Capítulo 18
El viaje al departamento de Erik fue un ejercicio de conducción acrobática. Yo lo besaba con desespero, mordiendo su oreja, besándolo en el cuello, mientras él intentaba no matarnos, con una mano en el volante y la otra en mi cintura, lo que me hizo querer saltar directamente a su regazo.
—¿Erik? —Un gemido roto que sonaba como su nombre salió de mi boca.
He tenido la intención de preguntarle algo a pesar de que me estaba volviendo loco por la necesidad de besarlo. Algo que me ha estado molestando desde que lo dejé. Vi que no era feliz estando solo, pero aún me preguntaba...
—¿Has estado con alguien más desde que me fui? —Finalmente logré preguntar entre respiraciones entrecortadas.
Como esperaba, se apartó de mí con una expresión herida en su rostro.
—Dijiste... dijiste que sabías cuánto te amo, ¿cómo puedes siquiera pensar eso, entonces?
—Lo siento, sólo necesitaba asegurarme —Le acaricié la mejilla y sonreí, tratando de remediar mi error, le acabo de hacer cuestionarse su forma de mostrarme amor.
Pero siguió luciendo preocupado.
—Bien. Y voy a tratar de olvidar... ya sabes —No lo sabía, en realidad. ¿De qué estaba hablando?
—Realmente, no —Dije, confundido.
Suspiró, tratando de hablar con mucho esfuerzo.
—Intentaré olvidarme de... ti y... Sebastian —Finalmente lo dijo. Oh, mi pobre bebé.
—No pasó nada entre Sebastian y yo —Ahora yo estaba herido.
—¿Qué?
—No pasó nada entre nosotros. Vino a buscarme para ir a cenar, pero terminó llevándome directamente a casa. Me sentí tan asqueado que, en el momento en que subí a su coche, comencé a llorar como un bebé, y él me llevó a casa y se fue... Incluso si no lo hubiera hecho, nunca habría... todavía estábamos juntos, Erik, nunca haría...
Él pisó los frenos de repente, y yo chillé.
—Jodido cerdo hijo de puta... —Él se puso a maldecir y yo me sorprendí, mirándolo con los ojos bien abiertos.
—Mierda, Erik. ¿Qué pasó? ¿Esquivaste un perro? —Miré alrededor.
—Charles...
—¿Sí, bebe? —Pregunté preocupado mientras lo miraba a los ojos.
—¿Aún me amarías... si supieras que he matado a alguien?
—Sí —dije sin siquiera pensar. ¿Es eso malo? Probablemente. Pero es la simple verdad. —¿Lo has hecho?
—No, pero estoy a punto.
El auto comenzó a moverse nuevamente.
—Oh, Dios, Erik. Disminuye la velocidad. Vas a ganarte una multa, —le dije mientras cruzaba una luz roja. —Bebé, por favor, detén el auto. —Alcancé su mano, tratando de calmarlo, pero él no se detuvo, simplemente siguió manejando rápido —Bebé, detén el coche y déjame conducir. Estás muy enojado —Le apreté el brazo y le supliqué hasta que finalmente disminuyó la velocidad, se alejó del camino y detuvo el automóvil.
Jadeé, aliviado, y luego sentí que mi garganta y mi corazón se tensaban al verlo dejar caer la cabeza sobre el volante y comenzar a sollozar.
—¡Oh, bebé! —Jadeé, sintiendo mis propias lágrimas mientras lo jalaba por su chaqueta hacia mí. ¿Finalmente lo corrompí? ¿Por qué ha llorado más que yo esta noche?
—Lo siento mucho, Charles... fui tan estúpido... todo lo que te dije... —Sus brazos rodearon mi cintura e, incómodamente, apoyó su cabeza en mi regazo.
—Erik, ¿Sebastian te dijo que había pasado algo? —Pregunté, alisando su cabello suavemente, pero ya sabía la respuesta. Y luego recordé el día en que había dejado a Sebastian en el piso. ¿Había peleado por mí? ¿Y por qué me sentía tan feliz por ese hecho?
—Me ha estado comiendo vivo, Charles... sólo el pensar en él, contigo... —Suspiró profundamente una vez que lo dijo en voz alta, y entendí su dolor. La idea de Erik estando con otra persona también me ha estado matando durante el último mes.
—Lo siento, —Se enderezó y besó mi frente.
—Está bien, cariño. Está en el pasado. Nada pasó. No permitas que arruine nuestra noche otra vez. —Limpié sus lágrimas y sonreí ligeramente. —Ese Sebastian es un imbécil, ¿no puedes despedirlo? —Hice un puchero y él se rio entre dientes.
—No puedo. Es un gran accionista. Pero aun puedo matarlo. —Me sonrió suavemente, pero estoy bastante seguro de que no estaba bromeando en lo absoluto.
—Uh, esto puede sonar estúpido, pero ¿puedo preguntar qué es un accionista? ¿Cómo funciona eso, en español simple, por favor? —Se rio, sacudiendo la cabeza una vez más por mi ridiculez mientras sus ojos me decían 'Es por eso que te amo'.
—Un accionista, en español simple, es alguien que tiene en su poder parte de la empresa. Es decir, es dueño de parte de esa empresa y, por lo tanto, tiene derecho al capital. Por eso sería difícil despedirlo. Pero puedo hacer cualquier otra cosa que quieras que haga. Sólo dilo. —Me aseguró, dándome una mirada suave, aún con lágrimas. —Eres el amor de mi vida, y si me pidieras que te construyera una versión del Taj Mahal aquí en Manhattan, comenzaría ahora mismo.
¿Cuánta suerte tengo al tener a un hombre que haría cualquier cosa por mí?
***
Erik realmente me dejó conducir su auto. La conversación fue más o menos así:
—Oh, Dios, ¿realmente puedo conducir esta bestia? —Chillé emocionado. Sólo había conducido el viejo automóvil de mi padre.
—Por supuesto. ¿Tiene licencia de conducir?
—No... —dije, avergonzado.
—Bueno, sólo maneja despacio.
Arriesgar su vida era una de las cosas que haría sólo para hacerme feliz.
Tomados de la mano, pasamos a Peter, que parecía tan feliz como nosotros. Nos sonrió, atreviéndose a ser un poco más amigable con su jefe porque yo estaba a su lado. —Buenas noches, caballeros.
Nos besamos suave y tiernamente en el ascensor. Y yo no dejé de preguntarle, como un niño pequeño, —¿Qué más amas de mí? —Disfrutando de cada detalle que Erik enlistaba y amaba de mí.
—Me encantan tus diminutas cejas, —dijo con admiración, pasando los dedos por mis cejas.
—No soy sólo un par de cejas, Erik —le dije bromeando.
—No, tú eres todo corazón. —Puso su mano suavemente sobre mi pecho y me tenía derritiéndome por dentro.
—¿Qué más? —Le pregunté con entusiasmo, sonriéndole.
—Me encanta tu aguda risa.
—No tengo una risa aguda, —exclamé, riendo, y él negó con la cabeza.
—La tienes, y es adorable. Me encanta.
***
—No tuve tiempo de limpiar por aquí... —se excusó, una vez que entramos a su departamento.
—No te preocupes, yo puedo hacerlo mañana, —Me encantaba limpiar este lugar, puede sonar extraño, pero realmente me gusta. Nunca antes había vivido con alguien, y con Erik se sentía como si eso hiciéramos. Limpiar era algo que disfrutaba porque realmente ayudaba a mi imagen mental de que este lugar es mío también. Su pobre ama de llaves también perdió su trabajo. —Sólo vayamos a la cama. —No podía esperar para desnudarme y meterme en la cama con él, aunque estaba muy cansado; por el vuelo y toda la abrumadora noche.
Pero me llené de energía cuando salté a su cama, sonriendo, hasta que me di la vuelta y vi una expresión seria en él. Vino lentamente hacia mí y se sentó en la cama. Bueno, creo que el sexo realmente no está en el menú esta noche.
—¿Qué pasa?
—Sostengo lo que dije, Charles. Esta es tu última oportunidad para irte, no voy a poder dejarte ir después si te quedas... —Sonreí ante su declaración, feliz de saber que no planea ser estúpido nunca más. —Simplemente no sé...
Jadeé, furioso por su inseguridad, ¿cómo podría no ver lo que significa para mí? Me acerqué a él y puse mis brazos alrededor de su cuello. —Te amo, Erik. No voy a ir a ningún lado. —Todavía parecía confundido.
—Entonces... ¿me amas, a pesar de mi locura? —Lo escuché murmurar, muy suavemente; era como si fuéramos dos jóvenes estudiando la secundaria.
