La sorpresa que me he llevado con todo esto del intercambio es que no solo me tendré que mudar, sino que, tendré que vivir con cinco extraños. Si mi hermana Emily estuviera aquí, me diría algo como: «Y qué esperabas, es un intercambio».

Bueno, no se sentía como una sorpresa antes de que se hiciera realidad. 

La despedida con mi padre y hermana había sido difícil. Estaría cuatro años fuera de casa, pero los visitaría ocasionalmente. Sin embargo, para mi padre era una tragedia porque decía que yo me iba a olvidar de ellos. ¡Exagerado!

Estaba nerviosa, no podía ocultarlo, incluso, al entrar al avión la azafata me miró raro. Yo solo temblaba en mi asiento ante la expectativa, los nervios y la emoción.

Me consideraba una persona bastante sociable y en ocasiones, muy emocional. No obstante, suponía que cuando tienes diecisiete eso es en lo que te conviertes y en más. Había crecido en un humilde hogar junto a mi hermana y mi padre, los tres éramos inseparables, hasta que se me dio la oportunidad de aplicar en una de las mejores universidades de Estados Unidos. No lo pensé demasiado, pues había dos cosas por las que me mudaría.

Un futuro prometedor y...por ella.

El pensamiento me vino de repente.

¿Estará ella allí?

Saqué mi celular y busqué entre las carpetas de fotos. En una de ellas había dos personas posando para la foto frente a un establecimiento que parecía más como una empresa o algo así, había unas iniciales. En el fondo de esta fotografía, había una mujer con el cabello castaño oscuro, enormes gafas de sol con el celular en la mano. A simple vista no parecía nada especial, pero para mí lo era.

Después de tanto tiempo buscándola, por fin había dado con su paradero. Ella parecía no percatarse de nada a su entorno. Cuando vi esta imagen en las redes sociales la guardé porque en la parte superior de la imagen me daba una dirección: Florida, Estados Unidos.

Y hacia ahí me dirigía.

Una vez bajo del avión busco con algo de prisa mis maletas y llamo a un taxista.

Tarareo una melodía en mi cabeza mientras el vehículo me va acercando a lo que próximamente llamaré hogar. Nos estacionamos frente a una hermosa casa con detalles blanco y azul. Parece una casa de verano, según el foro, tenía tres pisos. El primero y segundo piso era la sala, la cocina y habitaciones. El tercer piso era la azotea con un bonito gazebo y una piscina para pasar los días calurosos.

Mi canción favorita "Island in the sun" de Weezer; suena en mis auriculares mientras termino de retirar la última maleta con la ayuda del taxista. Me despido de él y una vez frente a la enorme casa, toco varias veces la puerta. Desde afuera se logra apreciar lo enorme que es y un amplio jardín con plantas, flores y palmas decorando la entrada y un garaje al lado.

La puerta se abre lentamente, y desde el otro lado alcanzo a ver una chica un poco más alta que yo con el cabello con el color del fuego, amarrado en dos coletas y un fleco cubriendo uno de sus muy bonitos y azules ojos. Sus ojeras eran lo más notable en su pálido rostro y una pantalla reposaba sobre su nariz. Su vestimenta me dejaba claro que era fanática del rock y su aspecto físico se me hacía más a una composición entre árabe y algo más, no estaba muy segura. Eso sí, era muy bonita.

—Hola, buenos días soy—cerré la boca de golpe pues la chica se giró sobre sus piernas, ignorando por completo mi saludo y comenzó a caminar.

No me gustó para nada su actitud de pocos amigos. Hice una mueca. Generalmente, era expresiva cuando algo me molestaba.

Giré los ojos y comencé a seguirla por el recibidor. Paredes blancas, con cuadros abstractos y extraños pero bonitos me dieron la bienvenida. La cocina y la sala estaban unidas en una habitación amplia.

La decoración era moderna; sofá negro con textura de cuero junto a cojines blancos y azules. La cocina rodeada por una isla cubierta en mármol y seis taburetes alrededor. El suelo estaba cubierto por alfombra, por lo que, opté por detenerme de golpe antes de seguir avanzando. La otra chica ni se dio cuenta.

—¿Hay alguna regla en cuanto los zapatos? —le pregunté. Leí que la mayoría de las personas que tienen alfombras en las casas prefieren no pasar con zapatos.

Ella se giró y sacudió su cabello. Y masticando goma de mascar, me dijo tajante: —Nunca uses zapatos cuando Nirvana esté en la casa, te cortará el cuello mientras duermes.

Luego desapareció subiendo las escaleras. Me quedé allí de pie sin saber muy bien qué hacer. No conocía la casa y por supuesto, no sabía cuál sería mi habitación, pero eso no iba a detenerme, después de todo nadie más salió a recibirme.

Me dio un poco de molestia. ¿Qué clase de personas no salen a recibir a alguien que acaba de llegar?

Seguí caminando. Obviamente, no sin antes quitarme los zapatos. Llevaba dos maletas y se me dificultó subirla por las escaleras.

Vi que había otras escaleras en esta segunda planta que supuse llevaban a la terraza. También, vi dos habitaciones al comenzar el pasillo, una frente a la otra y ambas llevaban letreros. El primero a mi derecha decía "Caution: No stupid people beyond this point" y el segundo a mi izquierda, "No trespassing: Beware of Bad Dog".

Las siguientes cinco puertas estaban vacías. Es decir, no tenían letrero ni nada por el estilo. Intenté abrir las primeras dos puertas, pero tenían puesta el seguro. Eso me hizo entender que estas habitaciones ya tenían sus respectivos dueños. La siguiente puerta a la izquierda era el baño.

Continué caminando y agarré el mango de una de las puertas que quedaba al final del pasillo, a mi derecha. No lo pensé demasiado cuando empujé la puerta y al mismo tiempo me giraba para intentar jalar ambas maletas. Pero algo salió mal porque mi tobillo se desequilibró al pisar un zapato y una de las maletas aplastó la mitad de mi cuerpo.

Me sentí como una cucaracha cuando está boca arriba y no tiene cómo voltearse. Empujé la maleta, pero era inútil. Soltando un chillido intenté mirar la habitación y se me puso la piel de gallina al darme cuenta de que esta habitación ya tenía dueño.

Y ese dueño venía caminando en mi dirección.

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La habitación