Final
El tiempo pasó como un abrir y cerrar de ojos, el mes de diciembre había llegado a Londres junto con el clima frío, haciendo que las calles se llenaran de mucha nieve, pintándolas de color blanco y provocando que todas las personas se vieran en la necesidad de usar ropa abrigada al tener que salir de sus hogares.
Todos, a pesar del mal clima, se encontraban felices porque había llegado la época en la que la familia generalmente se reúne dentro de sus casas y pasan la mayor parte del tiempo juntos junto a la chimenea. Hablando, bromeando, comiendo y, en general, disfrutando de la compañía del otro.
Porque este era el tipo de tiempo para dejar el trabajo y simplemente relajarse junto a los seres queridos. Es un momento para estar juntos y divertirse. Y también es el momento en el que pueden ser más honestos el uno con el otro.
Y toda la festividad se volvía aún más mágica cuando alguien cumplía años en un día como lo era el veinticuatro de diciembre; la noche buena. En donde aparte de celebrar la víspera de navidad, celebraban el hecho de que alguien cumplía un año más de vida, como era el caso de Hyunjin, quién por fin se encontraba cumpliendo los famosos treinta.
Hay muchas personas que sueñan con tenerlos, porque la mayoría piensa que a los treinta te conviertes en alguien exitoso con un buen empleo, dinero, una pareja estable y un hogar donde llegar. Para muchos, conseguir aquello era difícil o simplemente no lo conseguían antes de llegar a sus treinta, pero para Hyunjin, fue distinto.
A pesar de que no había nacido en una familia con muchos ingresos, se esforzó. Estudió una ingeniería en una de las mejores universidades en Londres, logrando concluirla con honores, para después enfocarse en construir su propia empresa con ayuda de su mejor amigo.
Él y Seungmin habían decidido que demostrarían que eran capaces de crear una compañía de construcción por sí mismos. El par de amigos comenzó con proyectos pequeños, tantearon el terreno y se juntaron con las personas correctas para demostrarles que sus ideas eran excepcionales y asemejaban ser un buen prospecto.
Logrando captar la atención de alguno que otro hombre adinerado que había visto un verdadero potencial en ellos y que estaban dispuestos en invertir. Con todo eso, solo fue cuestión de tiempo para que ambos levantaran una compañía, la más grande de construcción en Londres, que al lograr tener tanta demanda, se decidieron por tener que expandirse por todo Europa. Teniendo como principales clientes a personas que podían pagarles sin rechistar sumas de dinero de más de cuatro cifras.
Y todo eso lográndolo antes de los veintiséis, así que podría decirse que Hyunjin sí pudo cumplir el sueño de más personas de ser completamente exitoso a los treinta. Tenía todo lo que alguien alguna vez podría desear o siquiera llegar a soñar.
Era un hombre joven, atractivo, millonario y tenía de pareja al chico más hermoso que había visto en toda su jodida vida. ¿Qué más podía pedir? Había cumplido lo que muchas personas obtienen después de los treinta. Así que se podría afirmar que Hyunjin tiene la vida que siempre había soñado y estaba feliz por ello, de verdad lo estaba, pero la idea de seguir sumando años no era del todo de su agrado y nunca la había sido.
Aún recordaba lo que era estar en la preparatoria y sus tiempos de fraternidad, divirtiéndose y siendo salvaje, los días locos, las luces de la ciudad al ir de fiesta y no tener una personalidad fija, solo teniendo una indecisión interna que era tan amplia y tan vacilante cómo el océano, junto con una obsesión por la libertad.
Le gustaba pensar en aquellos momentos que se volvieron parte del fuego encendido en su interior al saber que fueron una parte esencial para convertirse en lo que era ahora.
Porque cada una de aquellas experiencias y acciones lo habían llevado al presente, dónde estaba solamente a unas cuantas horas de darle a conocer sus planes a futuro a la persona con quién estaba seguro de querer compartirlo todo.
Hyunjin había organizado una cena con toda su familia en el "Coppa by the tower", un restaurante club que quedaba al otro lado del agua de the shard, el lugar en el que Hyunjin y Jisung habían tenido una cita anteriormente.
Las buenas reseñas del restaurante y la bonita vista que tenía al horizonte de Southbank lo habían maravillado, creyendo que sería el sitio perfecto para lo que tenía planeado hacer.
Tenía todo como quería, rentó el restaurante para que nadie más que él y su familia estuvieran presentes y compró un bonito anillo que le daría a Jisung esa misma noche en símbolo de una promesa de amor, amistad, fidelidad y respeto, para que Jisung supiera sobre las intenciones de estar juntos que tiene con él.
De solo pensar en lo que sucedería esa noche lo hacían sentirse nervioso, pero debía disimularlo con avidez si quería que todo saliera bien. Necesitaba que todo saliera perfecto.
Justo ahora se encontraba en su apartamento junto al lindo rizado quién no tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo, él suponía que la cena sería para festejar el cumpleaños de su novio, y aunque, en parte era cierto, no se imaginaba lo que Hyunjin esperaba a darle en cuanto la fría noche cayera sobre las iluminadas calles de Londres.
—¿Quieres comer algo, mi amor?— preguntó Hyunjin en un tono de voz bajo a un somnoliento Jisung quién acababa de abrir los ojos, cansado por la noche anterior mientras le daba una calada al cigarrillo que tenía en una de sus manos, disfrutando de la relajante nicotina que inundó sus pulmones.
Era pasado de medio día y la pareja recién despertaba, podían culpar a ambos por haber tenido sexo casi toda la noche, con la perfecta excusa por parte del menor que era uno de los regalos de Hyunjin para poder iniciar su cumpleaños con el mejor ánimo.
Y vaya que había sido cierto.
Hyunjin había sido el primero en despertar, quedándose en la cama para hacerle compañía a su novio mientras fumaba un poco, aparte de que le servía para controlar sus nervios.
Un par de minutos después, Jisung restregó el dorso de una de sus manos en su ojo derecho, tratando de disipar el sueño que aún tenía y el leve dolor que quedó como rastro de todo lo que hicieron hace unas cuantas horas, y cuándo creyó que el sueño por fin había desaparecido por completo, pegó su cuerpo aún desnudo hacia el de su novio, quién lo envolvió de su cintura con sus fuertes brazos y lo dejó recostado sobre su pecho.
—Eres muy cómodo— ronroneó bajito, dándole una pequeña mirada al mayor, quién se veía muy atractivo con su cabello revuelto y el cigarro que tenía entre sus labios.
Hyunjin cómo respuesta acarició la espalda desnuda del ojiverde, admirando con la yema de sus dedos lo suave y delicada que era la piel bajo su toque, casi como si fuera hecha de porcelana; la más costosa.
Estuvieron así un largo rato, solo ellos disfrutando del cómodo y cálido momento en el que se vieron envueltos, pero que no duraría mucho, no con un jovencito con las hormonas por los cielos y teniendo un novio demasiado atractivo dispuesto a cogérselo cuando quisiera.
Con suaves movimientos de cadera, Jisung comenzó a restregarse encima de Hyunjin, aprovechando que este al igual que él, seguía desnudo.
—¿Aún no has tenido suficiente, dulzura?— inquirió con una ceja alzada sin intentar hacer un amago por detener al rizado, quién lucía verdaderamente concentrado en querer provocarle una jodida erección a estas horas.
Jisung únicamente atinó a negar. Su labio inferior siendo atrapado por sus dientes al tratar de retener los gemidos que amenazaban por salir al sentir la polla de Hyunjin comenzando a crecer entre sus piernas.
