No me hicieron caso con respecto a la comida, de hecho, creo que hasta sabe peor o quizás sólo soy yo.
Hoy hubo una terapia grupal con varios internos, que se veían aún más afectados por las drogas que yo. Yo no hablé aunque me obligaran, ellos no inspiraban confianza, estaban raquíticos, me daban asco.
Igual por eso me dio como vergüenza hablar, lo admito, no era tanto el asco sino la timidez mía por la falta de confianza en los seres humanos. Ojalá que eso no siga en las siguientes terapias porque he pasado por una vergüenza tremenda al ser el único tonto que no abre la boca.
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