—¡Te amo! Me vuelves loco, a veces, como ahora, o cuando te pones todo fanático del control, y ese enorme ego tuyo sólo se puede comparar con el tamaño de tu pene, y tus raras formas de mostrarme que me quieres, pero... es como dijiste, te amo por tus peculiaridades, no a pesar de ellas. Entonces, si ambos estamos un poco locos, no puedo pensar en una mejor combinación mejor.
—Sí, pero eres muy joven y yo soy...
—No eres viejo, Erik.
—No iba a decir que soy viejo.
—Oh.
—¿Acabas de decir que soy viejo? —Preguntó con su habitual voz de autoridad. Es tan sexy.
—Puede que sí, ¿vas a castigarme? —Le sonreí maliciosamente, pasé mi lengua por mi labio inferior.
—Sí, lo haré. —Estaba siguiendo el juego, atrayéndome hacia él hasta que... —Pero tienes razón. Soy muy viejo para ti.
—¡Aghh, Erik! —Sentí ganas de jalarme el pelo. Dejé caer mi cabeza sobre la cama, maldiciendo en el colchón. Esto iba a ser difícil, pero estoy listo para hacer todo lo posible sólo para poder estar con él.
—Mira, Charles. Sólo quiero lo que es mejor para ti, tú lo sabes. Y en este momento podrías tener a alguien más, pidiéndote ser su novio de una forma excéntrica, como en las películas que tanto amas...
—No necesito eso cuando estoy contigo-
—Sí, exactamente, estás renunciando a esas cosas por mi culpa. Eres una persona a la que le encanta usar motes cariñosos, ¿verdad? —Miré hacia abajo, sonrojándome con culpa.
—Sí...
—Quiero... Necesitas a alguien que también te llame de esa forma. Y yo quiero ser esa persona, pero no estoy muy seguro de cómo hacerlo, yo... tendrás que enseñarme... —masculló torpemente. Él no se está dando por vencido conmigo, sólo quiere ser mejor para mí.
—No tienes que hacerlo, te amo tal como eres, —le aseguré de nuevo, porque realmente no tenía que cambiar en nada para que yo le quisiera más, ya lo amo justo como es.
—Realmente quiero, es... Siento que están aquí, en mi pecho, las palabras amorosas, las que podría hacerte derretir, quiero poder decírtelas como una persona normal, simplemente no sé cómo... quiero hacerte sentir risueño y contento. Esa es la segunda mejor opción, después de caliente y lascivo.
—Oh, justo acabas de hacerlo. Es realmente bueno en ello, jefe, —dije seductoramente. Realmente no debería estar tan excitado por el hecho de que él sea tan dulce conmigo, pero las palabras de Erik realmente tocaron una fibra sensible en mi corazón.
—Hablo en serio, Charles. —Trató de detenerme, porque yo ya estaba en su regazo. —Escucha, realmente soy mucho más mayor que tú, y no puedo ser tu típico novio de secundaria, o lo que sea que esperes que sea, sabes cómo soy, pero... cuando estoy contigo, estás tan lleno de energía que no puedo evitar sentirme energizado también. Eres tan agotador, pero de buena manera. —Por primera vez me consideraban agotador de la buena forma... Iba a llorar en cualquier momento.
—Eres muy feliz, alegre, optimista, inteligente y divertido. Me haces sentir como si yo mismo fuera mejor... Así que quiero hacer algo por ti también. No dejaré que te conformes. Quiero que seas mi 'cariño', 'corazón', 'amor' o lo que sea que te agrade, también me agradara. Quiero ser tu montaña rusa y tu carrusel, tu aventura y tu protección, tu impresionismo y tu tabla periódica. —Oh, este hombre va a ser mi muerte. Por cursi que pueda parecer, es todo lo que he soñado. Parpadeé mucho, porque apenas pude enfocarme. Las lágrimas salieron de mis ojos.
—¿Estás... estás llorando? —preguntó, aterrorizado. —Mierda, joder, ¿qué hice ahora? —Entró en pánico, limpiando mis lágrimas. —¡Por favor, no llores! ¿Qué dije?
Finalmente sonreí, con más lágrimas rodando por mis mejillas. —Lloro porque eres perfecto y te amo muchísimo. —Lo besé, sacándolo de su miseria.
Incluso si no íbamos a hacer el amor esta noche, todo era perfecto.