Sentía cómo todo el falo caliente y pesado se resbalaba contra la piel de su intimidad cada que sus caderas hacían un vaivén de adelante hacia atrás. Inclinó un poco su cuerpo y se apoyó de los hombros del ojiazul para ayudarse a tener más contacto con su virilidad.
Se había puesto tan jodidamente caliente que únicamente pensaba en que quería que Hyunjin se lo volviera a follar, deseaba tanto volver a tener las manos de su novio recorriendo una vez más su cuerpo, cómo solamente él sabe hacerlo que aceleró sus movimientos hasta que se encontró incapaz de retener sus gemidos por más tiempo.
—T-te quiero d-dentro, papi— gimoteo con los ojos cerrados y su ceño fruncido, algunos de sus rizos comenzaban a pegarse sobre su frente gracias al sudor que comenzaba a perlar su blanca piel.
—Tan jodidamente desesperado por mi polla, ¿No es así, amor? Necesitado por mi atención.
Jisung asintió con frenesí.
Si— suspiró entreabiendo sus labios, dejando ver el color rojo ardiente que estos tenían por haberlos mordido tanto.
Hyunjin deslizó una de sus manos por toda la extensión de uno de los gruesos y lechosos muslos hasta llegar a la pequeña cintura que era salpicada por varios lunares, formando una bonita constelación sobre la piel blanca que fue apretada por sus dedos, ayudándolo a seguir moviendo sus caderas.
—Vamos, mi amor. Prepárate por ti mismo y fóllate con mi polla— le ordenó con una sonrisa coqueta, una que siempre hacia al menor deshacerse en suspiros.
Jisung no dijo nada, trató de acomodarse lo mejor que pudo para poder sostenerse con una sola mano contra el pecho de su novio y con su otra mano tomó la erección de este, acariciando toda la extensión con movimientos lentos, aumentando la velocidad a cada segundo que pasaba hasta que creyó que había sido suficiente.
Metió dos de sus dedos a su boca y dejó que estos se llenaran de su saliva, humedeciendo todo lo que pudo y llevándolos directamente a su apretada entrada, dónde con caricias lentas introdujo uno de los dígitos.
—Oh, dios.
Su cuerpo comenzó a sufrir de pequeños espasmos al momento en el que introdujo un segundo dedo, dejándolos quietos para poder acostumbrarse a la intromisión.
Hyunjin con una sonrisa ladina quitó su mano desocupada de la estrecha cintura y envolvió la mano con la que Jisung se encontraba abriéndose así mismo para llevar el ritmo de sus penetraciones. Fue un tanto brusco al hacerlo, movió con fuerza la delicada mano del menor y dio duras embestidas con los dedos, tratando que Jisung alcanzara su punto más susceptible dentro de su cuerpo.
El ojiverde lloriqueo un poco al sentir unos leves hormigueos en su muñeca, cansado por lo que estaba haciendo.
—Te quiero dentro— pidió, aguantando un poco más el dolor y cansancio que estaba colándose por sus huesos al no obtener ninguna tregua por parte del mayor.
Hyunjin supo de inmediato que la muñeca de Jisung ya se había cansado de llevar la velocidad y fuerza que él demandaba con la suya, así que no se hizo tanto del rogar y liberó la mano del menor.
—Fóllate— ordenó dándole una calada al cigarrillo que permanecía en una de sus manos, ladeando su rostro para dejar escapar el humo en otra dirección.
Jisung tenía las pupilas dilatadas, deseaba ser jodido por el hombre que estaba debajo de él luciendo malditamente caliente y atractivo.
El rostro de Hyunjin luciendo tan varonil con sus facciones bien acentuadas y el rastro de una barba comenzando a crecer sobre la piel de su mandíbula lo hacían boquear por un poco más de aire y por si fuera poco, cómo si no pudiera lucir más atrayente, la forma en la que sus labios se veían al envolverse alrededor del cigarrillo para dar unas cuantas caladas y dejar escapar el humo, lo hacían llenarse de un deseo ardiente, lo hacían volverse más fácil y maleable, queriendo que aquel hombre hiciera con su cuerpo lo que se le plazca.
