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17. Mentiras y licor

And that's why I smile, It's been a while
Since every day and everything has felt this right
And now you turn it all around and suddenly you're all I need
The reason why I smile


– ¡Oh por dios! ¡Magnus! ¿¡Enserio?! ¡Auh, está en todas partes! –

Alec gritaba mientras Magnus le lanzaba una botella de brillo sobre el. Y ahora estaba rociado desde la cabeza a los pies de colores, que brillaban cada vez que se movía. Era suficientemente malo que Magnus le hubiera arrastrado de compras, ¿era realmente necesario también convertirlo en un arcoíris andante?

Magnus rió divertido viendo a Alec. Este usaba unos pantalones azules ajustados y una camiseta negra con brillos y un par de botines converse. En el cuello tenía una bufanda roja que combinaba con su cabello, el cual tenía brillo igual. Y Alec no estaba divertido.

– ¿Enserio Magnus? ¡Parezco un payaso! –

– No Alexander, querido, te ves sexy, – dijo Magnus soltando una risita. – Muy, muy sexy. Podría comerte todito... O lanzarte al piso ahora mismo y hacerte de todo. –

Dijo sugestivamente, mordiendo la mandíbula de Alec y haciéndole jadear, separándose para verle con una malévola sonrisa.

– Quédate aquí. Voy a traerte más cosas. ¡Así podrás tener muchas opciones para esta noche! – básicamente cantaba de emoción, dejando solo a Alec en el probador.

Alec suspiró ¿por qué había aceptado salir esa noche con Magnus? Oh cierto, por que el chico le había mirado con esos increíbles ojos antes de arrodillarse y chupársela en la ducha, como si fuera la mejor paleta del mundo. Alec sintió como se sonrojaban sus mejillas y su marca ardía mientras se sentaba, esperando a que Magnus volviera.

Magnus había estado actuando algo extraño hoy. Era brillante y feliz como siempre, pero era como si lo intentara demasiado, como si estuviera intentando compensar algo o disculparse. Pero Alec sabía que no había nada que perdonar. Se habían tratado el uno al otro con completa confianza ayer. Y nunca se había sentido tan cercano a alguien en su vida.

En ese momento, el teléfono de Magnus sonó. Se levantó y fue hacía el no muy seguro de si contestar o solo hacerle saber a Magnus que habían llamado. Pero cuando vio el nombre en la pantalla dejó de pensar.

Padrastro.

Alec solo se quedó viéndolo, dejando que el teléfono sonara hasta que eventualmente dejó de hacerlo. Se sentó lentamente en un trance.

¿Padrastro? Magnus vivía solo ¿cierto? No mencionó ninguna familia de acogida. Dijo que estaba solo. Así que ¿por qué tenia a alguien con el nombre "padrastro" llamándole? A su mente llegó la única decepcionante respuesta, que fue: Magnus había mentido.

Magnus volvió con una sonrisa en su rostro y varias prendas en su brazo. Alec le vio dejar la ropa y girarse hacia el con una sexy sonrisa, luego vio como el chico se tensaba al verle.

– ¿Bebé? ¿Qué pasa? ¿Estás bien? – preguntó con duda. Alec volteó a verle y sus ojos se llenaron de enojo.

– ¿Qué pasa? Probablemente esa es la misma pregunta que tu "padrastro" quería hacerte cuando te llamó hace unos minutos. Quizá quieras llamarle de vuelta, – dijo Alec cruelmente, parándose y empujando a Magnus al pasar. Magnus jadeó y se congeló antes de reaccionar y tomarle del brazo.

– Alexander...– comenzó

– No, – Alec le cortó. – No me llames así. ¿por qué me mentiste? ¿Después de todo lo que te dije? Me mentiste. ¿Por qué? –

La inocencia y dolor en la angelical voz estaba mezclada con enojo y despecho, algo que nunca había visto en ese amable chico. Y eso le rompía el corazón a Magnus. Sintió sus lágrimas acumularse en sus ojos cuando Alec se sacudió su mano.

– Pensé que confiabas en mi...– dijo Alec con honestidad. Su enojo había desaparecido, siendo remplazado con confusión y dolor. Algo aun peor

– Alec... bebé...– Magnus tragó. – Te juro que todo lo que te dije fue real. Y confío en ti. De verdad. Oh dios yo te a... te necesito. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida. Ahora lo se. –

– ¿Entonces por que mantienes secretos? Yo no los tengo. Te estoy confiando mi vida entera. Podría meterme en muchos problemas si esto sale a la luz. Estoy arriesgando todo por ti. –

Magnus lloró en silencio cuando Alec caminó hacia la cortina del probador, sentándose con un suspiro.

– Alec ... lo se... lo siento. Por favor, déjame decirte. Te lo explicaré. Por favor... no te enojes. Yo solo... es difícil para mi y ayer te conté demasiado y fue difícil... Pero realmente quiero que sepas. –

Alec suspiró cuando Magnus se arrodilló frente a el y tomó sus manos, besándolas gentilmente, sus lágrimas cayendo sobre la piel de Alec.

– Dime, Magnus. No estoy enojado. Es solo que... no entiendo. ¿Por qué me ocultas cosas? Después de todo lo que me dijiste ayer, no puedes tener miedo de asustarme... estoy aquí. Pensé que nos estábamos acercando. –

– Lo estamos, – Magnus sonrió triste. – Te lo juro. Y te lo contaré. Ahora. –

Se sentó al lado de Alec y sostuvo sus manos mientras comenzaba su historia.

– Ok. El hombre que llamo, vivo con él. Supongo que es algo así como mi padre. Fue uno de mis padres de acogida, con el que estuve más tiempo. Estuve con el y su esposa por dos anos entre los 8 y 10 años. Pero me regresaron y eso fue todo. Hasta hace unos meses, cuando regresaba del colegio, el estaba sentado en frente de mi casa. Acababa de salir de prisión por atacar a un chico estando borracho. Le dejé quedarse en mi sofá y después simplemente se quedó. Dejó el alcohol y consiguió un trabajo. Viaja la mayoría del tiempo y cuando está en casa, se queda lejos de mi camino. Supongo que me llama para decirme que ha llegado a casa. –

Hubo un momento de silencio antes de que Alec hablara.

– Oh por dios, lo siento. Lo siento. No debí gritarte... lo siento. ¿Es bueno contigo? ¿No te lastima? ¿Estás bien ahí con el? – su voz salió apresurada y Magnus chasqueó al ver las líneas de preocupación en su frente.

– Bebé, cálmate... lo siento. Debí haberte dicho. Es solo... que después de todo lo que te dije, no quería agregar más. Además, pensabas que vivía solo y era más fácil mantenerlo así. Pero créeme, estoy bien. D es una buena persona. A recuperado las riendas de su vida.

Alec sonrió y besó la sien de Magnus antes de preguntar. – ¿D? ¿Su nombre es D? – dijo con confusión.

– No, – rió Magnus. – Su nombre es Asmodeus. Pero es más fácil D y Asmodeus es un nombre raro. – Alec rió, y se sorprendió cuando Magnus le abrazó y le besó el cuello.

– ¿Estamos bien, bebé? – preguntó algo nervioso.

– Si, – Alec sonrió. – Claro que si. Lo siento. –

– Ni lo digas bebé, – dijo Magnus. – Ahora vamos, hay que pagar todas estas cosas. Después hay alistarnos ¡He irnos de fiesta esta noche! – dijo brincando de emoción y Alec gruñó. había aceptado que Magnus le mostrara el magnifico mundo de los clubs nocturnos. Así que se dirigían a un lugar llamado Pandemónium.

*

Alec suspiró y bufó frente al espejo, preguntándose si se veía ridículo. Magnus estaba abajo esperando por el, listo y viéndose increíble, sin ninguna duda.

Alec mordió su labio viéndose. Ya no usaba sus camisas y sacos. En su lugar tenia unos pantalones rojos ajustados, una camiseta con un gran cuello en v, sus muñecas tenían brazaletes y anillos en los dedos, su cabello estaba desordenado, de la forma en que le gustaba a Magnus y tenía una bufanda roja alrededor de su cuello. Se veía tan diferente del chico que estaba acostumbrado a ver cada día, y le gustaba. Solo esperaba que a Magnus también.

Tomó una profunda respiración y dejó la habitación. Bajó las escaleras y vio a Magnus en toda su gloria, cubierto de brillo. Magnus jadeó al ver a Alec tan transformado. De el tímido chico de trajes entallados a rebelde y sexy. La ropa que le había elegido se ajustaba a la perfección a su cuerpo y hacían brillar más sus ojos.

Magnus sonrió en deseo y lamió sus labios mientras Alec se paraba en frente de él viéndose nervioso.

– Wow. Se veía bien en la tienda, pero se ve mucho mejor en ti... Pero creo que se vería mejor en el piso de la habitación...–

Susurró lamiendo el cuello de Alec, dejando un camino de fuego en el cuello, tocando su punto sensible mientras acariciaba la piel de su cadera, jugando con la cintura del pantalón. Alec gimió cuando los labios de Magnus pasaron de su barbilla a sus labios. Se abrazaron el uno al otro, moviéndose coordinadamente. Los brazos de Alec enredados en el cuello de Magnus mientras este le acercaba por la cintura, sus pechos presionados juntos con sus corazones latiendo a gran velocidad. Sus lenguas batallaban enredándose y jugando con sus respiraciones mezclándose.

Alec se separó con ojos brillantes y mejillas sonrojadas, aclarándose la garganta e inclinándose hacia Magnus lamiendo su labio inferior lentamente. Magnus ya estaba al límite y la noche a penas comenzaba.

– Vamos. Aunque no aprecio que me arrastres a ese lugar infernal, quieres hacerlo, así que hay que irnos ya. –

Magnus sonrió y mordió su labio, abriendo la puerta dejando que Alec pasara primero, para así poder darle una nalgada en ese perfecto y sexy trasero. Alec brincó y Magnus rió mientras Alec cerraba la puerta. Luego Magnus tomó su mano y caminaron algunas calles hasta llegar a Pandemónium, ya que como planeaba emborrachar a Alec, no podían conducir.

Magnus no podía esperar para ver a el Alec borracho. No mentiría, deseaba que fuera más sexy, caliente, cachondo y sucio. Eso sería divertido. Y mientras las luces de neón aparecían, jaló a Alec a la entrada, radiante y riendo con un Alec sonrojado intentando no parecer demasiado fuera de lugar.

*

– Ok. Detente por un segundo, ya vienen en camino más shots, así que párale con el ron Alexander, – Magnus gritó sobre la música mientras Alec devoraba un vaso de ron con coca. Su rostro estaba sonrojado y sus ojos brillaban, negros y abiertos llenos de deseo. Estaba sonriendo mientras seguía tomando y Magnus levantó su vaso para brindar.

Brindaron gritando un montón de incoherencias, como Magnus brindando por su gato y Alec por libertad, Magnus por el perfecto cuerpo de Alec, por las vacaciones, sus marca, mientras la música sonaba.

Alec sonrió y brincó de su asiento, tomando la mano de Magnus y jalándolo hacia la pista de baile. Giró a Magnus y luego le acercó, moviendo fluidamente su cuerpo, en una forma en la que estando sobrio seguramente se hubiera sonrojado. Magnus rió viendo a Alec sacudir su cabeza y levantar las manos, bailando mientras sus cuerpos se rozaban, llenándose de deseo con cada toque. Alec se inclinó y enganchó sus labios en el cuello de Magnus, tomándole de la cadera y enterrando sus dedos, haciéndole gemir poniéndole más y más duro.

Jaló el rostro de Alec y atacó su boca, su lengua abrió camino haciendo que ambos sacaran sonidos de lujuria de sus pechos. Las canciones seguían mientras el alcohol daba rienda suelta a sus mentes y sus sentidos, volviéndoles alocados. Estaban demasiado cerca, jadeando, con la necesidad de estar lo más cerca posible del otro.

De repente Alec se separó violentamente del apasionado beso y comenzó a toser mientras las lágrimas llenaban sus ojos. Magnus se rió de el al verlo ponerse rojo.

– ¿Estás bien bebé? – preguntó. Alec sonrió avergonzado.

– Si. Lo siento. Necesito un trago! ¡Woo! – gritó caminando al bar. Pero Magnus le tomó de la mano y guió al tambaleante chico a la mesa. Le dio un vaso de agua y le calmó lentamente, pensando que quizá le dio demasiado de beber para ser su primera vez.

– ¿Cómo te sientes Alec? – articuló, ahora dándole un vaso de coca cola.

– Me siento...– Alec sonrió enormemente. – Maldito. –

– ¿Qué? – Magnus frunció el ceño.

– Maldito, – Alec asintió con sinceridad. – Como que ya viví mi vida. Y esto es el infierno, pero no estoy asustado. Porque me gusta estar aquí. Me gusta el infierno. Mi vida era mala, mantenía secretos y rompía las reglas por lo que el ángel me mandó al infierno. Donde hay luces brillantes y música a todo volumen, con sus bebidas y sus pecados. El lugar del pecado. Pero el castigo falló. ¡Por que me encanta estar aquí! –

Gritó alzando sus brazos. Magnus no estaba del todo seguro de cómo tomar su discurso, pero lo siguiente que dijo le derritió el corazón.

– Y es por ti. Magnus Bane. Mi alma gemela. Tu me mostraste el mundo. Tu me trajiste al infierno y me hiciste ver que estaba equivocado. Me enseñaron a creer que esto era el infierno y que mi hogar era el cielo. Pero era al revés. Este lugar es el cielo y todo porque tu estás en el. Tu salvaste mi vida. Me diste libertado. Y mi corazón comenzó a latir hasta que te conocí, y nunca se detendrá mientras que tu vivas. Lo eres todo para mi, Magnus. Gracias por mostrarme el mundo. –

Hubo un momento de silencio antes de que Alec soltara una risita.

– Necesito aire. El aire de aquí sabe gracioso. Es como dulce con sudor. Necesito oxígeno. Eso que me mantiene con vida, bueno aparte de ti, – dijo lo último con una atemorizada sonrisa, viendo a Magnus.

– Eres tan hermoso, ¿lo sabes? A veces me pregunto si eres real. – Magnus sonrió y pasó un brazo de Alec por sus hombros, dándole soporte mientras salían del club. – Vamos Alec. Vamos a casa. –

Alec sonrió y besó la mejilla de Magnus.

– Okey, – dijo simplemente.

*

Magnus ayudó a Alec a subir las escaleras cuando llegaron a la casa, aprovechando cualquier oportunidad para tocar al chico. Realmente le encantaba ese cuerpo. Los brazos fuertes, sus musculas piernas que se sentían tan bien enrolladas en sus caderas, sus caderas, profundas y definidas.

Gimió bajo, dado que el deseo de su baile caliente aun no bajaba del todo. Pero no podía aprovecharse del estado actual de Alec, ¿cierto?

Sonrió para si mismo dejando sus pensamientos de lado y sentando a Alec en la cama, quitándole sus converse. Le quitó la bufanda y su playera. Alec solo reía.

– Me gusta cuando me quitas la ropa. Quizá también deberías quitarte la tuya...– dijo mordiéndose el labio y mirando a Magnus con esos increíbles ojos azules.

Magnus jadeó, sabiendo que su voluntad caería si se quedaba ahí. Se inclinó y besó la frente de Alec, riendo por el puchero que hizo.

– ¿Ni siquiera tendré un verdadero beso? ¿De verdad Magnus? Quiero que me beses. Ahora. Hazlo, – dijo como una orden, pero lento, con una gran sonrisa en su rostro. Magnus gruñó y suspiró.

– Bien. –

Se inclinó y besó los dulces labios de Alec gentilmente, solo rozándolos. Magnus estaba a punto de separarse cuando las manos de Alec se enrollaron en su cuello, sosteniéndolo ahí mientras su lengua entraba en la boca de Magnus, despertando esos nervios, que despertaron a su marca, que despertaron a su miembro. Gimió y trató de separarse.

– Alec. Alec, detente. ¡Alexander, oh...!– jadeó mientras el mundo giraba rápidamente antes de sentir un peso sobre el.

Ajustó su vista a la oscuridad y vio a Alec montado a horcadas sobre sus caderas, sonriéndole, sin camisa y despeinado. Gimió al sentir las manos de Alec en su pecho, y suspiró.

– Alec, estás borracho. No puedo hacer esto...–

Alec se inclinó y depositó besos en el cuello de Magnus. Un beso por palabra.

– Si, – beso. –Tu, – beso. – Puedes, – beso. – Yo, – beso. – Te, – lamida. – Necesito, – lamida. – Demasiado, – beso. – Magnus.., – susurró su nombre de forma seductora en la oreja de Magnus, lamiendo su lóbulo, su boca siendo demasiado persuasiva, y el miembro de Magnus sintiendo todo eso.

El cuerpo de Alec contra el de Magnus, su frente contra la suya, susurrándole suavemente mientras sus manos acariciaban todo el cuerpo de Magnus lentamente.

– Te necesito Magnus... Sería el perfecto final para este perfecto día. Por favor, bebé...– Magnus suspiró y acarició la mejilla de Alec, mirándole a los ojos.

– Alec. Escúchame, se que lo deseas, puedo sentirlo. Pero no me voy a aprovechar de ti en ese estado. No puedo acostarme contigo esta noche. –

Alec bufó y le miró destrozado, con sus ojos abiertos y tristes, inocentes y con anhelo. Magnus suspiró.

– Bien, que tal esto. No tendremos sexo esta noche, por que estás ebrio. Pero mañana, nuestra última noche antes de volver a casa, si aun quieres hacerlo, entonces será un si. Si, mañana cuando estés sobrio aun quieres esto, entonces estaré más que encantado de complacerte. ¿Qué tal suena eso? –

Alec se sentó e hizo un puchero por un minuto, sosteniendo las manos de Magnus, jugando con sus dedos. Al final suspiró.

– Bien. No sexo esta noche. Pero si quiero mañana... entonces lo haremos. Pero por ahora, mantenerlo en mis pantalones. –

Estaba a punto de bajarse de Magnus cuando sintió un par de manos tomarle de la cintura. Miró a Magnus con confusión y este sonrió.

– Dije no sexo. Nunca dije que no pudiéramos hacer algo más...–

Alec sonrió radiante y se lanzó sobre Magnus, besándole desenfrenadamente, con entusiasmo. Le quitó su playera y la lanzó al piso. Magnus se sentó y acercó más a Alec, besándose aun. Jadeaban mientras Magnus arremetía contra la dureza de Alec, sus marcas y miembros palpitando por más. Sus gemidos profundos llenaban el aire, altos e intensos, mientras giraban en la cama.

Magnus se colocó sobre Alec y le arrancó los pantalones, rápidamente. Apreció el cuerpo desnudo de Alec y lamió sus labios, pasando sus labios, lengua y dientes por toda la cremosa piel. Alec gimió y Magnus lamió su eje, levantándole el trasero y metiendo todo su pene dentro de su boca, gimiendo por el sabor del pre semen en su lengua.

Alec gritó mientras Magnus le tragaba completo.

– ¡Magnus! ¡Oh, dios para!... ¡No quiero terminar tan rápido! ¡Maldición! –

Magnus gimió al soltar el pene de Alec. Escuchar al pequeño niño rico maldecir fue muy caliente, y verle tan abierto, desnudo, sudado y salvaje era la mejor vista del mundo. Se inclinó y besó a Alec profundamente, mientras el chico le liberaba de sus ajustados pantalones.

Una vez que estuvo desnudo, Alec le empujó, cubriendo su cuerpo con el suyo, tocándole y depositando besos en cada centímetro de la acaramelada piel. Magnus gemía mientras chupaba sus pezones, bajando hasta llegar a sus testículos. Magnus chillaba como un cachorro cuando Alec pasaba un dedo por su apretado agujero, probándole. Alec pasó el mejor momento de su vida conociendo el cuerpo de Magnus. De repente comenzó a moverse contra él rápidamente y Magnus se agarró de las sábanas.

– Alec... bebé... mierda... dios... quiero ve te corras conmigo, bebé...–

Alec sonrió más, abriéndole más de piernas y besándole lenta pero de forma caliente. Magnus suspiró y Alec comenzó a restregarse más contra él, sus miembros presionándose y moviéndose juntos.

Magnus solo jadeaba, con sus brazos enrollados en el cuerpo sudado de Alec, besándose suciamente y cayendo en un hipnótico ritmo. Arremetían contra el otro, creando una deliciosa sensación, rogando por más. El aire estaba lleno de sonidos de placer.

– Oh... bebé... Ungg... mierda.. Si... Dios...–

Las palabras salían de ambos lados al gemir. Sus manos estaban entrelazadas jadeando al hacer círculos sobre sus miembros. Con un último beso de lengua y dientes y jadeos acalorados, se corrieron, compartiendo gritos.

Quedaron en silencio, a parte de los sonidos de sus pesadas respiraciones y sus corazones acelerados. Alec giró, quitándose del cuerpo de Magnus, con su energía drenada.

– Dios, bebé. Eso fue... Lo más divertido que hemos hecho. –

Alec masculló incoherencias asintiendo adormilado.

– Lo se... Dios, eres increíble... No puedo esperar a que sea mañana, – susurró.

Magnus sonrió mientras Alec se acurrucaba contra el, llenado el silencio con su calmada respiración. Volteó a ver el rostro dormido de Alec y su corazón se derritió. Todo era perfecto. Ni siquiera le importaba el desastre que había en sus estómagos y pechos por el semen. Solo sostuvo a Alec contra el, dejándole descansar y soñando con el mañana.



Jaja ya se imaginan que viene 😏 😏

Espero que disfruten

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