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Precaución: Contenido adulto +18 (Se añadirá un asterisco para que no lo leas si no deseas). 

Pensaba en todo lo que había ocurrido en la casa mientras recostaba la cabeza en la ventana del avión. No era tan extenso el viaje, pero estaba sola. Taeyang no pudo venir en este vuelo porque ya todos los asientos iban ocupados. Así que no tuvo más opción que esperar por el siguiente.

No me dejó esperarlo en el aeropuerto porque serían como tres horas. Le envié la ubicación de mi casa que solo quedaba a veinte minutos del aeropuerto y llamé un taxi.

Realmente, yo estaba ahí y me enfrentaría a mi padre. La verdad es que no deseaban discutir o algo por el estilo solo esperaba una conversación civilizada.

En cuanto llegué lo primero que hice fue correr hasta la habitación de Emily que había terminado una llamada con un amigo y me observó sorprendida.

—¿Neyney?—así me llamaba de cariño—. ¿Qué haces aquí?

—Ocurrió algo—dije después de lanzarme a su cama y contarle todo lo que había pasado. No lo tomó tan mal como esperé. No obstante, limpió una lágrima que bajaba por su mejilla.

—No sé qué decirte. Es decir, sí quiero una explicación, pero me sorprende que ella realmente te lo haya contado. No esperaba mucho de esa mujer, a decir verdad.—Se encogió de hombros. 

Así era Emily, nunca esperaba demasiado de la gente y no la culpaba, de las dos se podría decir que fue la más que sufrió la desaparición de la persona a la que llamamos madre.

Asentí.

—Tú sabes que me mudé para buscarla, era mi única oportunidad y lo que encontré me dejó el triple de confundida.

—Lo sé, bueno—ambas nos incorporamos—. Es momento de buscar a padre.

La conversación con mi padre estuvo cargada de muchas emociones, pero nunca nos faltamos el respeto y fue completamente honesto. Mi madre había fallecido después de una cirugía de corazón abierto y mi padre por el dolor tan profundo comenzó a usar toda clase de sustancias ilícitas y casi provoca que la gente de servicios sociales nos saquen de aquí. Sin embargo, conoció a una Sonia o Antonia muy joven que buscaba escapar de una relación tóxica y se hospedó aquí.

Al final, el amor surgió entre ellos. Sin embargo, comenzó a notar que ella se distanciaba de nosotras que solo éramos unas niñas y a padre no le gustó. Porque ningún niño merece ser rechazado, jamás. Así que un día, le pidió que se fuera de la casa y le prohibió contarnos algo porque sabía lo que nos dolería.

Se disculpó por lo que hizo y ahí terminó todo. La presión en el pecho había disminuido. ¿Dolía? Por supuesto que sí, pero ya todo era mucho más sencillo.

Después de todo sí había una explicación.

Faltaba una hora para que Taeyang llegara, así que nos encargamos de preparar la comida y nos pusimos al día con los últimos acontecimientos. Mi hermana estaba enamorada de un chico que trabajaba en la tienda de comida y había comenzado a salir con él hacía más de dos meses. Yo intenté contarle lo que me había ocurrido hasta el momento, pero era tanto que solo hice un resumen de algunas cosas: la gente era genial, había drama en esa casa, ya me había besado con Taeyang.

Por supuesto que nuestro padre se alarmó y me pidió alejarme de ese chico. Ambas nos reímos, padre era el tipo de padre gracioso y teníamos confianza, pero también era celoso.

Al poco tiempo, abrí la puerta para Taeyang quien soltó la maleta y me rodeo con sus brazos.

—Te extrañé—lo dijo tan natural que me derritió el corazón. 

Sus brazos se detuvieron en la punta de mi cabello y acarició. Me gustaba mucho que me tocara el pelo, pero era el momento y lugar incorrecto. Porque...más que gustarme me provocaba un cosquilleo raro en la parte donde todas sabemos.

—Yo también te extrañé—dije abrazándolo de vuelta.

Nunca me iba a dejar de sorprender lo cariñoso que Taeyang podía llegar a ser. Ni siquiera me esperaba que actuara así, teniendo en cuenta de que esta mañana cuando se armó el drama en la casa enfatizó que solo éramos amigos. Me molestó un poco, pero no quería hablar del tema. No quería agobiarlo porque era demasiado pronto para poner etiquetas a lo que sea que tuviéramos.

—Que mucho la gente se extraña en esta casa— había interrumpido mi padre cruzándose de brazos. Taeyang y yo no separamos y el gemelo se inclinó en una reverencia. Había leído que los coreanos hacían eso como forma apropiada de saludar o lo hacían como símbolo de respeto.

—Un placer conocerle al fin señor, Zayas. Zuli me ha dicho maravillas de usted.

Mi padre elevó una ceja y me volteó a ver. Yo aún permanecía con la boca abierta. Era la primera vez que lo escuchaba hablar español y detecté una mezcla entre, acento venezolano y de España. Oír el lenguaje de sus labios se había convertido en mi segunda cosa favorita después de sus besos, obviamente.

—Pero qué agradable sujeto— mencionó padre, intentando estirar la mano, pero al ver que Taeyang seguía inclinado volvió a guardarla. Incómodo y volteando a verme como preguntándose: ¿Y qué rayos hago yo?

—Gracias señor, — el medio coreano volteó a mirar a mi hermana—, usted debe ser su hermana mayor, Emily.

Ella solo se quedó petrificada mirándolo. Todos pasamos a la sala y mi hermana me agarró por el brazo y me susurro en el oído.

—No mencionaste que estaba más bueno que los integrantes de BTS.

Me reí por sus ocurrencias.

—Quería que lo vieras por ti misma.

Entramos riéndonos y Taeyang se me quedo viendo. La verdad era que no podía entender la razón por la que Tania me quería lejos de él. Taeyang era todo lo que yo buscaba en un chico y me encantaba que se portara como un caballero conmigo. Él no tenía que venir y aun así lo hizo, eso demostraba que quería estar a mi lado, ¿verdad?

Pasamos la tarde riéndonos de los chistes de mi padre y decidimos que le daríamos un recorrido por el pueblo. Honestamente, no pensé que el día siguiera así. Después del drama que había ocurrido esta mañana pensé que todo empeoraría. Pero no lo hizo, en una ocasión en la que pasábamos por unas casitas hechas de madera en la que la gente vendía artesanías, me le acerqué a Taeyang.

—¿Estas bien?

Buscó mi mano y entrelazó nuestros dedos.

—Sí— dejó un beso en la parte superior de mi mano—. ¿Y tú? ¿Ya hablaron de todo?

Asentí y continuamos caminando agarrados de la mano. No quise decirle lo que realmente había ocurrido, no tenía fuerzas para tocar ese tema. 

—Gracias por estar aquí conmigo. No tenías que hacerlo. Seguramente, tienes un montón de cosas pendientes y en cambio, estas aquí.

—Es un placer para mí.

Sus ojos se habían suavizado al verme, y sonrió de medio lado. Taeyang nunca sonreía y verlo hacerlo por mí, me derretía cada vez más. Era demasiado tarde. Ya estaba enamorada de él.

—¿Qué te parece mi familia?

—Tu familia me encanta, ya quiero que conozcan a la mía— fue un comentario inocente que me tensó. ¿De verdad es lo que quería? ¿Quería estar a mi lado? ¿Quería ser más que amigos?

Solté una carcajada toda rara y nos detuvimos en un puesto de comida típica.

—Vamos a probar esto— cambié el tema.

La noche fue cayendo poco a poco y cuando llegó la hora de dormir, mi padre se había asegurado de que Taeyang durmiera en la habitación más alejada.

Estaba recostaba en la cama, cuando escuché unos toquecitos en la puerta. Me incorporé rápidamente, soltando mi móvil en la cama. Era Taeyang, tenía una camiseta y unos pantalones negros con unos calcetines.

—¿Puedo pasar?— preguntó.  Asentí y me moví hacia un lado. ¿Qué estaba haciendo allí a esa hora?

Me puse muy nerviosa.

—¿Estás bien? ¿Tienes calor?

Mientras negaba, cerró la puerta detrás de él y se acercó a mí. A pasos lentos, escaneando mi rostro, mis pechos, mi cintura, piernas... Yo solo permanecí estática hasta que sus manos me agarraron por la cintura y pegó nuestros cuerpos de golpe. Un gesto que no me esperé para nada. No era como si hiciéramos esto todo el tiempo. Apenas fue ayer, cuando nos besamos por primera vez y ya la manera tan posesiva de sujetarme me alarmó y me gustó. ¿Quién me entendía?

—Lo cierto es que no podía parar de pensar en tus labios— murmuró acercándose a mi rostro—. Desde esta mañana quiero hacer esto.

Y sin más, comenzó a besarme con ganas.

***Contenido +18 a partir de aquí***

Comenzamos a retroceder en un torpe movimiento, mientras mis manos viajaban hasta su cabello y él sujetaba mi cintura con una mano y enredaba sus dedos en mi cabello con la otra. Fuimos un caos de besos, manos y tropezones. Cuando caí sobre la cama, me golpeé con el móvil y solté un quejido. Taeyang lo lanzó a alguna parte de la habitación. Nunca separó sus labios de los míos.

Entonces, olvidando de lo nerviosa y tímida que podía llegar a ser comencé a quitarle la camiseta. También me ayudó a desaserme de la mía y solo quedé en pantalones porque no usaba sostén esa noche.  Una de sus manos, viajó a mis pechos y los apretó con deseo mientras mis manos acariciaban su espalda. Ahora estaba sobre mí y yo solo podía pensar en lo sexy que se veía el tatuaje que comenzaba en el hombro y terminaba en la mitad del cuello.

 Todo de él era hermoso. Noté que me olfateaba el cabello y soltó algo parecido a un gruñido mientras me acariciaba el muslo. 

Sus toques eran de deseo, no eran delicados. Su lengua comenzó a recorrerme cada centímetro del cuello. Mis ojos estaban cerrados mientras me concentraba en cada toque, beso o mordisco. 

—Me gusta— dije mirándo su tatuaje embelesada, Taeyang asintió dejando varios besos en mi cuello. Se estaba restregando sobre mi cuerpo, por lo que, pude sentir su dureza. Aún teníamos nuestros pantalones y yo estaba demasiado exitada. De repente, sentí que sus dedos quitaban el botón de mis pantalones y comenzaba a bajarlos. 

 Ambos éramos un desastre, yo tambien lo tocaba  y besaba con desesperación. Los pantalones bajaron hasta mis rodillas pues la desesperación era tanta que uno de sus dedos movió la tela de mi braga hacia un lado. Y entonces me tocó directamente. 

Mis ojos se voltearon al sentir sus dedos entrar en mi. Escalofríos me recorrieron el cuerpo cuando sus labios lamieron mi pezón mientras me penetraba con sus ágiles dedos.  Solté varios gemidos, Taeyang ahora dejaba besos húmedos por todo mi abdomen y estuvo a punto de besar mi monte de Venus cuando me tensé y lo empujé. 

— No creo que deberíamos.

Se incorporó y bajó la mirada, como avergonzado y nervioso.

Solo asintió y comenzó a retroceder.

—Espera, no te sientas mal. Yo quiero, pero creo que aquí sería raro, ya sabes, por mi padre.

Volvió a asentir y vi cómo disimuladamente llevaba una mano a su entrepierna y hacía un gesto de estar acomodando algo, ya saben quٞé. Bajé la mirada y solo escuché que la puerta se cerraba y su cuerpo desaparecía.

¡Ay, diosito dame fuerza de voluntad!





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