Capítulo 14
Iba a decirle hoy.
—Lo amo, señor Lehn... Erik. —Uf, esto en serio me apena. Recitaba esas palabras una y otra vez en el espejo del baño, probando un tono diferente cada vez. Estaba tan nervioso. Era algo especial para mí; incluso sagrado. Puede que ya se lo haya dicho a algún imbécil antes, pero nunca lo había sentido realmente. Fui lo suficientemente ingenuo como para decirlo de vuelta cuando alguien me lo decía, pero nunca quise decirlo, y tampoco ellos lo hicieron.
—Charles, ¿estás listo? —Escuché que Erik me llamaba. Éramos como una pareja de verdad, era como si viviéramos juntos y ahora íbamos a trabajar juntos. Era increíble.
—Ya voy, cariño. —Iba a preparar la cena esta noche, tomaríamos algo de vino, y yo se lo diré. Sabía que no debería planearlo, sólo dejarlo pasar, pero aun así quería que fuera perfecto.
***
—¿Recibimos las invitaciones para la gala benéfica de la Cruz Roja Americana en El Plaza? —Erik pasó por mi escritorio en total "modo negocios".
¿Recuerdas que no era fácil estar cerca de mi jefe? Ya no es así. Aunque siempre fue imposible no respetarlo en cuanto a trabajo. Nada se le escapaba, siempre estaba concentrado cuando estaba en su trabajo, incluso cuando intentaba distraerlo deliberadamente. Él es como un halcón.
—Uh, sí, señor Lehnsherr. Las recibimos —le dije. Había otros colegas a nuestro alrededor y yo nunca me permití cruzar esa línea frente a ellos y llamarlo Erik. Eso era algo sagrado, algo entre nosotros, y no sabía cómo se sentiría acerca de revelarlo, así que sólo traté de mantenerlo profesional, tanto como podrías esperar de mí.
—¿Cuándo es?
—El próximo mes, creo. —Revisé mi propio horario—. Sí, es el día veintitrés del próximo mes, en El Plaza.
—Bien —dijo, asintiendo, todavía sin mirarme—. ¿Tienes algún plan para el próximo mes? —Me reí y él finalmente me miró, alzando las cejas. Oh, Dios, hablaba en serio.
—Uh, ¿no? No realmente. ¿Por qué?
—Genial. La gala comienza a las ocho de la noche. Es un evento formal, estoy seguro de que lo sabes. Pasaré a recogerte a las siete y media.
Oh, mí jodido dios.
—¡Oh, señor Lehnsherr! —Gemí, un poco demasiado parecido a los sonidos que hacía durante el sexo, y salté sobre él, todos brazos de pulpo, como a él le gustaba llamar a mis abrazos. No me importaba si alguien nos estaba mirando, que se jodan, estaba tan malditamente feliz. Debido a tres cosas: Iba a un evento social con el hombre que amo, él iba a asistir y estoy bastante seguro de que es debido a mí, y él no tenía miedo de aparecerse conmigo ahí. Todavía había bastante tiempo hasta entonces, lo que era una señal de que no me iba a botarme en el próximo mes. Y por último: es la gala benéfica de la Cruz Roja Americana. Lo busqué el otro día, habrá una subasta para recaudar dinero para la Cruz Roja, piezas de arte y algunos artículos de moda, también.
—Gracias, Erik —le susurré al oído.
—Y no olvides reservar una limusina —Chillé emocionado una vez más, luchando contra la necesidad de besarlo frente a todos.
***
Nunca había estado de mejor humor. Erik fue a una reunión a la hora del almuerzo y yo estaba sonriendo, cantando para mí y bailando alrededor de su oficina.
Me moví por el alrededor mientras leía los archivos y los apilaba en secciones: recursos humanos, publicidad, marketing, y otros, como administración, servicios y los que querían ser despedidos. Seguí bailando, cantando cómo su amor me hacía parecer muy loco en este momento.
—Your touch,
»Got me looking so crazy right now,
»Got me looking so crazy right now,
»Got me hoping you'll page me right now, your kiss
»Got me looking so crazy right now...
Estaba haciendo ese movimiento con mi trasero cuando me volví y me encontré a mi jefe, de pie junto al arco de la puerta. Su rostro podría compararse con el de un hombre mirando a la propia Beyoncé.
—¿Cuánto tiempo llevas ahí? —Murmuré, mirándolo avergonzado.
—El suficiente.
—¿Y no podrías haber hecho algo de ruido?
—Parecías estar divirtiéndote. —Se encogió de hombros, mientras todavía me miraba fascinado—. Sé que yo lo hacía. —Miré hacia abajo para ver que estaba visiblemente duro.
Tenía esa sonrisa satisfecha y me dirigí a él.
—Eres ridículo, ¿sabes? —Él me sonrió, y yo froté su erección vestida.
—Lo has mencionado una o dos veces. ¿Tienes ganas de tener sexo ridículamente caliente conmigo? —Me besó, me llevó al escritorio y luego lo despejó con sus manos, enviando archivos, bolígrafos y alfileres al piso—. ¡Erik! —Me quedé boquiabierto, y sus ojos oscuros penetraron a través de mí.
—Me gustaría ver ese baile tuyo de nuevo, ordenando archivos.
***
Raven y yo apenas nos hemos visto en los últimos meses, porque pasé todo mi tiempo libre con Erik. En realidad, pasé todo el tiempo con él, 24/7 (veinticuatro horas, los siete días de la semana). En el trabajo y luego en casa. Y no podía tener suficiente. Lo que ella sabía era que habíamos decidimos tener sexo casual, nada más.
Hoy le pedí que almuerce conmigo para ponerla al día.
—Hola, pequeño ninfómano, pensé que nunca dejarías la cama de tu idiota jefe para realmente salir a ver a tu pobre hermana.
—¡Oye! ¡Te llamo!
—Sí, pero echo de menos salir contigo y escuchar tus divagaciones.
—Nunca escuchas lo que digo, Raven —me burlé.
—Nadie lo hace, cariño.
—Incorrecto. Alguien lo hace... —Hice una pausa soñadora.
—Ja. Me gustaría conocer a esa extraña criatura. —Ella se veía muy divertida.
—Lo harás. Podría presentarte una vez que hayamos terminado aquí. —Mi expresión era muy seria, aunque mi corazón sonreía. Ella necesitaba saber que no estaba bromeando. Su rostro decayó.
—Dios mío. Dime que has estado viendo a alguien más, y no estás hablando de tu jefe. ¡No puedes enamorarte de él, Charles!
—Su nombre es Erik. ¿Y por qué no debería? Mi trabajo... —
—No, no, no. No estoy preocupada por tu trabajo. ¡Estoy preocupada por ti! —Ella levantó la voz.
—Lo amo, Raven. Lo quiero mucho, con todo mi corazón, y él es tan... —
—No, no puedes hacerme esto ahora mismo.
—¿Qué estoy haciéndote? ¿No puedes ver lo feliz que soy? ¿Por qué querrías quitarme eso? —Estaba empezando a enojarme.
—Ya veo eso. Pero también sé que él te hará daño. Y exactamente porque eres tan feliz ahora, estarás devastado cuando eso ocurra.
—No lo conoces, Raven—
—¡Tampoco tú!
—¡Sé que me ama! —Ahora grité también, y todos en la cafetería nos miraban.
—¿Cómo puedes ser tan ingenuo y estúpido, Charles? ¡Él ama tu hermoso rostro y tu cuerpo joven, nada más! —Ahora estaba al borde de las lágrimas, ¿cómo podía ser tan cruel conmigo?
—Bueno, me alegra oír tu opinión sobre mí. Al parecer, no soy digno de ser amado —le dije con voz temblorosa. Las lágrimas ya se habían formado en las esquinas de mis ojos, listas para desatar mucho más.
—Eso no es lo que quiero decir... Es sólo... que eres demasiado dulce, Charles. Un hombre como él te comerá vivo.
Había un pequeño detalle en lo que ella acaba de mencionar, que podría ser cierto, pero no podía darme el lujo de pensar en eso ahora.
—Charles, no, no llores. No fue mi intención.
—T-tengo que ir regresar. Te llamaré más tarde.
—Charles, vuelve... —
Dejé a mi hermana en la cafetería, tratando de dejar atrás esas terribles palabras que me dijo. Pero no pude. Se fueron conmigo todo el camino, haciéndome querer correr hacia Erik.
***
Estaba presionando el botón del ascensor con furia, como si eso pudiera hacerlo llegar antes. Necesitaba ver a Erik ahora mismo. Cuando finalmente llegué al piso, literalmente corrí a la oficina de Erik. Sabía que yo era el único que no se molestaría en llamar a la puerta y me sonrió, pero luego vio mi rostro preocupado y mis ojos vidriosos y se puso pálido. Vino a mí de inmediato.
