23: A la defensiva
Me sorprendió la facilidad con la que Tania me dijo que dormía con Jin. Incluso, cuando añadió que no le importaba si él dormía con alguien más, me dejo el triple de confundida. Al parecer ella solo lo hacía para bajar los niveles de estrés, pero que recién estaba conociendo a una chica y el tema con Jin era pasado. No sabía si creerle, así que, solo asentí y me fui a dormir.
En la mañana siguiente, cuando volví a ver a Taeyang, estaba como si no hubiese podido dormir, con el rostro con ojeras, cuerpo inclinado hacia el frente y cara de pocos amigos. Ni siquiera me miro a la cara cuando paso por la cocina para agarrar su típica bebida energética. Nirvana estaba comiendo al otro lado de la isla y me lanzaba miradas de odio. Decidí que la ignoraría porque no podía hacer nada más. Tanto ella como yo pagábamos la renta del lugar y ninguna iba a ceder a dejarle el lugar a la otra.
Al poco rato, Tania entro a la cocina con un cigarrillo sin encender y busco un envase y lo lleno de cereal. También tenia ojeras bajos los ojos y su habitual vestimenta de roquera había desaparecido, ahora parecía un fantasma con cabello rojo. Desganada se dejó caer a mi lado y puso el cigarrillo a un lado. Luego sin decir más comenzó a comer. Al poco tiempo, llegó Ander con una expresión sombría y después de servirse un café dejo un casto beso sobre mi cabeza y volvió a salir de la casa.
Ese día el silencio abundaba en la casa y no sabia si sentirme aliviada o sentirme preocupada. ¿Qué rayos ocurría con estas personas?
Pero recordé que los exámenes estaban a la vuelta de la esquina y entendí las caras largas.
Cuando terminé de comer subí las escaleras. La puerta de Jin estaba entreabierta y solo pude escuchar parte de la conversación que estaba teniendo con su hermano.
—No sé nada de ella hace meses— escuché la voz profunda de Taeyang.
—¿Intentaste llamar a su madre?
—Ella no responde, ni siquiera el chofer me responde. Estoy sumamente preocupado.
Escuché que Jin dio unos pasos, y me escondí detrás de la puerta.
—Ya va a aparecer, no estés tan ansioso que en esta casa se respira el estrés de los parciales y con tu estrés voy a empeorar.
Me alarmé porque la puerta comenzaba a abrirse y sabia que no me daría tiempo de correr a mi habitación, así que, sin pensar demasiado corrí hasta las escaleras que llevan a la azotea y me acerqué a la barandilla. ¿Quién es esa persona de la que estaban hablando?
Un sentimiento de melancolía me abrumo de repente y las lagrimas comenzaron a salir. Me sentía como una estúpida esperando ver algo de su parte. Algo de interés, o alguna explicación. Tal vez lo mejor es que lo deje ir. Seguiría el consejo de Tania y me alejaría de él.
Me limpie el rostro con molestia y camine hasta mi habitación. Cerre la puerta de golpe.
Las siguientes horas las pase en internet. Quería hacer algo diferente porque estar toda la semana encerrada y para el colmo, estar el fin de semana también, me estaba volviendo loca. Necesitaba salir de aquí.
Me coloque un vestido pegado por encima de las rodillas, unas botas y deje mi pelo suelto. Estaba enojada. Sabia que estaba arrugando el rostro, pero me importaba una mierda. Dando largas zancadas llegué hasta la habitación de Jin y sin tocar la puerta, abrí de golpe.
Después pensé: ¿Y si hubiese estado desnudo?
El gemelo estaba recostado en su cama leyendo una revista, sin embargo, cuando escucho la puerta bajo la revista y al mismo tiempo evaluaba mi vestimenta.
—¿Y eso? — dijo con algo de curiosidad.
—¿Estas aburrido? — asintió incorporándose—. Pues vístete que nos vamos de aquí, no pienso pasar ni un minuto más en esta casa llena de zombis.
—No se diga más— agarró lo primero que encontró y se vistió a toda prisa frente a mí. Ni siquiera me inmuté y lo observé cruzándome de brazos. Estaba soltera y Tania había dicho que lo que tuviera con él era tiempo pasado.
Además, no me estaba ocultando algo como lo hacia su gemelo idéntico. Podía ligarme a quien quisiera.
Sí, Zuliney dilo hasta creértelo.
—Espérame en la sala— dijo después de volver a entrar a su habitación y comenzar a rebuscar algo en los cajones. Le reclamé sobre estar perdiendo el tiempo y me dijo que lo que estaba buscando era tan importante como respirar.
