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26: No estoy huyendo

Precaución: Contenido adulto +18 (Se añadirá un asterisco para que no lo leas si no deseas). 

Su habitación seguía como la recordaba solo que parecía mucho más desordenada. Camine por encima de varios zapatos, ropa, unos cables y antes de entrar a su baño me gire.

Taeyang Kang estaba cerrando la puerta, con seguro.

Me debia algunas explicaciones, porque no podia andar por la vida besándome, ignorándome y despues exigiendo respuestas.

—¿Qué me ves?— preguntó dando varios pasos, mientras metia sus manos a los bolsillos. Asi de lo mas tranquilo, como si no hubiese hecho un escandalo antes de irme de la casa con Jin, o mucho menos despues de que regresé.

—La cosa es muy sencilla Taeyang, yo pregunto y tú respondes.

Se cruzó de brazos elevando la ceja en donde tenia esa cicatriz.

—Y... ¿por qué iba a hacer eso?

Lo señalé frunciendo el rostro.

—Porque vas a darme algunas explicaciones. Y no me vengas con excusas estúpidas.

Tenia ese estupido pijama de algun personaje de anime y el pelo estaba revuelto. Debajo de sus ojos unas tenues ojeras. Sus labios estaban un poco rosados.

Sé fuerte, Zuli.

Fui fuerte.

Me crucé de brazos esperando que se sentara en la silla giratoria. Elevó el mentón para mirarme, yo solo me mantuve a menos de un metro para tenerlo frente a mi. Estaba serio pero sentí que solo estaba fingiendo, porque creí ver una de sus comisuras elevarse. ¿Esto le divertía?

—¿Por qué me ignoraste cuando regresamos de Puerto Rico?

—Me dio vergüenza ser rechazado— dijo encogiendose de hombros, sin mas.

Abrí la boca, pero después la cerré. Volví a intentarlo. ¿Ahora qué le diría? Tenia preparado un discurso sobre siempre hablar con la verdad, pero al soltarlo asi tan directo, no tuve mas remedio.

—No te rechacé Taeyang, solo te dije que no ibamos a hacer...—solté un gritito de frustración porque de repente me puse toda nerviosa frente a él. Me temblaban hasta las piernas— . No ibamos a hacer esas cosas en casa con mi padre a dos puertas de nosotros.

Asintió tranquilo.

—¿Algo más que quieras preguntar?— interrogó volviendo a morder sus labios.

Podía preguntarle muchas cosas. Como por ejemplo: ¿Por qué Tania me pidió alejarme de él? ¿Por qué Nirvana se puso rara cuando pensó que yo tenia algo con él? ¿Por qué dijo que éramos amigos si despues me estaba besando? Y... ¿quién demonios era la chica de la que estaba hablando ayer con Jin?

No pude porque no sabia si me gustaría la respuesta.

Solo opté por decir: — Bueno, la verdad es que me quedé sin argumentos. Se suponía que discutíriamos, luego no me dirías nada, yo saldría furiosa de aquí y nos ignoraríamos el resto de nuestras vidas.

Se puso de pie de repente y comenzó a caminar en mi dirección. Divertido y con malicia. Sus espejuelos se deslizaron un poco por su nariz y los acomodó con el dedo índice. Busqué de manera astuta alejarme pero solo acabé con la espalda contra la pared. Bien echo Zuliney.

Taeyang colocó ambos brazos a los lados de mi cabeza aprezándome contra la pared. Vi en su rostro la sonrisa triunfal de <<Te tengo>>. Me puse el triple de nerviosa porque, ciertamente, Taeyang Kang, no era un Badboy pero el simple gesto me derritió por completo.

—Creí que lo de suponer había quedado en el pasado.

—Bueno...

—Hay algo que no me ha dejado dormir, — murmuró bajito, acercando su rostro a mi cuello—. ¿Que habría pasado?

Me acarició con la punta de sus labios y todos mis vellos se erizaron.

—Veo que no eres tan de piedra como pensé— soltó mordiendose los labios.

—Hay que dejar de...suponer. — Pude decir con dificultad, temblando como una idiota.

Lo observé directamente a los ojos, sintiendo el cosquilleo familiar entre mis piernas y solté un suspiro tembloroso. No podía ser posible que un chico como él me haga sentir todas estas cosas. Ni siquiera pensaba con claridad cuando lo tenía cerca y mucho menos ahora, que se encontraba dejando besos, mordiscos y lamidas por todo mi cuello. 

—La verdad...— cerré la boca de golpe porque casi me sale un gemido cuando besó el lóbulo de mi oreja. 

