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40: Mi karma

Lo mejor de mis días era chismorrear con mi hermana Emily. Había olvidado llamarla y con todo lo que pasó con el medio coreano, con mi móvil, con Kimi, con Nirvana, Tania y mi nuevo trabajo, no me había dado nada de tiempo. Justo ahora terminé de contarle sobre la propuesta de Jin para vengarme de su hermano y me regañó por no aceptarla.

Yo sí le daba—la escuché a través del teléfono soltando un suspiro. Rodeé los ojos.

—No voy a hacer nada con él, no me gusta de esa forma. Además, ayer volví a enrredarme con Taeyang, soy horrible. 

La escuché sollozar. Emily es la reina del drama.

Cómprame un boleto que yo sí iré a su habitación.

Y le creía.

—¿No estabas hablando con un chico?

Soltó un suspiro demasiado extenso. Saqué un plato y me serví de la comida que Nirvana preparó la noche anterior para recalentar. Amaba su comida y no quería tenerla de enemiga. Ander estaba de turno en uno de sus trabajos, Jin tenía una clase importante, y Tania estaba en una exposición de arte con varios compañeros. Y Taeyang, pues no sé, supongo que no quiere verme después de dejarlo plantado en su habitación cuando lo utilicé a mi antojo.

No me gustó cómo me lo hizo —soltó de pronto. Solté una risita. Ella era tan directa que a veces olvidaba que no tenía filtros—. Además, tiene fetiches muy raros. 

—Explícate —le pedí mientras avanzaba hasta la sala, me subía al sofá con las piernas entrelazadas y la ponía en altavoz. El móvil me dio un aviso de batería baja. 

Quería que les apretara las tetillas con unas pinzas. Fue raro, después me pidió que le hiciera cosas por atrás. Como que le metiera los dedos o le pasara la lengua. 

Solté una carcajada estrepitosa.

—Pero si lo tenía limpio...

Ahora ella se ríe escandalizada.

No le voy a comer el trasero a un chico, Zuli, ¿por quién me tomas?

Comenzó a relatarme el suceso de forma teatral que tuve que interrumpirla muchas veces porque me lo estaba imaginando todo y no podía parar de reír mientras comía.

Después se giró para mirarme sobre su hombro y me dijo: <<"¿Una lamidita?">> —imitó voz de hombre—. Hasta se abrió las nalgas y le vi la Selva Amazónica...

La interrumpí volviendo a reír con más fuerza. 

De repente, sentí que el pedazo de carne se me quedó atorado en la garganta y no bajaba.

Me levanté de un salto y mi plato cayó ocasionando un ruido fuerte. Emily comenzó a preguntarme cosas mientras yo buscaba aire.

Ay no...

Esto era malo.

Muy malo.

Me iba a morir atragantada con un pedazo de carne en la garganta. Busqué con desesperación mi móvil para fijarme que la batería había muerto. Presentí algo horrible, solo faltarían segundo para que cayera inconsciente al suelo y nadie vendría en mi rescate. Se me puso la piel de gallina. Con mucha dificultad subí las escaleras, caí de rodillas agarrando mi cuello.

Me iba a morir. No podía respirar. 

Busqué con todas mis fuerzas aire, pero no entraba. La desesperación ganando la batalla y con ello la falta de aire. Comencé a sentir una sensación de hormigueo en las manos. En un último impulso me arrastré hasta la habitación de Tania que era la más cercana a las escaleras. La comencé a golpear con desesperación. Esperaba que alguien lo escuchara porque de otro modo, hasta aquí llegaría esta historia.

De pronto, alguien abrió una puerta y noté que Taeyang venía corriendo en mi dirección.

Ya es un hecho, iba a morir. 

A quien necesitaba en ese momento era a Ander. No al genio de las computadoras, adicto a los dulces, hermoso, guapo y traidor por naturaleza.

Arrodillada llevé las manos a mi cuello, sintiendo una presión horrible. Lo entendió. Se posicionó detrás de mi y llevó sus manos entrelazadas en una especie de puño a la boca de mi estómago y comenzó a presionar hacia adentro y hacia arriba. Ni siquiera sé cuántas veces lo hizo, pero de repente, una bola enorme salió de mi boca al suelo.

¡Aire!

¡Vida!

Estaba jadeando con las manos apoyadas en las rodillas mientras veía el culpable de mi casi muerte, en el suelo burlándose de mi.

<<Este es mi karma por utilizarlo ayer.>>

La mano de Taeyang estaba en mi espalda, mientras acariciaba de arriba abajo en un gesto de apoyo.

Casi me muero.

Todavía no podía creer lo que había pasado.

—Si... —me interrumpí respirando con desesperación —. Si no llegas a....si no llegas...yo.

—Me alegra haber escuchado a tiempo.

Me erguí todavía fatigada.

—Estuve ante las garras de la muerte —le confesé con horror —. Me vió, casi me atrapa, casi muero Taeyang —dije en modo Emily.

Respiró profundamente, y me acercó hacia él. Me abrazó por la cintura.

—Ya estás fuera de peligro—enterré la cara en su pecho asustada, respirando su olor.

—Casi muero—murmuré temblando, todavía sintiendo pánico.

Estábamos en medio del pasillo.

—Gracias por salvar mi vida.

—Me alegro que sigas viva —levanté una ceja y me separé para verlo.

—Sé que querías que me muriera, ¿a que sí?

Soltó una risa.

—Claro que no. ¿Por qué crees eso?

Me encojo de hombros.

—Porque te utilicé ayer.

Sacudió el rostro. Y dió un paso hacia atrás alejándose de mi. 

—Prefiero eso a nada.

Eso me dejó asombrada y molesta en partes iguales.

—No puedes conformarte con eso —lo regañé como si no estuviera hablandole a la persona que me hizo daño —. No debes conformarte nunca por ser usado, está mal. Tú tienes tu dignidad, mereces toda la atención.

Me dió una mirada curiosa pero no dijo nada.

—¿Qué? —pregunté ya más tranquila.

—Nada.

Entrecerré los ojos.

—Ok, voy a limpiar porque Nirvana me va a asesinar si ve el desastre que dejé. 

Me giré sobre mis pies.

—Te ayudo.

No lo preguntó, mas bien, me lo informó. Me ayudó a limpiar todo el desastre y que en paz descanse el pedazo de carne que jamás tocó los jugos gástricos de mi estómago, sino los juguitos de zafacón. El caldo de zafacón como le llamaba papá.

Por un momento, olvidé que yo estaba enojada con él y que no me había hecho lo que me hizo. Solo por hoy bajaría todos los muros porque me salvó la vida. De hecho, hicimos varias bromas sobre lo ocurrido mientras limpiábamos y nos sentamos juntos en el sofá a ver algunas series anime. Sin embargo, uno siempre vuelve a donde fue feliz, ambos repetimos la serie que ya habíamos visto, la de Attack on Titan o Shingeki no Kyojin.

—Voy por palomitas —lo vi levantarse. Yo estaba sumida en la serie. Se sentía extraño todo. En esta caótica vida que había comenzado en este país en el que habían ocurrido demasiadas cosas en tan poco tiempo y, un espacio para la tranquilidad se sentía irreal. Pero muy en el fondo me gustaba. Me gustaba su compañía.

Demonios, tal vez Tania tenía razón y yo estaba siendo muy dura con él. Me lo había dicho un día en el que le dije que odiaba a Taeyang, obvio no era cierto y obvio, que me regañó por hablar así de su mejor amigo. Me dijo: <<Cuando entiendas por todo lo que ha pasado, vas a cambiar de opinión.>>

—T, apresúrate que Levi Ackerman va a enfrentarse solo a otro titan por milésima vez —casi me como las uñas por el estrés.

—Ya voy, ya voy —lo escuche reír y se sentó a mi lado. Muy cerca de mí. Y no sé por qué, pero pasé mis piernas por encima de las de él y me recosté en la esquina del sofá para llevar un puñado de palomitas a la boca. Parecíamos una pareja de novios. El pensamiento me puso triste pero fingí que todo estaba bien. No quería arruinar nada. No ahora, no hoy cuando me siento muy a gusto a su lado. 

No perdió tiempo y sus manos se posicionaron en mis rodillas. Las acariciaba de forma distraída mientras comentábamos sobre la serie o gritábamos de horror cuando personajes inesperados morían.

—Me encariño tan rápido y, ¡Pam!, se lo comen —solté un gritito de frustración.

Sus dedos ahora trazaban dibujitos imaginarios en mis muslos descubiertos porque tenía un pantalón corto. Lo miré. Estaba distraído, pensativo. Ese no era mi Taeyang. Algo lo inquietaba y nuevamente, me preocupé por él. 

—¿Qué te pasa? —le pregunté. No levantó la mirada. Me acerqué un poco mas a él y agarré su mentón, puso algo de resistencia —. Mírame —volví a exigirle.

