26. Protección
El día siguiente no fue menos tenso o abrumador que ayer. No me sentía descansada, y estaba muy lejos de estar tranquila. Constantemente pensaba en dónde podrían estar, si estarían bien, cuánto les faltaría para atrapar al cazador y si Emmett volvería.
Sin importar lo impotente y poderoso que pareciera, no iba a dejar de preocuparme por él. Ese día por la tarde, mientras rellenaba la taza de café de Rosalie en el Carver Café, durante mi turno, me di cuenta de que lo amaba más de lo que creía posible.
¿Sobreviviría mi corazón al dolor de perderlo? ¿Qué tan aferrado estaba a él, qué tanto dependía de su existencia para seguir latiendo con fiereza?
Rosalie le sopló al café de la taza entre sus manos, y fingió darle un sorbo. Dejé la cafetera de vuelta en su lugar y tomé el trapo para limpiar la barra. Era una suerte que hoy tuviera mi turno en el restaurante, porque me mantenía lo suficientemente ocupada como para no pensar demasiado.
Entonces, pasó lo que supe que haría que mis manos sudaran y mi ansiedad estuviera a flor de piel. El celular de Rosalie sonó en un timbre suave.
—¿Hola? —su voz suave delató que se sentía probablemente tan preocupada como yo— Sí, claro que sí. No, nada. ¿Y el cazador? Entiendo. Está bien. Te amo.
Despegó el teléfono de su oreja y me lo tendió. Ni siquiera me fijé en su expresión, lo tomé rápidamente y esperé a escuchar su voz. Me alejé unos pasos, queriendo un poco de privacidad, aunque sabía que Rosalie podría escuchar todo con claridad.
—Ophelia.
Mi corazón saltó de alivio.
—¡Emmett! Estaba muy preocupada.
—Te dije que no lo hicieras.
Era tan increíblemente maravilloso oír su voz que mientras él hablaba sentí cómo la nube de desesperación que planeaba sobre mí ascendía y se disolvía.
—¿Dónde estás?
—En los alrededores de Vancouver. Lo hemos perdido. Parecía sospechar de nosotros y ha tenido la precaución de permanecer lo bastante lejos para que Edward no pudiera leerle el pensamiento. Se ha ido, parece que ha tomado un avión. Creemos que ha vuelto a Forks para empezar de nuevo la búsqueda.
—Ya veo...
—Sólo tienes que permanecer ahí y esperar hasta que lo encontremos otra vez.
—Me encuentro bien. ¿Aún está Esme con Charlie?
—Sí, la mujer ha estado en la ciudad. Entró en la casa mientras Charlie estaba en el trabajo.
—¿Qué es lo que intenta?
—Conseguir pistas, probablemente. Ha merodeado por la ciudad toda la noche. Esme la ha seguido hasta las cercanías del aeropuerto, por todas las carreteras alrededor de la ciudad, en la escuela... Está rebuscando por todos lados, pero no va a encontrar nada. No debes temer, Rosalie te protegerá.
—Lo sé.
—Si el rastreador se acerca a Forks, lo atraparemos.
—Te echo de menos —murmuré.
—Lo sé, yo también —suspiró.
—¿Volverás pronto? —pregunté, sintiendo que mi voz estaba a punto de quebrarse.
—Nada me impedirá que vuelva a ti, cariño —prometió—. Pero antes debo asegurarme de que estás a salvo —su voz se había endurecido.
—Te esperaré.
La nube de abatimiento se volvió a cernir sobre mí sigilosamente en cuanto se cortó la comunicación. Me giré para devolver el móvil a Rosalie.
—Te dije que estarían bien.
Sí, me lo había dicho hace una hora, cuando me vio tan nerviosa que dejé caer una taza de mis temblorosas manos. Asentí en agradecimiento. No sólo me aliviaba tenerla por protección, sino por la compañía también.
—Iré a cambiarme, mi turno ya terminó —le avisé.
Rosalie asintió, pero sus ojos examinaban cautelosamente las ventanas, vigilando el exterior.
Tomé mi ropa del casillero en el cuarto de servicio y me cambié el uniforme por mi ropa. Traté de ser rápida, temiendo impacientar a Rosalie, y salí con mi bolso al hombro. Era tarde, casi las siete.
La campanilla de la puerta sonó cuando puse un pie afuera. Luego, tuvo que sonar de nuevo cuando Rosalie me tomó por el brazo y me obligó a retroceder, volviendo al interior del restaurante.
—Está afuera —me explicó, arrugando la nariz—. Tendremos que esperar. Siéntate. Llamaré a Esme.
Inmediatamente me senté en uno de los taburetes de la barra, mientras Rosalie le advertía a Esme de la locación de Victoria. La había olido, debía estar cerca.
Pasó una hora en la que Rosalie estuvo afuera del restaurante, vigilando y esperando a que Victoria se alejara para llevarme a casa. Manejó más rápido de lo que la ley permitía, pero no dije nada.
Rosalie no se despegó de mí hasta que entramos a mi cuarto. Entonces se quedó vigilando como halcón por la ventana. Mi madre estaba en la ducha, por lo que me dediqué a adelantar algunas tareas para matar el tiempo.
El teléfono sonó de nuevo.
—Henry —atendió. Su hermosa cara adoptó una expresión de preocupación, lo que instantáneamente me hizo temblar. ¿Qué había sucedido? Oh Dios— ¿Cómo? ¿Y están en camino? De acuerdo. Sí. Aquí esperaré. Dile a Emmett que se calme. Está bien. Yo también.
Y colgó.
—¿Qué ocurrió? —pregunté con voz temblorosa.
—El cazador engañó a Bella para ir a su antiguo estudio de ballet en Phoenix, con un viejo video que sacó de la casa de su madre. La mordió en la muñeca y casi la transformó, pero los demás llegaron a tiempo y se las arreglaron para drenar el veneno de su sistema. Destruyeron a James. Bella está herida, pero ya se encuentra en el hospital. Carlisle y Edward se quedarán, los demás ya vienen de regreso.
Dejé salir todo el miedo y nerviosismo en una profunda y larga exhalación. Rosalie sonrió de lado, casi divertida. Ella seguramente se había sentido mucho más confiada en que todo saldría bien.
—Sabes que la paciencia no es una gran virtud de Emmett —mencionó—, pero en este caso va a beneficiarte. Ha tomado el primer avión a Washington. Llegará aquí en cinco horas.
Esta vez yo sonreí divertida. Tenía razón. Emmett no era muy paciente para cosas tan simples que podían ocurrir rápido y fácilmente, y en este momento amaba eso de él. Llegaría mucho antes que los demás, que venían en coche.
—Descansa, Ophelia —sugirió, volviéndose hacia la ventana.
Ella sabía que no había descansado bien anoche. Me había despertado entre sueños y por la mañana sentí que no había dormido ni cinco minutos. Pero en cuanto me recosté en la cama y cerré los ojos, pude quedarme dormida y no desperté hasta que alguien tocó mi hombro.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro