajó el cierre de mi pantalón y me lo quitó, me moví fuera de él para lanzarlo con el pie a alguna parte. Los ojos del medio coreano se oscurecieron de deseo.
No dijimos nada. El erotismo del momento me impidió hablar. Una de sus manos se enrredó en mi cabello como lo había echo la última vez que estuvimos juntos, mientras la otra se metía dentro de sus pantalones y acariciaba su entrepierna sin sacarlo fuera. Y me observaba, con sus pupilas dilatadas; díndose placer.
Bajé la mirada como una idiota viendo cómo parte de su mano se movía de arriba a abajo y quise ser yo la que le estuviera haciendo eso. Mi mano temblorosa agarró su muñeca que lo obligó a sacar la mano. Llevé mis manos a los lados de sus caderas y le bajé el pantalón junto con el boxer.
Volví a mirarlo a los ojos, todavía me tenía agarrada del cabello.
—Tal vez sí quiera este pedazo de carne— le solté de forma coqueta y eso provocó una reacción, porque me obligó a ponerme de rodillas frente a él. Una de sus manos levantó su camisa y en un ágil movimiento se la quitó, soltándome el cabello y luego, agarrandome con la otra en un gesto posesivo; como a mi me gustaba.
Una de sus manos agarró mi mentón y su dedo acariciaba mis labios de forma lenta.
Acercó su miembro a mi boca y le di placer. Su mano en mi cabello llevaba el ritmo que le gustaba. Él tenía la mandíbula tensa, sus ojos cerrados con una expresión de concentración y gusto. Cuando estuvo lo suficientemente satisfecho, hizo que me pusiera de pie y me llevó hasta la cama.
—¿Tienes un condón?— me preguntó con la voz ronca. Asentí buscando en mi mesita de noche y se lo extendí. Lo cogió y después de empujarme en la cama, se lo puso y se inclinó sobre mí.
Mis piernas se abrieron instintivamente cuando estuvo lo suficientemente cerca.
—Mírame— me ordenó, llevó uno de sus dedos a mi zona íntima y lo frotó. Yo estaba perdida en todas las sensaciones a medida que gemía y me retorcía. Su otra mano me sujetó el mentón para obligarme a observarlo mientras me hacía todas esas cosas. Estaba más que extaciada. Llegué al orgasmo, ráfagas deliciosas abordando mi cuerpo. Cerré mis ojos, respirando agitadamente mientras llevaba ambas manos a mi cabeza.
—Eso fue...increíble— le dije volviendo a abrir los ojos. Taeyang me miraba con tanto deseo que no pude evitar recordarle que lo amaba.
—Yo te amo tanto— me respondió, acomodándose entre mis piernas y comenzó a entrar en mí con lentitud. Soltó un suspiro tembloroso y unió su frente con la mía. Lo sentí completo dentro de mi, un dolorcito se acentuó en mi entrepierna y comenzó a moverse. Nada se iba a comparar con lo que sentí al tenerlo sobre mi. Por esa razón, mis sentimientos por él incrementaron de una forma que ni yo misma sabía explicar, porque ese día, Taeyang y yo no solo tuvimos sexo, hicimos lo que muchos llaman: Hacer el amor.
Ambos estábamos desnudos, satisfechos y sudorosos. El reloj marcaba las seis de la tarde. Nos habíamos quedado dormidos y cuando despertamos, me llenó de besos por todas partes. Yo sentía que flotaba de lo feliz que estaba. Su mirada estaba perdida en el techo cuando recosté mi barbilla en su pecho para detallar cada parte de su rostro.
Su lengua jugaba con el piercing, ojos entrecerrados, mirada perdida con unas cejas y pestañas preciosas. Su nariz recta y labios medio gruesos con una barba de algunos días. Había una acumulación de lunares pequeños que comenzaban desde su mejilla izquierda hasta su cuello y se perdía en su hombro. Y por primera vez, me percaté de otra cicatriz en la zona de la clavícula. El tatuaje de dragón al otro lado cerca de su hombro y cuello. Llevé la punta de mi dedo a ese punto y acaricié. Se estremeció con mi toque.
—¿Qué significa el dragón?— pregunté, volteó a mirarme.
Sus manos ahora acariciaban mi espalda de forma distraída. No quise darle vueltas al pensamiento intrusivo que llegó a mi mente. Ese que me decía: <<Algo ocurre, está distante>>.
—Para mi significa superación a la adversidad—dijo sin más.
De nuevo lo intenté. Estaba medio raro y repito, no quería arruinar el momento. Sin embargo, yo era muy curiosa.