Lo hizo y se me formó un nudo en el estómago al ver esa expresión. Parecía perdido, solo, triste y asustado.

—¿Qué ocurre? ¿Es mi culpa?—de repente me dio mucho miedo ser la causante de su estado. 

Respiró profundo antes de hablar.

—Nunca te utilicé —comenzó a decir —. Nunca busqué que pasara esto. Nunca intenté hacer que te sintieras engañada. Nunca creí que me enamoraría de esta manera, Zuli.

La oscuridad de sus ojos casi hace el trabajo del pedazo de carne que casi me arrebata el aliento y la vida hace una hora.

—No quiero hablar de eso.

—Pero yo sí.

Asentí.

—Nunca creí que te conocería. Que gracias a ti yo fuera capaz de cortar de raíz lo que me hacía daño —confesó.

—Ella no parece mala —me interrumpió.

—No parece, pero lo es.

—Vale.

—Me conformo con que seas mi amiga, con que quieras compartir este espacio conmigo, que me des un poco de atención que me permita estar cerca.

—Taeyang...

Me dolió escuchar eso. No podía reconocerlo.

—Te amo tanto que duele —soltó casi en un susurro. Mi pecho se apretó y por primera vez, quise ser honesta. 

—Yo tambi — me interrumpió el sonido de la puerta abriéndose de golpe y giramos el rostro en dirección a Nirvana. Venía echa una furia. Bajé mis piernas rápidamente y en cuanto estuvo frente a su hermano, le propinó una cachetada.

El sonido me hizo tensarme y me levanté del sofá como un resorte. Ni yo me había atrevido a eso. Nunca golpearía a alguien en la cara, lo veía demasiado violento.

—¿Por qué mierda le has mentido? —no entendí lo que hablaba —. ¿Sabes lo horrible que me sentí cuando le dije que se fueron juntos de viaje, que se la pasaban todo el tiempo en tu habitación, que salían a Dios sabrá dónde a hacer Dios sabrá qué?

—No vuelvas a golpearme, —lo escuché tenso, reuniendo paciencia todavía sentado en el sofá.

—¿O, qué? —le gritó su hermana — ¿Vas a acusarme con padre?

El medio coreano no respondió.

—¿Por qué le has dicho a Kimi que no conoces a Zuli? —me volteó a ver con odio —. ¿Por qué le dijiste que no se soportan? Tu me dijiste que eran amigos, ¿por qué le has mentido? 

—No es asunto tuyo —Taeyang se puso de pie.

—Oh, no es asunto mío, pero —nos señaló —, ¿te imaginas cómo se puso cuando la dejaste porque estabas enamorado de alguien más? Cuando me preguntó si había algo entre tú y alguien más, cuando me dijo que no podías tener nada con Zuli porque ustedes no se soportaban.

Nos señaló. Un frío de miedo me recorrió el cuerpo, Kimi ya sabía. Oh por Dios.

—Ustedes dos tienen algo y apestan a traición.

—No tenemos... —intenté ayudar a Taeyang.

—¿Y qué vas a hacer al respecto? —soltó el coreano a mi lado. Volteé a verlo buscando alguna explicación. ¿Le iba a decir sin más? 

Oh no, esto no podía estar pasando. Tanto le huí a esta situación para que acabara ocurriendo hoy. Cuando casi muero atragantada por culpa de su propia comida. Quizas mi casi muerte me estaba previniendo de esto. Miré el techo pensando en Diosito y estuve tentada a darle las gracias por intentar llevarme temprano. 

Ella abrió la boca, incrédula.

—No hablas en serio.

—¿Por qué no hablaría en serio?

Nirvana volteó a mirarme echando chispas. No reconocí a mi amiga en ese rostro. ¿Fui tan ilusa? ¿Tan ciega? 

—¡Eres una zorra! —casi se me lanza encima, pero Taeyang se interpuso y le propinó un empujón por los hombros. Así tipo: A mi chica no la tocas. Me derretí, pero me asusté —. Primero con Ander, después con Jin y ahora con Tae. No pierdes el tiempo, ¿verdad? Asquerosa, retorcida, pervertida, puerca.

Abrí la boca indignada. ¿A quién le dice puerca? Casi me posicioné con mis puños frente a mi cara lista para encajarlo en su mandíbula si hacía falta así como vi a Jomar hacer.

—Cierra la boca Nirvana, no sabes nada—volvió a decir Taeyang con una paciencia increíble. 

—No claro que no, porque Kimi sabe que estás con esta zorra, lo sospechaba y le has mentido en la cara —me volteó a ver —. ¿Sabías que le romperías el corazón a mi amiga? ¿Eres así de horrible? Eres una cualquiera.

Mi cuerpo comenzó a temblar. Ahora de tristeza. Todo se ha torcido tanto.

—Nirvana... —intenté por alguna razón explicarle.

—No, Zuliney, a ella no le debes explicaciones —. Taeyang volteó a mirarme —. De hecho, a ella no le debes nada porque tampoco ha sido muy honesta contigo, ¿verdad? —se giró a su hermana, quien se tensó de repente.

—Taeyang —lo amenazó.

—Cuéntale a detalle cómo fue que trajiste a Kimi casi arrastras a la casa para destruir todo entre nosotros. Entre Zuli y yo. Porque después del viaje a Puerto Rico te lo dije, te dije que quería algo serio con Zuli y tú te quedaste callada, tramando, buscando cómo joderme la existencia. Sabías que Kimi...—Se interrumpió y soltó un gruñido—. Sabías que ya no quería regresar con ella, pero le endulzaste el oído. La ilusionaste con mentiras para que ella pensara que había una oportunidad entre nosotros.

Di un paso hacia atrás.

Ni las novelas turcas se atrevieron a tanto.

—¿Y qué si la traje? —eso me dolió. ¿De verdad había creído que Nirvana era mi amiga? —No quería que estuvieras con una pobretona que no tiene ni para el almuerzo.

<<Oye, yo trabajo>>, casi le grito.

—Sabías que estábamos mal —el medio coreano continuó — y, de todos modos, la trajiste cuando me viste ilusionado pensando que podía ser feliz con ella —Taeyang me señaló.

Ni los capítulos de Decisiones se atrevieron a tanto.

Yo permanecí en silencio. IMPACTADA. 

—Tu obligación es estar con Kimi, ya lo sabes.

Ni los dramas coreanos se atrevieron a tanto. No espera...ellos son coreanos

—No, no es mi puta obligación estar con una loca.

Ni la rosa de Guadalupe... 

—No la llames así, sabes que ha sufrido mucho.

Taeyang soltó una risa incrédula.

—¿Y qué hay de mí? —vi sus labios tensarse.

—Tú le hacías daño —comenzó a decir con algo de confusión, intentado justificarse.

—De nuevo Nirvana, crees saberlo todo cuando la realidad es que no sabes una puta mierda —lo soltó de golpe y sin tacto.

Y yo fruncí el ceño.

¿Que está pasando aquí doctor García?

—Yo...

—Anda, ve a decirle todo lo que crees saber, total ella es tu amiga y siempre le has creído todo por encima de mí que soy tu maldita sangre. Ni siquiera lo que me pasó el año pasado te convenció. Creíste ciegamente en tu amiga.

¿Que ocurrió el año pasado? 

—Es —fue interrumpida por Taeyang.

—Defiéndela como lo has hecho todo este tiempo.

—Yo no —el medio coreano dió un paso en su dirección, ella retrocedió asustada.

—Estúpida.

—Es que...

—Eres una estúpida, ridícula y metiche —golpe bajo —. Crees tener el derecho de meterte en todo cuando la realidad es que no haces falta. Porque eres pretenciosa, que solo le gusta jugar con las personas, te aburres de la gente, te gusta causar problemas donde no los hay, eres envidiosa, prepotente, egoísta y siempre has servido de mensajera a esa arpía. ¿Para qué quiero una enemiga de afuera, si la mía vive en el mismo techo que yo y lleva mi sangre?

Eso nos deja pasmadas. Porque nunca escuché una discusión de hermanos entre ellos dos. Sí notaba algo de tensión entre ellos pero no vi algo parecido a esto.  No así, no cuando Taeyang tiene la expresión tan dura y amenazante que podría matar a cientos de personas con su aura, ya no parecía el chico vulnerable que me estaba confesando su amor una vez más. Parecía un macho alfa, rico, bello, imponente, baja bragas y...okno. No era el momento.

Nirvana volvió a tensar el rostro y soltó un bufido.

—Zorra —me dijo antes de desaparecer por el pasillo.

—¡Pues ni estaba tan buena tu comida!—le grité cuando desapareció por las escaleras. Me dejé caer en el sofá, agotada de tanto drama.  

Escuché una carcajada frente a mí y lo observé. Taeyang se reía con mucha diversión. Pocas veces lo veía de esa manera.  

—¿Ese fue tu mejor insulto?—quiso saber.  

Cerré los ojos también riendo. 

—Cállate.  

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