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35

Después de la cena, que comenzó como desayuno y terminó por ser un día entero con sus suegros y cuñada, ambos chicos terminaron demasiado cansados, subiendo a la camioneta para volver a la aldea donde ambos vivirían, con esas miradas tímidas y palabras obligadas para romper el hielo.

Las palabras de sus padres estaban ahí, en su cabeza, reprochando sus acciones, pues cuando los cuatro fueron a revisar la casa, hubo un momento en el que tanto su padre como él estuvieron solos.

Lo que casi llegó a los golpes, terminó con palabras hirientes de "me lo debes" y un "rompiste demasiadas reglas, sufre las consecuencias" que le hicieron recordar la abrumada expresión de su madre.

Sus manos al volante, pensando que nunca tendría que conducir, se empleaban con fuerza creando un chirriante sonido por el material contra su tacto, rememorando cada una de las escenas anteriores, con Jimin sentado junto a la que sería su cuñada, ambos prometidos en una boda con personas que eran hermanos.

Su pareja destinada se casaría con la hermana de su prometido.

Una sonrisa irónica, burlándose de la situación, apareció con la luz iluminando el camino de tierra y los árboles yendo hacia atrás.

Que fatal situación.

─Te ves realmente cansado ─escuchó tímidamente al chico junto a él ─, lamento todo esto. Te obligue a tomar mi mano y permanecer cerca de mi para no tener problemas con mis padres, yo sé que no quieres ésto. Fui egoísta.

Jungkook dejó de pensar en su corazón roto para enfocarse en las palabras que el chico de cabellos blancos revelaba con voz suave, baja, realmente educado para ser alguien sumiso. Sumiso en una forma totalmente mala, pues estaba tomado total culpa de los sentimientos del pelinegro, que no pensaban tanto en la situación en la que estaba, sino en el dueño de su corazón.

Al que rechazó por el bien de su aldea.

─Alexander, no tienes que disculparte por nada. No fue algo egoísta, sé que tanto tus padres como el mío esperan resultados de esta relación ─aclaró, sus manos dejando de obtener tanta fuerza en el momento en el que decidió llevar una mano sobre la del contrario. Le tomó más de lo que esperaba ─. También tenemos que esforzarnos en ésto. Así que, ambos daremos todo de nosotros para que la relación esté bien y podamos casarnos sin remordimientos, ¿está bien?

─Sí, está bien.

─Lo que lamento es que no hayamos podido traer casi nada de tus cosas, tendremos que venir en la mañana por las demás. No sé si trajimos lo necesario.

─Oh, no te preocupes, alfa ─la palabra sonó tan dulce de sus labios, pero tan incorrecta al mismo tiempo, Jungkook dejó de tomar su mano para ir al volante ─. No soy de ocupar muchas cosas, todo está bien.

El pelinegro asintió, dispuesto a instalar una conversación más amena con el chico, pero sin ganas de realmente hacerlo, permaneció hundido en sus recuerdos como un anciano rememorando los mejores años de su vida. Como alguien que se resigna a vivir de una manera aún después de haber vivido lo mejor.

Al menos pudo disfrutar de otras cosas, efímeras y bellas, pero estuvieron ahí.

Llegando al limite de su aldea, formó una señal con su mano y el clatzon de las mismas, además de las luces, código creado por su padre y siendo avisado de él antes de irse. Suceso que no pasó desapercibido para sus nervios, pues el aumento de seguridad y patrullaje subió considerablemente.

Se percató de nuevas caras en el lugar, detectando rápidamente que era gente de la manada detrás de las montañas, presenciando el cumplimiento instantáneo del acuerdo entre su manada y la otra.

Acto que sucedió gracias a su compromiso.

Condujo el auto hasta una de las casas construidas por él, aquella casa elegida no solo por su padre, sino también por el padre de su futura pareja, donde el auto hizo lugar justo en frente de la casa, obligándose a bajar rápidamente para abrir la puerta del omega y tomar su mano, ayudándolo a bajar con paciencia y una sonrisa gentil, mientras este caminaba a la casa y Jungkook iba a la parte trasera para tomar una de las cajas.

Aunque no era un lobo débil, siendo que era alfa y siendo omega tampoco lo seria, se lamentaba el hecho de tener que cargar con las cajas, no solo las sentía brutamente pesadas, sino que también eran incomodas de cargar por las cosas que sobresalían por el borde y no lo dejaban ver. 

Celebró cada una de sus llegadas con menos cajas por cargar y al final su premio fue un apetitoso olor en la cocina, que lo llevó a moverse casi poseído por entrar, observando al omega vistiendo un delantal azul claro, con flores por todo él y unos guantes cubriendo sus manos, sosteniendo dos calientes tazas en cada mano.

─¿Qué es eso?

─Pastel de chocolate con fresas pero en taza ─habló el omega, dejando los mismos sobre la barra de madera pulida, sacándose los guantes para buscar cucharas en uno de los cajones ─. Tu madre me dijo que era tu favorito, entonces decidí hacerlo rápido mientras estabas cargando las cajas. Si no te gusta entonces dímelo, no tendré ningún inconveniente con volver a hacerlo hasta que te guste, alfa.