—Bien. Ven aquí. —Me arrastré hasta sus almohadas. —¿Cómo te gustaría llamarme? —Él medio se tendió a mi lado, coloqué mi cabeza sobre su pecho. Sus brazos me rodearon y me sentí en la posición perfecta. El amoroso abrazo de Erik Lehnsherr: no hay lugar como el hogar...
—No sé. ¿Cómo te han llamado los demás?
—No pienses en eso. ¿Con qué te sientes cómodo?
—Dame algunos ejemplos, nunca he usado ninguno, ¿cómo se supone que deba saber?
—Está bien. ¿Qué tal "patito"? Porque ordené pato en nuestra primera cita, ¿qué es más romántico que eso? —Sonreí emocionado, amando esto. Este es mi momento, me encantan las cosas cursis.
—¿Quieres que te llame "pato"? De ninguna manera, no te llamaré "pato". —Le fruncí el ceño.
—Si no te gusta ese, entonces odiarás los demás. Te sonarán ridículos...
—Lo siento. Sólo dame más ejemplos, necesito más opciones, no nos precipitemos con el primero.
—Está bien. ¿Qué tal chicharito, corazón de melón, calabacita, panquecito, dulzura, pastelito, cosita, amorcito... conejito, mielecita, ratoncito, gatito... mi sol, mi estrella, mi flor, mi pétalo... mejillas dulces, ojos de ángel, carita de bebé...? —Continué balbuceando, pero sentí que él se quedaría dormido antes de terminar, así que levanté la vista, estaba más o menos sorprendido.
—Wow, —murmuró lentamente.
—¿No... no te gustan? —Pregunté, cauteloso.
—Sí me gustan, es sólo... es mucho para procesar, no sé cómo elegir.
—El que sea que elijas está bien, me gustan todos. Pero yo tengo ganas de llamarte "bebé". Porque en serio eres un enorme bebé. —Le sonreí, besando su cuello suavemente.
—Oh, gracias a Dios, —jadeó de alivio.
—¿Qué? —Estreché mis ojos.
—Yo... no me veo a mí como un conejito o un pastelito, sin ofender a tus lindos apodos.
Me recosté sobre su pecho, sintiéndome un poco avergonzado, pero él pasó sus dedos por mi cabello y me relajé.
—Quiero que sea uno perfecto, te lo diré cuando lo descubra, ¿está bien eso bien, mi pequeño muffin? —Trastabilló al decir la última palabra, intentando no reírse.
—Bastardo, te estás burlando de mí. —Le pellizqué el brazo tan fuerte como pude.
—No seas así, dulce conejito, te amo. Deja de retorcerte y bésame.
No necesitaba que me lo dijera dos veces. Lo besé. Nuestros labios se encontraron, abiertos y suaves. Era tierno, luego jaló gentilmente mi labio inferior entre los suyos, y jadeé. Su boca se abrió y profundizó el beso. Era húmedo y maravilloso. Oh, cómo extrañé todo esto, la calidez de su cuerpo contra el mío, sus labios, su sabor, su olor.
De repente, nuestros suaves y dulces besos se convirtieron en una pelea de lenguas, labios, bocas y gemidos. Deslizó su brazo alrededor de mi cintura, yendo hasta mi trasero, el otro se mantuvo en mi cuello.
Mis manos se aferraron a su cabello hasta que gimió conmigo cuando nuestras bocas se separaron; mordiscos y mordeduras en los labios del otro. ¡Dios, esto era lo que quería! ¡Esta pasión, esta intensidad, esta necesidad!
—¿De verdad pensaste que no te haría el amor el día te confesé mis verdaderos sentimientos? —susurró en mi oído con voz ronca, haciéndome morder mi labio inferior en respuesta.
—¿Qué estaba pensando? —Me reí entre dientes, jadeando, y su sonrisa hizo que mi pecho rebosara de alegría.
Nos desnudamos el uno al otro, pieza por pieza. Tomé su pene con fuerza, tirando, frotando, apretando, mientras él me besaba, sin aliento.
—Erik...
—Si no dejas de gemir tan fuerte, Dulcecito, terminaré antes de estar dentro de ti.
No me importaba si se estaba burlando de mí con esos nombres, me encantaba la forma en que sonaban al salir de su boca, dirigiéndose a mí, incluso si eran un poco ridículos.
