Capítulo 8
Después del trabajo nos dirigimos a un restaurante elegante. Es muy diferente a los lugares en los que suelo estar. Era brillante, glamuroso y sofisticado; era ese tipo de lugar donde tienes que hacer una reserva como 6 meses antes. Pero el señor Lehnsherr ya tenía una, por supuesto.
No había jóvenes como yo. Sólo hombres adinerados y elegantes. Y aquí estaba yo, al lado del señor Lehnsherr, con mi cárdigan azul marino y zapatillas de deporte. Eché un vistazo a su rostro, no parecía avergonzado de aparecer en un lugar como este conmigo.
Llegamos a nuestra mesa. Comencé a leer el menú, no he hablado por más de 5 minutos, es un récord para mí. Es que todo esto es tan extraño.
—Este lugar es hermoso. Nunca había estado en un lugar tan elegante.
—Me alegro de que te guste. —Él continúa sorprendiéndome.
—Entonces, ahora que no estamos trabajando... y estamos cenando, ¿cómo debería dirigirme a usted? —Pregunté, sonriendo brillantemente.
—Señor Lehnsherr está bien.
«Idiota»
Él no miró su menú, ya sabía lo que ordenaría, lo que me dice que es un cliente habitual aquí. No pude evitar preguntarme con quién vino aquí antes. Probablemente chicas zorras a las que se ha tirado. Como yo...
—Entonces, ¿viene aquí a menudo?
—Sí. —El camarero finalmente llegó con una mirada de sorpresa en su rostro.
—¡Buenas noches, señor Lehnsherr! Ha traído compañía esta noche... —El señor Lehnsherr lo interrumpió, ordenando su comida.
—¿Y qué querrá el joven? —Lo hizo sonar muy sucio, como si yo fuera su hijo o algo así. Puede que eso parezca. Tengo 23 años y una cara de bebé que me hace parecer de 18, y creo que el señor Lehnsherr tiene alrededor de 30 años.
No sabía qué pedir, nunca había estado en un lugar como este, no sabía qué era la mitad de las cosas del menú. Comer para mí incluye McDonalds, KFC, Subway y preparar mi propia comida en casa.
—Yo... en realidad no lo sé, ¿me recomendaría algo?
—Bien, —comenzó el camarero, pero el señor Lehnsherr lo cortó rápidamente.
—Creo que te gustará el pato. —Me reí y su rostro se mantuvo serio.
—Oh, habla en serio. De acuerdo. Me gustaría comer pato*. —Dije, con un poco de picardía en los ojos y una sonrisa malvada, dirigidos a mi jefe, por supuesto, no al camarero.
Me preguntaba cómo sería la cena. El señor Lehnsherr no era muy conversador. Yo era todo lo contrario. Eso solía hacerlo enojar y que me echara de su oficina justamente por hablar demasiado, pero creo que en los últimos dos meses logró acostumbrarse; probablemente sólo ignora cada palabra que digo, pero no importa. Ahora hablaba con él hora sobre cómo creía haber visto una paloma extrañísima en el camino al trabajo o cómo traté de cocinar guacamole y terminó sabiendo horrible y cosas así. Por horas. Si llegaba a ser demasiado, él simplemente me follaba. Eso siempre me hacía callar.
Pero la noche avanzó bastante bien. Le hice preguntas y él realmente las respondió. Con pocas palabras, pero yo no esperaba muchas de todos modos. Me esforcé por no hacer preguntas demasiado personales, pues había cuchillos sobre la mesa, no quería arriesgarme. Le conté todo sobre mi estadía en Nueva York con mi hermana para estudiar y trabajar. Que obtuve mi licenciatura en periodismo el año pasado. Le conté todo sobre mis aventuras anteriores en mis otros trabajos. Que yo era de un pequeño pueblo cerca de Londres. Regreso ahí dos o tres veces al año para ver a mis padres, y le dije que estaba pensando en volver a Inglaterra antes de que él me diera el trabajo. Él me respondió diciéndome que mi lugar estaba aquí.
—¿Por qué dice eso? —No sabía a qué lugar se refería. En la empresa o...
