O2 : WE SHOULDN'T SPEAK
Chaeyoung no volvió a su reino como tenía pensado. En su lugar, se quedó en ese mundo más tiempo.
En realidad, se quedó junto a Jennie más tiempo.
Incluso si nadie podía verla, se quedó a su lado viéndola vivir. Jennie tenía ocho años y una vida bastante interesante para Chaeyoung. Aunque ella llegó a pensar que lo era solamente porque se trataba de Jennie. Cualquier otro humano no era merecedor de su tiempo.
De vez en cuando, Jennie se paseaba por el campo de rosas en soledad. Era ahí cuando Chaeyoung se dejaba ver por ella.
— ¡Sabía que seguías aquí! — Jennie decía cada vez.
Y Chaeyoung no podía no sonreír con cada cosa que Jennie le contaba. No importaba si eran anécdotas que ella misma ya vio a su lado, Chaeyoung la escuchaba atentamente.
La familia Kim era dueña de ese campo de flores, donde habían muchas más pero que las rosas eran el lugar favorito de Jennie y Chaeyoung.
Lo que para el demonio se volvió unos minutos, para Jennie habían pasado dos años. Tenía diez ahora.
Todos los días se veían en el atardecer, donde Jennie a veces traía juguetes y pasaba una o dos horas con Chaeyoung. Desde hace unos días comenzó a traer libros para leerle. Libros que ella estaba orgullosa de conseguir, porque ya era grande y no eran más dibujos, eran historias bonitas.
— No deberíamos hablar. — Jennie suspiró. — Eres un hada de las rosas y yo sólo una humana, ¿no deberías cuidar de las flores en lugar de estar conmigo aquí?
Pero Chaeyoung no dijo nada. Jennie bufó.
— ¿Cuándo me hablarás? — preguntó mirándola a los ojos. Jennie siempre se quedaba mirando ese rojo tan fuerte y brillante. — He sido muy paciente y te conté todo sobre mi vida, yo no sé qué haces cuando no estamos aquí, Rosie.
Chaeyoung se había acostumbrado tanto a ese apodo que pensó en tomarlo como nombre. Ella no quería corregir a Jennie, le gustaba cuando le decía así.
Y por esa misma razón nunca había hablado, porque no tenía la necesidad de mencionar nada. Jennie se encargaba de dar todas las respuestas sin ninguna pregunta. Era demasiado habladora.
Después de tanto tiempo a su lado, Chaeyoung creyó que ya podía decir algo.
— Realmente no soy un hada de las rosas.
Esperó haber usado bien el lenguaje de humanos. Jennie abrió la boca y saltó de alegría.
— ¡Hablaste, Rosie! — su sonrisa no cabía en su cara. Jennie de verdad había pasado mucho tiempo imaginando como sería la voz de Rosie, esperando que fuera tan hermosa como ella lo era.
— Jennie... ¿nunca me tuviste miedo?
La humana dejó de lado la felicidad repentina para ladear su cabeza y no entender. Chaeyoung pensó que usó mal las palabras hasta que Jennie respondió.
— ¿Por qué lo haría? — Chaeyoung no entendía esta vez, sin darse cuenta imitó aquel movimiento anterior de Jennie. — Eres hermosa aunque no seas un hada.
— ¿Hermosa?
— ¡Por supuesto! Desde que te vi lo eres, siempre supe que no eras de este mundo. No sólo por tus alas tan bonitas o tus ojos brillantes, es que nunca me había gustado tanto la apariencia de alguien.
Para alguien que amaba la tortura, el pánico y los gritos de dolor, ser descrita como hermosa era demasiado nuevo. Nunca pensó en ella con esa palabra. Nadie le decía hermosa.
— Soy un demonio, Jennie. — explicó tratando de hacerle ver que lo que veía no era lo que decía.
— Oh. — se sorprendió. Jennie pensó un momento y sacudió la cabeza. — La abuelita dice que los demonios son malos, ¿por qué tú no lo eres?
— ¿Quién dice que no lo soy?
— Si fueras un demonio no estarías siendo tan buena conmigo.
Ahí estaba presente el pensamiento de Chaeyoung desde hace dos años. ¿Por qué lo era? ¿Qué tenía de especial una niña como Jennie? ¿Por qué todavía no se había llevado su alma?
Un grito a lo lejos. — Es mamá, ya es hora de cenar. ¡Te veo mañana, Rosie!
Pero Chaeyoung no apareció al día siguiente. Ni tampoco los otros.
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