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42: Tanto que duele

Todo era irreal, de no estar en la cama seguramente me habría desmayado por tanta información. No podía entender por qué se habia tardado en decirme la verdad. Luego recordé, Tania al principio estaba enojada con Taeyang por lo que me había echo y no quería hablarme de él a pesar de que era lo único que yo quería hacer. Me escuchaba quejarme pero no decía nada.

Era su mejor amiga y por tanto, debía guardar sus secretos. No me enojé con ella, pero se sintió feo. De todos modos permanecí en silencio escuchándola. 

El chisme seguía.

Esta vez me senté para seguir mirándola. 

—Un día Taeyang vino a mi—dijo sacudiendo el rostro—nunca lo habia visto llorar. Y supe que detrás de esa actitud había algo que lo atormentaba. Kimi. Ella era la razón de sus cambios de humor, de su molestia todo el tiempo, su agresividad, de estar amargado, de sentir que no merecía que nadie le hablara. Se sentía como la basura más inferior que podía existir, Zuli. Y fue horrible ver eso en él.

<< Taeyang llegó a tener el autoestima tan baja por culpa de ella, que se convirtió en una sombra. No tenía espejos en su habitación, y creo que no los hay todavía, solo en el baño. Odiaba las fotos, las risas, las voces, odiaba el contacto físico, odiaba la felicidad en general. Se llegó a esconder por semanas en su habitación, había perdido el color en su rostro, su cabello se le estaba cayendo, estaba demasiado delgado, con ojeras rojas y ya no sonreía como antes lo hacía aunque fuera con burla. 

Tenía los labios resecos y ya no disfrutaba de las cosas tontas como comer dulces, jugar algún video juego, ver series animes, pasar la noche entera en la piscina. Había cambiado tan rápido que incluso, sus padres llegaron a pisar esta casa de lo preocupados que estaban, pero por supuesto Taeyang no tenía permitido tener novia, por lo que, sus hermanos y él ocultaron lo que realmente ocurría.>>

Yo comencé a llorar con mucha tristeza, incluso, ella había soltado una que otra lágrima pero la limpió. Taeyang nunca me habia dicho eso y de repente, me sentí horrible porque yo no le había dado tiempo a expresarse. Lo había juzgado. 

—¿Esto ocurrió el año pasado?—asintió desganada. 

—Dolía verlo así, tan apagado, tan serio, tan ausente, tan amargado, tan cansado de la vida. Ese no era mi amigo. Ese día me dijo muchas cosas, Zuli. Cosas que él podría decirte si tan solo lo dejaras...

Me levanté de golpe.

—¿A dónde vas?

Caminé fuera de la habitación. No podía con las lágrimas. Busqué en su habitación pero no habia rastro de él. Salí desesperada, con un nudo en la garganta, con una impotencia tan horrible que no pude procesar nada bien.

De repente, el pasillo se hizo más largo. Busqué en la habitación de Jin, tampoco estaba allí, abrí cada puerta con una desesperación tan palpitante que mi pecho casi se abre por lo rápido que latía mi corazón. Subí las escaleras de dos en dos para buscarlo en la azotea, en la piscina, en el gacebo.

Sus labios sobre los míos.

No estaba. Sentí que me asfixiaba.

Su mirada llena de tantas emociones pidiendo perdón.

Bajé corriendo las escaleras.

Su preocupación por mi.

Quise llorar con fuerza, mirando el pasillo. Sentía mi corazón detenerse. Me iba a morir si no lo encontraba.

Lo que había echo Nirvana para separarnos.

Un miedo horrible me atravezó el cuerpo.

Él aceptando la culpa.

Sentía que si no lo encontraba ahora, lo perdería para siempre, como si se fuera a desvanecer, como si Thanos hubiera tronado los dedos y yo estuviera en Infinity Wars.

"Pero yo te amo."

De nuevo volví a bajar las escaleras para llegar a la sala y lo vi.

"Te amo tanto que duele."

Mi pecho liberó la presión al verlo. 

Estaba sentado frente al televisor concentrado, con sus espejuelos de plata, con un tazón de palomitas frente a él.  La mano que llevaba un puñado de estas se quedó a mitad cuando me miró. Sus cejas se arquearon.  Quise reclamarle por seguir viendo la serie sin mi, pero no pude abrir la boca.

No habíamos hablado desde que me salvó la vida y ya había pasado tres días. Y no porque no quisiera hablar con él, sino que por el trabajo, las clases, los exámenes y todo lo demás llegaba agotada a la casa y me quedaba dormida rápido. Sí llegué a sentir uno que otro beso en la coronilla de mi cabeza pero no sabía si estaba soñando o si era él visitandome en las noches.

Tenia un pijama de algo que reconocí: Itachi Uchiha, un personaje de Naruto que se asomaba en la parte frontal de su camiseta.

Ninguno dijo nada. Me moví con decisión. Sus ojos escanearon mis movimientos. Su hermosa carita no podía entender la situación, por lo que, parpadeó muchas veces confundido.   

Le arrebaté el tazón con brusquedad y sentándome ahorcahadas sobre él, le estampé un beso en los labios. Eso lo tomó por sorpresa. Sin embargo, sus manos se posicionaron en mi cintura y profundizó el beso.

Sentí mariposas y un escalofrío en todo el cuerpo. Como si mi propio cuerpo me dijera que era aquí en donde debía estar. Acepté cada caricia, beso y cada mordisco leve.

Ni siquiera me importaba que Nirvana, que sospechaba estaba en la cocina, nos viera. Ni siquiera me importaba que el mundo entero nos viera. Yo debía decirle lo que sentía por él. 

Me separé aunque sin muchas ganas.

Sus ojos buscaron los míos como preguntándome la razón de mi arrebato y acaricié su mejilla. 

—Yo tambien te amo tanto que duele—le dije, algo brilló en su mirada al escuchar eso—. Te amo tanto que no puedo aguantar más lo que siento por ti. De fingir cada vez que estamos cerca. De esta lucha para esconder lo que realmente quiero.  Eres el amor de mi vida. Lo único que quiero en mi vida. Al único que quiero a mi lado. Y te perdono por todo lo demás si prometes no volver a fallarme.

Se quedó mudo pero asintió. 

Me giré a Nirvana que estaba con la boca abierta viendo la escena, pero detecté molestia. Detrás de ella, en el taburete, estaban Jin y Ander, ambos con una sonrisa boba en la cara. Escuché los pasos de Tania en las escaleras, se detuvo al ver la escena: Yo encima de Taeyang, el medio coreano con las manos en mi trasero porque, pues no perdía tiempo y yo señalando a Nirvana.

—¿Me oíste? Amo a tu hermano y no vas a separarme de él, arpía—le advertí con el dedo, ella se quedó como congelada—. Y voy a estar con él, quieras o no—moví mi cabeza de un lado a otro como solo lo haría Rasputia.

Y se hizo un silencio.

Uno denso.

A estas alturas si Nirvana me sacaba a rastras de la casa, lo aceptaría. Pero ella no iba a arruinar esto de nuevo. No lo permitiría. 

De repente, Taeyang estalló en una carcajada tan estrepitosa que le siguieron los demás, incluso, Nirvana que comenzó a negar buscando aire y partiéndose de la risa.

¿Qué?

Fruncí el ceño. ¿No me va a cortar la cabeza entonces?

—Solo tú puedes hacer que esta casa deje de convertirse en un campo de guerra—soltó Tania detrás de mi, limpiándose varias lágrimas de diversión.

Taeyang, me miraba con tanto amor que me derretí frente a él. Y lo abracé. Me sentí pequeñita y protegida entre sus brazos y dejé muchos beso sobre su cuello y encima de su tatuaje. Él continuaba riendo. 

Tan lindo, sí burlate todo lo que quieras, mi amor.

<<Somos el hazmerreir de la gente, loca>>, me gritó me conciencia.

—Perdóname, por favor, sé que soy una perra y no te merezco—solté bajito.

—Te perdono, hermosa—tenia una sonrisa de felicidad plasmada en la cara—. Me acabas de hacer el hombre más feliz de este planeta.

Me miró fijamente a los ojos, habia un brillo especial, habia honestidad en su mirada y que, a pesar de que todavía ocultaba algo lo dejaría pasar, solo por esta vez. ¿Por qué estuve tan ciega? ¿Por qué no vi más allá?

—Solo Zuli, haría una confesión tan tierna y ridícula como esa—creí escuchar a Jin pero lo ignoré y volví a unir mis labios con los de Taeyang.

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