31: Alguna cosa retorcida
Con mucho dolor de cabeza bajé del taxi y entré a la casa. Quería correr hasta la cocina, beber mucha agua y tomarme algo para el dolor repentino. Dejé mis zapatos en una esquina y me arrastré hasta la cocina. Tenía un pijama de hombre algo a la moda y me quedaba un poco más grande. Yo parecía una hormiga dentro de la ropa y mi cabello estaba húmedo.
Era viernes y no tenia deseos de ir a clase. Busqué mi móvil y recordé que lo había dejado en la encimera en la casa de Jomar. Ni siquiera podía llamar a Daliana para que lo traera, porque la realidad era que no me sabía el número de nadie. Así que super molesta porque quizás alguien ya había robado mi móvil, me adentré a la cocina.
Claro que nada era normal en aquella casa. Y la paz...nunca fue una opción. ¿O sí?
Taeyang estaba con una laptop en la cocina mientras tomaba una bebida energética roja. Parecía concentrado mirando la pantalla. Se me hizo extraño no ver a Kimi que siempre estaba pegada a él como si fuera por lo único que respiraba. Era raro, muy intenso y hasta daba miedo, pero...cada quien con sus gustos.
Intenté ignorarlo. A lo mejor podríamos llevar esta decepción/traición de la mejor forma posible.
Pero no.
Eso no pasó.
Mientras abría la puerta de la nevera para rebuscar escuché el taburete arrastrarse. Luego, unos pasos y después el brazo del traidor asqueroso con cara hermosa agarrando mi codo. El gesto me hizo girarme para quedar frente a él. Y mi cuerpo tembló y reaccionó a su toque.
—Suéltame —solté brusca, enojada, asqueada. Claro que eso a él no le importó. Sus ojos buscaron los míos con desesperación y escanearon mi ropa, horror acentuándose en su cara. Me agarró por los hombros.
—¿Dónde estuviste? —preguntó con mucha confusión y algo de molestia —. Y...¿de quién es esta ropa?
Me zafé de su agarre y gané distancia porque mi corazón comenzó a patear mi pecho con desesperación. Mis ojos se cristalizaron.
—La verdad es que no tienes nada de vergüenza en pedirme explicaciones.
—¿Con quien estuviste?—volvió a agarrarme por los hombros de forma posesiva.
Él me había engañado. Me había mentido. Había fingido ser una cosa cuando al final terminó siendo otra. A mí no me tenía que pedir explicaciones.
— ¿Qué importa eso ahora? —pude decir —. Ya me quedó claro que has mentido y nada de esto —nos señalé —. Fue real, así que deja de fingir que te importa. Ambos sabemos que nunca fue así. Vete con tu novia y deja de hablarme como si yo fuera tuya.
—¿Estuviste con alguien? ¿Te acostaste con él?
Lo empujé.
—A ti no debería importarte eso. Tienes novia, ¿recuerdas?
Se tensó y bajó la mirada. Tenía el cabello más desordenado de lo habitual y tan solo llevaba una camisa roja y unos joggers negros.
—Déjame explicarte.
—Ahí es donde te equivocas —dije señalándolo con mi dedo muy tembloroso —. El día que te pedí explicaciones, decidiste mentir y justo ahora no quiero escuchar nada de lo que tengas que decir porque ya no me importas.
Y decir eso me dolió mucho porque no era cierto. Y me molestó tanto que me conociera porque soltó una risa desganada. Cerró la puerta de la nevera y dejó el brazo allí, me sentí medio acorralada. Pero no me moví porque quería demostrar alguna estúpida cosa que no pude entender bien porque me volvía tonta frente a él.
—Sé que me estás mintiendo para herirme, y lo entiendo. Pero también entiende una cosa —dijo en un tono ronco —. Siempre me sentí atraído hacia ti y todo lo que pasó entre nosotros fue real. El haber ocultado la existencia de ella fue un grandísimo error. Sí, tengo muchas cosas que decirte, pero solo quiero hacer una justo ahora. Antes de que sea tarde.
Y sin darme derecho a replicar, me besó.
Yo pude apartarlo porque tenía sentido común y no era una estúpida. No iba a caer tan fácil.
<<Una cosa era pensarlo y otra, que ocurriera como yo quería.>>
Mi corazón y mi cerebro eran dos entes diferentes donde uno se controlaba solo y el otro, se había largado a Plutón. Dejándome sola con un montón de sensaciones en el cuerpo y la debilidad frente a mí.
Los labios expertos del medio coreano dejaron varios besos sobre las comisuras de mis labios y después, volvió a dejar más besos sobre mis labios con mucha insistencia hasta que su mano me agarró el mentón y su lengua se abrió paso a mi boca. Su lengua derrumbó los muros que había comenzado a construir con una sola patada como si él fuera un titán de 50 metros y yo una simple humana que era la cosa más pequeña del mundo.
Cuando me soltó el mentón, me agarró por la cintura y sin nada de vacilación, sus manos se posicionaron estratégicamente detrás de mis muslos y me levantó para que lo rodeara. Un ardiente deseo se acumuló en el centro de mis piernas. Me subió a la encimera, y nuestros movimientos deseosos pero torpes marcaron el rumbo de los besos. Sus manos un poco frías se metieron dentro de la camisa, mientras las mías se enredaban en su cabello. De repente, se quitó los espejuelos y me besó con desesperación.
Uno de sus dedos pellizcó un punto estratégico en la zona de mis pechos que me hizo soltar un gemido de placer. Sus labios ahora se concentraban en mi cuello mientras repartía besos, lamidas y mordiscos por toda esa zona. Estaba rendida a sus pies.
Me tenía en la palma de su mano. Abrí los ojos de golpe entendiendo lo que estaba pasando.
Volví a la realidad como si alguien me hubiese dado una bofetada y lo empujé hacia atrás.
—¿Qué estas haciendo? —mi respiración era un desastre. Los ojos de Taeyang estaban dilatados, entrecerrados con los labios hinchados—. Tu novia podría pillarnos.
—Por favor —parecía que suplicaba y lo vi con intenciones de volver a acercarse—. Ella se fue con Nirvana.
Me bajé de la encimera y me alejé todo lo que pude.
—¿Pretendes alguna cosa retorcida como acostarte conmigo estando con ella? —solté de forma brusca.
Taeyang se quedó tieso. Mirándome con los ojos desconcertados, como si lo que acabara de decir hubiese destruido algo en su interior.
—Porque si eres así de enfermo, aléjate de mí — volví a dar varios pasos — , y por favor no vuelvas a tocarme.
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