7. Diversión
—¡Hey! ¡La Push, nena! ¿Te apuntas? —preguntó Eric a Bella, quien apenas estaba llegando a la mesa y colgando su mochila en el respaldo de la silla.
Me limpié los dedos con la servilleta y la hice bola antes de dejarla sobre el plato de cartón, en el que había venido el emparedado que ya me había comido.
—¿Debería saber lo que eso significa? —cuestionó, entornando los ojos y sin entender.
Mordí una papa francesa y formé una mueca. Estaba fría y nada crujiente. Decidí no comerlas, alejando mi bandeja a un lado.
—Es una playa en la Reservación Quileute. Iremos todos mañana —explicó Mike.
—Habrán muchas olas —añadió Jessica, comiendo de su ensalada.
—Y yo no sólo navego en el internet —presumió Eric, levantándose de su silla con victoria.
Mike se levantó para imitar como si surfeara sobre la silla, y Tyler lo jaló hacia abajo antes de que algún profesor lo viera y lo regañara.
—Eric, sólo estuviste parado una vez, y fue en una tabla de espuma —lo calmó Jessica con burla.
—Eli y yo no nos metemos al agua, pero a veces se pueden ver ballenas. Ven con nosotros —la invitó Angela con emoción.
Le sonreí a Bella, animándola a ir. No siempre pasaban ballenas, pero cuando lo hacían era agradable. Si habían muchas, acompañaba a Angela a bajar a la playa para tomar algunas fotografías..
—La Push, nena —dijo Eric, tratando de ser más convincente—. Es... La Push —recalcó con tono jocoso.
Me levanté con la bandeja de comida en manos, dejando mi mochila colgando en el respaldo de mi silla.
—Bien. Iré si dejas de decirlo, ¿de acuerdo? —aceptó Bella, haciéndonos reír.
—En serio, amigo. Es raro —apoyó Mike, lanzándose una uva a la boca.
Me dirigí al bote de basura y tiré todo lo necesario. Después, cuando llegué a dejar la bandeja sucia al cubo correspondiente, me volteé para regresar a la mesa con los chicos... y me detuve abruptamente al encontrarme con él. Emmett.
—Hola.
No supe qué decir. No lo veía desde el accidente. Había desaparecido dos días. Por un momento creí que incluso se había ido por tanto tiempo que hasta lucía diferente, pero no lograba identificar en qué.
—¿Cómo te sientes?
—Bien —contesté de golpe. Inhalé y exhalé. Necesitaba relajarme—. Como si nada.
—Me alegro —respondió, asintiendo.
Estaba tan cerca, que de nuevo me sentí pequeña. No pude evitar recordar cómo me había cargado en brazos tan fácilmente, haciéndome sentir frágil y ligera.
—Gracias... por la ayuda —comenté en voz baja, tragando duro.
No sabía cómo actuar con él ahora. No éramos amigos, pero tampoco extraños, y había sido mucho más amable conmigo que cualquier otro chico (fuera de mi grupo de amigos) de la escuela.
Sólo seguimos mirándonos, yo contemplándolo. Resultaba difícil concebir que existiera alguien tan guapo. Temía que desapareciera en medio de una repentina nube de humo y que yo me despertara.
Él debía de esperar que yo comentara algo, y por fin conseguí decir:
—¿Usas lentes de contacto? —le solté sin pensarlo.
Mi inesperada pregunta lo dejó perplejo.
—No.
—Te veo los ojos distintos —musité.
Se encogió de hombros y desvió la mirada.
De hecho, estaba segura de que habían cambiado. Recordaba vívidamente el intenso color negro de sus ojos la última vez que me miró. Un negro que destacaba sobre la tez pálida y combinaba con su pelo azabache. Hoy tenían un color totalmente distinto, eran de ocre extraño, más oscuro que un caramelo, pero con un matiz dorado. No entendía cómo podían haber cambiado tanto a no ser que, por algún motivo, me mintiera respecto a los lentes. O tal vez ese golpe en la cabeza había afectado mi visión por unos momentos.
—Escuché que irás a la playa este fin de semana.
Me di cuenta que se había apresurado a cambiar el tema, pero lo dejé pasar. No era una persona entrometida, y si él decía que no usaba lentes de contacto (fuera cierto o no), no iba a cuestionarlo ni interrogarlo.
—Sí, a la Push —respondí—. Los chicos quieren ir a surfear.
—¿Surfeas? —preguntó. Detecté el ligero tono oculto de diversión en su voz, como si no pudiera imaginarme sobre una tabla.
—No..., pero podría hacerlo... si quisiera intentarlo —aclaré, cruzándome de brazos. Esbozó una gran sonrisa, que me robó el aliento, y alzó las manos en señal de paz—. Deberías venir. Será divertido.
Tan pronto como dije eso, me arrepentí. No por que no quisiera que fuera (¡me encantaría!), pero porque lo había hecho sin pensar. Como dije antes, no éramos cercanos. Tal vez él podría considerar raro que lo invitara a la playa con mis amigos.
Tan rápido como adoptó una expresión sorprendida, la perdió y formó una mueca inconforme.
—Ya tengo planes con mi familia.
Mi pequeña esperanza se esfumó.
—Claro, entiendo —le dije, asintiendo. Captaba las indirectas, pero no tenía que mentir. Era obvio que ésa no era la verdadera razón (acababa de descubrir que no era muy buen mentiroso). Me moví para ir hacia la mesa—. Otro día será.
—Ophelia —me llamó, moviéndose para taparme el camino. Me miró a los ojos, agachando un poco la cabeza para verme fijamente. Tuve que echar la cabeza hacia atrás. Era tan alto. Sus ojos reflejaron una extraña mota de ternura y tristeza que no pude descifrar—, aunque disfrutaría mucho verte en traje de baño, en verdad tengo planes este fin de semana. Nos vamos de excursión al bosque de Goat Rocks, al sur del monte Rainier.
Boqueé. Me había tomado desprevenida con ese comentario. Sentí mi cara tan caliente como cuando sacaba algo del horno. Apostaba a que estaba roja. Sólo me ponía así cuando pasaba mucho tiempo cocinando.
—Lo sé, te creo —dije con dificultad. Desvié la mirada cuando él sonrió con sus blancos y rectos dientes a la vista, una sonrisa lobuna y juguetona, casi depredadora—. Será en otra ocasión.
—En otra ocasión —prometió.
No me di cuenta de que había retenido la respiración hasta que volví a la mesa y me senté. Por suerte, los chicos estuvieron muy ocupados, observando a Bella Swan conversar con Edward Cullen, como para notar mi interacción con Emmett, lo cual agradecí. Todavía seguí en shock por las siguientes dos clases.
Entonces, cuando pude calmarme, me di cuenta de lo que dijo que eran sus planes el fin de semana. ¿Acampar en Goat Rocks? Ése era un muy mal lugar para ir de excursión. Había demasiados osos. La mayoría de la gente acudía allí durante la temporada de caza.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro