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Capítulo 2

Al día siguiente de su llegada, las cosas no empezaron demasiado bien.

Hikari despertó a las siete y media de la mañana por el sonido de los truenos, dándose cuenta qué había comenzado una fuerte lluvia.

La mujer decidió levantarse y cerrar la ventana, a la vez, se dio cuenta de que se había acostado con la ropa de viaje puesta y que Shuntarō estaba dormido sobre el futón.

Ella suspiró pesadamente y salió de la habitación, dispuesta a tomarse un baño caliente y relajarse.

Mientras se encontraba en el agua, se permitió pensar un poco más sobre todo lo que estuvo pasando los últimos días. ¿Realmente debía creer en las palabras de ese imbécil?

Hace un mes, habían comenzado los problemas entre ella y su novio, todo el estrés laboral en los trabajos de ambos, los padres de Shuntarō y el tema de la boda se habían juntado durante todos esos días hasta llegar a un punto en el que comenzaron a distanciarse más, sumado a la falta de tiempo por sus empleos.

Y aquellas palabras de su vecino, Suguru Niragi, solo hicieron que la mujer quedara más destrozada.

« Si yo fuera él, te dejaría plantada en el altar y buscaría a una mujer de verdad, si es que aún no lo hecho. »

Hikari y Shuntarō detestaban a su vecino, todos en el edificio donde vivían lo hacían, pero él parecía tener algo muy personal con ella y cualquier persona que pertenezca a la comunidad. Y aunque ella en un inicio ignoró sus palabras, hasta le dio una bofetada cuando se las dijo, estas tuvieron un efecto en ella.

Y solo hizo que sus pensamientos más deprimentes se mezclaran con todo lo que ambos venían cargando durante un mes.

A pesar de qué Suguru ya no vivía en el edificio, sus palabras volvían a escucharse en la mente de la mujer.

La posible infidelidad...

Los comentarios asquerosos de los compañeros de trabajo de Shuntarō.

El fuerte odio de los padres del susodicho hacia ella desde que se enteraron de su pasado.

Intentó hablarlo con sus amigas, Rizuna y Yuzuha, pero ellas no pudieron hacer demasiado, aunque apoyaban cualquiera de sus decisiones y incitaron a que lo hable con su novio lo más pronto posible.

Y su madre, no le había dicho nada ya que no quería preocuparla.

Sus amigas le decían que la infidelidad no era algo que vaya con Shuntarō Chishiya, alguien a quien le costaba generar interés ─más que nada amoroso─ por otra persona, Hikari solo fue la excepción de todo.

Pero ella... notó señales.

Se había puesto en forma aquel último tiempo, llegaba tarde del trabajo y aquel último mes no habían tenido mucho contacto físico.

Shuntarō no era la persona más afectiva del universo, pero aceptaba cariño si solo era ella quien se lo daba.

Los últimos días, después de su más reciente pelea, la tensión entre ambos aumentaba y Hikari tenía miedo de hablar las cosas.

Tenía miedo de que sus sospechas terminaran siendo ciertas.

"¿Quién querría a una mujer llena de cicatrices internas y externas?"

Aquellas palabras resonaron en su cabeza, haciéndola sentirse mareada a pesar de qué aquel baño debía relajarla un poco.

Y sin soportarlo más, Hikari volvió a romper en llanto de nuevo.

( . . . )

Cuando Hikari salió del baño ya vestida, decidió ir a la cocina para buscar algo de comer. No esperaba encontrarse a Shuntarō cocinando.

Al sentir su presencia, el hombre la miró de reojo. ─¿El agua funciona bien?

─Si. ─contestó ella. ─¿Qué hay de comer?

─Preparé un poco de sopa de miso ¹ con arroz. ─respondió, fijándose que la comida no se queme.

Hikari asintió con la cabeza y fue a sentarse, notando que el celular de su novio se había encendido debido a un mensaje de Hinata.

La mujer frunció el ceño y trató de centrarse en otra cosa. No le revisó el celular, ya que era la privacidad de él, pero seguía insegura.

─Chishiya... tu celular sonó.

El susodicho asintió con la cabeza, apagó el fuego y sirvió la comida para llevarla a la mesa.

Cuando revisó sus mensajes, se dio cuenta que este había sido enviado el día de ayer, pero por el internet había llegado hace unos minutos.

Shuntarō sonrió levemente al abrir el mensaje y luego apagó el celular para poder sentarse a comer.

Y su novia sintió que algo se rompía en ella, hace mucho no lo veía sonreír de esa forma.

« Él no te quiere »

─¿Kuina? ¿Te encuentras bien?

─No tengo hambre. ─habló cabizbaja, poniéndose de pie rápidamente para luego ir a encerrarse a la habitación.

Shuntarō suspiró pesadamente y se puso de pie, dispuesto a ir a la habitación para convencerla de que coma algo.

─Kuina... ─llamó, pero no obtuvo respuesta. ─Hikari, tienes que comer algo o te vas a desmayar.

─Comeré después... ─dijo desde el otro lado de la puerta, su voz sonaba quebrada, otra vez.

─Eso mismo dijiste ayer, vamos, sal y come algo. ─pidió, pero no obtuvo respuesta. ─Lo siento...

El hombre sonaba sincero, pero ella no dijo nada y dejó que él siga hablando.

─Lo que sea que haya originado la pelea que tuvimos, me disculpo, no quiero seguir peleando contigo por cualquier cosa. ─confesó.

─Vete, por favor... quiero estar sola.

Su novio obedeció al no tener ningún resultado y decidió ir a retomar su comida.

( . . . )

Las horas pasaron y Hikari salió de la habitación, su dolor en el pecho seguía en aumento y decidió ir hasta la cocina para tomar un poco de agua. Su estómago rugía del hambre que tenía y decidió calentar un poco de sopa. Eran las tres de la tarde y Shuntarō no había pasado por la cocina en ningún momento.

A Hikari se le hizo extraño, así que terminó de comer rápido y decidió ir a buscarlo, pero no lo encontró en ninguna de las habitaciones.

Aunque algo captó su atención, un papel pegado en uno de los muebles.

─Salí a comprar algunas cosas, volveré dentro de media hora.

La mujer suspiró pesadamente y arrojó el papel al cubo de basura.

Después de eso, lavó su plato de comida y decidió salir afuera un rato, necesitaba aire.

Aún continuaba lloviendo a cántaros, y probablemente no iba a detenerse por unas horas, así que se sentó en una de las sillas que se encontraba en la zona techada.

Miraba su anillo de compromiso, recordando todo el estrés que sentía por la boda y todo lo que ambos venían atravesando este último tiempo.

Escuchó el sonido del auto estacionarse a lo lejos y supuso qué Shuntarō había regresado.

Se puso de pie y fue hasta el comedor, allí estaba el hombre, dejando las bolsas de compras sobre la encimera y mirándola, esperando a que le dijera el motivo de porqué estaba allí.

Hikari suspiró y habló.

─Tenemos que hablar.

1. El miso es una pasta fermentada elaborada a base de soja y sal marina.

© SUNSET.

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