Decidí bajar las escales para esperarlo en la sala. Sin embargo, mi cuerpo se tenso al notar que Taeyang estaba sentado en el sofá con los pies cruzados mientras comía cereal. Se veía como alguien que no rompía un plato. Alguien que no ocultaba ningún secreto. Alguien que no me había ignorado sin ninguna explicación. Su cabello estaba desordenado y llevaba un pijama de algún personaje de anime. Lo ignore cuando me dirigí hasta la cocina, pero por el rabillo del ojo note su mirada sobre mí.
Quise contonear mis caderas, pero me tambalee al pisar mal y casi me caigo de bruces.
Ah, pero me estabilice y seguí caminando como una modelo de pasarela, je, je.
¡Tierra trágame! Que ni para ser sexy sirvo.
La tarde había caído y no había rastro de Tania o de Nirvana. Supuse que ambas estaban encerradas estudiando, eran aplicadas. Bueno, yo también pero como me gustaba adelantar todo, no tenía ningún pendiente. Así que volví a sacar mi móvil dejándome caer en el taburete, dándole la espalda al gemelo. Sin embargo, sentí unos pasos detrás de mí. Taeyang había rodeado la isla de la cocina y ahora dejaba el plato a un lado de la encimera para volver a servirse más.
Estaba, literalmente, pegado a mi lado, así que pude oler ese olor característico a yerba con loción de afeitar. Sus brazos trabajados se movían con confianza y su mandíbula se tensaba cuando lamia sus labios. Verlo así tan cerca me hizo flaquear un poco.
—¿Cómo está tu dedo?
Lo levanté observando la herida.
—Bien.
—Y... ¿a dónde vas tan arreglada?
—No te importa— solté de forma brusca. Pero no me moví, me quedé justo frente a él. Apoyó ambos brazos de la encimera y se inclinó para estar a la altura de mi rostro.
Inspiró o me olió.
—Pacific Paradise de Escada, me gusta— hizo referencia al perfume que utilizaba esa noche.
Sentí un cosquilleo cuando tuve toda su atención que por un momento se me olvidó de que estuvo ignorándome desde que regresamos del viaje.
Moví mi rostro hacia un lado y miré por encima de su hombro, sin expresión en mi rostro.
— Pues que bien, lo descontinuaron y pienso votarlo mañana.
Soltó un suspiro y se incorporó.
— Veo que estas a la defensiva.
—Veo que el señor "Veo que estas a la defensiva", se dignó en hablarme.
—Sobre eso— lo interrumpí.
—No quiero saber. No somos nada, así que no tienes que darme explicaciones-me levante como un resorte.
Dio un paso en mi dirección y yo retrocedí. Luego volvió a dar otro y volví a retroceder. No podía dejar que me tocara, porque si lo hacia me iba a debilitar.
—¿Por qué huyes de mí?
—No huyo de ti.
—Lo estas haciendo— entonces una mano alcanzó la mía y me estrelló contra su cuerpo, su otra mano sujetó mi cintura. La excitación y el deseo me abrumaron en ese momento.
Joder.
No sabía si sería capaz de aguantarme las ganas que me dieron de besarlo.
—¿Qué tienes? — susurró bajito sobre mis labios y volví a sentir el familiar cosquilleo entre mis piernas.
Diosito apiádate de esta chica.
Y... ¡Piensa en la biblia!
—Suéltame.
—Solo si me dices a dónde vas y con quién.
—No voy a decirte nada.
Esta vez logré zafarme de su agarre y retrocedí hasta estar en medio de la sala. Necesitaba distancia.
—¿Por qué estas tan descontenta?
Solté una risa. Wow, realmente estaba enojada con él porque ni en un millón de años yo respondería como lo hice.
—¿Qué mierda te importa? Déjame en paz Taeyang. Ya me quedó claro que no deseas estar a mi lado, ni como amigos ni como— me interrumpí— . Como sea, no me interesa, ocúpate de tus asuntos, de tus secretos y a mi déjame tranquila.
Unos pasos nos pusieron en alerta y logramos ver a Jin quien venia con su típica sonrisa quita alientos. Yo solo recordaba a Tania llamarlo cara lechuga y me daba risa. Nos observo curioso y cuando estuvo frente a mí, me ofreció un paquetito.
—Estaba buscando esto-estiró el brazo, Taeyang nos miraba con mucha confusión.
—¿Qué es? — estiré la mano para agarrarlo, sin embargo, por la poca iluminación no pude agarrarlo bien y se me cayo al suelo.
Jin se inclinó para levantarlo y me lo dio. Sin embargo, Taeyang dio largas zancadas hasta llegar hasta nosotros y me arrebató el paquetito de golpe. La furia que adornaba su rostro nos sorprendió a Jin y a mi que compartimos una mirada.
—¿Por qué le estas dando esto? — dijo a su hermano con mucha molestia.
Entonces, me di cuenta que eso que Jin se había empeñado en buscar y que ahora, Taeyang tenía en una de sus manos, era nada más y nada menos que un condón.
¿Por qué Jin me daba un condón?
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