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33: Te necesito

Precaución: Contenido adulto +18 (Se añadirá un asterisco para que no lo leas si no deseas). 


Si alguien me hubiera dicho que cuando cruzara la puerta a mi derecha al final del pasillo, conocería a la persona que me rompería el corazón, no lo habría creído. Jamás se vió así. Es decir, parecia serio, un tanto aburrido, solitario como si nada de lo que pasara a su alrededor le importara. Su manera de caminar, de hablar, incluso, su manera de reír a carcajadas. Sus gestos, la manera de pedirme perdón el día de mi cumpleaños. El regalo que me hizo, la atención, la preocupación, su manera de mirarme... de besarme. Todas esas cosas se habian visto genuinas. Parecía bueno, honesto, enamorado.

Pero la persona que tenia a mi lado no era lo que yo esperaba.

—No me importa —mencioné mirando por la ventana. Había mucha vegetación, no había ciudad, árboles o autos. Y en definitiva, este no era el camino hacia el supermercado.

Me asusté.

—¿Dónde me estas llevando? —pregunté sujetándome del asiento con nerviosismo.

—A un lugar donde podamos hablar.

—Que no quiero hablar.

—Lo haremos.

—Y si no quiero, ¿me obligarás?

Se quedó en silencio, mientras veía sus músculos tensarse y comenzó a jugar con el maldito piercing. No tenía la expresión de seriedad, ahora su cara reflejaba una mezcla de emociones contradictorias. Pero una de ellas, resaltó: La culpa. ¿Que rayos estaba pasando?

Su lengua mojó sus labios y ambos brazos apretaban el volante. De pronto, el auto se detuvo. No había ni un alma por todo aquel lugar. Mi primera idea era intentar correr y pedir un taxi, pero habían muchos kilómetros frente a mí. Me giré en su dirección. Temblando, nerviosa, dolida.

Intenté. Intenté ocultarlo, pero no pude. Yo era tan débil. Me molestó ese hecho, quería fingir que estaba bien, que no me afectaba, cuando la verdad era que sentía muchas cosas. Cosas que jamás había imaginado.

—Te extraño —escuché que su voz tembló, pero me mantuve firme en mi posición. Si me movía me caería. Y no hablo de caerme literalmente, sino de dejar caer la fortaleza que me costó construir frente a él.

—¿Por qué lo hiciste?

—Zuli, nunca quise que las cosas fueran así. Estaba tan...feliz contigo que olvidé todo. Olvidé que los secretos que vengo arrastrando desde mucho tiempo le harían daño a alguien más. Y me odio, porque eres la persona a la menos que quiero herir. Te necesito.

Dicho de esa manera se podía entender.

—Me engañaste —fue lo único que dije. Una de sus manos agarró la mía y me envió una corriente.

La puta familiar corriente. Mordí mis labios.

—No fue mi intención.

—Olvidaste mencionar a tu novia—volví a decir, esta vez con la voz temblorosa.

—Es que habiamos cortado tantas veces que no quería hablar de algo tan complicado—lo interrumpí.

—No puedo creerte —dije con un hilo de voz —. Dijiste que no tenías novia, dijiste que querías que conociera a tus padres, me usaste para... ¿para qué? ¿Satisfacerte sexualmente? —temblé otra vez.

—No es así Zuliney, todo ha sido real. Mis sentimientos por ti.

—Y...¿cuáles son esos sentimientos? Porque solo te he visto mentir.

—Que te quiero a ti, en mi vida.

Esperé que dijera algo más pero como no lo hizo reparé de algo importante.

—También la engañas a ella —abrí la boca en una O y me alejé de su agarre —. ¿Quién eres y por qué haces esto?

Decirlo así provocó en él una mueca, sus espejuelos resbalaron. Tenía el cabello revuelto, sus cejas hundidas, sus ojos entrecerrados con unas hermosas pestañas y su nariz perfilada. Sus labios estaban rectos y su cuerpo se inclinaba hacia el frente.

—Yo... no lo entenderías.

—Explícamelo,—dije un poco exaltada—. Explícamelo para poder entender por qué eres tan egoísta.

—Es complicado—susurró.

—¿Que es complicado?

—Todo.

—¿Sabes lo que yo creo?—me zafé de su agarre—, que simplemente eres un cobarde que no sabe lo que quieres. ¿Me quieres a mi? Pero, ¿sigues con ella? No esta bien. Eso nunca ha estado bien.

—Todo esto es un maldito lío, si tan solo la hubiera dejado aquella vez—dijo llevándose las manos a la cabeza y bajando la mirada. Parecía abatido, confundido, culpable.

Me crucé de brazos.

—No hubiera ocurrido nada, porque de todos modos ibas a regresar con ella. ¿Quá es eso que te amarra a ella? —lo solté sin ánimos de obtener respuesta, pero al parecer dí justo en el blanco. Entonces, recordé las palabras de Tania. Al parecer sí habia algo que los ataba.

—Yo—se interrumpió. Luego, tenso su mandíbula—. No puedo, no puedo decirlo, es muy...delicado.

Se hizo un silencio tan denso que quise salir corriendo. Taeyang apretaba el volante con fuerza y miraba hacia el frente, yo temblaba en mi asiento pensando mil cosas.

—Entonces, no hay nada mas de que hablar. Hiciste tu elección, ahora déjame tranquila por favor, te lo pido de buena forma—dije con la voz entrecortada—. Vamos a regresar, nos estamos tardando mucho -solté bajito.

—Solo quiero saber una cosa —lo miré ya con cansancio sintiendo la derrota. Agarró mi mano. Dejé que lo hiciera.

El sentimiento de derrota se metió en mi pecho. Me hizo sentir horrible. Su rostro se movió rápido y me obligué a echarme hacia atrás, para ganar distancia. Sin embargo, su mano ágil se enredó en mi cabello y me atrajo hacia él. 

Me dejé llevar, me dejé arrastrar como los caracoles en la orilla del mar. Respiré su aroma. Solo quería sentirlo por última vez. Su otra mano se posó en mi mejilla y acarició con su pulgar. Mi piel se sintió caliente, mi cuerpo entero tembló ante la cercanía, mi corazón palpitaba rápido y mi punto íntimo muy sensible reaccionó a ese toque.

Me excitaba a un nivel que no podía entender.

<<No>>, quise decir.

—¿Qué? —salió de mis labios.

—Dime que no sientes nada por mí y me alejaré, Zuli. Me va a doler, pero puedo hacerlo porque sé que soy el culpable de todo esto. Pero si tambien sientes esto tan intenso que siento no me sigas rechazando.

—No podemos hacer esto, Taeyang-volví a decir evadiendo su mirada—, no siento nada por ti, ya vámonos—mencioné colocando ambas manos en su pecho mientras él acariciaba mi mejilla.

—Ahora dímelo mirándome a los ojos.

Lo miré fijamente pensando, sintiendo, aguantando. Lo amaba demasiado y estar tan cerca de él viendolo abatido me dejaba confundida. De repente, mis labios buscaron los suyos en un beso desesperado. Sentí la electricidad recorrer todo mi cuerpo, sentía un nudo en mi estómago, pero mi cuerpo no reaccionaba a las órdenes que le daba. Era como un soldado rebelde que había decidido actuar por su cuenta. 

 La desesperación de nuestros labios, sus manos tocándome con deseo, me llevaron a soltar jadeos. Ya sabes cuando te tocan con un deseo carnal y tu piel se hunde a medida que pasan los dedos, tu ropa se mueve de su sitio y al final del beso quedas con el pelo enmarañado, los labios rosados por los besos y la respiración agitada.

***Contenido +18 a partir de aquí***

Pero eso no iba a terminar ahí, porque el medio coreano, me jaló en su dirección y como si fuera una muñequita de trapo, me dejé guiar. Me acomodó encima de su entrepierna. Mis piernas a ambos lados.

—Te deseo—dijo de pronto, mordisqueando mi cuello. Yo ya no pensaba. Mis manos se enredaron en su cabello. Sus manos levantaron el vestido y como una idiota elevé las manos. No estaba siendo consciente de nada solo de las miles de sensaciones en mi cuerpo.

Taeyang Kang continuaba besándome el cuello, pero de pronto comenzó a descender, dejando mordiscos y lamidas por todos lados, hasta llegar a mis pechos. Una de sus manos desenredó el nudo del brasier y levantó la tela con tal facilidad que me dejó el triple de excitada. De repente, acercó sus labios a uno de mis pezones y comenzó a chupar, a morder ligeramente, enviando corrientes a los lugares más ocultos de mi ser, específicamente, a mi entrepierna. Se impulsó hacia arriba para que sintiera que él también estaba igual. Encajamos a la perfección. Mi rostro se movió hacia atrás para dejarle todo el acceso que necesitaba. Con una mano en mi espalda y la otra que comenzaba a meterse por la tela que cubría mi bañador, me apretó una nalga. Estaba extremadamente caliente, y la dolorosa palpitación entre mis piernas me pedía con urgencia calmarla.

Ni siquiera estábamos pensando en las consecuencias o en lo que sea. Simplemente, quité su camisa, mientras repartía besos por su cuello, mandíbula y luego volvía a sus deliciosos labios. Uno de sus dedos apretaba ligeramente la punta de mi pezón, mientras la otra mano acariciaba mi entrepierna por encima de la tela. Lo escuchaba decirme cosas como que me deseaba, estaba caliente por mi o yo lo volvía loco.

Busqué entre sus piernas el bulto que amenazaba con sobresalir y lo saqué fuera. Comencé a tocarlo, a masajearlo en un movimiento ascendente y descendente. Sus besos no eran delicados porque me besaba con desesperación y soltaba un sonido varonil cuando apretaba su longitud. Agarró mi mano para que lo soltara y su mano en mi cintura me obligó a pegarme a él. Nuestras respiraciones agitadas y sus pupilas dilatadas. Entonces, sentí que su mano movía la tela de mi panty/bañador a un lado, y con su otra mano buscaba su miembro para acomodarlo en mi entrada. Sentí que rozó mi humedad con la punta.

Y se impulsó hacia arriba. Penetrándome, fuerte, de golpe. Solté un gemido sonoro, y sentí un cosquilleo, dolor, y una familiaridad tortuosa y deliciosa dentro de mí. Otra vez. Sus movimientos eran bruscos, de deseo, de excitación. Si yo pensaba que Taeyang solo podía ser delicado en la cama, me equivocaba. Sus manos agarraron mi cintura con fuerza y a medida que me obligaba a bajar sobre él, impulsaba sus caderas en mi dirección. Sentía como una corriente. Como una onda recorrerme de golpe cada vez que me penetraba con fuerza. Mis ojos estaban cerrados a medida que sentía sus embestidas. Me besaba, me mordía, me lamía y yo soltaba gemidos.

Arriba, abajo, arriba, abajo. Cada movimiento más fuerte que el anterior. Ni siquiera sabía de donde había salido este deseo carnal. Solo sentía que el deseo y la furia que sentíamos por lo que estaba ocurriendo en nuestras vidas nos guió, nos derrumbó.

Yo ya había perdido la batalla. Porque ni siquiera recordé por qué me había enojado con él.

¿Que Kimi era su novia? ¿Que Taeyang tenía muchos secretos? ¿Que me había mentido? En ese momento dejaron de importarme. Yo lo deseaba a él.

Sus labios volvieron a buscarme con desesperación y uno de sus dedos comenzó a frotarme el punto exacto.

Me corrí.

Pero él también se corrió.

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