La forma en que me besaba y apretaba su firme cuerpo contra mí era enloquecedora, no podía soportarlo más, así que busqué el lubricante yo mismo. Una vez que lo encontré, me senté a horcajadas sobre él y se lo di.
Su respiración también se había acelerado, especialmente cuando sujetó mi cadera, moviéndome para que mi trasero se deslizara contra su pene. Siseó y recorrió mi piel con los labios y los dientes, chupando y mordisqueando.
Lubricó sus dedos, y rápidamente encontró mi entrada. Su otra mano se movió a mi rostro, manteniéndolo quieto, y me besó bruscamente, invadiendo mi boca con su lengua, imitando la forma en que sus dedos me trabajaban, haciéndome gemir.
—Erik... —Gemí, estaba ardiendo, necesitaba más. No recuerdo haber estado tan desesperado por él antes.
—Lo sé, cariño... dame un segundo y te daré todo lo que quieras.
Arrastró la punta de su pene sobre mi trasero, provocándome. —Erik, por favor... —Y entonces, finalmente se empujó dentro de mí, lentamente. Nos unimos; La cabeza de Erik rodó hacia atrás, golpeando el marco de la cama. Comencé a moverme sobre, cabalgándolo sin vergüenza y gimiendo como una perra, diciendo palabras sin sentido, sosteniéndome de su pecho desnudo, pero no duraría mucho tiempo.
Él me dio vuelta en la cama, moviéndose encima de mí.
—No voy a aguantar mucho más con la forma en que te mueves... —jadeó contra mis labios.
—No voy a durar tampoco, te extrañé. Sólo fóllame, Erik, por favor.
Comenzó a moverse, sacando su pena de mí y luego volviendo a entrar, gruñendo más y más fuerte cada vez, yo estaba lloriqueando bajo él. Él también.
—Mmmmm... se siente jodidamente... increíble... ¡más profundo! —Inmediatamente hizo lo que le pedí.
Mi lengua se encontró con sus labios, hasta que él junto sus labios con los míos.
—Te amo, Charles, —habló sobre mi boca.
—Yo también te amo.
Mis caderas se levantaron para encontrarse con las suyas y él me embistió una y otra vez.
Las sábanas estaban increíblemente arrugadas. Cálidos 'Te amo' y 'Te extrañé' y 'No me dejes nunca' fueron susurrados entre toques desesperados y gemidos satisfechos.
—¡Oh, Dios mío, bebé! —Enuncié cada palabra entre mis gemidos.
Nuestras caderas se movían juntas, ganando velocidad y fuerza. Nuestros gemidos y palabras susurradas se mezclaron en nuestras bocas.
Esto fue más que una magnífica cogida.
Más que la expresión física del amor.
Es espiritual.
No sé si hay un paraíso, pero si lo hay, debe sentirse exactamente así. Perfecta armonía con otra alma, rodeada de calidez, aceptación y éxtasis sin fin.
Empujó profundamente una última vez y llegó dentro de mí, con un fuerte gemido, llenándome. Mis uñas arañaron su espalda y grité su nombre mientras me venía con él, viendo la luz y las estrellas y el sol.
Estaba al borde de la inconciencia, entre la oscuridad y la luz.
Ninguno de nosotros se movió por unos minutos. No estoy seguro de si alguno de nosotros podría.
—¡Mierda! —Apenas podía respirar. —Debería haber dicho que sí, hace meses, cuando me pediste que fuera tu novio. Eso fue asombroso.
—Tú lo dijiste. Creí que estaba teniendo una embolia.
Nos reímos juntos, los dos respiramos con dificultad, cubierto de sudor. Rodó a mi lado, extendiendo sus brazos para darme la bienvenida en su pecho otra vez. Cerré los ojos, respirando su aroma.
Eso es todo. Estoy en mi hogar de nuevo. Nada se ha sentido tan perfecto antes.
Tocó mi hombro suavemente.
—¿Te vas a quedar dormido sobre mí? —susurró, besando mi cabeza con cariño.
—No, sólo tengo miedo de que, si abro los ojos, me despertaré y todo habrá sido un sueño.
—Si yo estoy involucrado, hay más probabilidades de que sea una pesadilla. Puede que vayas a querer despertar, —dijo, riendo ligeramente.
Sacudí mi cabeza sobre su pecho y susurré suavemente,
—Las únicas pesadillas que te involucran son en las que me despierto y tú no estás.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro