🏖️ ; 12.1
—Chicas no lo creo...
—¡Pero vamos! Será solo un poco y volverías sana y salva a casa antes de la medianoche, lo prometo. —decía JiSoo.
Habían comenzado a juntar la mesa, la cachorra ya estaba cómodamente durmiendo en su cama junto a Hank, Rosé estaba presenciando como las amigas de Lisa trataban de convencerla de acompañarlas a beber algo con ellas.
Y aunque podía decir que tenía experiencia con Lisa ebria en los bares, no quería ni pensar en que se repita esa historia con otro alfa.
Rosé no era celosa, pero ella había sido su enamoramiento del bar, durase lo que durase, en este caso, para toda la vida.
—No voy a dejar a Danielle. —la excusa de Lisa era buena, pero estaba ella y tenía un papel que cumplir.
Quería que Lisa este feliz después de todo y se olvide un poco de lo que le angustiaba, y si tenía que embriagarse una vez cada años para eso, Rosé le ayudaría.
—Puedo quedarme con Danielle, dormiré en la otra habitación y estaré alerta si algo le sucede. —propuso, Lisa le dió una mirada.
JiSoo aplaudió y comenzó a empujar a su amiga al pasillo, exclamando que tenía que ponerse algo más suelto y no tan hogareño. Aunque Lisa se veía hermosa en su sweater de estampa.
Se giró a ver a Jennie, una petición quemándole la garganta.
—Hagan que se divierta, por favor. —susurro, pero la alfa mayor la escucho.
—Es nuestra intención, pero no la había visto tan bien en mi vida, no me simpatizas del todo, pero tengo que agradecerte, le haces bien, a ambas. —respondió.
Rosé pensaba que Lisa necesitaba estar más feliz y suelta, Jennie le aseguraba que nunca la había visto tan feliz como en el presente, ¿Qué habría sido tan triste en su pasado?
—Realmente quiero a Lisa y a Danielle, son... Siento una conexión muy grande con ellas, pero no sé casi nada de su pasado además de ustedes y algunas cosas más, me agrada saber que de alguna forma ayudo, pero necesito saber que ocurrió antes para no cometer más errores con ella. —explicó, esperando que la otra alfa entendiera su dilema.
Por suerte, pareció que si, pero la respuesta no fue la que quería.
—No es mi pasado para hablar de el, pero Lisa sufrió mucho, su madre... Su madre es horrible, solo dale tiempo y seguridad. —aseguró, dejándola en el mismo callejón sin salida.
Al menos ahora sabía que el problema nacía en su madre.
—Gracias. —susurró, comenzando a levantar los platos sucios.
—A ti, me tranquiliza saber que está en buenas manos, cuando supimos que se había ido sin decirnos casi me muero de la angustia, ni hablar JiSoo, pero verla tan bien y contenta lo vale. —aseguró, ayudando también con la mesa.
Cuando las omegas regresaron, Rosé lavaba los platos y recipientes, sabiendo que a la omega le gustaba tener la cocina en orden.
Tuvo que cerrar el agua cuando la vió, hipnotizada por la omega de cabellos sueltos y castaños, junto su falsa de cuero que hacían de ensueño sus piernas eternas, la camisa desabotonada siendo demasiado sexy bajo una pequeña blusa de tirantes por debajo y las mejillas sonrojadas naturalmente.
Era el sueño viviente de cualquier alfa, de carne y hueso allí parado como un ángel.
—Tienes mi número, llámame si algo sucede, comió salsa puede que le duela el estómago o vomitar o... —comenzó a enumerar cosas que nunca pasarían porque Danielle ya estaba dormida—. O mejor me quedo, por si acaso.
Rosé supuso que Lisa nunca había dejado a Danielle para algo así en los dos años y medio de la cachorra, así que eran normales sus preocupaciones.
Sostuvo sus brazos, manteniéndola quieta y prestándole atención. Era tan bonita que Rosé casi se olvida lo que iba a decir de solo verla.
—Hey estará bien, y te llamaré si sucede algo fuera de lo normal, tu tranquilízate y diviértete, estaré aquí esperando anécdotas, ¿Si?
Lisa terminó asintiendo, Rosé no se resistió y beso su frente, aprovechando para olfatear rápidamente sus mechones.
—Diviértete, ¿Si? Yo estaré aquí cuando regreses para oírlo todo. —susurró contra su frente.
La sintió suspirar, sus manos estaban en su pecho cómodamente.
—Bien, pero por favor llama si algo sucede, te escribiré toda la noche. —pidió, alzando la mirada para verla.
—Está bien, escribe todo lo que quieras. —aceptó, egoístamente feliz porque eso significaba que hablaría con ella y no con otros alfas.
Era celosa, no lo ocultaría aunque tratará de evitarlo, en especial con su omega.
Besó una vez más su frente y la dejo ir, sonriendo al ver la cara de la otra omega.
Las vió irse y termino de limpiar la cocina y poner orden en todo, intentando imitar lo que le gustaba a Lisa y fallando, pero al menos se veía todo en orden, cerró la puerta y apagó las luces, pasando por la habitación de Danielle para comprobar que seguía arropada y dormida.
Tenía que bañarse, no quería ensuciar las sábanas de Lisa, y encontró una remera blanca y una short que le entrarían aunque algo ajustadas conociendo los gustos de Lisa, así que solo se lavó y prometió jamás confesar que hizo con la ropa interior.
Realmente no sabía cuál era la habitación de Lisa y cuál no, ambas estaban impecables y resultaban tan acogedoras a la vista que entró en la que le pareció y se metió a la cama.
Los mensajes comenzaron a llegar pasada la medianoche y Rosé se encontró sonriendo en la oscuridad al leer a la omega claramente ebrio a lo largo de la noche.
Estaba feliz de ver que pudo relajarse y soltarse, aunque le preocupaba un poco que la única forma sea con alcohol, pero una vez cada tanto y controlado no hacía mal a nadie.
Terminó durmiéndose luego de contestar un mensaje, corroboro que Danielle dormía y conectó su celular a cargar cerca por si alguna llamaba, cayó en un sueño profundo que no fue interrumpido hasta que oyó la puerta de entrada.
Rápidamente se levantó, relajándose al ver al trío dinámico en la sala, Jennie sostenía a dos divertidas JiSoo y Lisa, la alfa parecía suelta pero mucho más compuesta que las otras dos y tenía un beso color sangre en su cuello descamisado.
—Suerte que despertaste, encárgate de este. —dejó a Lisa parada sola tambaleándose como un cervatillo herido en sus piernas.
Rosé se apuró en sostenerla, pasando los brazos sueltos de la menor por su cuello y afirmándola por la cintura, la omega sonriendo como una niña en Navidad al verla.
—¡Hey! Eres tú. —balbuceó, su rostro hundiéndose en su cuello.
—Hola Lis, te vez divertida. —dijo besando su mechones ondulados desordenados y húmedos, olían tan bien, tan a Lisa.
—Si me divertí y mucho, nos dieron tragos de colores divertidos, eran pequeñitos, ¿Recuerdas JiSoo?
JiSoo se balanceaba colgada del cuello de Jennie, probablemente diciéndole algo tonto por la expresión hastiada de la alfa. Saltó cuando oyó su nombre, tenía los labios pintados de rojo.
Interesante.
—¡Si! Eran muy bonitos, yo me tomé uno verde y uno azul y otro rosa y había un amarillo y oh tomé otro verde porque el verde sabia chistoso. —una risita escapó de sus labios antes de volver a esconderse en la alfa.
Lisa también se rió en su cuello, su risa cantarina siendo el pan de cada día que Rosé necesitaba.
—JiSoo le dio un besito a Jennie, jijiji, ¿Puedo darte un besito yo?
Oh dios si, no, Lisa estaba ebria y confundida, no quería besarla, solo eran los tragos coloridos hablando y haciendo cosas en su sistema.
—Bien, vamos a dormir, ¿Quieres dormir Lili? —tragó saliva, peleando con su autocontrol cuando la omega se quejo en su cuello.
—Pero quiero un besito. —sollozó, siendo toda una omega caprichosa que Rosé quería besar tanto.
Quería agarrarla de sus delicados hombros y besarla hasta que el aire le falte, pero no le importaría porque toda la fuente vital de la que quería beber estaba en esos labios carnosos y rosados.
—Si, nosotras también, vamos JiSoo. —Jennie cargo a la omega que se despidió con la mano, más entretenida en abrazar a la alfa que despedirse.
Ella hizo lo mismo con Lisa, llevándola con demasiada facilidad en brazos, era más liviana de lo que parecía.
—¿Quieres un cambio de ropa, Lis? —pregunto, tomando el pijama que había encontrado antes que debía ser suyo.
Olía a la omega, suave y acogedor como todo el lugar.
—Solo si tú me la quitas y me das un besito así chiquitito. —dijo la omega estirándose en la cama.
Rosé tuvo que tomar un respiro y pensar en su madre para no hacer una locura de la que la omega se arrepentiría.
—Te besaré cuando tengas puesto el pijama y estés acostada, ¿Si? —intento negociar, tenía que ir a buscarle un vaso de agua y algo para el dolor de cabeza que tendría cuando eso baje.
—¿Pero me besaras?
—Si, Lis, te besaré, ahora vístete y acuéstate en lo que regresó, ¿Si?
La vio asentir y salió hacía la cocina, llenó el vaso de agua y buscó en su mochila una pastilla para el dolor de cabeza y otra para la acidez estomacal, regresó a la habitación pensando seriamente si hacer que las tomé en el momento o esperar a que se levanté al otro día.
Decidió que la segunda, no sabía que tomaba Lisa y darle pastillas en ese estado se sentía mal, aún si eran con una buena intención.
Entró en la habitación, tocando antes de abrir la puerta, Lisa si se había vestido pero no sé había acostado, estaba sentada en canastita, viéndose adormilada y adorable en esa pijama que era claramente de unas tallas más que la que debería.
Sus cabellos desordenados parecían una nube al rededor de su cabeza y sus párpados parecían pesados, se dormiría apenas toque la almohada.
—Ten, cariño, toma algo de agua y luego te dejó dormir. —se sentó a su lado, estirando el vaso y ayudándola a beber.
Alejó el vaso cuando estuvo satisfecha y Rosé la dejo en la mesa de noche junto a las pastillas.
—¿Te vas? —murmuró, sus ojitos miel viéndose brillosos en la oscura habitación.
—Iré a dormir al sofá. —negó, pero Lisa negó también.
—Quédate aquí, conmigo, por favor. —rogó, su cabeza cayendo sobre su hombro.
Suspiro, tomándola de la cintura y jalando de ella hasta abajo de las mantas dónde pudo acurrucarse bien.
Estuvieron cara a cara de pronto, Rosé espero que se durmiera pero Lisa parecía bien despierta.
—¿Cómo la pasaron? —murmuró.
—Creo que estoy enamorada de ti. —obtuvo como respuesta,
Sus ojos seguían viéndose velados, pero Rosé sabía que era Lisa quien hablaba, siendo seria y directa como si no hubiera bebido nada.
—Yo estoy enamorada de ti, definitiva y encarecidamente. —confesó como si no fuera obvio.
Lisa era la protagonista de sus sueños y pensamientos todo el día, se había quedado marcada a fuego en su alma desde que aquella única noche y ahora había vuelto a arder. Ella era la causa de la confusión de su alfa en los últimos años, no quería seguir buscando algo que ya había encontrado.
La omega se acercó un poco más, Rosé pasó un brazo por su cintura, necesitando ese contacto más directo, y eso fue el detonante de todo.
Los labios de Lisa estaban en los suyos y Rosé se sentía tan tan bien besándola, saboreando las almohadillas de miel en sus labios y tragando cada suspiro que de la omega brotó.
Su alfa rugía de felicidad, necesitando más y más de esa dulce omega de la cual jamás tendría suficiente, sintiendo eternos los segundos que sus labios se dejaban ir para tomar aire y continuar.
Las manos de Lisa estaban por su pecho y cuello, siendo suaves y tiernas al acariciar, pero intensas al intentar agarrarse de ella, tirando su camiseta y obligándola a arrinconarla debajo de su cuerpo, ahora totalmente inconsciente e hipnotizada por los roces incontrolables entre ambas.
Estaba besando a su omega, tan, tan mal que no podía esperar a ver sus labios enrojecidos y saber que eran a causa suya.
Y hablando de marcas, Rosé no pudo no besar su cuello, suave y tiernamente, marcando a besos su esencia.
—Rosie. —suspiro Lisa en su oído.
Y si el mundo de la alfa no había sido dado vuelta con un beso, ese divino suspiro había terminado el trabajo.
Rosé estaba hasta las manos, no había manera de volver atrás a partir de ahora, moriría por y para Lisa y sus delicados suspiros.
—Haz eso otra vez por favor. —rogó, alzando para verla.
Lisa parpadeo adormilada, sus manos ahora estaban en su cabello, acariciando su nuca. Sus labios parecían una tentadora frutilla que Rosé no pudo no volver a saborear.
Las malditas mariposas no estuvieron contentas con su estómago, ahora estaban en todas sus terminaciones nerviosas explotando y chillando.
—¿Qué cosa? —murmuró la omega confundida.
¿Podría alguien ser naturalmente tan atractiva? Si, definitivamente Lisa podía.
—Decir que estás enamorada de mi y todos esos suspiros, mierda Lisa eres la cosa más hermosa en la tierra, ¿Qué bien he hecho para merecerte? —hundió su rostro en su cuello otra vez.
Su cerebro en su estado más primitivo no podía pensar en más que la miel y las flores de su omega.
—Te amo, Rosie —susurró al aire—. Por favor no te vayas está vez.
—Nunca más, cariño, te amo y pienso cortejarte con toda la cursilería que te guste, hacerte mi omega y amarte hasta el final de mis días y aún así, no será suficiente el tiempo. —prometió, sabiendo que lo cumpliría.
Pero Lisa solo se rió como si no le creyera.
—Empieza por amarme está noche y amanecer por la mañana, por favor. —pidió, toda dulce y coqueta.
Rosé se encargó de amarla bien esa noche, una recompensa para ambas, omega y alfa, por todos los años de separación que las hicieron padecer, se tragó todos los gemidos dulces y los suspiros divinos de su Lisa, se fundió en la miel y las flores como si esa fuera su razón de ser.
Y cuando todo acabo, la abrazó contra su pecho y velo por su sueño hasta que esté mismo lo atrapó a ella.
¡Gracias por leer!
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