Capítulo 5
n/t: Ya ni sé qué decirles. Estoy muerta de la pena por el smut. No les miento.
Dejaré esto por aquí mientras pretendo no ver a todos los menores de edad.
Besos xx
***
¿Qué diablos había pasado?
Te lo diré. He sido lo suficientemente estúpido como para dejar que el ogro de mi jefe me follara. «Oh Dios, que mierda he—»
Maldita sea, ni siquiera podría estar enfadado con él por mucho tiempo, no después del sexo alucinante.
Llegué a casa. Parecía que alguien me había asaltado o tratado de matarme. Con mi chaqueta de punto rasgada -sin ni un solo botón -, la huella de su toque en mí: rasguños y mordiscos en todo el cuello, marcas en mi cadera y labios hinchados.
Mi cerebro era un desastre. Mi miembro –el cual estaba duro -. Me toqué toda la noche, también toqué mis cardenales. Era patético. Repetí en mi mente una y otra vez la forma en que me había inmovilizado contra la puerta, devorando mi boca. La forma en que me folló sobre su escritorio, despiadado, enterrándose profundamente en mí...
Llegué tan duro que mi cabeza dio vueltas.
Pero dormí como un bebé.
***
Oh Dios, ¿cómo pude arruinar esto? Me encanta este trabajo. No estoy haciendo nada realmente, por un cúmulo de dinero, y tengo un jefe guapo al que puedo desear cuánto quiera. Secretamente.
¿Y ahora? ¿Cómo iba a mirarlo a los ojos, sin ver el hambre y el deseo en ellos? Como el día anterior, el calor de su cuerpo contra el mío, el... De acuerdo, tenía que dejar esos pensamientos si quería salir de mi departamento pronto. Era odio sexual. Él me odiaba, así que, en vez de matarme, me jodió. Iba a despedirme hoy probablemente.
... Mierda.
Llevaba puesto el único jersey de cuello alto que tenía, estaban totalmente fuera de moda, pero tuve que hacer un sacrificio. Quería evitar que la gente me preguntara quién había intentado comerse mi cuello.
Me dirigí a mi pronto ex-jefe.
***
La bolsa de papel en mis manos temblaba y yo rezaba porque el desayuno del señor Lehnsherr no terminara en el piso de mármol.
Llegué temprano, así que decidí asegurarme de que todo estuviera perfectamente limpio después de las... actividades del día anterior. Puse el desayuno perfectamente alineado, sacudí un poco de polvo de su computadora y limpié el escritorio una vez más. No sabía por qué pensaba que algo cambiaría en él. Pero no. Él simplemente pasó a mi lado cuando entró. Me miraba con expresión irritada, haciendo que me preguntara cómo pude hacerlo enojar al sólo vernos. Nunca me saluda al llegar, y esta vez no fue la excepción.
Sentí algo apretarse en mi estómago. Pensé que se trataba de la preocupación de que él todavía podía despedirme, así que solo fui a su oficina. Si iba a hacerlo, mejor que lo hiciera rápidamente.
—¿Señor Lehnsherr?
Su rostro estaba sin vida, como la primera vez que lo vi. Este hermoso muñeco Ken...
—Um... ¿podemos hablar?
—¿Olvidaste comentarme de otra reunión?
—No, yo—
—Entonces no.
—Pero yo—
—Usted sabe que habla mucho, señor Xavier. —Se levantó lentamente de su asiento, justo como ayer. Oh Dios, me estoy poniendo duro por esto, ¿qué está mal conmigo?
Definitivamente, había algo mal en mí, porque él seguía vistiendo con esos horribles trajes oscuros y feos, y aun así me encendía. Como su secretario, es mi deber mantener su buena apariencia. Debería llevarlo de compras.
—... cuando esa boca se use para un mejor propósito. —De acuerdo. ¿Escuché correctamente? ¿Realmente sugirió que le diera una mamada? Claro que me moría de ganas de ponerme de rodillas frente a él, desde el primer día, pero... ¿qué diablos?
Nadie podía hacerme callar como él...
—Yo... ¿no deberíamos hablar primero?