Este chico, sencillamente, daba más de si de lo que debería dar, disculpándose por todo cuando hacia demasiado. Eso no le agradó en lo absoluto.

El olor llegó a él como la misma esencia que lo abrumó durante varios días, donde sus labios esperaban un suave beso o uno lleno de posesión, llegó a él como una bofetada en la cara, donde se permitió sentarse en una de las sillas para recibir la taza y la cuchara que el omega le proporcionaba y al degustar el postre, lo delicioso de aquel y sentir lo mucho que su cuerpo estaba cansado además de adolorido, lo único que pudo hacer fue abrir su boca de nuevo para seguir comiendo bocado a bocado con rapidez.

─Está delicioso ─alcanzó a decir ─, esto es realmente delicioso.

Era dolorosamente delicioso.

[...]

La alarma sonó, con una canción que conocía pero de la que no sabía su nombre, canción puesta no solo como tono de alarma sino como tono de llamada por el mismo que le había comprado el celular. Lo había olvidado.

Alcanzó el aparato, viéndolo algo inservible al ser un recurso de comunicación con el rubio, paró la tontada y sus manos estuvieron sobre sus parpados, tallando sus ojos mientras se sentaba en la cama. Su cuerpo aún seguía adormilado, podría decir que estaba mareado, resultado de no haber podido dormir bien lo suficiente.

Durante largas horas, en medio de la oscuridad de la vacía habitación, acostado de lado sobre la cama y mirando exactamente a la nada hasta que los bordes de los muebles aparecieron ante él, pensó y recordó una vez seguido de otra más, con constancia, los momentos que pasó junto al omega rubio.

Cada caricia, cada rose, cada mirada y risa, cada anhelo, cada una de las acciones que el rubio hacia y se negaba a admitir porque le costaba ser sincero, porque estaba demasiado metido en un papel que muchas veces este se confundía con la persona que era. Y, Jungkook lo podía ver, porque a pesar de ser forzado a ser alguien que no era, podía ver cuando Jimin fingía.

Exactamente, porque Jimin era la luz que Jungkook no podía ser.

Porque el pelinegro no sabía quien era y fácilmente reconocía a alguien que sí sabía.

Abrumado, se levantó de la cama justo cuando un suave golpeteo estuvo en la madera, dando pasos lentos abrió la misma con la mirada baja al calcular la altura del de cabello blancos, encontrándolo aún en pijama con un leve sonrojo, sus ojos viajaron a una de las ventanas en el pasillo. Seguía oscuro.

─Hice el desayuno para antes de irnos.

─¿Desayuno? ─cuestionó el pelinegro, miró la hora en su celular, exactamente diez minutos después de sonar la alarma ─, es demasiado temprano, ¿hace cuanto estás despierto?

El omega pareció cohibirse ante ese cuestionamiento, pues sus ojos se movieron del pelinegro al suelo de forma rápida y diría entrecortada, sus dedos se cerraron en un puño, escondiéndose en las mangas y llevando uno de sus pies hacia atrás para moverlo.

─Hace como una hora.

─¿Estás loco?, son las cinco de la mañana, Alexander. Llegamos a las doce, dormiste realmente poco.

─Pero, eso realmente no importa. Dijiste que saldríamos temprano por las cosas y yo quería que desayunaras antes. No tienes de que preocuparte, alfa.

─Puede hacer daño a tu salud,  no vuelvas a hacer algo así.

Las orejas y cola del chico comenzaron a salir, meciéndose de forma lenta, caminando un poco hacia atrás. Jungkook no sabía si tenía miedo o estaba contento, pues sus expresiones parecían ser las mimas.

Alexander era un bonito omega con sumisión natural, obligado a cumplir con lo que los alfas decían, tenía iniciativa para hacer cosas que complacieran al otro y en el poco tiempo conociéndolo podría decir que a pesar de ser creativo y ocurrente era muy tímido. Jungkook estaba confundido, porque a su vista, el de cabello blancos parecía ser un omega ideal para cualquier alfa.

Solamente que se veía muy vacío. 

Aunque parecía más, ser alguien que no va con ese vacío.

No como él.

─Lo siento, alfa. No volverá a suceder. Puedo guardar el desayuno y lo come después.

El pelinegro suspiró, guardando su celular en su bolsillo, ni siquiera había cambiado su ropa. Su manó se movió lentamente, con la presión de relajar el pesar que provocó en el chico, dejó caer su mano sobre la cabeza del chico, acariciando la misma entre las orejas lobunas que sobresalían.

─No, vamos a comerlo.

Los cubiertos, sostenidos por sus blancas manos, hacían viajar la comida hasta sus bocas, ambos sumergidos en ello. El pelinegro seguía perdido en sus pensamientos, comiendo más por necesidad que por apetito, por el contrario, el de cabellos blancos hurgaba entre su mente alguna forma de conseguir hablar con el alfa. Sin poder lograrlo, suspiró.

─Y, Alexander ─llamó el pelinegro, tocando con los palillos una de las papas hervidas ─, dime... ¿Tú quieres este matrimonio?

El de cabellos blancos dejó de comer para mirar al pelinegro, el mismo comiendo sin más, no pensando mucho en la pregunta que acababa de hacer.

─¿Eh?

─Sí, ¿quieres casarte conmigo?

─Bueno, alfa. ¿Por qué me preguntas?

─Tomaste muy en cuenta el que yo dijera que no sabía si quería casarme, pero estás aquí, dando lo mejor de ti para que esto sea ligero y pensando en mis sentimientos. Sin embargo, tú también tienes sentimientos, todos los tienen y, ¿quieres casarte conmigo?, digo, ¿al menos te parezco atractivo?

─¡Claro que sí! ─se abrumó ─, digo. Sí, es obvio, ¿a quién no podrías parecerle atractivo? ─el pelinegro le miró ─. Es extraño...

─¿El qué?

─Es la primera vez que un alfa me pregunta como me siento. Gracias.

Jungkook no despegó su mirada de él.

"En serio influiste en mi, Jimin."

─Bueno, cualquier cosa que quieras decirme o hacer, no te limites.

[...]

Alcanzó la última caja, cargándola con músculos tensos, suspiró una ultima vez para salir de la casa mientras observaba al chico de cabellos blancos sentado sobre la parte trasera, justo en el área de carga, con dos vasos de limonada hechos por él descansando al lado de sus caderas. El pelinegro dejó la caja junto para poder empujarla hacia adentró.

─Oh, tienes una mancha aquí ─dijo Alexander, apurándose a tomar un trapo para limpiar su mejilla. Sonriendo tímidamente, los dos encontraron sus miradas ─. ¿De qué te ensuciaste?

Ese olor llegó abruptamente, pastel de chocolate con cerezas, su mirada se desvió de la cara del de cabellos blancos para ir hasta otra dirección, donde Jimin estaba junto a la chica de cabellos negros y su mirada se volvía totalmente pesada. El olor se volvió agrió, haciéndole doler el estomago. 

Su pie tropezó con la silla detrás de él, sus manos tomaron con firmeza la caja pero cayó de todos modos al suelo, las cosas volando por distintos lados, su cabeza golpeándose contra el suelo y gruñendo de dolor.

─¿Por qué carajos sigo recordando eso de la mañana? ─se reclamó, sentándose sobre el duro suelo para sobar su cabeza, sus orejas saliendo casi de manera instantánea. Su vista se perdió en las cosas en el suelo, ladeando la cabeza al notar cierto saco rojo cerca de uno de sus muebles, justo abajo de una prenda ─. Oh, había olvidado esta cosa...

Su mano se movió con lentitud para poder alcanzarlo, interrumpido por la puerta azotándose y alarmandolo, sus ojos yendo hasta la figura de su padre que volvió a cerrar la puerta, para mirarlo desde arriba con una mirada sólida en desprecio.

─¿Qué haces en el sulo?

Jungkook se levantó, sentando se en su cama.

─Nada.

El hombre, de aspecto deplorable y cansado pero aún con esa aura dominante, tomó la silla con la que el menor se había tropezado antes, sentándose en la misma, cruzo ambos brazos y miró a su hijo con insistencía.

─Sé que no solo te has reunido con otros lobos, sino que también has ido a la ciudad. Es así como conoces al hijo de los Byun, ¿verdad? ─comenzó a hablar ─, no lo llamé porque ese hombre está igual de loco o más que sus padres. Así que no quiero que vuelvas a salir para contactarlo, ¿quedó claro? ─gruñó ─, ¿quedó putamente claro?

─¿Por qué no puedo hablar con él?, es un buen curandero que sabe muchas cosas sobre lobos y además...

─Cállate ─interrumpió ─. Ese hombre no sabe nada, está loco. Ahora, hay otra pregunta que quiero que respondas con total sinceridad, sino te partiré la cara. ¿Tienes tú algo que ver con los ataques y el wolfvane al rededor de nuestra manada?

─¿Qué?




















Evan: Recientemente me han estado pasando muchas cosas como para poder escribir con calma. No les había dicho antes pero sufro de constantes dolores de cabeza, aún tengo que revisar si son migrañas o es el cansancio y estrés generado por muchas cosas.

Es algo bastante insoportable.

Cualquier cosa que quieran saber sobre la historia u otras historias, teorias o algo por el estilo, son bienvenidos de hablar de eso siempre.

Gracias por sus comentarios y apoyos, me ayudan mucho.

Saben que esta historia ya está por terminar, como en todas mis historias yo hago un pack wonder, asi que cualquier pregunta que tengan sobre la historia o cualquier cosa que quieran hacer como el wonder  inspo, dibujos, páginas en el bujo u otra, por favor de avisarme y enviarlas a mi correo.

Gracias.

Evan, fuera.

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