Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 4

¿Qué iba a decirle? «Oh, hola, señor Lehnsherr, ¿de casualidad fue usted quien llevó mi ebrio trasero a casa anoche?» Oh, Jesús, quizá nos acostamos. Eso sonaría incluso más absurdo, «¿Acaso follamos, señor Lehnsherr?»

No pudo ser él. Sólo es una coincidencia. ¿Por qué lo haría? Ni en un millón de años él haría algo así. No tiene sentido.

***

Así pasó otra semana. Mi día empezaba como usualmente -el desayuno, mi amargado y lindo jefe, y mi libro en mis brazos -. Dominé algunos movimientos rápidos para poder quitarme las gafas en cuanto escuchara la puerta de su oficina abrirse, pero seguí usándolos cuando él no estaba cerca. ¿Qué le molesta de mis anteojos? Sigue siendo un misterio.

El teléfono sonó, yo respondí tan amable como siempre, lo cual confundía a las personas. Siempre pensaban que habían marcado el número equivocado.

-... la reunión está por comenzar y el señor Lehnsherr todavía no está aquí, ¿él...?

-¡Mierda!

-¿Disculpe?

-Ahg... sí, ya llega... digo, sí... ¡adiós!

Dios mío, Dios mío, estoy tan muerto. ¡Estoy tan muerto! Abrí la agenda y ahí estaba, la reunión. ¿Cómo pude haberlo olvidado? Había algunas palabras largas describiendo los detalles, pero el señor Lehnsherr sólo me había explicado que era "importante". Miré el reloj, ya vamos veinte minutos tarde.

Corrí a su oficina, sin molestarme en llamar a la puerta. Él estaba firmando algunos papeles, y seguro estaba a punto de gritarme que me fuera, pero yo hablé primero.

-Señor Lehnsherr, ¿alguna vez ha matado a alguien? -Inmediatamente me miró, frunciendo el ceño. Entendió que yo la había jodido, porque me miró como si le hubiera dicho que estoy embarazado de su hijo. Bueno, si de verdad pudiera, lo haría en un abrir y cerrar de ojos. Nuestros bebés serían perfectos, con mi ingenio y su aspecto... maldición...

-¿Qué mierda hiciste ahora? -Espetó, levantándose lentamente de su asiento. Yo estaba haciendo un mini baile nervioso.

-Tenemos que... ir... ¡ahora, señor Lehnsherr! ¡Vamos! Chop Chop. -Incluso yo estuve seguro de que nadie le había hablado así.

-¡¿Qué?!

Ya no teníamos tiempo, así que lo solté todo.

-Lo arruiné... a lo grande. Lo siento... pero está esa reunión de hoy... la más importante, en realidad, y ya comenzó y... tienes que aprobar algunas... cosas... pero no puedes, porque estás aquí y... no allí... -Estaba sin aliento cuando golpeó su mano en el escritorio, haciéndome saltar.

Tenía la mandíbula apretada, los ojos muy abiertos y oscuros.

-Cierre la puerta, señor Xavier -siseó en voz baja y yo estaba confundido. ¿No escuchó una palabra de lo que acabo de decir? ¡Tenemos que irnos ahora!

Pero entonces me di cuenta. Él realmente iba a matarme.

-¿Ahora es sordo? Cierre la jodida puerta. -Sus puños estaban sobre el escritorio y yo cerré rápidamente la puerta, de frente, con miedo de dar la vuelta porque escuché sus pasos detrás de mí.

-¿Qué te dije sobre esos lentes? -se acercaba cada vez más. Mierda. Entré con los lentes. Me olvidé por completo de ellos, pero... ¿estaba enojado por ellos o por mi incompetencia? Probablemente ambos.

Me giré para ver su rostro, estaba más enojado que nunca... eso, o tenía mostraba emociones que yo no conocía. Y también estaba muy cerca de mí. Mi respiración se elevó, y no fue lo único.

Estaba tan cerca que pudo extender la mano y cerrar la puerta. «Oh mi...»

Me golpeó contra la puerta y estrelló sus labios contra los míos con tal fuerza que hizo mis gafas saltar casi hasta mi frente.

Fue salvaje y frenético, los besos, el toqueteo. Y yo estaba allí con él, besándolo con igual ardor. Enterraba sus dedos en mi cabello, fijando mi cuerpo contra la puerta de manera de manera brusca, mientras mis manos se aferraban a sus hombros, apretando los músculos, atrayéndolo hacia mí.

Nos besamos locamente, explorando y jugueteando, girando y gimiendo, lamiendo y mordiendo. Era desordenado y, sin embargo, perfectamente coordinado.