—¿Por qué? —se reclinó contra su escritorio, golpeando sus dedos lentamente sobre él.
—Porque soy un ser humano, y me gustaría saber qué...
—Cuantas más hablas, más me irritas, y mientras más me irrites, más duro te follaré.
Me quedé sin aliento ante sus palabras, y él se quedó allí, su tono frío y plano. Oh, cómo deseaba saltar sobre él... «¡Ten algo de respeto por ti mismo, Charles!»
—No soy una... puta...
—Oh, ¿en serio? Me pareció que estabas ansioso por tenerme desde que nos conocimos, y ciertamente gritaste como una ayer cuando yo—
—Es un idiota. —Me acerqué a él, listo para darle una bofetada en la cara, pero me aferró del brazo.
Un toque. Eso es todo lo que se necesitó.
Y ahí estábamos de nuevo -su boca, mis labios -, calientes y pesados. Sus manos estaban enterradas en mi cabello, acunando mi cabeza. Mis manos agarraron la parte delantera de su camisa, sosteniéndolo cerca.
Aparentemente, enfadarnos era algo así como un juego previo. Parecía ponernos a los dos. Sólo esperaba poder llegar antes de que nos matemos el uno al otro. En sólo unos segundos mis pantalones desaparecieron, yo estaba inclinado sobre su escritorio, y sus dedos lubricados me estaban abriendo. Cuando sus largos dedos comenzaron a deslizarse fácilmente hasta el nudillo, él se retiró un poco y yo fui levantado sin mucho esfuerzo, contra la pared de la ventana. Mis piernas estaban fuertemente ceñidas alrededor de él, y mi trasero tenía una vista increíble de toda la ciudad.
Él tomó mis manos, sosteniéndolas con las suyas, sobre mi cabeza. Nuestras frentes se tocaban; cada jadeo y cada respiración se mezclaron. Mis caderas se movían con las suyas al unísono. «Juntos». Estaba forzando su entrada hasta lo más profundo de mí, mientras que su otra mano sostenía mi trasero.
—Oh, Dios, sí —gemí en voz alta.
—¿Sí? ¿Así le gusta?
—No —le dije en broma—. Me encanta. —Se volvió loco. Su rostro era una mezcla de lujuria e irritación.
Puso ambas manos sobre mí y me apretó con fuerza, empujándome hacia arriba. Cambió su ángulo sólo para empujar dentro de mí con fuerza otra vez, más profundo, hasta que mi espalda golpeó la ventana detrás de mí. Me embistió con golpes cortos y duros contra la ventana en un ritmo de tamborileo. Jadeamos y gemimos juntos, maldiciendo y murmurando con cada embestida. Miré directamente a sus ojos eléctricos, de azul acero que ardían con hambre. Mis manos se aferraron a sus hombros con más fuerza. Me estaba levantando suavemente con sus manos fuertes, era tan sexy.
—¡Mierda! —siseó.
—Sí, oh, sí... —Respondí con un gemido.
Mis piernas comenzaron a temblar en sus manos firmes. Él se movió más rápido, bombeando contra mí con más fuerza, lo que provocó una deliciosa fricción de mi miembro entre nosotros. Estaba a un segundo de llegar y él lo sintió.
—Termina. Quiero sentirte —exigió ansioso. Quería que me sintiera apretado a su alrededor. Músculos calientes palpitando y contrayéndose a su alrededor. El éxtasis me atravesó, aferrado a él, gritando y temblando en sus brazos. Él me siguió poco después. Llenando el condón, dejó escapar unos gemidos ligeramente más fuertes que los de ayer. Su cabeza cayó sobre mi hombro, todo su cuerpo me apretó contra la ventana.
La sangre palpitaba en mis oídos mientras él me bajaba y se alejaba de mí. Manteniéndome cerca de él, pude sentir su corazón latiendo en su pecho. Se inclinó y yo fruncí mis labios, preparándome para un beso. Pero en su lugar, sentí que algo de dinero deslizándose sobre mi mano. ¿Qué diablos? Justo cuando estaba a punto de decirle que se fuera a la mierda, que quién se creía que era, tratándome como a una puta barata, él susurró en mi boca las palabras más eróticas que hubiera escuchado.
—¿Podría mi secretario/estilista comprarme otra corbata? Él arruinó esta. —Miré hacia abajo y vi que yo había hecho un desastre húmedo de ella. No pude evitar resoplar de la risa.
—Oh, señor Lehnsherr, es realmente bueno. —Tomé el dinero, sonriendo ampliamente, demasiado satisfecho de finalmente deshacerme de esa atroz corbata.
—¿Cómo?
—Acaba de darme un segundo orgasmo.
***
No me había reunido con Raven en esta semana, sólo hablamos por teléfono, así que me perdí su reunión con el chico del bar, y ella no sabía de... bueno, ya sabes qué. Así que vino a almorzar conmigo después de que pasé por la tienda de Hugo Boss para encontrarle al señor Lehnsherr algo de mi agrado.
—Es realmente dulce. Me agrada.
—Bien, bien.
—Bien, ¿eso es todo lo que tienes que decir? ¡Llegó el día en que mi hermano usa oraciones de una sola palabra! ¿Qué se te metió?
—Un pene —le dije con una sonrisa, mordiéndome el labio. Yo no era de los que se guardaban las cosas, así que simplemente se lo conté. Ella chilló.
—¡De ninguna manera! ¿Cuándo conociste a alguien? Pensé que tu malvado jefe no te daba nada de tiempo libre... —Me quité el jersey de cuello alto, para mostrarle mis marcas con orgullo—. ¿Y con quién exactamente tuviste sexo? ¿Hannibal?
—De alguna manera, el pene de mi malvado jefe encontró el camino hasta mi trasero.
—Demonios, Charles. Sólo tú dirías algo así. Espera. ¡¿Qué?!
—Un par de veces, de hecho. —Sonreí, muy complacido por lo ocurrido.
—Santo Dios, Charles, ¿estás loco? ¿Cómo pudiste hacer eso? Como si no hubieras aprendido nada de la última vez que sedujiste a tu jefe...
—¡Sí, lo sé, Raven! No lo seduje... no en serio. Él vino a mí y sólo... pasó.
—¿Cómo es que "su pene, encontrando el camino hasta tu trasero", sólo pasó?
—Ughh, basta, Raven. No me despidió, así que todo está bien.
—¿Bien? Se le llama acoso sexual en el ambiente laboral, Charles.
—¿Qué? Soñé con eso desde la primera vez que lo vi, si acaso sería yo quien estaba acosándolo sexualmente con toda la baba que derramaba. Fue mejor de lo que imaginé que sería, tiene una polla genial y sabe cómo usarla... —Inicié a explicarle.
—¡Charles!
—Así que lo hicimos de nuevo, y de nuevo, fue como en una película...
—Charles, cállate.
—¿Qué? ¿Por qué?
—No puedes follar con tu jefe, y ciertamente no deberías compartirlo con tu hermana tan explícitamente.
***
Maldita sea, claro que podía, y lo hice. Eso es todo lo que hicimos durante las próximas semanas.
Una vez más, yo estaba en su oficina, y él estaba dentro de mí.
—Oh Dios... —Estaba en su silla de escritorio, y yo me movía hacia arriba y hacia abajo sobre su miembro. Sus manos estaban en mi cintura, sus embestidas encontrándome a medio camino. Nunca éramos amables o silenciosos. Éramos lo suficientemente ruidosos como para que el resto de la compañía nos escuchara. Demonios, Indonesia tal vez podía escucharnos.
Sus manos se movieron hasta sujetar mis caderas, ayudándome a montar su polla con golpes constantes. Nuestras bocas estaban abiertas una contra la otra, besándose y jadeando.
La sensación de mi jefe llenándome era casi más de lo que yo podía manejar. Mi cabeza cayó hacia atrás y dejé escapar un profundo gemido.
—Joder, detente... —Me dijo entre dientes, pero no lo hice. Debía estar loco para parar cuando se sentía tan increíble—. ¡Para, para! —Dijo más duramente, tratando de calmar mis ansiosos movimientos sobre él.
—¿Qué... por qué? —Pregunté confundido. Su mandíbula se miraba tensa.
—Voy a llegar. —Parecía enojado, un poco avergonzado, y le sonreí con aire de suficiencia.
—Pero quiero que llegue... —susurré en voz baja, seductoramente, y me incliné hacia él, lamiendo obscenamente mi camino hasta su boca.
Él me apretó, manteniéndome en mi lugar y guiando el ritmo. Fue rápido, caliente y sin control. Él no parecía tener ningún control cuando se trataba de mí. Nuestras bocas se fusionaron ardientemente, él cambió de ángulo, queriendo más, así que me levanté y luego me deslicé hacia abajo. Su cabeza se fue hacia atrás contra la silla y sus párpados se cerraron sólo por un segundo, pues rápidamente los forzó a abrirse. Me moví más rápido, más duro, y él gimió y maldijo. Lamió mi cuello y lo mordió también
—Joder, voy a llegar tan duro. —Yo podía identificarme con eso.
Lo aferré por la muñeca y llevé su mano hasta que sus dedos rozaron mi polla. Jadeando en su boca, le dije una y otra vez cuánto me gustaba sentirlo dentro de mí.
—Oh, sí... sí... ¡Oh, Dios!
Me senté sobre él una última vez antes de quedar rígido, gritando su nombre. Mis gritos y sus gemidos llenaron la habitación.
Fue largo e intenso... simplemente glorioso.
***
Otro día, y otra vez me encontraba sentado en su escritorio. Íbamos tarde a una reunión.
—Vas a pensar sobre esto por el resto de la reunión —gruñó en mi oído. Sus caderas se aceleraron y cambiaron su trayectoria, empujando con golpes duros y rápidos. Cuando sintió que no podía soportarlo más, me cubrió la boca con la suya, amortiguando mí grito.
Lo pensé durante el resto de la reunión, pero yo ya me la pasaba pensando en él todo el tiempo. Estaba en mi asiento, todavía podía sentir lo profundo que estuvo dentro de mí. Hasta que el señor Shaw me sacó de mis pensamientos. Él no estaba trabajando en nuestra compañía, era una especie de accionista o algo así, y asistía a estas reuniones. Me gustaría poder decirles cuál es su trabajo o qué es lo que estamos haciendo todos aquí, pero no lo sé.
El señor Lehnsherr, por lo general, me hace sentarme a su lado, como si tuviera que sostener un plato de uvas y abanicarlo mientras habla con sus empleados, «qué completo ególatra»... pero hoy estaba sentado al lado del señor Shaw, quién se inclinó para susurrar algo y luego el señor Lehnsherr se volvió hacia mí.
—Tal vez el señor Xavier quisiera compartir sus pensamientos sobre esto. —Mierda. Estaban hablando tonterías de las que yo no sabía nada.
—Por favor, levántese y cuéntenos lo que piensa. Después de todo, ha estado trabajando aquí por más de un mes. Podríamos usar una opinión adicional. —Oh Dios. Me levanté inseguro, con todas las miradas puestas en mí. Me sentí como si estuviera en quinto grado. Pero podría inventar algo, por supuesto. Siempre podía hacerlos reír, yo era bueno con las palabras.
Todo estaba silencioso a nuestro alrededor, mientras los demás en la habitación esperaban mi respuesta. Tenerlo de frente me impidió enfocarme en otra cosa que no fuera él y lo que habíamos estado haciendo durante las últimas semanas aquí, en su oficina, contra la ventana, en el ascensor... «Jesús». Cuando no dije nada, él me miró, sus familiares ojos color hielo se llenaron de lujuria, desnudándome frente a todas esas personas, me inmovilizaron por completo.
—Eso pensé. —Sus ojos nunca dejaron los míos.
Bien. Dos podían jugar este juego.
***
—Señor Lehnsherr, Anderson está en la línea dos, ¿le gustaría que yo—
—Pásamelo.
Él tomó la llamada y una de las mejores ideas llegó a mí. Es hora de mi venganza.
Entré en su oficina, y él no pareció contento de que yo ingresara sin haber sido invitado. Sus ojos se abrieron lentamente, cuando me acerqué a él, desde donde estaba sentado detrás de su escritorio. Me puse de rodillas y me acomodé entre sus piernas, desabrochándole lentamente los pantalones y sacando su gran miembro.
—Podrías enviar algunos detalles generales. —Su voz aún era estoica mientras hablaba por teléfono. No será por mucho tiempo.
Le di un buen espectáculo, lamiendo seductoramente mis labios y luego guiando la cabeza de su pene hasta mis labios. Sin embargo, no lo tomé en mi boca de inmediato. En vez de eso, le di una probada con la lengua, recorriéndola por la parte inferior de su pene y luego succionándolo suave y húmedo, luego con más fuerza.
—Lo entiendo. —Su respiración se hizo lenta y profunda, el sudor le adornaba la frente, sus dedos revolotearon sobre mi cabeza, agarrándome del cabello. Cerré mi boca alrededor de él con fuerza y me deslicé hacia abajo. Podía sentir la sangre corriendo bajo la fina piel, sus venas latiendo mientras lo chupaba por completo.
—Sí, ya veo. —Su palabra estaba ronca ahora, y cuando levanté la vista para verlo observándome con tanta hambre en sus ojos, me quedó en claro que iba a hacerme pagar por esto más tarde. No podía esperar...
Su miembro palpitó entre mis labios y lo empujé más y más profundamente en mi boca. Relajé los músculos de mi garganta y tomé más de él, pero él era tan malditamente grande que me ahogaba, y el agarre que apretó en mi cabello, me hicieron soltar un grito ahogado, mostrándole cuánto lo disfrutaba.
—Sí, eso sería... ¡... genial! —casi gimió la última parte, con los ojos cerrados y la cabeza apoyada contra la silla. Su precioso control deslizándose fuera de él.
Lo llevé hasta mi garganta, chupando fuerte, moviéndome más rápido, y él soltó un suspiro, luego comenzó a bombear sus caderas hacia adelante. Dejé que follara mi boca mientras emitía sonidos suaves, incitándolo a que siguiera.
Gimió y fingió toser para la persona con quien estaba hablando por teléfono.
—Tendrás que manejar mejor los tiempos.
Su voz estaba gutural y corrompida, no podía creer que todavía no hubiera colgado y que yo pudiera hacerlo desmoronarse así. Quiero decir, sí, era famoso por ser increíble en esto, mis labios gritan desde millas de distancia que me han hecho chupar una polla, pero sus piernas estaban temblando. Yo estaba tan duro como él, así que bajé la mano que tenía libre y comencé a acariciarme. Gemí a su alrededor y tomé su pene de nuevo, tragando con avidez.
—Tendré que llamarte de vuelta más tarde.
Sus ojos estaban aturdidos mientras me miraba, me excitaba hacer esto y él se retorcía y se movía, gimiendo. Mis rodillas comenzaron a temblar sobre el suelo de mármol, y él entró y salió de mi boca aún más fuerte que antes, sacando su enojo.
—¿Qué cree que está haciendo? ¿Abre esa boca roja y ardiente de ramera y trata de avergonzarme frente a mi personal? —Nunca supe que este lado de mí existía, pero me encantaba. La forma en que me habló, la forma en que embistió brutalmente mi boca, y Dios, la forma en que él llegaba... Su polla saltó y él se vino duro en mi garganta.
Me encanta esto. Tragué cada gota, lamiéndome los labios después como si fuera la cosa más deliciosa que hubiera probado en mi vida. Bueno, está en mi "top 5", seguro. Lo puse en mi boca otra vez para una última lamida, él se movió y se estremeció, su fuerte agarre todavía en mi cabello.
Su respuesta fue tan bella que un orgasmo rasgó mi cuerpo como un cuchillo. Saqué su pene de mi boca con un sonido erótico y húmedo. Finalmente respiré, y junto con ello vino a mí la constatación de que llegué al verlo llegar... porque se veía jodidamente sexy cuando llegaba. «¡Mierda!»
—Me voy a almorzar... —susurra sin aliento, con los ojos entrecerrados—. Y cuando regrese, vas a obtener lo que viniste a buscar.
Mi castigo, oh, no podía esperar.
Amo mi trabajo.
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