39: Querer todo de ti
Precaución: Contenido adulto +18 (Se añadirá un asterisco para que no lo leas si no deseas).
Me incorporé de mi cama. Tenía que salir porque no podía vivir la vida sufriendo por un chico. Y porque...tenía que trabajar. Había encontrado trabajo hace un mes, cuando me reencontré con Emil Turner, la chica que me pilló llorando en casa de Jomar. Chismoseamos por varias horas y después de asegurarme que le hablaría a su jefe de mí, nos despedimos. Dos días más tarde, fui a la entrevista y me dieron el puesto de mesera. Obviamente se tuvo que ajustar a mis horarios pero no hubo problemas.
Deje todo listo en mi mochila para que cuando saliera de las clases, ir en autobús directamente a mi trabajo al restaurante y cambiarme de ropa allí. Con mis audífonos puesto, abrí la puerta. Frente a mí, la habitación de Taeyang, estaba abierta pero no había rastro de él.
Vi bolsas en el suelo y una canasta vacía encima de la cama.
<<No entres>>, me grité a mi misma. <<¿Y si tiene gomitas?>>
Curosear nunca mató a nadie. ¿Cierto?
<<Pero al gato sí.>>
La curiosidad permitió que encontraran las catacumbas Priscila en la vía Salaria.
Casi me reí por la batalla mental que estaba teniendo. Así que sin pensarlo demasiado entré a su habitación para curiosear en las bolsas. Había todo tipo de dulces y recordé con algo de nostalgia que los dulces era una pasión que el coreano y yo compartíamos.
Abrí una bolsa y encontré todos mis dulces favoritos. Había tantos que supuse que no se daría cuenta. Me incliné para agarrar unos cuantos dulces mientras tarareaba una canción que sonaba en mis audífonos y porque era una ladrona de dulces y eso no se me quitaría jamás.
La canción, 'La Vaca' de Mala Fe, me acompañaba a medida que movía las caderas de forma divertida y tarareaba, mientras agarraba un puñado de dulces y los metía en la mochila. Hice una mueca.
No seria suficiente.
—La vaca, ¡mu!—canté divertida revisando mas bolsas, habían muchas gomitas—. El toro de mi vecino esta enamora' de mi vaca—seguí cantando. Se me pasó por la mente que esto era una trampa y yo era el oso que no tenía ni idea.
Me debatí entre irme o agarrar otro puñado. Bueno, necesitaría dulces para esta semana y los que ya tenía en la mochila solo durarían el primer capítulo de All of us are dead, una serie que queria comenzar a ver.
Y...adivina.
Sentí un frío de pronto y el cabello se me movió por la repentina brisa que ocasionaba la puerta cuando alguien la cerraba de golpe. Me incorporé rápidamente para intentar huir, pero era tarde porque me había pillado en pleno acto. Es decir, mi mano con un montón de dulces dirigiéndose a mi mochila.
Oh, oh.
Pensé en un meme que mi hermana me había mostrado una vez y reprimí una risa.
Ese meme de: "Así te quería agarrar, puerco"
El rostro del Taeyang era serio. Y en las manos llevaba dos bolsas repletas de comida chatarra. Ladeó el rostro escaneándome por completo, creí ver un atisbo de sonrisa. Y me tensé porque me di cuenta que llevaba el mismo vestido que había utilizado el día que tuvimos sexo en su auto. Sentí un estúpido cosquilleo recorrerme el cuerpo y junté mis piernas porque de repente me sentí...vulnerable y excitada.
No habíamos cruzado palabra y en la casa ya lo empezaban a notar, especialmente Nirvana que me preguntó hace dos días por qué su hermano y yo no hablamos. Inventé que tuvimos una discusión tonta de amigos y me creyó. Pero esa discusión en la azotea habia sido mas que tonta, y mi corazón lo sabía. Me arranqué los audifonos.
—Hola —dije con nerviosismo, mientras lo veía soltar las bolsas y comenzar a caminar en mi dirección. Sin embargo, no había nada en su rostro que me dijera cómo se sentía. De hecho, su mirada era afilada, pupilas dilatadas y labios rectos.
¿Estaba enojado conmigo?
Pero, ¿por qué?
<<¿Y todavía lo preguntas?>>, me gritó mi conciencia.
Comencé a retroceder como una estúpida y la parte posterior de mis rodillas tocaron el borde de la cama. Fui conciente de los dulces en mi mano y solté una risita nerviosa.
—¿Qué haces aquí? —soltó con algo de ¿amargura? Fue raro.
Y me di cuenta del bulto entre sus piernas que comenzaba a formarse. Se me formó un nudo en el estomago. ¿Cómo era que se respiraba?
—Yo... —intenté por alguna estúpida razón buscar una excusa, pero levanté mis hombros. A veces en la vida uno debe ser honesto —. Estaba robando tus dulces.
Elevó una ceja, la ceja donde estaba su cicatriz y asintió. Nunca le he preguntado la procedencia de esa cicatriz.
—Ok. Pero me los podías pedir, te los habría dado encantado.
Me crucé de brazos, jamás iba a entenderlo. Entonces, ¿no estaba enojado porque dormí con su hermano de manera ficticia? ¿O, simplemente no nos creyó? Estuve tentada a preguntarle.
—Honestamente, no quería hablarte.
***Contenido +18 a partir de aquí***
Volvió a asentir y se inclinó para abrir las bolsas. Pero...se inclinó frente a mí y no supe qué hacer porque verlo arrodillado tan cerca con mis piernas tan expuestas me hizo sentir rara.
Rara y caliente.
¡¡¡No tragues saliva, que no sepa que nos debilita!!!
No me pude mover. Utilizaba plataformas de tacón, lo que provocaba que me viera un poco más alta. Taeyang estaba agarrando un montón de dulces con una mano, pero sospeché que escaneaba mis pies, o le gustaba mi pedicura, no lo supe a ciencia exacta, hasta que uno de sus dedos acarició levemente la parte superior de mi pie, donde se entrelaza la correa de mis plataformas.
Mi cerebro se fue a Plutón, incluso mi corazón se escondió debajo de una roca y solo quedaron mis hormonas revoloteando por ahí sin algún tipo de control.
Esto no es un simulacro, mantengan las bragas, digo, la calma.
Me quedé paralizada, respirando agitadamente a medida que veía su dedo índice hacer su camino por toda mi pantorrilla y rodilla hasta llegar a mis muslos. Los apreté entre sí.
—Mmm—lo escuché.
Intenté moverme. Pero sus manos se metieron debajo de mi vestido y con agilidad encontraron mi ropa interior y comenzó a bajarlo de una manera casi tortuosa. Como dándome tiempo a negarme y apartarlo pero no lo hice. ¿Por qué no lo hacía?
—Taeyang... —dije con dificultad. Esto me estaba gustando demasiado. No pensaba. Nunca pensaba en nada cuando lo tenía frente a mí.
—No sé por qué este vestido me trae recuerdos—lo escuché decir con diversión, yo ya había cerrado mis ojos embriagada por la situación. Apenas me estaba tocando en donde quería, y me sentía desesperada. Mi cuerpo exigía alivio.
Una de mis manos encontró la mata de su cabello y enredé mis dedos, y yo misma levanté mi vestido para acercar su rostro a mi zona íntima.
Así de atrevida podía llegar a ser. Necesitaba que me aliviara de alguna manera.
Sus manos subieron y bajaron en una caricia y escuché que reía bajito por mi repentina acción. Apretó mis nalgas. Entonces, su boca encontró mi sensibilidad y me desestabilicé por unos minutos. Quise sentarme en la cama, pero Taeyang me lo impidió enterrando sus dedos en mis glúteos. Su lengua ágil jugó demasiado con mi punto sensible, solté varios gemidos de placer y cerré los ojos. Embriagada por todas las sensaciones que estaba experimentando.
Estaba idiotizada con su lengua y solo cuando me corrí, sintiendo mi cuerpo contraerse, abrí los ojos. Se incorporó y sin nada de control, agarró mi mandíbula con brusquedad y me dió un beso erótico, cargado de mucho deseo. Parecía un arranque de celos, y me gustó pensar en eso. Eso, que le duela como a mi me dolió.
No lo había admitido pero lo más que me excitaba de todo esto era que si lo veías de frente jamás pensarías en que un chico como él puede sujetarte de esta manera tan posesiva y penetrarte de golpe con el deseo carnal más puro y excitante. Y solo pensar en eso, me dejó deseando mucho más sus labios.
Quise apartarme para intentar recuperar la cordura, pero me condujo hasta la pared a un lado de su escritorio. Y me pegó a ella. Dejó varios besos sobre mis labios, hasta comenzar a bajar por mi cuello. Volví a cerrar los ojos, sintiéndolo. Ambos envueltos en el deseo carnal que nos arrolló como un fuerte viento en pleno huracán.
Sus manos, sujetaron el tirante del vestido y expuso mi hombro para dejar mordiscos y varios besos. Yo solo gemía al sentir sus manos tocarme por todas partes. De repente, se alejó de mi y buscó mi ropa interior que se encontraba en el suelo entre tanta bolsa repleta de dulces. Ni siquiera sabía donde había acabado los dulces que tenía en mi mano hace un instante.
Me lo extendió. Era simple, rosa.
—Póntelo —ordenó. Asentí obedeciéndolo, lo vi inclinarse frente a la mesita de noche, abrió una gaveta y sacó un preservativo. La expectativa me abrumó porque no entendí para qué quería que me colocara la prenda si era más que clara sus intenciones.
Pero no me esperé lo que salió de su boca.
—Me excita este pedazo de tela en tu cuerpo, lo hace hipnotizante —soltó con la voz más ronca de lo que ya era, y agarró mi mano para acercarme a él. Entonces, profundizando el beso me condujo hasta su escritorio y sin previo aviso, me giró y me inclinó sobre la mesa dejando mi trasero al aire.
Se posicionó detrás de mí.
—¿Taeyang? —pregunté mirándolo sobre mi hombro. Lo vi lamer sus labios, sus ojos adquiriendo un tinte más oscuro, uno perverso. ¿Con que esto lo exitaba, eh?
No respondió. Mas bien, bajó el cierre de su pantalón, expuso su muy duro miembro y colocó el condón. Una de sus piernas se metió entre medio de las mías y me obligó a abrirlas más. Su mano bajó hasta mi ropa interior y lo movió a un lado. Parecía que eso lo volvía loco, escuché un gruñido de deseo.
—¿Te excita hacerlo así? —fue lo que pude preguntar con la respiración agitada.
—Mhmm —lo escuché responder.
Y detrás de mi, empujó todo su miembro en mi interior. Sentí el dolorsito apompañado de la familiaridad.
—Estás tan apretada —soltó entrando más profundo, lento, delicioso.
Me estaba volviendo loca.
—Ah, que rico —pude decir mientras comenzaba a adquirir un ritmo en las embestidas.
—¿Extrañabas esto? —mencionó, agarrando mi cabello. La manera tan posesiva me encanto demasiado y respondí con gemidos —. Dímelo —volvió a decir, pero esta vez me nalgueó con fuerza.
Y joder...
—Sí, sí —mencioné sintiendo mi zona inferior contraerce de gusto.
Una de sus manos se había enredado en mi cabello, mientras la otra mano, sujetaba mis muñecas por detrás de mi espalda, apresándome. Las embestidas eran lentas, tortuosas, deliciosas. Mi cuerpo estaba en una especie de éxtasis tan intenso que no pude pensar nada mas que su cuerpo detrás de mi.
—Jo...der—lo escuché, pero esta vez salió en español. Mis conversaciones con todos en la casa eran en inglés, por lo que, era un poco raro escuchar ese idioma en la casa. A pesar de que Nirvana, Jin, Taeyang lo hablara y Ander, que me habia dicho que vivió un tiempo en Perú antes de mudarse de vuelta a Finlandia, que es de donde realmente proviene.
Pero no esperé que escuchar eso provocara en mi una debilidad arrolladora, que me volvió conciente de su miembro dentro de mi. Mi interior se contrajo con mas fuerza. Me habia excitado demasiado escucharlo.
—Repítelo—gemi bajito—. Hablame...hablame en español.
Se detuvo para girarme con agilidad y quede frente a él. Levanto mis piernas obligandome a sentarme sobre su escritorio y abrió mis piernas con una confianza que me volvió loca.
Yo era completamente suya. Y el condenado lo sabía.
—¿Te gusta que te hable en español?—soltó mordiendose los labios, mirando hacia abajo, me agarro por la cintura con deseo. Una de sus manos volvió a mover la tela hacia un lado y dirigió su miembro a mi entrada acariciando mi humedad, levantó la mirada—. ¿Quieres que te lo meta?—dijo con su mezcla de acentos. Asentí ansiosa de más—. ¿Quieres que te diga lo mucho que te deseo? ¿Que me gusta todo de ti? ¿Que me vuelves loco? ¿Que estar dentro de ti es el mejor afrodiciaco que he experimentado jamás? Con cada embestida solo quiero más y más. Ya te lo he dicho...joder...que no voy a cansarme de ti.—Me penetró con fuerza y llevé mis manos para rodearlas a su cuello—. Aunque me odies, aunque me quieras lejos, yo siempre voy a querer todo de ti.
Asentí cautivada por todo lo queTaeyang decía y me hacía. Volvió a besarme con efusividad.
Entonces, nos dejamos llevar tanto que olvidamos el tiempo, las circunstancias, los problemas y todo lo que nos habia llevado a la situación en la que estabamos.
Por tercera vez nos estabamos dejando llevar por nuestros deseos y deseé con todas mis fuerzas regresar al momento en el que nada se habia complicado. A mi habitación donde me besó por primera vez.
Cuando terminamos. Acomodé mi vestido, y sin mirarlo a los ojos, salí de su habitación.
Huyendo.
Era una cobarde.
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