Abrió bien sus piernas y mordió un poco sus labios, tomó la erección del hombre en su puño y lo comenzó a masturbar un poco, jaló de arriba hacia abajo y golpeó el glande contra su entrada húmeda, provocando que el choque entre las pieles creará un sonido un tanto obsceno que lo hicieron gemir al instante.
Repitió aquellos unos segundos hasta que decidió que no podía esperar. Se acomodó mejor, con ayuda de sus rodillas se alzó un poco y alineó la cabeza del pene contra su entrada, sintiéndose muy sensible al sentir como el glande se abrió paso en su interior.
Sin siquiera darse el tiempo para poder pensar con claridad, se dejó caer por completo contra la dura erección, gimiendo el nombre de su amante como si fuera lo único que podía pronunciar.
—Oh, mierda— gimió ronco el mayor al sentir como su polla fue aprisionada dentro de las cálidas paredes internas de su novio tan estrepitosamente. —Muévete, cariño. Brinca sobre mi polla.
Sus movimientos comenzaron lentos, sus rodillas lo ayudaron a impulsar su cuerpo hacia arriba para luego dejarse caer contra la erección. A pesar de que su ritmo era uno despacio, el sonido de su trasero al rebotar contra los muslos de Hyunjin eran audibles, al igual que el chapoteo que se escuchaba cuando el pene entraba y salía de su cuerpo.
Estuvo así un largo rato, no sabían con exactitud cuánto, pero el dolor en sus muslos por el esfuerzo que hacía de levantarse y dejarse caer contra su novio lo estaban agotando, así que decidió parar un poco y solo mover sus caderas en forma de ocho, sintiendo cómo el placer recorría su cuerpo como una corriente eléctrica.
—¿Te gusta estar montando mi polla, amor?
—Si, papi. Me gusta— suspiró.
—Lo pude notar— respondió con un tono de voz en particular, uno que Jisung sabía que usaba cuando lo estaba follando y estaba a punto de decirle algún comentario sucio. —Tu carita de zorra necesitada lo deja en claro cuando tienes toda mi polla dentro— dijo burlón, dándole otra calada a su cigarrillo, el cual ya iba por mitad y dejando escapar el humo en dirección al rostro del menor quién en ningún momento detuvo sus movimientos.
Gimió bajito cuando parte del humo llegó a su rostro e inhaló un poco de este.
—¿Puedo probar?— preguntó con una sonrisa inocente, viendo directamente a los ojos azules del mayor.
Hyunjin tardó un poco en procesar lo que Jisung le estaba pidiendo, no seguro de hacerle caso y cumplir con lo que quería.
—¿Estás completamente seguro de que quieres probar?— preguntó con su entrecejo fruncido, no podía prohibirle nada a su novio, pero no estaba tan seguro de querer a Jisung fumando.
Jisung asintió, retomando los brincos que había estado dando los últimos minutos.
—De acuerdo— aceptó, sabiendo que lo que podría ingerir sería mínimo, ya que el cigarro estaba por un poco menos de la mitad. —Pero solo unas cuantas caladas, no te daré y tampoco quiero que pidas más, ¿Entendiste?— le tendió el pequeño rollito.
—Sí, papi— le respondió con una sonrisa altanera llena de coquetería, y lo tomó entre sus dedos.
Copió las acciones que había visto de Hyunjin, se lo llevó a los labios y dio una calada, sintiendo cómo sus pulmones se llenaban del humo y después lo exhaló, conteniendo las ganas que le dieron de toser para darle una sonrisa de suficiencia al ojiazul.
Y Hyunjin al ver aquello, creyó muy necesario tener que construirle un altar para poder adorarlo cómo se lo merecía. No sabía cómo Jisung seguía luciendo tan inocente mientras se encontraba fumando y brincando sobre su polla.
Al ver cómo esos labios color cereza envolvían el rollito entre sus dedos, le dieron unas fuertes ganas de besarlo y tirar con sus dientes de los delgados labios hasta dejar una marca en ellos. Así que, con un poco de dificultad al tener a Jisung encima sin dejar de moverse, se sentó con su espalda pegada al respaldo de la cama.
—Ven aquí— demandó, quitando el cigarro de entre las manos de Jisung para poder besarlo con demasiado fervor, saboreando el dulce sabor de su boca junto a la mezcla del tabaco.
Hyunjin lo siguió besando hasta que perdieron el aliento y aun así, no sé detuvieron. Ayudó a Jisung con las penetraciones hasta que ambos lograron llegar al tan ansiado clímax que inundó sus cuerpos, ahogándolos en el proceso. Hyunjin terminó dentro de Jisung y este lo hizo entre sus estómagos.
En cuanto terminaron se envolvieron entre las sábanas y se abrazaron para poder descansar después de haber tenido sexo mañanero.
—¿Feliz cumpleaños otra vez?— soltó risueño el menor mientras hacía dibujos imaginarios con la yema de sus dedos contra la piel del pecho de Hyunjin.
—Sí que es un feliz cumpleaños contigo entre mis brazos, mi dulce rayo de sol— asintió, agachándose para dejar un suave beso sobre la punta de la nariz del ojiverde. —Pero creo que es hora de que nos demos un baño y bajemos a desayunar. ¿Quieres que te cargue hasta la bañera?
Jisung se aferró al cuerpo de Hyunjin y asintió estando de acuerdo.
La dulce pareja pasó el resto del día entre mimos, bromas, besos, risas y conversaciones sobre cualquier cosa que se les ocurriera, incluso hablaron sobre cosas sin sentido, pero que estando juntos hacía que lo cobrarán.
Siempre era así, y es por eso que Hyunjin nunca estuvo más seguro de su decisión, sabía que la promesa de estar a lado de Jisung el tiempo que pudiera sería completamente sincera, porque si le preguntaban, no se imaginaba un mejor futuro junto a otra persona que no fuera ese lindo rizado de ojos verdes y sonrisas coquetas.
—¿Me veo bonito?— preguntó con su vista en el espejo frente a él.
Llevaba puesto unos pantalones skinny de color negro junto con una camisa y unas botas que tenían un pequeño tacón del mismo color que sus jeans, al igual que el abrigo que llevaba, el cual le llegaba a la altura de sus rodillas y una mascada casi tan larga como lo era el abrigo, de una tonalidad granate, decorada por unos cuantos dibujos de las hojas que caen en otoño.
—Lo haces, mi amor. No hay nadie más bonito que tú y si hubiese una posibilidad de que fueras un ángel— terminó de vestirse y se colocó uno de sus abrigos Burberry para después caminar hasta posicionarse detrás del menor, dónde con sus dedos bajó la suave y fina tela que cubría su cuello para dejar un beso sobre la piel descubierta. —No dudaría de que fuese verdad, porque cada parte de ti me hace creer que sería imposible que alguien tan perfecto cómo tú seas un simple mortal como yo y el resto de las personas.
Jisung se sonrojó por sus palabras.
—Basta, haces que me sonroje— se quejó dándose la vuelta para enterrar su rostro en el pecho de Hyunjin y disfrutar del olor de su colonia.
Hyunjin rio divertido por su reacción y dejó un suave beso sobre su cabeza, acariciando los bonitos rizos que caían como cascadas sobre sus hombros.
—¿Estás listo, sol? Ya llamé a Andrew para que pase por nosotros, seguro no debe tardar en llegar así que hay que darnos prisa si no queremos hacer esperar a los demás.
—Lo estoy— murmuró sobre el pecho de Hyunjin, sin querer apartarse del cómodo lugar que había conseguido.
—Andando entonces— le animó.
Andrew pasó por ellos a los pocos minutos, Hyunjin le dio la dirección y dejó que Jisung se adelantara unos pasos para pedirle que si podía quedarse para la cena, el chófer aceptó con gusto y caminó detrás del mayor quién salió a pasos rápidos para alcanzar al ojiverde.
En cuanto entraron al restaurante Jisung frunció el entrecejo.
—¿Reservaste todo el restaurante?— preguntó curioso.
—Lo hice— le dio la razón. —No me gusta pasar mi cumpleaños alrededor de personas que no conozco— se excusó encogiéndose de hombros.
—Buenas noches, mi nombre es Adel y los estaré atendiendo lo que resta de la velada junto con otros compañeros que ya se encuentran atendiendo a su familia— se presentó una chica alta, de cabellos castaños y ojos azules. —Si gustan seguirme para que los lleve con el resto— dijo amable con una sonrisa.
La pareja asintió con un Andrew siguiéndole los pasos para ir detrás de la chica quien los llevó a una terraza donde habían unas bonitas infraestructuras en formas de iglú con luces por todos lados al igual que las decoraciones de navidad.
La familia de ambos estaba ahí, todos platicando y murmurando entre sí a espera de ellos, disfrutando de lo hermoso que se veía todo a su alrededor. Los dos en cuanto tuvieron la oportunidad, saludaron a todos y felicitaron a Hyunjin por su cumpleaños.
—¡Creímos que nunca llegarían!— exclamó Haileyl.
—¡Si!— las gemelas le dieron la razón a su hermana mayor.
—No tengo la culpa de que hayan llegado muy temprano— les respondió Hyunjin, encogiéndose de hombros y mostrándoles su lengua, jalando a Jisung a su lado para poder sentarse juntos.
Jisung rio por lo bajo, le gustaba la relación que Hyunjin tenía con sus hermanas.
—Mira mamá, ¡Hyunjin nos mostró su lengua!— dijo una indignada Miley.
—Dejen a su hermano en paz— regañó la mujer, tratando de no reír por el comportamiento de sus hijas.
—Solo lo toleramos porque está con Jisung, él si nos cae bien— comentó Stacy, copiando la acción de su hermano mayor y mostrándole su lengua antes de dejar escapar una suave risa, sabiendo a la perfección que a pesar de que Jisung le cae bien, ama a su hermano y lo admira demasiado.
Los presentes en el lugar decidieron charlar y darle regalos a Hyunjin en lo que esperaban pacientes a que su comida llegara. Se divirtieron por largos minutos, haciendo que Hyunjin abriera cada uno de sus obsequios hasta que los empleados del lugar llegaron a servirles lo que cada quien había pedido.
Comieron entre risas y conversaciones sobre cualquier tema de los cuales todos pudieran opinar, se tomaron fotos como la bonita familia que eran y disfrutaron del hermoso paisaje que se imponía majestuoso frente a ellos.
Podían observar a la perfección el puente y todos los edificios alrededor, sus luces y la luna reflejándose sobre el gran río que pasaba cerca de donde estaban. La navidad hacía todo más mágico de lo que ya era.
Ni siquiera notaron lo rápido que pasó el tiempo hasta que algunos copos de nieve comenzaron a caer junto a una suave ventisca que los hizo temblar por el frío. Indicándole a Hyunjin que probablemente ya era hora de hacerle saber a Jisung sobre lo que tenía en mente desde hace un par de meses, cuando se dio cuenta de que amarlo era como ver la luz del día después de estar en la oscuridad.
Hyunjin tragó un poco de saliva, estaba nervioso. —Sol— le llamó. Jisung quién estaba sentado a lado de él, le prestó atención de inmediato y lo miró expectante, esperando a que siguiera hablando. —Quiero mostrarte algo— fue lo único que atinó a decirle antes de levantarse y tenderle una de sus manos.