—¿Hay una adversidad que ha sido superada o...— dejé la pregunta en el aire. Sus caricias se detuvieron. No me di cuenta pero una de sus manos apareció frente a mi cara y le dio un toquecito a mi nariz con el dedo índice y negó divertido.
—Eres tan hermosa— dijo, arrugué el rostro, había cambiado el tema de forma sutil.
—¿Gracias?—respondí con algo de confusión. Lo intenté de nuevo pero ahora de forma directa—. Sobre lo de Kimi y Nirvana...
Volví a dejarlo al aire para que él mismo me hablara sobre eso. Sin embargo, permaneció en silencio mirándome a los ojos, detrás de los suyos una inquietud desconcertante y entendí de nuevo que no podía tocar ese tema. ¿Por qué parecía que levantaba un muro cuando intentaba entrar un poco más?
—Lo lamento—murmuré.
—No te disculpes, quien debería pedirte perdón soy yo.— Una de sus manos ahora agarraba un lado de mi cara y la otra trazaba caricias desde mi frente a mi mejilla y luego a mis labios. En un gesto tan tierno que casi me derrito de amor. Taeyang era mi algodón de azucar personal.
Solté un suspiro. Mi mente, mi corazón y mi alma le pertenecían a la persona que tenía frente a mi.
No lo iba a arruinar.
—Te amo— le dije con la voz afectada. Pensando todavía en que había algo que no me decía y tal vez nunca me diga—. Por favor, —volví a insistir—. Confía en mi.
Me quitó las manos del rostro y cruzó sus brazos por detrás de su cabeza mientras volvía la mirada al techo, evadiendo mi mirada.
Ahora entendía las típicas frases en las películas, las que dicen algo como: <<Siento que vas a desaparecer o te voy a perder.>> Yo sentía que a pesar de todo, Taeyang se iba a desvanecer como el mismisimo algodón de azucar y solo quedaría los estragos del sabor dulce en mi boca y después, nada.
—¿Por qué no me lo dijiste?— le pregunté de nuevo—. Yo lo habría entendido...
—¿Qué te dijo Tania exactamente?— detecté algo de amargura en su tono.
—Mencionó algo relacionado al año pasado y parte de lo que te ocurrió. —Y no quise ser específica porque no sabía cómo seria su reacción. Aún todo era muy reciente y, a penas sus secretos salían a la superficie. ¿Por qué se empeña en seguir ocultando? ¿Por qué no confía en mi de la manera en que yo confío en él?
Se hizo un silencio en la habitación. Mi pecho se apretó y mis ojos se cristalizaron.
No va a decirme.
Solté un suspiro abatida y volteé a verlo. Aún estaba en la misma posición perdido en sus pensamientos. Y me dió un dolor en el corazón porque Taeyang podía estar físicamente a mi lado pero a un millón de kilómetros de distancia dentro de su mente.
—No tienes que decirme ahora— le dije para calmarlo—. No voy a obligarte a algo que no quieres. Puedo ser muy paciente.
<<Aunque no tanto>>, añadí para mí con pesar.
—Dame algo de tiempo y te lo diré todo.
Solté un suspiro.
—Vale.
Me levanté de la cama y me paseé por la habitación desnuda bajo su mirada. Busqué algo de ropa en los cajones y escuché una risita detrás de mi. Lo miré sobre mi hombro.
—Inclinate un poquito más, que estoy disfrutando bastante de las vistas— me dijo de forma divertida. Rodee los ojos.
—¿Qué quieres ver?—le pregunté medio molesta—. ¿Un agujero negro?
Soltó una carcajada estrepitosa. Fruncí el ceño. ¿Que dije?
—No pensé en eso— todavía se reía—. Dices cosas tan raras a veces. Haces que la vida sea mucho mejor.
—Gracias, ahora levanta tu sexy trasero de mi cama que hay que lavar estas sábanas.— Le reclamé después de intentar levantarlo de la cama sin éxito.
—A lo mejor quiero que mi olor se quede en tus sábanas.
Y lo soltó con toda la intención. Ya saben, por el numerito de Jin, Ander y Tania hace un tiempo. Me tensé.
—Sobre eso...
—No les creí nada— volvió a sonreír, quitándose las sábanas de su cuerpo desnudo. Me lo comí con la vista—. Sé cuando la gente miente. Y ustedes no son muy expertos en ello.
《¿Y tú sí?》
Se encogió de hombros. Se detuvo frente a mi y me dejó un rápido beso, antes de ponerse la ropa.
—Tengo una clase en línea. ¿Te veo más tarde?
—Sí, yo voy a lavar todo esto.
—Pídele a Ander o a Jin que te acompañen, no vayas sola.
Y salió de la habitación.
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