Era un condenado inteligente, provocaba todas estas sensaciones para que mi cordura flaqueara frente a él. Hasta me daba miedo la manera en que mi cuerpo se movía sin mi permiso. Como por ejemplo, mi cuello, que obligó a mi cabeza moverse a un lado para darle todo el acceso que necesitaba.

Apiádate de esta pecadora, señor.

—Porque solo puedo imaginar las cosas que te habría echo, sino me hubieses rechazado, — dijo agarrando mi cintura.

Lo empujé. Necesitaba pensar, y teniendo al medio coreano tan cerca, mis neuronas colisionaban unas con otras. Y yo que pensaba que era asexual.  Siempre me adelantaba a los hechos y suponía mucho, ese era mi mayor error. Taeyang ahora parecía un adolescente con las hormonas revueltas. Bueno, yo también estaba así pero de Taeyang no lo esperaba. En ningún momento, en el tiempo que fuimos amigos, se prospasó conmigo o me dijo algo inadecuado. 

El chico frente a mí parecía la versión cachonda de Taeyang Kang. 

—Yo no te rechacé — volví a decir.

—Entonces, por qué sigues huyendo —dio un paso más cerca. Intentó besarme, pero giré el rostro.  

—Yo no estoy huyendo — dije alejándome por completo y caminando hasta su baño.

—¿No?— sonaba un tanto divertido y le di la espalda.

—Solo vine a ducharme y es lo que haré.

Escuché una carcajada. Bueno, pues me alegra que se divierta. Me di una larga ducha y cuando salí, después de envolverme con la toalla nueva que encontré —porque era una idiota y no habia traído mi ropa—, resbalé. Gracias a que intenté balancearme y me incliné hacia el frente, el golpe en mi trasero no dolió demasiado.

Solté una maldición en voz baja y volví a ponerme de pie. Maldije el suelo por ser tan resbaladizo y salí del baño.

—¿Es mi cumpleaños y no lo sabía?— escuché a Taeyang, que estaba observándome desde su escritorio.

Yo estaba con la toalla.

¡ESTABA CON LA TOALLA!

Okey, no hay que entrar en pánico.

—No te emociones mucho—le respondí escaneando todo el lugar. ¿Por qué tenia todo este desorden?

Caminé segura de mí misma, evitando tropezar con cualquier cosa que estuviera en el suelo. Solo me enfoqué en un pequeño marco con una fotografía de un señor coreano y una señora con el cabello negro, eran los padres de Taeyang. El marco estaba a un lado de la puerta cerca del interruptor de luz. Cuando pasé por el lado de Taeyang sentí su mirada quemarme la piel, pero mi objetivo era uno: Salir de aquí sin cruzar más palabras, porque no estaba en condiciones.

Solo una toalla me cubría y me estaba entrando el frío por el trasero.

Pero mi pie dijo: Como que hoy no soy yo, jé. Y mi estúpido pie que siempre arruinaba mis salidas triunfantes, se las arregló para hacerme perder el equilibrio.

Primero, mi pie como que se desestabilizó y busqué algo de apoyo en la pared a un lado de la puerta, lo que provocó un efecto algo así como dominó. El marco donde estaban los padres de Taeyang, cayó en la cómoda, el que a su vez, empujó algunas cosas y todas cayeron en un golpe seco al suelo. Intenté rescatar un muñeco de esos de Funko Pop pero fue lo peor que pude haber echo porque la toalla que me cubría, dejó de hacerlo.

Supe que la había cagado cuando el airesito frío me dió en todo el cuerpo. Miré al suelo alarmada, la toalla estaba allí, burlándose de mi.

—Eres como un tornado a donde quiera que vas— dijo Taeyang de repente. 

Entonces, escuché sus pasos detras de mí. Mi cara estaba toda roja y como era una idiota ni siquiera tuve algún instinto de supervivencia, solo me quedé allí de pie, dejando— inconcientemente—que el coreano me viera el trasero. Me cubrió nuevamente con la toalla. Gesto que me sorprendió mucho. 

Mi cara ardía por la vergüenza. Ni siquiera podía verlo a la cara.

Murmuré un ''gracias'' e intenté abrir la puerta. No sabía por qué estaba tan avergonzada si ya me había visto desnuda hace unos días. La puerta no abría y me comencé a desesperar.

—Ya abro yo— mencionó Taeyang muy tranquilo, como si no hubiese visto nada.

Me aparté y cuando lo miré a la cara, me quedé sorprendida. El medio coreano estaba igual o más avergonzado que yo. De manera inconciente una mano bajó a su entrepierna ocultar su paquete y abrió la puerta para mi.

¿Cómo se ponía todo nervioso si eso me había ocurrido a mi y no a él?

Quería entenderlo. Con las manos temblorosas, cerré la puerta nuevamente, y le coloqué el seguro.

***Contenido +18 a partir de aquí***

Taeyang, aún miraba el suelo, pensativo y sus mejillas seguían rosadas.

Respiré profundo unas cuantas veces para intentar relajarme. Cuando lo logré, sujeté el mentón de Taeyang Kang para que me viera. Se quedó mirándome a los ojos, y mis manos desenrredaron la toalla y la abrí para después dejarla caer en el suelo.

Parecía que sus neuronas habían tenido un corto circuito porque no dijo nada por unos segundos, después sus ojos comenzaron a bajar muy lentamente, como si no pudiera creer lo que estaba viendo. Primero, sus ojos escanearon mi cuello y después, se detuvieron mucho tiempo en mis pechos, los cuales no eran tan grande pero eran firmes y normales. Siguió bajando la mirada y se detuvo en un lunar que había a un lado de mi ombligo. Se lamió los labios.

Continuó bajando.

—Zuli...— fue más o menos como una súplica. Di varios pasos para acercarme a él, que estaba mirándome embelesado. Yo estaba nerviosa.

Esta vez fui yo la que agarré su rostro y lo acerqué a mi. Dejé varios besos sobre sus deliciosos labios y de repente, Taeyang volvió en sí porque sus manos me rodearon la cintura, pero comenzaron a bajar hasta tocar mi trasero, lo apretó con un deseo carnal que me sorprendió. Me pegó a él y sentí su dureza en mi abdomen. Pensé: ¿no pierdes tiempo, eh?

Entonces, nuestros labios se volvieron a unir y nos fundimos en un beso cargado de deseo y un beso de "te extrañé". No había espacio para la cordura. No había espacio para pensar en las consecuencias. No había espacio para la vergüenza.

Lo extrañaba, lo quería y lo necesitaba.

Ambos nos movimos hacia atrás tropezando torpemente hasta que caí en la cama. Entonces, se alejó para mirarme. Para observar cada centímetro de mi cuerpo. Y relamió sus labios. Me deseaba y yo a él.

No había visto esa mirada jamás y me encantó verla en él. Separé mis piernas dándole una invitación, y eso lo obligó a soltar un suspiro agitado.

—No voy a controlarme— dijo medio agitado.

Lo agarré por la camisa del pijama y dije:— Y no quiero que lo hagas. Vamos a quitarte esto.

Ni siquiera me dejó terminar la frase cuando ya la había lanzado al suelo. Después se arrodilló frente a mi.

—¿Qué haces?— fue lo que pude decir alarmada, Taeyang acarició mis muslos y luego separó mis piernas. Con una confianza que bajó mis defensas. A mi nadie me había echo lo que él estaba a punto de hacer. 

—Quiero hacer todo contigo.

Volví a recostarme y cerré los ojos. 

Entonces, sentí su lengua en uno de mis lugares anatómicos más sensibles. No había que ser tan inteligente para entender que no era su primera vez, el medio coreano de verdad estaba probándome de una manera que me hizo sentir única. Yo agarré una almohada y ahogué varios gemidos que amenazaban salir con potencia. No estábamos solos en esta casa y no quería que nadie nos encontrara haciendo esto. 

Mi cuerpo entero se tensó y el orgasmo me arrastró. Después se acercó a mi.

—Te deseo tanto— dijo besándome el cuello con una pasión desenfrenada.

Yo estaba tocando torpemente su cuerpo mientras las ondas de placer me recorrían por completo. Una de sus manos se perdió en mi parte inferior y, después, uno de sus dedos entró en mí. Solté muchos gemidos a un lado de su rostro. Me gustaba hacer todas estas cosas con él. 

—No hagas eso— dijo, desesperado, con la voz ronca.

—¿Qué no haga qué?

—Eso, gemir a un lado de mi oído. Me estás volviendo loco. —Después de decir eso, comenzó a frotar con los dedos sobre el punto más sensible de mi cuerpo, mientras atacaba mi cuello, mis pechos y mi boca.

No había nada de vergüenza ni cohibición. Éramos dos personas dejándonos llevar por las ganas.

Lo siguiente que desapareció del cuerpo de Taeyang fueron sus pantalones. Me puse de pie para ayudarlo y luego, lo empujé para colocarme a ahorcajadas encima de él. Solo nos separaba la tela de su ropa interior. Las manos de Taeyang estaban en mi trasero, pero fue subiendo hasta enredar una mano en mi cabello y la otra apretaba mi pecho. Volvió a besarme con fervor.

Ciertamente, yo no era una experta, pero tampoco era que no tenía experiencia, por esa razón, me incliné hasta el cajón que Taeyang tenía a un lado de la cama y busqué un preservativo. El mismo que me había dado Jin ayer, pero que Taeyang se había llevado enojado.

—Zuliney— dijo cuando metí mi mano dentro del elástico y masajeé su longitud—. ¿Estas segura?

Sonreí con malicia, y a continuación abrí el preservativo con los dientes.

—¿Y tú?

Asintió.

— Pareces una diosa.

—Y tú un principe coreano— dije envolviendo su parte íntima con el preservativo. Se mordió los labios. 

—Soy de todo menos eso porque no voy a ser gentil—dijo mirándo todos mis movimientos. Ansioso, con las pupilas dilatadas y labios mojados.

—A mi me gusta que me lo hagan duro— me encogí de hombros.

Entonces, levanté un poco mis caderas hasta que lo tuve en mi entrada y bajé lentamente.

Una onda junto con un cosquilleo me recorrió todo el cuerpo. Estaba sobre él y esa vista me excitaba mucho más de lo que jamás me había ocurrido con ningún chico. Tal vez, sí quería experimentar lo que era hacerlo lento con alguien despues de todo.  La expresión en el rostro de Taeyang era digna de admirar, soltó un sonido gutural y pasó la lengua por su labio superior. 

Comenzamos a movernos al mismo compás. Mis manos apretaban su espalda y las de él se enfocaban en mi trasero para ayudarme a subir y a bajar sobre su longitud. Las ondas de placer me reccorrían todo el cuerpo. Ambos jadeábamos por la actividad física y mi cuerpo se contraía porque el tamaño de su miembro era un poco más grande de lo que yo estaba acostumbrada.

Bendita sea esas raíces latinas. 

—Te siento tan delicioso— salió de mis labios junto a un gemido. Yo no era nada tímida y supuse que le sorprendió ecuchar eso. Tenía las pupilas tan dilatadas que sus ojos parecian negros y me miraba tan fijamente que no pude evitar caer en su encanto. 

Taeyang me había hechizado. 

—Estas muy apretada— me dijo bajito. De un momento a otro, me recostó en la cama sobre mi espalda y abrió mis piernas para meterse entre ellas. Mis manos se entrelazaron por detrás de su cuello y se acomodó para entrar en mi—. Mmm— fue lo que salió de sus labios mientras su rostro hacía una mueca de placer. 

Taeyang no hablaba, más bien me embestía con algo de apetito. De repente, me obligó a levantarme y me puso de rodillas sobre la cama. Supe lo que venía a continuación. Se paró detrás de mi.

El ritmo de las embestidas al principio era lento, luego comenzó a complacerme a un ritmo mucho más rápido. Una de sus manos se había perdido entre mis piernas y comencé a correrme. Con él dentro de mí.

Había leído que hay mujeres que podían correrse hasta tres o cuatro veces en una simple actividad sexual y no supe cuánto podía aguantar mi cuerpo hasta que Taeyang se encargó de que yo me corriera las veces que deseara. Solo fueron tres, pero mi interior se sentía mucho más contraído y me gustaba mucho más la sensación de Taeyang en mi interior.

La posición cambió y esta vez estábamos recostados en la cama, Taeyang detrás de mi. El medio coreano dejó un casto beso en mi hombro y acarició mi cuerpo con la punta de sus dedos. Luego, llevo las manos hasta mi cintura hasta que se detuvo en mi pierna, la cual levantó y lo sentí acomodarse para volver a penetrarme.

—Tu piel es tan suave—me dijo cerca del oido. Me estremecí. 

Dejó otro beso en mi cuello. Y volví a sentirlo en mi interior. Ambos sudábamos, nos complementábamos y nos dábamos placer. Sus labios dejaban besos mojados por todo mi hombro y cuello. Yo seguía gimiendo bajito porque no era una escandalosa.

—No sabes,—comienza a decir pegado a mi oído—, lo mucho que soñé con tenerte así, en mi cama, desnuda y gimiendo para mí.

Solté algo parecido a una risa.

—El medio coreano serio, apático y con cara de pocos amigos al final terminó siendo un experto en la cama— pude decir cerrando los ojos.

—Y tú, la chica tierna, simpática y algo torpe acabó siendo toda una diosa en la cama.

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