—¿Qué pasa? —Puse mis brazos sobre su cuello y lo besé profundamente. Persistentemente. Diciendo todo lo que necesitaba decir con un beso.
—Te amo. Erik —susurré contra su boca, nuestras frentes se tocaron y nuestras narices rozaron. No pude aguantar más.
Él se puso rígido. Su cara todavía estaba presionada contra la mía y no pude ver su expresión. Sus brazos estaban alrededor de mí, me agarró la cintura, hasta el punto del dolor, como si no quisiera dejarme ir.
—Te amo —repetí de nuevo—. No tienes que decirlo de vuelta, yo... sólo quiero que lo sepas. —Nos quedamos así mucho tiempo, y todavía no podía ver sus ojos. Me estaba volviendo loco no saber lo que estaba pensando—. ¿Erik?
—Lo siento. —Murmuró.
¿Qué? ¿Dijo que lo sentía? Esperaba cualquier cosa, o nada en absoluto, pero no esto. El hombre apenas se atrevió a decirme que quería pasar la noche entera conmigo, esperaba que fuera difícil para él decirme qué sentía por mí. Pero, ¿lo siento?
—Yo... ¿Q-qué?
Finalmente me dejó ir, y sentí frío. Él sintió frío. Se apartó de mí, volviéndose de inmediato, y no pude ver su cara otra vez, se dirigió a su escritorio. Toda su postura era diferente. Se paró junto a su escritorio con su espalda contra mí y habló en voz baja.
—Lamento que te sientas así por mí.
No. No puede hacerme esto. Después de esos maravillosos meses que me dio, me mostró que se preocupaba por mí.
—No... No tienes que decirlo de vuelta. No intento presionarte, Erik. Yo sólo—
—Es «señor Lehnsherr». Estamos en el trabajo.
Eso liberó mis lágrimas.
—¿Eso es todo lo que tienes que decirme? ¿Que lo sientes? —Fui hacia él, encontrando mi voz a través de las lágrimas. Dolía demasiado—. Date la vuelta, imbécil, y dilo en mi cara. —Golpee mis puños en su espalda, llorando.
Hasta que se giró y me tomó en sus brazos, abrazándome, y no tuve el poder de mirarlo a la cara, simplemente me aferré a su pecho, dejando que las lágrimas cayeran libremente. Me abrazó tan cariñosamente que casi me hizo olvidar su crueldad. ¿Era esta su idea de una broma? Me besó en la cabeza, abrazándome y susurrando una y otra vez.
—Lo siento, lo siento mucho.
Sólo asumí que se trataba de él siendo un idiota y continué llorando en su pecho, humedeciendo su camisa blanca que elegimos juntos.
—Ve a buscar tu abrigo. Hemos terminado aquí hoy.
—Está bien —dije en voz baja, todavía sollozando. Y finalmente lo vi. Su rostro. Se había puesto la máscara de nuevo. Mi muñeco Ken. Odiaba cuando me dejaba fuera.
Lo dije de nuevo:
—Te amo, Erik. —Él me miró... No estoy seguro de cómo describirlo. ¿Afligido? Culpable, tal vez. Definitivamente infeliz. Me encontré con su mirada, pude ver el reflejo de mi dolor en sus ojos. Su expresión intranquila. Vi que no tenía idea de qué hacer con esto. Que realmente lo sentía.
Mi ira se fue desvaneciendo.
Lo único que evitó que me deshiciera en pedazos fue que íbamos a ir a su departamento, a cenar, y a acurrucarnos en el sofá y todo estaría bien.
***
Estaba equivocado. Condujo en dirección a mi apartamento, no hacía el suyo. No sabía qué pensar, simplemente me senté junto a él en el auto silenciosamente. Condujo en silencio durante el resto del viaje, Erik no se atrevió a mirarme ni por un segundo. Cuando finalmente llegamos, él me acompañó hasta mi puerta y... nada.
—Erik. —Él me abrazó, era cálido y afectuoso, pero también se sintió como... un adiós. Mis ojos volvieron a escocer. ¿Por qué todos anhelamos tanto el amor aun cuando éste nos puede aniquilar?
—Te veré mañana —susurró, dejándome ir lentamente. Lo besé castamente en sus labios, y finalmente lo dejé ir también. En el momento en que nuestros cuerpos y manos se separaron, supe que nada volvería a ser lo mismo otra vez.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro