Capítulo 13
La mañana siguiente. Oh Dios, la mañana...
Desperté en los brazos del hombre que amo.
Sí. Estoy enamorado de Erik. Tal vez tú lo supiste antes de que yo pudiera darme cuenta.
Y me sentí genial. Fabuloso. Renovado. Vibrante y vivo.
Mis ojos apenas se abrieron cuando me di cuenta de que había algo diferente. No algo. Todo. Erik estaba detrás de mí, con sus brazos todavía a mi alrededor, el sonido de su respiración lenta en mi oído. Su cuerpo caliente contra el mío, la presión de su polla dura contra mí... Ahora, esto es con lo que me gustaría despertar cada mañana. Mi propio pene estaba rígido, de la misma forma que pasaba siempre que tenía contacto con este hombre. Me apreté contra él tan suavemente como pude, tratando de no despertarlo, pero no tuve éxito. Sus brazos se movieron, jalándome más fuerte hacia él, y sus caderas se movieron contra mí. Sus dedos me acariciaron suavemente, acariciándome más allá de mi piel..., algo dentro de mí también.
Me volteé para encararlo.
—Hola —susurré.
—Hola. —Él me dio una sonrisa soñolienta.
¿Puedes decirme que tan tontos estábamos siendo? Después de todas las veces que habíamos follado como animales, después de la tierna demostración de amor que sucedió anoche, los dos estábamos sonrojándonos ahora.
Lo hicimos de nuevo, como anoche: sonrisas ridículamente satisfechas, pausadas y afectuosas.
***
Era sábado por la mañana y Erik me dejó en mi casa para recoger algo de ropa mientras él iba a una reunión a la hora del almuerzo otra vez. No había visitado el gimnasio últimamente porque hacía todo el ejercicio que necesitaba conmigo, en cada superficie plana de su casa o incluso en el trabajo. Era un ejercicio que nunca se detenía para los dos.
Rápidamente empaqué algunas cosas, incluso mi shampu de lavanda y gel de baño de coco y vainilla. Tuve un poco de tiempo libre antes de que volviera por mí, así que llamé a mi madre por Skype.
—Hola, mamá.
—¿Cómo estas, cariño?
—Estoy genial, mamá. ¿Cómo están tú y papá? Realmente los extraño...
—Estamos bien. También te extrañamos. ¿No podrán Raven y tú volver a casa pronto?
—No lo sé. Ella tiene exámenes en este momento, y yo tengo dinero, pero...
—No te preocupes, cariño. Sólo necesitamos saber que estás bien.
—Lo estoy. Increíblemente bien. Es por eso que te estoy llamando. Conocí a alguien... —Me mordí el labio inferior con emoción, solo pensar en él me hacía sentir mareado.
—Oh, cariño, estoy tan feliz por ti. ¿Él te trata bien? —Lo pensé por un segundo, pero no había nada qué pensar. Erik no era más que un perfecto caballero conmigo, su personalidad distante no tiene nada que ver con la forma en que me trata, o la forma en que se siente por mí. Seguía siendo el mismo hombre con la expresión fría que envía escalofríos a todos, pero cuando estábamos juntos, él era una persona completamente distinta: se relaja, dejaba la sofisticación y sus tensos modales cuando estaba conmigo, y me muestra una sonrisa que puede hacer detener mi corazón cada vez que hablo apasionadamente de algo.
Sé que él sentía lo mismo por mí. Incluso me abría la puerta de su auto al subirnos, ¿puedes creer eso? Mi adinerado y caliente jefe es un caballero conmigo. Y sólo conmigo, con nadie más.
—Sí. Y realmente espero que lo conozcas algún día.
—Yo también, mi niño. ¿Y él escucha? —Sabía a qué se refería. Puedes decir que soy un niño de mamá, pero siempre compartí todo con mi madre y mi hermana. Ellas fueron mis mejores amigas. Algunas de mis relaciones previas habían terminado sólo por eso; mi problema de conversación, si puedo llamarlo así. Cuando mis relaciones llegaban a una ruptura, siempre fue esa la explicación principal que me daban. También estaba el hecho de que yo veía que no escuchaban nada de lo que dijera. Eso era suficiente para que yo me rindiera.
Pero Erik... Él me escucha todo el tiempo. No porque tuviera que hacerlo. Él no tenía por qué. Él no me prometió nada. Podría haberme despedido en cualquier momento, o echarme de su oficina cuando no quería escucharme. Ni siquiera era una cuestión de "no me importa que estés hablando". Siempre escuchó todo.
—Él escucha, mamá. Pero eso no es todo por lo que es increíble. Podría hablar de él durante horas... —Ella se rio entre dientes.
—Oh, soy consciente de eso, cariño.
—... porque estoy enamorado de él.
—¿Estás seguro, mi niño? Nunca te escuché decir eso antes.
—Sí. Y creo que él me ama también.
—Charles... estoy muy feliz por ti.
—Yo también.
***
Pasamos el mes saliendo a cenar o quedándonos en su casa. Hablamos, y yo lo hice sonreír y reír. Sus formas de pedirme que pasara tiempo con él no cambiaron, si acaso, se volvieron aún más extrañas. Le ahorraré el problema de pensar en otra razón ridícula de por qué debería pasar la noche con él esta noche.
—¿Quieres que vayamos a tu casa por algo de vino? Podría preparar la cena si quieres.
Intentó sonar indiferente, pero sus ojos me sonreían.
—Bien.
***
—Te estoy preparando Fettuccine Alfredo con vegetales. —Le sonreí, tomé una olla y la llené de agua y sal. Se quedó parado junto al mostrador, nunca pareció más contento—. ¿Está bien?
—Perfecto. —Sonrió, hipnotizado al ver recorrer su cocina como si estuviera en mi casa.
—Enciende esta cosa. No estoy acostumbrado a las estufas tan elegantes.
Él se rio entre dientes y encendió la estufa, la cual tenía una contraseña, no sé si puedas creerlo. Cuando el agua se calentó y la pasta hirvió, me volví hacia el mostrador para encargarme de la salsa.
—¿Tienes algún delantal?
Asentí mientras él señalaba el delantal negro colocado en una percha de plata junto al arco de la cocina.
—¿Puedes atarlo para mí, por favor? —Le di la espalda y sentí su aliento en mi cuello, atando lentamente el delantal. No debería haber sido tan erótico, pero así se sintió, y no pude evitar jadear. Siguió dejando suaves besos a lo largo de mi cuello, sus brazos se cerraron alrededor de mi cintura y giré el rostro sobre mi hombro para besarlo. Deslizó su lengua entre mis labios. Oh, esto no es bueno, quiero decir, esto es demasiado bueno... debo detenerlo antes de que lo llevemos más lejos y terminemos sobre el mostrador.
—Erik —susurré contra su boca, sintiendo una sacudida de placer en mi estómago al solo besarlo y sentirlo contra mí.
—¿Sí?
—¿Tienes tomates? ¿De los pequeños? —Él se rio una vez más de mi ridiculez.
—No lo creo. Enviaré a Peter para que consiga algunos.
Peter, el portero que al principio no me quería mucho, se encariñó bastante conmigo, probablemente porque, como me dijo, hago que el señor Lehnsherr sea muy amable. Aunque Erik solo sonríe frente a mí, se volvió más razonable con las personas que le sirven.
Abrí el armario izquierdo para tomar dos vasos. Él compró mi vino favorito. De todos los diferentes tipos que me había hecho probar durante los últimos meses, preferí el vino rosado. Levantó la vista para verme sonreír y estoy seguro de que lo vi pelear contra su propia sonrisa.
—¿Qué es esto?
—¿Copas? —Fruncí el ceño, confundido. Puede que no sea un conocedor de vino, pero definitivamente eran copas de vino.
—Estamos bebiendo rosa y elegiste copas para vino tinto. —Ah, las cosas que le divertían.
—Oh. ¿Importa? Digo, es sólo un vaso...
—Por supuesto que importa. —Me llevó de vuelta al armario y recogió otras dos, mostrándome la diferencia—. Las copas de vino tinto son más anchas porque la mayor exposición al aire ayuda a que los sabores más profundos y multifacéticos del vino tinto se desarrollen por completo. Las copas de vino blanco...
—Oh, cállate, cerebrito. —Lo besé en los labios, porque comencé a sentir que no estaba a su nivel de sofisticación—. Eres un snob —susurré contra sus labios y él retrocedió, herido.
—No creo que ser educado sea lo mismo. —Lo abracé fuertemente, escondiendo mi rostro en su pecho.
—¿Te molesta? —Pregunté, sintiéndome bastante inculto e intimidado.
—¿Qué?
—Que no soy, tú sabes, no soy..., y tú eres... —Se apartó y me hizo ver su desaprobadora mirada.
—Me fascinas. ¿Cómo puedes decir eso? —Esa fue la primera vez que admitió lo que sentía por mí, excepto de cuando le dije que me gustaba y él me dijo que no quería que yo le gustara. Imagina mi emoción. Pero, a pesar de su revelación, todavía estaba sintiendo que no pertenecía a su mundo.
—Sí, pero soy tan común —continué, avergonzado.
—No eres común. —Mi hermoso hombre es genuinamente un caballero, aun cuando solía ser un idiota arrogante. Debería estar orgulloso de mí mismo, creo que yo lo ayudé con eso.
—Vamos a beber de las copas que elegiste.
—No, Erik. No son "los correctos" —me burlé de él, una vez que me relajé por su dulce manera de hacerme sentir mejor.
—Vamos, me muero de hambre. —Tomó las copas y volvió a la mesa.
Erik fue amable al ayudarme a preparar la cena, y fue más amable cuando confió en mis habilidades culinarias y probó la comida.
—Eso está..., realmente delicioso.
—Oh, gracias, estoy tan feliz de que te guste —jadeé felizmente—. ¿Sólo delicioso? —Supliqué más cumplidos.
—Bueno, está increíble —dijo divertido, y yo lo miré con mis ojos de cachorro tratando de obtener más—. Es malditamente fantástico —se burló de mi acento y me reí en voz alta de lo adorable que sonó.
—Eres adorable —confesé, aun riéndome, y él puso su expresión de enojado.
—Soy todo menos adorable. —Sí, sigue diciéndote eso a ti mismo—. Prueba el vino. —Me sirvió un poco en la copa "equivocada" y tomé un sorbo.
—Oh, me encanta el vino rosado. Es mi favorito.
—Lo sé.
—Hablo tanto, ¿cómo te las arreglas para recordar todo lo que he dicho? —Pregunté, asombrado por su memoria y halagado de que escuchara.
—Recuerdo todo lo que dices, especialmente esto.
—¿Por qué? —Sonreí aún más.
—Porque también me encanta el vino rosa, últimamente. Me recuerda... Es dulce y refrescante. Como tú.
¡Oh Dios mío! Lo miré con asombro, ni siquiera parpadeé. Estaba siendo tan dulce y galante que se me erizaba la piel. No pude hacer nada, no había nada que pudiera decir para responderle, así que simplemente fui hacia él y lo besé profundamente. Entonces me reí como un adolescente. Justo cuando pensaba que no podía amarlo más...
—Come. Hay un postre esperándote. —Le guiñé sugestivamente.
***
Él estuvo bajo mucha presión la siguiente semana. Así que le sugerí que nos relajáramos en su casa. Lo agarré por los hombros y le di un ligero masaje cuando estábamos en su sofá.
—Quítate los zapatos, mira el juego, toma una siesta. Relájate —le susurré, con voz suave, como si fuera su terapeuta.
—No tengo tiempo para—
—Shh, ahora lo tienes.
—Es muy temprano, tengo mucho que hacer esta semana, y me estás haciendo dormir. —Estaba acurrucado entre mis piernas, las que había envuelto cómodamente alrededor de su cintura, con su espalda contra mí, y continué masajeando sus hombros. Susurré en su oído, trazando besos ligeros en su cuello.
—Esa es mi misión. Necesitas un pasatiempo.
—Tengo pasatiempos, —gruñó, mientras encendía el televisor en el canal de deportes.
—Follarme en tu escritorio no cuenta como pasatiempo. —Sonreí, pero él se volvió bruscamente para mirarme con el ceño fruncido.
—Eres todo menos un hobby para mí, Charles.
Muy bien, vamos a ver qué tan rara es esa frase. A pesar de que comenzó a llamarme por mi primer nombre desde hace tiempo, apenas lo usaba. Realmente nunca hablamos sobre nosotros. Quiero decir, hubo una vez hace unos meses que me pidió, de la manera más extraña posible, que fuera su novio, pero me negué y realmente no sé lo que somos en este momento.
—Oh... ¿Entonces qué soy para ti? —Él parecía no saber cómo responder, no era alguien que cortejara, y yo no quería torturarlo más. Me encantaba estar con él, incluso si era de esta forma. Yo era un romántico gigantesco, pero no podía pedirle lo mismo a él, así que me incliné para besarlo y sacarlo de su miseria, pero él habló antes.
—Hermoso. Fascinante. Lindo. Inquietante. Divertido.
Ahora yo estaba sin palabras. Pero tuve que decir algo ante su adorable intento de responderme.
—Eso es..., esos son algunos adjetivos bastante buenos —él se rio tímidamente.
—Sí... eres un adjetivo bastante bueno para mí.
—¿Qué más?
—Impaciente, talentoso, engreído, presumido.
—Amo a los hombres con gran vocabulario.
—Sabelotodo, juvenil, petulante, patoso... Genuinamente, una pequeña adorable y pequeña mierda.
Lo golpeé juguetonamente con la almohada y él se rio a carcajadas, volviéndose para besarme, pero sin dejar de sonreír.
—Detente, es como si estuviera besando a Jack O 'Lantern —me reí hasta quedar sin aliento, pero aun así lo besé, y quise que nunca se detuviera. Se giró completamente, tirando de mí para que yo estuviera recostada en el sofá, y se colocó en una posición mucho más cómoda encima de mí. Abrió mis piernas y lo abracé más fuerte. Se meció un poco encima de mí mientras nos besábamos. Era lánguido y suave, no había ningún deseo ardiente y pesado. Y volví a sonreír dulcemente en el beso.
Todo fue increíble. Estábamos hablando. Riendo. Comunicándonos. Follando. Y...., amándonos el uno al otro. Lo amaba y él me amaba, estaba seguro de eso.
Era como un cuento de hadas, uno que me asustaba. Porque todos los cuentos de hadas comienzan bien. Con el príncipe, un reino feliz y todo eso. Pero entonces todo se convierte en mierda. En un minuto Hansel no siente dolor, muerde una ventana hecha de azúcar, y al siguiente una vieja bruja intenta meter su trasero en el horno.
Así que, temiendo que todo me explotara en la casa, abracé con fuerza a mi príncipe, no queriendo dejarlo ir. Excepto que él no era un príncipe, sino un rey.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro