25. De bodas y whisky
Vivámoslo, no perdamos más el tiempo. Acéptalo, también sientes lo que siento
Escúchame, olvida el mundo, esto es de dos...
O nos ponemos cobardes o le hacemos caso al corazón 💜
Alec se paró frente al espejo una vez más, viéndose a si mismo, rogando por no llorar. Había estado en esa misma posición antes, pero sonriendo de felicidad al ver su marca en el pecho. Y ahora, estaba ahí parado, con su traje de boda y su padre sonriendo de felicidad viéndole por el reflejo.
Robert le había ayudado a ponerse el traje tipo frac, y la complicada corbata en su cuello, los gemelos y sus guantes. Su cabello estaba peinado hacía atrás, sus zapatos brillaban. Se veía como si hubiera sido sacado de una de las novelas de Jane Austen.
Robert puso una mano en su hombro y uso la otra para deslizar el anillo de los Lightwood dentro del bolsillo de Alec.
– Pondrás ese anillo en el dedo de Lydia una vez que digan "acepto". Es el anillo que representa la eternidad. –
Alec tragó. Eternidad. Claro. Suspiró, en parte aliviado de que Robert no hubiera visto su marca y en parte aterrorizado. Estaba pasando.
Y mientras Robert le guiaba fuera de la habitación, con su brazo firme alrededor de los hombros de Alec, este sintió como si todo se le fuera de control. Descendieron las escaleras justo a tiempo para ver como las chicas salían de la casa, dirigiéndose al hotel donde se alistarían. Por un breve momento, Alec vio a Izzy y esta le sonrió con dolor. Alec asintió, diciéndole que estaba bien, aunque probablemente ella sabía que mentía. Ellas se fueron y Alec caminó hacia la sala para ser saludado por todos los hombres.
Su tío, Benedict y sus dos primos Gideon y Gabriel. Simon, Jem, Jordan y el hermano de Lydia Charles, quienes le sonreían feliz, sin saber por lo que Alec estaba pasando. Pero dos de los chicos lo sabían, pero intentaban aparentar por el bien de Alec. Ellos eran el padrino, Jace, claro, y el de los anillos, Will, ambos veían el dolor en sus ojos. Alec sabía que Jace ya le abría contado a Will lo que pasó en su habitación, y la mirada que compartieron se lo confirmó.
Jace se acercó y le dio un fuerte abrazo, susurrándole al oído.
– Está bien. Encontraremos una forma. –
Alec asintió, y le dejó ir mientras Will, maestro de las doble cara, se paró, sonriendo engreídamente y sacudió su mano.
– Señoritas, ¡vayan por sus hijas! ¡El señor Darcy llegó a el pueblo! – gritó Will dramáticamente.
Todo el mundo rió, incluso Alec, de la broma. Su traje era realmente ridículo. Y mientras todos reían, Will le abrazó dándole un beso en la frente.
– No te preocupes. Jace me contó todo. Vamos a resolver esto, te lo juro. –
Alec asintió y respiró profundamente, rogando por que tuvieran razón.
Y luego, cuando el reloj marcó las 9am, y Robert comenzó a preocuparse por llegar tarde, dejaron la casa en una limo, sintiendo como era arrancado de su vida para ser casado en la casa de dios.
*
– ¿De verdad? ¿Escoges rojo y amarillo sobre rojo y negro? ¿Te has vuelto loco? –
Ragnor soltó al ver la ropa de Magnus acomodada en su cama. Estaba intentando escoger que usar para la fiesta pero aparentemente Magnus se había vuelto ciego. O quizá había caído en depresión, por como lucía.
– Magnus, – Ragnor suspiró. – ¿Por qué no simplemente vas a la iglesia? Ve por él. Es brutalmente obvio que es lo que quieres hacer. –
Magnus gruñó y se giró para meter a su boca otro pedazo de pastel de chocolate.
– No puedo. Si aparezco solo le ocasionaría más problemas. –
Ragnor le dio un golpe. –Despierta Magnus. Tienen marcas de amor. Están enamorados. El lo sabe al igual que tu. así que levanta tu maldito trasero, o que dios me ayude, pero te mataré. –
Magnus lloró de nuevo, acurrucándose entre sus almohadas para amortiguar sus gemidos.
– Pero Ragnor, ya ha pasado más de una hora desde que tenemos las marcas. Si me quisiera, ya estaría aquí, hubiera venido por mi. Pero no ha venido. Lo que significa que no me quiere. No le interesa. –
Ragnor bufó y jaló a Magnus del brazo haciendo que se levantara.
– Escúchame, me has contado suficiente de él como para saber que te ama. Confía más en ti que en cualquier otra persona. Igual que tu, le has contado tu vida. El se preocupa por ti, mucho. –
– Entonces, ¡¿dónde está?! – Magnus estaba furioso.
– Mira, – Ragnor suspiró. – Es el día de su boda, lo que significa que probablemente no ha tenido ni un minuto solo. Los novios siempre están rodeados de gente todo el día, lo sabes. El quiere estar aquí, solo no ha tenido la oportunidad. Lo que significa que tu debes ir al buscarle. –
Magnus gruñó. – No. No puedo aparecerme nada más. Ahora mismo le odio. Pero le amo. Y si voy, solo le ocasionaré muchos problemas. –
Ragnor suspiró derrotado. – ¿Sabes qué? Bien. ¿Quieres dejar ir al amor de tu vida?. Esta bien. –
Magnus le miró enojado y tomó su playera amarilla, y se puso su chaqueta roja, desafiándolo. Se levantó de la cama y le vio enojado.
– Ahora vamos. Antes de ir a la escuela, voy a ir a la tienda a comprar una maldita botella de alcohol, para olvidar y tener una verdadera cara de mierda más al rato. –
Y con ello, salió de la habitación, dejando a Ragnor atrás, quien pasó una mano por su desordenado cabello verde y suspiró. Conocía a Magnus perfectamente y sabía que era obstinado. Pero también sabía que al final volvería a sus cabales. Así que siguió a Magnus con una pequeña sonrisa.
Esto aun no terminaba.
*
La luz del sol iluminaba a través del cristal. El olor de las flores blancas y rosas llenaba el aire con una dulce fragancia, demasiado para el gusto de Alec. El pianista tocaba suavemente mientras los invitados tomaban sus puestos. El sacerdote se paró en el altar junto a Alec, quien estaba temblando de pies a cabeza. A su lado estaba Jace y Will, y en el lado de la novia, Izzy y Clary, quien era la prima de Lydia.
Tomó una profunda respiración, sin atreverse a mirar a toda la gente, vio que Jace le miraba directamente y este solo se encogió de hombros. Era como si Jace esperara que de repente Alec supiera que hacer, pero la verdad es que no tenía ni idea.
Luego el pianista comenzó a tocar la canción, llenando la iglesia con la típica marcha de boda, y las puertas se abrieron, mostrando a un radiante Henry Branwell. La prensa fuera solo murmuraba y tomaba fotos y la gente jadeó al ver entrar a Lydia.
Alec vio a través del pasillo con los ojos abiertos, mucha gente lo interpretaría como adoración. Pero Jace, Izzy y Will lo interpretaron como era, su corazón deteniéndose de miedo.
Lydia tomó el brazo de su padre y comenzó a caminar por el pasillo. Una pequeña niña, otra de sus primas, y Charlie, caminaron detrás de ella, tirando pétalos.
La música subió de volumen y el corazón de Alec se acelero, su mente se puso en blanco, y solo fue capaz de pensar en unas simples palabras.
No.
Miró el hermoso vestido de Lydia, realmente era exquisita, solo que no era el tipo de Alec. Pero el vestido flotaba y su cabello caía como cascadas doradas.
Puedo.
Sus ojos se cruzaron con los de Alec y sonrió levemente, sus mejillas se sonrojaron, y de repente Alec recordó el ataque de la noche pasada. Luego vio un futuro lleno de experiencias similares.
Hacer.
Henry soltó a su hija, dándole un beso en la mejilla. Ella sonrió deslumbrante y subió los escalones, acercándose a Alec, con su rostro brillando de felicidad.
Esto.
La melodía terminó, el sacerdote aclaró su garganta. Lydia estaba frente a él. Los invitados sonreían, el sol brillaba. Lydia tomó su mano entre la suya enguantada, y mientras se entrelazaban, algo hizo clic.
Lydia, por siempre. No había forma que pudiera hacer eso. De repente estuvo claro. Su futuro no era una apagada y calmada vida con Lydia. Su futuro era una salvaje y brillante tormenta con Magnus. Era Magnus.
Le amaba. Amaba a Magnus. Ese era su futuro.
¿Qué estaba haciendo?
Se rió un poco de si mismo mientras mentalmente se formaba una simple oración, la única oración que tenía sentido.
No puedo hacer esto.
*
Magnus se sentó al lado de Ragnor, viendo a la gente reír y bailar en el salón, el sol brillaba a través de las puertas y pasillos del escuela. Puso la botella entre sus labios, de nuevo, ignorando el suspiro de exasperación de Ragnor.
Eran las 11 am, lo que significaba que la boda de Alec estaba comenzado. De acuerdo a sus cálculos, y a pesar de su falta de interés, todos debían estar tomando asiento. A las 11:15, el sacerdote le daría la bienvenida a todos y comenzaría su discurso. A las 11:20, Alec caminaría al altar. A las 11:30 la sonrojada novia caminaría por el pasillo. A las 11:40, el sacerdote diría que hagan sus votos. A las 11:50, daría su discurso de "hasta que la muerte los separe". A las 12 Alec tendía un anillo entre sus dedos y una esposa en sus brazos.
No que Magnus estuviera obsesionado con cada detalle del día, claro que no.
Tomando otro trago de whisky, suspiró y miró a la gente. Parejas bailando, riendo, compartiendo momentos en su pequeño mundo. Esos deberían ser él y Alec.
¡Esos deberían ser él y Alec!
Magnus jadeó, lanzando la botella a un lado y abofeteándose a si mismo. Era como si hubiera despertado de un sueño más profundo que el de la bella durmiente. Él y Alec. Tenían que estar juntos. Y él sabía, en su corazón, ahí mismo, lo sentía en sus venas, que Alec lo sabía también.
Se levantó rápidamente y corrió hacía las puertas. Ragnor le vio irse, con una gran sonrisa en el rostro. Sabía que Magnus volvería a sus cabales. Solo deseaba que el chico no hubiera tenido que tomarse más de media botella de whisky para darse cuenta. Siguió a Magnus, una vez más, gritando detrás de él.
– ¡Bane! ¡¿Qué estás haciendo? – gritó con una sonrisa.
Magnus detuvo su carrera y le volteó a ver con ojos abiertos y la respiración acelerada.
– ¡No importa! ¡No me importa si lo meto en problemas! No puedo simplemente sentarme y dejar que se case con esa perra! ¡Él es mío! ¡Es mío y le amo demasiado! Estamos destinados a estar juntos. Nosotros deberíamos ser como esas personas, bailando y riendo en nuestro pequeño mundo. ¡Tengo que ir por él! –
Ragnor rió feliz mientras Magnus giraba en círculos, con los brazos abiertos y una gran sonrisa en el rostro.
– ¡Vamos, mi príncipe esmeralda, saca tus malditas llaves! Tienes que llevarme a esa maldita iglesia antes de que se case con ella! ¡No tenemos mucho tiempo! –
Comenzó a correr de nuevo hacía el auto de Ragnor, mientras Ragnor corría detrás de él, riéndose de él.
– Haces que esto suene como una mala película, Bane. –
Magnus rió mientras se lanzaba dentro del auto.
– ¡Es una película! ¡Y estamos a punto de obtener nuestro gran momento romántico de ella! ¡Así que acelera, Fell! –
Ragnor sonrió, siguiendo la orden. – Esta será la primera y última vez que sigo tus órdenes, Bane! –
Se rieron juntos mientras Ragnor conducía hacía la iglesia. Magnus sentía que su corazón latía con violencia mientras la ciudad pasaba a su lado.
Ya voy, Alexander. No te vas a deshacer de mi tan fácilmente.
*
Alec se rio para si mismo, con la misma oración repitiéndose en su mente
No puedo hacer esto.
– Estamos aquí reunidos, bajo los ojos del señor, para presenciar la unión de el señor Alexander Lightwood y la señorita Lydia Charlotte Branwell. –
No puedo hacer esto.
Lydia le sonrió y él le sonrió de vuelta, aunque no por las mismas razones. Él, por que estaba a punto de obtener su libertad.
No voy a hacer esto.
Miró a todos los invitados y se dio cuenta que no tenía miedo. Miró directamente a su padre y no sintió miedo. Eso era lo correcto.
– Y ahora, por obligación, debo preguntar su alguien tiene algún impedimento del por que estas dos personas no deberían casarse. Debo pedir que hablen ahora o callen para siempre. –
Hubo un momento de silencio, como era de esperarse.
Luego, Alec habló, lo cual no era nada esperado, por nadie.
– Yo tengo uno. –
Todo el mundo le vio con confusión. El sacerdote se rió suavemente.
– Señor Lightwood, entiendo que está nervioso y emocionado, pero su tiempo de hablar ya llegará. –
Los invitados rieron y Lydia se sonrojó un poco. Pero Alec solo negó.
– No. yo tengo una razón por la cual no deberíamos casarnos. De hecho, tengo varias. –
Todo el mundo se quedo en un silencio sepulcral. Robert veía con conmoción a Alec. El sacerdote le veía sin poder creerlo. Lydia se veía conmocionada y horrorizada. Jace e Izzy lucían radiantes. Will se rió un poco. Y Alec sonreía, quitándose un peso de los hombros.
Suspiró y liberó sus manos del agarre de Lydia, dando un paso atrás y negando.
– No puedo hacer esto. Señor y señora Branwell, lo siento. Pero no puedo hacer esto. No voy a hacer esto. –
Alec observó a todas las personas, terminando sobre la tormenta negra que eran los ojos de su padre. Le sostuvo la mirada y negó, tomando fuerza del amor, canalizando la valentía de la mamá de Magnus.
– No puedo hacer esto. –
Jaja fuiste la primera en adivinar lo que iba a pasar!!! 😛
Yeei... ya van mejorando las cosas C:
Disfruten el capítulo...jaja y si hay final feliz de Malec hoy en la noche, entonces hoy mismo les subo el capítulo siguiente
Aunque la promo me rompió el corazón 💔 Pero que disfruten C:
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