Yo tenía razón. Él realmente iba a matarme. ¡Con sexo! La forma en que me besaba y me sujetaba, presionándome contra la puerta solo me decía una cosa. Sexo enojado. Iba a arruinarme completamente. Y con esa cosa entre sus piernas, yo no podría caminar durante una semana.

-¡Te odio! ¡Te odio! -gruñó sobre mi boca, mientras yo gemía ante sus palabras. Sentí mucho calor. Estaba desconcentrado por la lujuria.

Oh, por el amor a Gucci, ¿qué estábamos haciendo?

-¡El sentimiento es mutuo, señor Lehnsherr!

Luego, el maldito idiota me rompió la chaqueta, los botones se esparcieron por el suelo, pero no me importó. En cualquier otra situación, gritaría horrorizado, me encanta mi ropa pero, ahora mismo, «oh ahora mismo...»

-Me vuelves loco diariamente. Y esos malditos anteojos. -Oh, así que todo era por eso. Joder, lo ponían caliente-. No necesito esta mierda en mi vida. Tengo que trabajar, ¡y no puedo! ¡Porque tú llenas mi mente con esa mirada que tienes de bibliotecaria frustrada que realmente es una cualquiera! ¿Qué tan frustrante es eso, eh? -Jesús, tiene fantasías sobre mí. Él gruñe y yo gimo como... bueno, como una cualquiera. Y aún no comenzamos.

Sus posesivas manos me sujetaban y nuestros labios chocaban y se movían unos sobre los otros, enojados y húmedos, mientras él me movía con dureza en dirección a su escritorio, semanas de frustración cobrando factura en nuestros cuerpos.

Me empujó hacia su escritorio, sus dientes mordieron fuertemente la carne sensible en mi cuello y yo gemí ruidosamente. Oh Dios, cómo gemía. Nunca había sentido tanto deseo en mi vida.

-¡Cierra la boca o te amordazaré! -gruñó y, como puedes adivinar, eso me hizo gemir aún más fuerte. Simplemente no podía evitarlo, saber que alguien podría escucharme parecía despertarme aún más.

Tenía las manos sobre su cabello como si no pudiera soltarlo, pero lo hice, moviéndolas hacia algo que he deseado sentir durante semanas. Comencé a acariciarlo a través de sus pantalones y él se empujó hacia adelante, dejando escapar un silbido por el placer agonizante que yo también sentía.

-Sacas lo peor de mí. Me haces querer darte una bofetada, follarte y luego abofetearte otra vez. Tal vez las dos al mismo tiempo. -No dejaba de gruñirme, como si fuera una especie de animal, y me encantaba.

Intenté ahogar mis gemidos mordiéndome los labios, alguien realmente podría escucharme.

Él bajó mis pantalones junto con mi ropa interior, con clara furia en su expresión. Me quité los zapatos y me quité por completo los pantalones, mientras él iba al otro lado del escritorio a buscar el lubricante. Oh, probablemente planeó esto «oh, el día con las gafas, cuando canceló su reunión»

Me situó sobre el frío escritorio, haciendo a un lado todos los papeles que tenía ahí, como en las películas. Extendió mis piernas, hundiendo dos dedos dentro de mí bruscamente. La preparación fue demasiado rápida, pero los dos no podíamos esperar más. Se puso un condón y se deslizó en mí de una manera que me hizo gritar.

-Eres muy grande. -Él empujó más, haciéndome jadear.

-Ya harás lugar para mí -gruñó y mordisqueó mis labios ya devastados otra vez mientras se deslizaba aún más, hasta que estuvo completamente dentro de mí-. Tu cuerpo es muy pequeño, pero mira qué perfectamente me recibe. -Me miraba maravillado. Yo jadeaba incoherentemente, más excitado que nunca.

Me apoyé en mis codos, lanzando mi cabeza hacia atrás, gritando por la absoluta y exquisita sensación de sus embestidas. Con una mano en mi espalda baja, me apegó contra él, enterrándose dentro de mí una y otra vez, mientras su otra mano se arrastraba sobre mi pecho, yendo hacia mi garganta y finalmente hasta mis labios abiertos. Los empujó dentro de mi boca y yo los probé ansiosamente, chupándolos con fuerza, mostrándole mis impecables habilidades.

Se inclinó sobre mí e hizo un sonido bajo y enojado desde lo profundo de su garganta, sacando toda la ira reprimida que ha estado reteniendo en las últimas semanas. Lo atraje con mis piernas y me retorcí debajo de él. Me tomó del cabello y observó cada expresión de mi rostro como si estuviera a punto de tomar notas.

Me folló como si me odiara, y yo lo dejé, como si me estuviera muriendo por ello. Bueno, él me odia. Nos odiamos, pero nuestros cuerpos parecían amar lo que hacíamos.

Sus manos en mis caderas me sujetaron con fuerza y solo seguí jadeando, gimiendo, empujándome aún más contra él. «Queriendo más». Más fuerte.
-¡Más fuerte!

Entonces se inclinó y mordió mi cuello con fuerza, luego tiró del cuello de mi camisa para exponer mi hombro, donde dejó otra marca. Él lucía feroz en todo lo que hacía o decía. Grité por el dolor y gemí por el placer.

-No me provoques -siseó entre dientes. Nunca pensé que lo vería así. Tan fuera de control.

Me sorprendieron los fuertes gemidos que salieron de mi boca, pero ahora no me importa nada. Se sentía tan malditamente bien.

-Nunca te han follado así antes, ¿verdad? No provocarías tanto a las personas si te hubieran follado apropiadamente antes.

Tenía razón, y eso me excitó aún más. Sus embestidas hacían que todo el escritorio brincara.

-Eres jodidamente apretado.

Seguro te preguntas por qué yo no había dicho nada aún, siendo que mi boca no puede permanecer cerrada ni un minuto. Bueno, eso es porque él me estaba arruinando de la manera más exquisita posible, lo que me dejó sin palabras.

Me senté, agarrando su fea corbata y jalándolo bruscamente hacia mí, estampando juntos nuestros labios. Jadeé en su boca desesperadamente, mis manos y cadera lo empujaban más y más dentro de mí, suplicando, y él lo amaba, se movía más fuerte, chocando contra mí -dentro de mí -, extendiendo el calor en mí con cada empujón. Cada nervio en mi cuerpo estaba temblando. «Temblando». Rogando por explotar.

Estaba a su merced y se sentía maravilloso. No sé si maravilloso es una palabra apropiada para el sexo sucio que estábamos teniendo, pero no tenía otra en este momento.

-Joder. -Presionó sus labios contra mi cuello para suavizar los sonidos que no podía controlar. Sus manos se acomodaron sobre mi trasero, apretándolo y acariciando, acercándonos aún más, si eso era posible. Balanceándonos más rápido. Había tanta confianza y poder en todo lo que él hacía, como si supiera exactamente qué hacerme y cómo lo quería.

Para mi horror, mi orgasmo se acercaba demasiado rápido. Mis entrañas se apretaban a su alrededor, lo cual dejaba una expresión complacida en su rostro.

-¿Debería hacerte venir? -Se regodeó, y tomó mis tobillos, levantándolos hasta sus hombros-. No creo que deba. Has sido un secretario horrible, y nadie ha sabido presionar mis nervios como tú -bromeó, y yo estuve a punto de venirme sólo por sus palabras. Gimoteé, recostándome por completo en su escritorio, arqueando mi espalda, mientras él se frotaba contra mi próstata una y otra vez. Me tensé y solté un largo gemido. Él golpeó de nuevo dentro de mí, enterrándose profundamente mientras mis caderas se sacudían hacia arriba.

Grité al llegar, estrellas parpadeantes llenaron mi visión, y no estuve seguro de sí debería estar enojado o completamente feliz de que él lograra arruinarme así.

Me decidí por la última opción.

Seguí jadeando y lloriqueando mientras el éxtasis sacudía mi cuerpo, haciéndome estremecer.

Fue asombroso. Fantástico.

Cuando finalmente recuperé mi vista, lo vi mirándome intensamente. Mis entrañas no dejaban de apretarlo con fuerza, lo que le hacía rechinar los dientes para evitar gemir. Con un completo abandono en su rostro, se miraba absolutamente magnífico, casi vulnerable al llegar. Fue una imagen que nunca olvidaré. Estaba gimiendo en voz baja mientras llenaba el condón, parecía divertirse. Simplemente porque era un idiota.

Le sonreí ampliamente tratando de recuperar el aliento. No pude evitarlo.

Se apartó bruscamente de mí, arrojó el condón al suelo y se recompuso rápidamente. Su respiración seguía siendo errática, pero se acomodó el pantalón, enderezó su ropa y se pasó los dedos por su cabello sudoroso. Empezó a alejarse, y yo ni siquiera pude tratar de levantarme de su escritorio, pues sabía que mis piernas me iban a traicionar una vez que tocaran el suelo.
-¿A-a dónde va?

-Tengo una reunión a la que ya voy llegando tarde... Limpia este desastre. -Y con eso, cerró de golpe la puerta, dejándome en su escritorio medio desnudo, sin aliento y bien jodido.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro