29: El jacuzzi
Sentía mi cuerpo en una especie de entumecimiento. No podía creer que todo aquello me estaba pasando a mi. La habitación de Tania comenzó a sentirse claustrofóbico por lo que tuve que salir corriendo. Por suerte, no habia nadie en el pasillo y no sabia si eso me aliviaba o me asustaba. ¿Donde estaba Taeyang? Intenté bajar corriendo las escalera y cuando por fin pude salir a la calle respiré profundo.
¿Sabes que me dolia más que el sentimiento horrible en mi pecho?
Que Taeyang sabia lo que estaba haciendo y de todos modos, lo hizo. Mintió. Se burló de mi pobre corazón. Se acostó conmigo a base de promesas y cosas estupidas. Y yo caí como una idiota, porque, despues de todo, eso era.
Una ingenua que se dejó engatuzar por un medio coreano.
Ella estaba ahí. Se estaba quedando con Taeyang en su habitación. Había pasado una semana entera. Y en mi mente se reproducían cosas horrorosas que ocurrían detrás de la puerta. Imaginaba los labios del medio coreano uniendose con los de ella, las manos de ella tocándolo por todas partes... No podía salir de la habitación. Y cuando finalmente lo hice, evité a toda costa encontrarme con ellos.
Desde lo que pasó entre nosotros no volvimos a hablar. Y me dolia mucho más el hecho de que en esa entera semana jamas intentó disculparse conmigo. Sentía como si de verdad estuviera muriéndome. ¿Era eso posible? ¿Morir de la desilución?
El lunes habia llegado más rapido de lo que desee. Me lo había encontrado en la cocina. Yo estaba sentada en el taburete, comiéndome una rica ensalada, cuando sentí la presencia de alguien más en la cocina.
—Hola—la odiosa, ronca y traicionera voz del coreano se escuchó detrás de mí y me tensé. Mis ojos se cristalizaron porque me afectaba demasiado lo que había pasado, pero por alguna razón no quería demostrárselo. Era débil. Me había enamorado. Me sentía engañada. Sin embargo, no iba a demostrarle nada, porque, aunque era sensible y todo me molestaba, también sabía tener algo de orgullo. O eso creí—. Espera, por favor, hablemos.
—Te odio—dije tajante, tirando mi comida en el lavaplatos con demasiada fuerza. Y caminando hasta la salida, sin embargo, agarró mi brazo y lo sacudí—. Eres el ser mas despreciable que ha pisado este mundo.
Dejó caer su mano y me observó fijamente. Lo enfrenté. Tenía que mirar la clase de persona que era. Un mentiroso. Una maldita serpiente que me había mordido de repente. Y no...no lo había visto venir.
—Por favor—se acercó con precaución, mis ojos aun llenos de lágrimas—. Hablemos, no te vayas así.
Elevé el rostro y endurecí la mandíbula.
—Mentiste—solté con desilusión.
—Yo no quería...—bajó la mirada.
—Mentiste de la peor manera posible y dejaste que me enamorara de ti—escupí con odio y disgusto.
—Zuliney...lo siento mucho.
—Vete a la mierda Taeyang.
Y cerré la puerta detrás de mí. Me iría con la frente bien alto porque después de todo, yo no fui quien falló.
Fue él.
Él con su familiar sabor a veneno.
Me debilitaba estar cerca, pero prefería tratarlo como una basura a enfrentarme a la dura realidad. A pesar de que queria explicaciones, me aguanté. ¿Que explicaciones iba a pedir? ¿Por qué me mintió? ¿Por qué durmió conmigo? ¿Por qué nunca me dijo? No. No podia preguntar eso. Era absurdo.
Tenia novia. Una novia no se oculta por tres meses.
La sensación de humillación estaba instalada en mi pecho. Es que, cómo ponerlo a que suene bonito.
Taeyang Kang, medio coreano de diecinueve años, que se había ofrecido a ayudarme a buscar a mi mamá, que me había ofrecido su amistad, que me había besado, que había cruzado el océano conmigo; se había acostado conmigo teniendo una historia de amor con alguien más. Y ni un solo puto día se le ocurrió decir eso. Tres meses mas o menos habían transcurrido, y ni una sola palabra sobre eso. ¿Cómo debía sentirme al respecto?
Yo me desnudé, literalmente frente a él. Sabía casi todos mis secretos y yo de él, nada.
El martes, cuando fui a la terraza a fumar uno de los cigarrillos de Tania. Escuché risas. Ni siquiera miré sobre mi hombro. Sabía que era Kimi junto al traidor. Intentaba pretender frente a ella que yo no era tan cercana a Taeyang, no queria que pensara nada raro. Prefería que siguiera pensando que yo tenia algo con Ander, en cierto modo me convenia eso.
—Hola, Zuli, ¿te molesta si ponemos música? —al escuchar eso, negué y me giré. Les mostré la sonrisa más falsa que podía formar en mi rostro.
Aunque por dentro estuviera muriéndome por largarme a llorar como una cría.
—Oh, claro que no, de todos modos, ya me iba, tengo un chorro de tareas -levanté una mano para agitarlo —. Diviértanse.
—Espera,—dijo ella soltando una risita—. Un día tenemos que salir los cuatro, me gustaría conocerlos mas. Se ve que tú y Ander hacen una bonita pareja.
El rostro de Taeyang era de confusión absoluta.
—¿Ander?—me lo preguntó a mi. Al parecer no se habia enterado que la casa entera pensaba que yo tenia algo con el futuro enfermero. En sus ojos detecté rabia, pero por alguna razón fingió frente a ella.
Tiré el cigarrillo en el suelo, lo pisé y caminé. Y cuando pasé por un lado de Taeyang, vi que se tensó y formó una mueca, pero volvió a disimular.
¿Qué estaba ocultando?
—La verdad es que teniamos una relación en secreto pero, ustedes nos pillaron—le respondí a Kimi, ella sonrió ampliamente entendiéndome.
—Pues me parece que se ven bien juntos, espero que aceptes salir un día con nosotros.
Me dio algo de pena, ella se veía muy buena. Abrí la boca para responder pero Taeyang se adelantó.
—Ella no puede—soltó Taeyang de mala gana—. Además no la conozco tanto.
—No me vengas a decir que te cae mal—le dijo ella con molestia, hasta yo me sorprendí por lo que habia dicho. ¿Era cierto? Me dolió el pecho y respiré profundo.
Solo permaneció serio, sin un atisbo de expresión en su rostro.
—La verdad es que es una presumida, falsa y mentirosa—soltó con odio—. Y la gente así me aborrece.
Kimi abrió mucho los ojos y puso una mano en el hombro del medio coreano.
—Pues eso esta mal Taeyang, la gente merece una oportunidad—ella intentó reñirlo, pero Taeyang me paso por un lado.
—Ya basta Kimi. No me cae bien, punto final.
—Haré lo posible para que cambie de opinión, tú te ves muy buena y me caes bien—me dijo en un tono bajito confidencial para que el coreano imbécil no nos escuchara. Ambas volteamos a verlo, se habia lanzado a la piscina y ahora miraba el horizonte.
—No se pude obligar a alguien a que te caiga bien—confesé.
—Ya verás que yo puedo—me sonrió.
El miércoles cuando llegué de las clases, me encontré con Taeyang sentado en el sofá. Su novia no estaba cerca, en cuanto escuchó la puerta abrirse se puso de pie para irse. Yo estaba furiosa porque no podia entender sus palabras. Fuimos amigos y me negó frente a su novia. No podia entender el motivo detras de sus palabras. ¿Que era todo aquello?
Avanzó hasta la sala para subir las escaleras. Pero casi corri y me tropecé, pero lo alcance.
—Escuchame.
—No voy a escucharte, ya basta—soltó de mala gana intentando zafarce de mi mano.
Su cercanía me afectaba. Y me dolía mucho su actitud.
—¿Por qué le dijiste eso?
—Es mejor que piense eso—respondió de mala gana.
—Pero, ¿por qué?
—No lo entenderías—respondió alejándose y me dolió mucho el pecho. Me veía patética, intentando no se qué, obtener de él.
Mientras lo veia alejarse pense: <<Nunca sintió lo mismo por mi, estoy perdiendo el tiempo>>.
¿Lo estaba? ¿Estaba perdiendo mi tiempo buscando explicaciones en algo que ya estaba mas que claro?
—¿Taeyang?—de pronto escuchamos la voz de Kimi desde la terraza. Y el medio coreano me miró por última vez antes de desaparecer por las escaleras.
Había desaparecido por dos días, me había quedado con Daliana, quien me ofreció asilo en su casa en las afueras de la ciudad. Nos habiamos conocido en el segundo período y comenzamos a reunirnos en la cafetería. Ella sirvió de mucho apoyo, intenté invitar a Tania pero ella se reusó y me pidió que volviera a la casa. Me negué. No quería ver a Taeyang con Kimi. Me dolia que fingiera que no nos llevaramos bien.
Había ido a una fiesta, en la que había intentado enrollarme con otros chicos, pero no podía, yo no era así y ese simple hecho me hizo tirarme a llorar en el baño de la fiesta. No podia besar a nadie que no fuera él, el detestable coreano. Ni siquiera sabía de quien era la casa, pero se notaba que tenían mucho dinero. Alguien dio varios toquecitos a la puerta, así que limpiando mi rostro la abrí.
—¿Tu eres Zuliney?—había dicho una chica un poco más alta, con los labios de rojo y cabello rizo. Se veía muy bonita y me sentí intimidada por un momento.
Asentí desganada sorbiéndome los mocos.
—¿Estabas llorando?
—¿Se me nota? —intenté limpiarme un poco más y solté un suspiro.
La chica sujetó mi rostro con ambas manos y me miró fijamente. Lo hizo con total confianza como si nos conociéramos de toda la vida.
—Espero que la chica o chico que te haya echo llorar se le caiga el pene cuando esté follando.
Me reí ante su comentario y bajé la mirada.
—Pero, ¿y si es chica? ¿cómo se le va a caer el pene?
Ella hizo una mueca de horror y se quedó como pensando y después añadió: -Pues que se le caigan los pezones.
Negue con diversión. La chica me caía muy bien. Se veía de esas chicas que no tienen miedo a expresar su opinión.
—Soy Emil —me dijo en un tono jocoso —. Emil Turner, de segundo año.
—Soy Zuliney, de primero.
Ella asintió y como recordando algo dijo: —La prima de Bianca te está buscando. Nos tuvimos que dividir para vencer porque esta casa es más grande que el laberinto de la película de Amazing Runner.
Solté una risita entendiendo la referencia a pesar de que realmente lo que quiso decir fue Maze Runner, pero no iba a corregirla.
Ambas bajamos las escaleras, mientras la música retumbaba por todo el lugar. A lo lejos vi a Daliana junto a una chica con el cabello castaño claro y ojos color ámbar, supuse era Bianca.
—¿Estás bien? —fue lo primero que dijo Daliana al verme —. Si te quieres ir me dices.
Pero decir eso fue como un insulto para la chica que había conocido fuera del baño.
—¿¿QUE?? Oh, no, no, no —dijo rápidamente Emil, agarrándome por el brazo —. De esta casa se sale con un chico o se sale arrastrándose por lo borracho. Pero así, sobria y triste no vas a irte.
Fue su ultimátum. Así que después de ahí me emborraché tanto que acabé despertando al lado de alguien.
Y tan aleatorio porque ambos estábamos en un jacuzzi, super incómodos. Yo desperté en su pecho y él tenía un brazo rodeándome los hombros, mientras que la otra mano reposaba en su abdomen. Alce el rostro, era trigueño con el cabello oscuro y revoloteado. No era tan delgado ni tan fitness pero tenía una mandíbula marcada, con unos vellos que resaltaban la forma de un candado alrededor de la boca. Se veía interesante, y algo mayor. Y me alarmé. Yo apenas cumplía los dieciocho.
Y como me alarmé, me removí rápidamente intentando alejarme, pero mis piernas seguían resbalando porque había algo azul en donde estábamos acostados, como un líquido resbaladizo. Así que me detuve para escanear todo. Había bebidas en el suelo, y un cuerpo salía desde un armario a un lado de nosotros. Solo veía sus piernas hasta la cintura, el resto del cuerpo se perdía dentro de ese armario. Me parecía que era un chico por la forma del pantalón.
Hice una mueca. ¿Qué había pasado aquí?
Volví a intentar escapar.
El chico abrió los ojos de golpe y me miró extrañado, luego me vio a mi intentando no sé qué mierda mientras seguía resbalando. Entonces intentó levantarse en un intento fallido y ambos comenzamos una lucha entre resbalar con el líquido azul, intentar salir del jacuzzi y no partirnos la boca en el intento.
—Okey, esto no está funcionando —dijo volviendo a sentarse —. Tal vez hay que encender el jacuzzi, dejar que el líquido se vaya y volver a intentarlo.
Me senté también resignada frente a él.
¿Quién era y por qué desperté con él?
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