Los padres de Jisung, la madre de Hyunjin y sus hermanas e incluso Andrew sabían que es lo que pasaría, pero fingieron no prestarles atención.
Jisung caminó de la mano de Hyunjin con duda, siguiéndolo a un lugar un poco más apartado de su familia hasta llegar a un espacio repleto de montones de plantas, parándose cerca del barandal que rodeaba todo el lugar, indicándole a Jisung que se pusiera a su lado.
Jisung a pesar de que no entendía por qué Hyunjin lo había guiado hasta ahí, no dijo nada al respecto. Se quedó callado y se recargó en el hombro del mayor para poder observar con detenimiento el paisaje, sintiéndose cálido por el brazo que se envolvió en su cintura.
—El cielo se ve muy bonito— susurró el menor.
—No tanto como lo eres tú, cariño— respondió Hyunjin.
—¿Alguna vez vas a dejar de decirme esas cosas bonitas?— preguntó sin dejar de admirar el cielo y las luces de los edificios a lo lejos, sus ojos verdes resplandeciendo incluso más que la luz de la luna.
—Nunca— le aseguró. —Desde que apareciste en mi vida, todas las cosas que creí que eran hermosas perdieron sentido al verte. Contigo el cielo es un lugar en la tierra— respondió, separándose del cuerpo del contrario para poder verlo a los ojos y ni perderse ninguna de sus reacciones.
—Y-yo... Me siento igual contigo— respondió. —Cuando nos conocimos en aquel bar— recordó la noche exacta en qué todo comenzó; como olvidarlo. —Pensé que solo sería cosa de una noche porque no creí que pudiera llegar a interesarte realmente para más que eso, en ese momento nunca hubiese podido imaginar tener todo esto que tengo contigo ahora, porque no miento cuando te digo que todo este tiempo ha sido de verdad maravilloso, cada que te veo a los ojos me haces sentir en casa y eso es todo lo que sé realmente sé.
Hyunjin sonrió, ahora con un poco más de confianza en lo que haría.
—¿Sabes por qué siempre te he llamado "Sol"?— inquirió.
Y Jisung hasta ese momento nunca se había preguntado el porqué de que lo llamara de esa forma, simplemente le había gustado, así que negó en respuesta.
—Porque así como el sol ilumina todo a su alrededor, tú lo hiciste con mi vida. Antes de conocerte, yo me la pasaba todo el día dentro de mi empresa, después de lo de... Jeongin, me refugié en el trabajo y me negué a conocer a más personas porque después de mi primer corazón roto, tontamente creí que el amor solo era blanco y negro, así sin más, porque con él era como intentar resolver un crucigrama y averiguar que no hay ninguna respuesta correcta— se explicó. —Pero me equivoqué, porque amar es como ver la luz del día después de haber vivido tanto tiempo en una noche oscura— tomó una de las manos del rizado y dejó un casto beso sobre sus nudillos. —Y tú, mi bello sol, fuiste esa luz que me niego a dejar ir— confesó.
El color rojo en sus mejillas se hicieron más presentes y su corazón comenzó a martillear dentro de su pecho con demasiada intensidad.
—La primera vez que nos vimos y estuvimos juntos siendo unos completos extraños, fue en tu cumpleaños— recordó e hizo una pequeña pausa para poder meter su mano izquierda al bolsillo de su abrigo, buscando algo en específico. —Y ahora en el mío, conociendo cada una de nuestras facetas y cada centímetro de nuestra piel quiero darte esto— tendió la palma de su mano donde descansaba una pequeña cajita de color esmeralda y con la otra la abrió.
Jisung abrió los ojos sorprendido al ver un anillo en ella, este estaba repleto de pequeños diamantes que brillaron ante las luces de su alrededor. Ni siquiera sabía que es lo que Hyunjin le diría, pero cualquier cosa que fuera, su respuesta siempre sería que sí.
—Es un anillo de promesa— comenzó. —No es uno de compromiso como me hubiese gustado darte, pero también tiene un significado muy importante— Jisung lo escuchó atento en cada palabra. —Simboliza el compromiso que tengo contigo y los planes que quiero a futuro en los que obviamente estás involucrado, porque desde que te tengo, no me he podido imaginar ni un solo minuto de mi vida en el que no estés presente. Así que, solo si lo aceptas, te doy este anillo para que cada vez que lo veas, recuerdes el deseo que tengo de que formes parte de mi presente y mi futuro.
El menor no sabía qué decir. Hyunjin siempre había sido sincero con lo que quería, siempre le había repetido que un día se veía arrodillándose ante él para pedirle matrimonio, pero no creyó que sus intenciones fueran demostradas tan pronto, pero él así como Hyunjin, también estaba seguro de lo que quería.
Así que aceptó.
—A mí también me gustaría formar parte de tu vida y que tú formes parte de la mía. Quiero una familia contigo, Hyun— confesó. —¿Pondrás el anillo en mi dedo?— sonrió ladino.
Hyunjin le devolvió la sonrisa y sacó el anillo de su cajita y lo colocó en su dedo anular, dónde ahora después de esto, solo sería cuestión de tiempo para que sea remplazado por un verdadero anillo de compromiso y luego por fin, por uno de matrimonio.
Jisung admiró cómo el anillo resaltaba en su mano, probablemente varias personas lo podrían confundir con uno de compromiso pero le gustaba.
—¿Gastaste mucho en él?— preguntó. —Por favor dime que no lo hiciste, aún me siento pésimo por haber perdido el brazalete— se quejó.
—Solo un poquito— respondió desviando su mirada.
—¿Cuánto exactamente es poquito?
Hyunjin siguió sin mirarlo unos segundos.
—Bueno, también te compré otro para que lo uses al salir para que no se te pierda ese— dijo sacando otra pequeña cajita, dónde le mostró un anillo que era más pequeño y tenía exclusivamente unos cuantos diamantes en él.
—Ni siquiera quiero imaginar lo que serás capaz de pagar para un anillo de compromiso. ¡O los de matrimonio!
Hyunjin bufó. —No es la gran cosa.
—¡Claro que lo es! Perdí un brazalete que cuesta un millón, ¿Sabes cómo me sentí cuando me enteré de que era el único que existía y que probablemente con él podrías alimentar a un país entero en desarrollo?— Hyunjin iba a responder a eso. —¡Me sentí muy mal!— gritó. —No quier- — fue callado abruptamente cuando Hyunjin unió sus labios en un beso, haciéndolo olvidar lo que estaba discutiendo con su novio.
—Tendrás que ir acostumbrándote, de todas formas, puedo comprarte otras si las pierdes— dijo como si nada con una sonrisa ladina.
—¡Eres un verdadero caso, Hwang!— exclamó entre risas.
—Y aun así, entre toda esa gente, me elegiste a mí— le recordó socarrón.
—Lo hice— asintió. —Y no me arrepiento de nada— dejó un beso sobre la mandíbula de Hyunjin. —Te volvería a preguntar si quieres ser mi papi está noche, pero ahora quiero que lo seas todas las noches, ¿Qué te parece si dejamos a todos y vamos otra vez a tu apartamento?— preguntó coqueto.
—De verdad, a veces pienso que eres una especie de sátiro o algo por el estilo— se burló.
—Solo tengo muchas hormonas revueltas— se encogió de hombros. —¿Vamos para seguir con esto que tenemos con los cumpleaños?— Jisung se dio la vuelta y lo miró sobre su hombro, antes de comenzar a caminar en dirección de su familia para mostrarles el anillo en su dedo y excusarse con que se encontraba muy cansado.
Hyunjin rio. —Le pediré a Andrew el auto y le daré dinero para que pueda ir a casa— y como la primera vez, aceptó todo lo que aquel ángel de ojos verdes le pidió.
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