Desde el momento en que tus labios tocaron los míos esa noche, me sumergí en un torbellino de pensamientos mientras el canto de los grillos se mezclaba con mi risa.

- Dios, nos besamos... Pero ¿fue solo eso? ¿Un beso entre amigos? Sí, eso fue, ¿pero se besan los amigos?

La joven parecía algo inquieta, ya que la amistad no era precisamente su fuerte, siendo siempre una abeja solitaria con escasas experiencias en relaciones amistosas.

- ¿Qué sigue ahora? ¿Seré tu novia o algo más? Claro está que, como en una novela de época, la chica se cubre con la almohada al gritar en medio de su confusión - Yo, no, nunca Bea, simplemente amigos (¿Pero se besan los amigos?) - responde a su propia mente, un tanto desconcertada.

En ese instante, una pequeña abejita entra por la ventana de la habitación de la joven y se posa a descansar después de tanto aletear. Esto provoca la risa algo torpe de la chica.

- Disculpa amiguita, parece que la colmena te extrañaba ¿verdad? - la joven entabla un diálogo con el diminuto insecto, que aparentaba estar exhausto tras sus esfuerzos.

- ... Prometo traerte las flores más exquisitas de la floristería mañana, para que puedas disfrutarlas jeje.

La conversación resultó un tanto absurda y vacía, mientras Edgar se encontraba en su hogar reflexionando sobre lo mismo.

- ¿Acaso ya somos algo? No, es probablemente solo un beso aislado. Aunque, no lo negaré, sí quise hacerlo. Pero... - la mente del joven estaba confusa, al igual que la de la chica, aunque él sabía lo que había ocurrido - la besé en los labios, bajo el brillo nocturno de la luna en la cercana laguna. Si lo piensas, parece sacado de una novela cursi, pero es distinto. ¿Qué debo hacer, Edgar?

El joven coge su celular y envía un mensaje a Bea, a pesar de la hora, con un breve "mañana tenemos que hablar".

En menos de diez minutos, Bea responde con una conversación cálida que él ya esperaba: "Sip :3", contesta la chica con una pequeña sonrisa.

- Mañana parece augurar un día interesante.