30: ¿Quién eres?
Me sentía un poquito aturdida, la cabeza me daba vueltas, y sentía un malestar en el estómago.
—Sí, tal vez hay que hacer eso—mencioné.
Se hizo silencio en lo que se llenó el jacuzzi y el agua nos mojaba el trasero y las piernas.
—¿Quién eres? —dijo de repente.
—Lo mismo iba a preguntarte.
—¿Por qué despertamos juntos? —volvió a preguntar con una nota de desconcierto.
Yo me encojo de hombros.
—Ni idea.
Volvimos a quedarnos en silencio.
—¿Quién es Kimi? —preguntó de pronto, como recordando algo.
Abrí la boca. Mi cara hizo una clara mueca de <<Guat, the fok, guat is this shit>>, así como diría Auronplay.
—Porque solo recuerdo que insultaste a una chica, la llamaste Kimi y casi la golpeas porque no sé qué algo relacionado a un coreano. Luego, me obligaste a quedarme contigo y bebimos...y no sé si te besaste con alguien, —escaneó el lugar y se quedó mirando fijamente las piernas de la persona que estaba tirada en el suelo, solo tenía un zapato —. Creo que con él. Que nos iba a acompañar en el jacuzzi y... —recordó y sacudió el rostro —. Se desmayó.
Terminó por decir.
—Yo no recuerdo nada —fue lo que pude decir, cubriendo mi rostro sintiendo demasiada vergüenza.
—¿Cómo es que te llamas?
—Zuliney.
—Soy Armando.
Asentí, Armando se inclinó hasta destapar el conducto de agua y se volvió a vaciar el jacuzzi. Ambos mojados nos pusimos de pie y él salió primero y después se giró para ayudarme. Acepté su mano porque, pues ya que, habíamos dormido en un jacuzzi; el orgullo y la timidez para después.
Los dos nos acercamos al individuo en el suelo, tenía la boca abierta y emitía un sonido bajito como de un ronquido. El condenado era lindo, incluso dormido podía percibir que era demasiado apuesto. Tenía el rostro como el de un modelo, marcado, con los labios algo gruesos, nariz respingada y pestañas largas. Tenía la camisa ligeramente levantada por lo que pude percibir unos lindos abdominales, y en la zona baja del ombligo percibí algunas marcas rojas como...chupetones.
—Y le hiciste eso —dijo de pronto Armando, soltando una risita. Mi cara fue de horror, mientras lo miraba a él y después al chico y después a las marcas y después a él.
—Ay, Dios —fue lo que pude decir.
Vi a Armando inclinarse hacia el chico y le proporcionó dos bofetadas. El otro chico se levantó de golpe con los puños de frente listo para encajar uno en la mandíbula de alguien, pero estaba desorientado, con el pelo señalando hacia todos lados y miraba alrededor confundido.
—¿Ya me morí? ¿Y mi infierno es el baño de mi casa?
—No seas tan idiota, Jomar —el chico apuesto con nombre muy bonito se incorporó con dificultad.
—Recuérdame comer mientras bebo porque la resaca siempre es horrible—mencionó llevándose las manos a la cabeza y de pronto reparó de mi presencia —. Oh, hooola —dijo de una manera coqueta y juguetona.
Así tipo Lucifer Morningstar en la serie cada vez que veía a alguna chica hermosa a la que quería llevarse a la cama. Tipo <<Hellooow>>.
Levanté una mano incomoda dándole un rápido saludo.
—Armando, ¿Quién es esta belleza? —le preguntó mirándome fijamente. Y de manera inconsciente llevó una mano a su abdomen y levantó la camisa.
Entonces su rostro hizo una mueca como si hubiese recordado algo. Me tensé.
Vio las marcas. Me miró a mí. Volvió a mirar las marcas. Algo así como lo que yo había hecho.
—Dime por favor que eres mayor de edad —dijo de pronto en un tono serio, casi asustado. Armando a mi lado, se tensó y ambos me escanearon esperando respuesta.
No sé por qué pero solté una risita nerviosa.
Iba a responder, pero Jomar lo malinterpretó, estalló en un gritito de horror y se cubrió la boca. Me dio aires de Ryan Reynolds en el personaje de Deadpool cuando se enteraba de cosas malas y se colocaba las manos a los lados de la boca y miraba hacia la cámara.
—Me voy a ir preso —dijo jalándose el cabello y caminando de un lado a otro. Bueno, intentando porque en ocasiones resbalaba con el agua que goteaba de mi cuerpo y el de Armando y cuando volvía a estabilizarse reanudaba el drama. Decía un montón de cosas que me dieron risa—. A MÍ SE ME CAE EL JABÓN TODO EL TIEMPO. ¿Y SI QUIEREN QUE ME CONVIERTA EN MULA? ¿Y SI ME MATAN? Solo vi tres temporadas de Vis a Vis, dos de Orange is the New Black y nunca he estado con un hombre—se detuvo frente a Armando y lo agarro por la camisa sacudiendolo—. ¿Crees que tenemos que empezar a practicar? No sé, para que al menos no duela...
—Uy, aléjate de mi—Armando lo miró alarmado y trató de empujarlo.
Solté la carcajada que estaba reteniendo. El chico me recordó tanto a Jin que por un momento imaginé que estaba frente a él.
—Soy mayor de edad, no te angusties.
Ambos me miraron raro.
—No pareces —dijo Armando con desdén.
—Tengo dieciocho.
—Ah
Después de ahí, Jomar me prestó algo de ropa, un cepillo nuevo para los dientes y ambos me dejaron sola para que me duchara. Se sentía extraño pero dejé que el agua me mojara el cabello. Nadie dice que el momento más vulnerable es cuando una persona se está duchando porque las emociones salen junto con el agua y se pierden por el desagüe. Me quedé muy quieta, sintiendo el agua caliente golpear con furia mi espalda. Me sentia en una especie de limbo en el que yo solo estaba allí respirando pero al mismo tiempo alguien más lo hacia por mi.
Cuando salí me limité a buscar a Daliana. Estaba dormida en uno de los sofás con varias personas alrededor, parecía incómodo. Había un enredo de piernas, brazos, y solo se asomaba la carita de Daliana. Hundí mi dedo en su mejilla y ella despertó.
—Debo ir a casa, solo quería saber si vas a irte ahora.
—¿Te pido un taxi? Es que íbamos a quedarnos a pasar la resaca en la piscina con Jomar, no sé si quieras.
La interrumpí rápidamente.
—No, gracias. Ya me voy.
Y sali más rápido que un petardo de la casa. No sabía qué había ocurrido ayer, pero no deseaba enfrentarme a las consecuencias del alcohol. Al menos Armando me confirmó que no me había acostado con Jomar, que solo estábamos besándonos y esas cosas. Nada más.
Y joder. ¿Por qué no podía ser normal y superarlo?
Mi mente era un torbellino de ideas confusas. Porque me sentí muy mal y sucia. No había pasado nada más, pero el simple hecho de unir mis labios con los de alguien más, me dejaba una horrible sensación en el pecho. Taeyang lo había hecho el mismo día que nos acostamos, pero yo no era él, que podía estar como si nada le afectara.
A mí me molestaba, porque quería sufrir la desilusión amorosa en silencio, con muchos dulces y viendo películas de romance solo para criticarlas. Quería lanzarme a la cama, así como Bella cuando la Bestia le prohíbe comer solo porque ella no quiere cenar con él y ella se lanza a la cama a llorar mucho.
Pero claro, las tragedias me perseguían.
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