—Eres un soñador. Nueva York es el lugar de los soñadores. Aquí es donde debes estar.
No le molestaba que yo fuera el cliché andante que venía de una pequeña ciudad a La Gran Manzana. En realidad, todo salió realmente... bien. La cena con él fue agradable. Todo fue lindo y agradable. Para ser honesto, no lo esperaba. Resultó buen oyente, y eso es lo que necesitaba mi boca que nunca se detiene.
—Entonces, ¿qué estamos haciendo realmente aquí, señor Lehnsherr? —Estaba muy contento con la cena y seguía sonriéndole ampliamente. Estaba emocionado, y sentí que llevaba la emoción escrita en la cara.
—Estamos cenando.
—Sí, pero ¿por qué? ¿Tiene algo que ver con Sebastian?
Su mandíbula se tensó. ¿Eran algo así como enemigos? Yo sólo sabía que Sebastian era una parte importante de la compañía, y ¿qué diablos significa ser accionista?
—No hubiera sido apropiado.
—¿Qué cosa?
—La cena con él.
—¿Por qué? —Esto se estaba volviendo frustrante, tener que arrancar cada palabra de él. Tomé un sorbo de mi vino. «Oh, esto está bueno» Debía estarlo, cuesta más de lo que gano en un mes...
—Porque tú y yo estamos saliendo.
Escupí mi trago de vino por todo su traje, y tal vez un poco en su rostro también.
«¿Qué? ¿Cómo?... ¿qué? ... ¿qué diablos? ... ¿cuándo...? ¡¡¿¿¿Qué???!!»
—Oh, lo siento, señor Lehnsherr, yo, sólo... —Traté de secarlo con las servilletas, sin notar que me acercaba demasiado a su entrepierna, él tomó mi muñeca bruscamente.
—Basta. —Siseó.
—¡Lo siento mucho!
No parecía feliz, pero decidí preguntar de todos modos. No estaba seguro de haberlo escuchado bien.
—¿Qué- por qué- cómo...? ¿Por qué dice eso, señor Lehnsherr?
—Lo estamos. Y creo que deberíamos discutir los arreglos de nuestra relación.
«¿¡Qué mierda!?»
—Lo... lo siento, pero estoy confundido. Tengo que hacerle su pregunta favorita, —Me reí nerviosamente. —¿Es esto una especie de broma?
Su cara no expresaba mucha. Cuando recién lo conocí estudiaba sus gestos a diario, y ahora mismo juro que vi confusión. Oh Dios, realmente pensaba que estábamos saliendo.
—Tú y yo tenemos relaciones sexuales y ahora salimos a cenar. Normalmente ceno aquí solo, pero no me molestaría traerte conmigo todas las noches, no me molesta que hables, por lo que esta es una relación...
«Oh dios, oh dios» Realmente creía las palabras que salían de su boca. Él hablaba sobre eso como si fuera otro negocio por realizarse. Realmente quería 'salir conmigo', realmente creía que teníamos una 'relación'. Me puse pálido, entré en pánico. No puedo, no podemos... salir.
Es imposible. Primero porque él obviamente no sabe lo que significa 'tener citas'. Si yo era malo haciendo mi trabajo, él era ciertamente malo en esto. Segundo... simplemente porque no puedo. Por mi propio bien. Él es hermoso, me fleché de él desde el primer día que lo vi, y es tan inteligente y elegante, y tiene ese absurdamente atractivo encanto engreído que irradia. Es muy bueno en la cama. Incluso cuando finge que me ignora, veo la pequeña curva de sus labios cuando me mira. Pero, el gran pero, es que somos demasiado diferentes. Completamente opuestos. Y no puedo estar en una relación con alguien a quien no le importo, que sólo quiere tener compañía cuando va a cenar. Corrección: no le molestaría llevarme con él, como dijo. Esto está destinado a terminar en desastre. Y, por último, él es mi jefe, si termina en desastre, y lo hará, perderé mi trabajo. Es extraño priorizarlos en este orden particular. Que mis preocupaciones inicien en él, luego esté yo, y mi trabajo en ultimo.
—Señor Lehnsherr, es realmente dulce lo que me está proponiendo, dulce a su manera, pero... Lo siento, no podemos... no podemos. No creo que esté buscando una relación y, además, somos muy diferentes. Nos volveremos loco el uno al otro. —Suspiré, tomando una respiración profunda. La única vez que lo escuché decir que le gustaba algo de mí fue por mi honestidad, así que lo fui. —No quiero ofenderlo, señor Lehnsherr, pero... es un idiota. Un idiota egocéntrico. Y yo soy una persona feliz. Usted disfruta estar solo y enojarse con las personas, yo disfruto ver videos de animales graciosos en YouTube. No... no va a funcionar.
Terminé mi discurso y no pude leer exactamente la expresión de su rostro. Probablemente pensó que yo diría que sí. Pero tenía que ponerme a mí mismo primero, tenía que cuidarme y no consentir inmediatamente todo lo relacionado a este hombre mimado que probablemente suele obtener todo lo que quiere en la vida.
Siguió sin hablar, pero finalmente vi algo en sus ojos. No esperaba esto y estaba más o menos decepcionado. Continué.
—Creo que lo que usted necesita es sexo casual. Lo cual aceptaré gustosamente. No deje que se le suba a la cabeza, pero es increíble en... lo que hace. Incluso tal vez podríamos ser... ¿exclusivos? —Le hablé en voz baja, como si le estuviera explicándole algo a un niño.
—¿Exclusivos?
—Sí, ya sabe, sólo duermo con usted, y usted duerme... sólo conmigo.
Lo pensó por un segundo y luego me preguntó:
—¿Te gustaría eso?
—Me encantaría. —Le sonreí ampliamente y me incliné para besar su mejilla. Lo tomé por sorpresa, ¿Acaso vi un sonrojo por el beso en su mejilla?
Se aclaró la garganta y exigió. —Come tu pato.
—Planeo comer su pene*. —Le dije con un tono juguetón, trazando seductoramente con mis dedos en su brazo.
—Hablo en serio. Estás muy delgado...
Me recliné en mi asiento, un poco herido.
—¿No le gustan mis medidas?
—Me encan- Las encuentro satisfactorias. Sólo quiero que... estés sano.
***
—Vi ese documental sobre extraterrestres el otro día, y me hizo cambiar toda mi opinión sobre...
Era un viaje de cincuenta minutos a casa y yo narré casi todo el filme de 2 horas que vi. Él no había dicho ni una palabra, pero tuve la sensación de que me escuchaba. No me dijo que me callara. Lo cual incluso mi hermana hacía cuando yo era demasiado. Pensé que ella era la única que podía aguantar mis constantes divagaciones.
—¡Su coche es tan agradable! Ojalá pudiera vivir aquí. La forma en que el asiento se ajusta a mi cuerpo... y el cuero... —Parece que hemos llegado a mi casa, y él finalmente me calla con un beso. Oh. Eso no está bien.
En nombre de Saint Laurent, ¿qué estaba pasando? Era lento y profundo. No es nuestro acostumbrado choque de dientes y lengua. Ni siquiera cerca, pero igual de apasionado. Su mano recorría suavemente mi cuello y mi cara.
Sin sentimientos. Sin emociones extremas. Hombre humano-robot. ¡A la mierda eso! El multimillonario CEO Erik Lehnsherr, tiburón de corazón de hielo, ya no es tan frío.
Mi corazón martilleaba y mi estómago estaba hecho nudos. Hizo girar mi rostro. Quedé completamente impresionado por ese beso, y lo miré sin aliento cuando se alejó hasta que finalmente pude hacer una oración decente.
—¿Le gustaría entrar?
—Sí.
***
Apenas llegamos al apartamento comenzó a rasgarme la ropa y morderme el cuello. Estaba extremadamente excitado. El beso como la razón principal.
Mis dedos temblaron de emoción cuando alcancé los botones de su camisa. Es tonto, lo sé, ya hemos follado muchas veces hasta ahora, pero estaba a punto de verlo y sentirlo sin ropa.
Botón a botón, el magnífico torso del señor Lehnsherr fue salió a mi mirada hambrienta.
No pude evitar apoyarme y dejar algunos besos.
Inhalé profundamente. Paseé lentamente mis manos por la suave musculatura, no podía creer que me dejara tocarlo tanto.
—Es tan firme que podría cortarme al tocarlo. —Le dije, sin dejar de mirar su cuerpo desnudo.
¡Y sucedió! ¡Joder, sucedió! ¡Él sonrió! ¡Repito, sonrió! Era muy ligero, pero en realidad me dejó ver su sonrisa. Me quedé congelado, tratando de procesar todos los milagros que ocurrieron en una sola noche y quién era el hombre con quien cené y me llevó a casa. Entonces él inició a ayudarme a desvestirme.
—Te abrirás para mí. —¿Fue eso un comentario sucio? Jesús. Y nos besamos de nuevo, nos besamos hasta que no pude soportarlo más.
Sus pantalones desaparecieron en poco tiempo, y como esperaba, él era perfecto. Pero no tuve tiempo de mirarlo boquiabierto, ya lo deseaba mucho.
Finalmente usamos la cama para variar. Y por primera vez estuvimos desnudos. Me encantaba el sexo con la ropa puesta. De alguna manera lo hace sentir más sucio, ya sabes. Pero ahora que lo sentía sin nada entre nosotros, me hizo arder de deseo.
Le di el lubricante de la mesita de noche y me recosté sobre la cama. Me retorcí mientras me preparaba; se tomó su tiempo, no como otras veces cuando estábamos apurados en la oficina. —Oh, por favor. —Gemí, con mi estómago revoloteando de emoción.
Se presionó contra mí, dentro de mí, y entró en un largo empujón. Mis piernas se envolvieron alrededor de él, manteniéndolo aprisionado. Gruñí como nunca antes. Yo era vocal, no un amante tranquilo, no un amante tímido. Si quería algo en el sexo, lo pedía, o simplemente lo tomaba. Y con el señor Lehnsherr no era diferente. No me importaba que fuera el Señor Gran Jefe en todo lo que hacía, y creo que me él lo disfrutaba igual que yo.
Quería sentir su pene en mí, así, siempre. Quería sentir que su deseo por mí había anulado su restricción y autocontrol, como ahora. Disfruté la sensación de sus dedos clavándose en mis caderas. Quería sentir cada centímetro de él mientras se retiraba y volvía a estrellarse contra mí.
—Joder, —Respiró, su voz era apenas más que un susurro estrangulado. Era la palabra más sexy que podría haber pronunciado. Escuché el eco de su placer en esa única palabra, el grito primordial de un hombre perdido en éxtasis, perdido en mí.
Me besó en el cuello, sin dientes, mientras entraba en mí y deslizaba su mano debajo de mí. Me arrastró hasta que estuvimos sentados y yo lo estaba montando. Nos posicionó perfectamente para que pudiera llenarme, y así pude complacerme a mí mismo.
No pasó mucho tiempo antes de que llegara, con un grito agudo, haciéndolo seguirme poco después, con una embestida final y feroz dentro de mí, derramándose dentro.
Nos colapsamos en mi pequeña cama, respirando pesadamente.
Me drenó por completo, así que me dormí rápidamente, con él presionado cerca de mí, en un abrazo. Incluso si él no lo quería, no tenía otra opción, porque mi cama era muy pequeña.
Llegó la mañana y, como esperaba, él ya no estaba. Se había ido, probablemente cuando me quedé dormido.
Volví a reproducir cada pequeño detalle del sexo que tuvimos, antes había sido sexo duro, pero nunca así, con tanta pasión. La forma en que me besó, me agarró el pelo, la forma en que me folló, su comportamiento inusual de la noche anterior, su pequeña sonrisa, y ese beso.
Sonreí, mordiéndome el labio inferior por la sensación que se había metido en mi pecho, y enterré la cara en la almohada, reproduciendo el beso en mi cabeza.
Entonces recordé algo que no noté ayer.
No le dije dónde vivía. Él ya lo sabía.
«Oh Dios»
Fue él esa noche.
***
n/t: * duck/dick, ustedes entienden.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro