Capitulo 2: felicidades entre colmenas PT2
La bufanda, de manera persistente y molesta, parecía empeñarse en acompañar a Bea a todas partes, escondiéndose en su bolso o incluso en su lonchera cuando ella quería ir al instituto.
Este comportamiento de la bufanda no era precisamente favorable para la imagen de Bea, ya que resultaba difícil de creer para los demás que una bufanda pudiera tener vida, a pesar de que así fuera.
Bea murmuraba en su mochila, pidiéndole a la bufanda que no hiciera esas cosas, pero ésta parecía no prestarle atención, casi como si se hubiera convertido en el amigo que siempre había deseado tener y que Edgar le había regalado.
En una ocasión, durante la hora del almuerzo, unas chicas intentaron molestar a Bea como solían hacerlo, pero la bufanda, con sus habilidades extraordinarias, logró sorprenderlas e incluso asustarlas. Desde ese día, Bea dejó de recibir bullying, algo increíble para ella que pudo finalmente alejarse de los problemas y evitar situaciones desagradables.
Aunque las chicas comentaban sobre el incidente, resultaba difícil creer que una bufanda había intervenido. Todo quedó más o menos en secreto.
En una jornada posterior, Bea se encontró de nuevo con Edgar, quien le preguntó cómo había sido su día con una sonrisa amigable en el rostro. Bea, emocionada, le entregó la bufanda agradeciéndole por todo lo que le había ayudado. Edgar le aseguró que no tenía por qué agradecerle, mostrando comprensión hacia alguien que solía tener pocos amigos. Bea, algo molesta, le golpeó en el brazo izquierdo, pero él solo se limitó a reír y le entregó su número de teléfono, invitándola a salir el sábado para seguir conociéndose.
La sonrisa de Bea mostraba su emoción, y Edgar parecía notarlo, riendo por las acciones tiernas e inocentes de la chica. Antes de irse, le dijo que la esperaría el sábado a las 10 de la mañana en la tienda de regalos de Star Park.
La chica respiró profundamente, sintiendo que las cosas iban a cambiar de alguna manera.
La joven, al regresar a su hogar, se apresuró a anotar el número del chico en su teléfono móvil. Sin dudarlo, le envió un mensaje que decía "Hola, soy Bea :3". El joven emocionado no respondió de inmediato, pero a los treinta minutos contestó e incluso le proporcionó más detalles sobre el lugar al que irían.
- Pensé que sería una sorpresa - murmuró Bea con una pizca de impaciencia en su voz.
Evidentemente, ella quería tener todo perfectamente preparado, ya que solo faltaban dos días para aquel sábado que tanto anhelaba.
- No puedo esperar - comentó con una sonrisa leve en sus labios.
Falta poco
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