Extra
Habían pasado solamente tres días desde lo ocurrido y Hyunjin ya se encontraba cómo un total caos. Su cabello estaba enmarañado, su mandíbula estaban siendo manchada por una creciente barba y sus ojos azules parecían haberse escondido detrás de unas marcadas bolsas bajo sus ojos.
Todo en él se había vuelto un desastre. Había decidido faltar a la empresa, pero cómo era de esperarse, lo necesitaban ahí y no tenía de otra más que asistir. Importándole poco su aspecto físico.
Sus piernas se movieron cómo por cuenta propia, recorriendo aquellos pasillos que se habían vuelto demasiado familiares a lo largo de los años mientras ignoraba a cada uno de sus empleados que, amablemente, querían desearle los buenos días a su jefe.
Hyunjin no estaba de humor para eso, ni siquiera sabía que hacía yendo a la empresa cuando lo único que deseaba era ir corriendo en busca de Jisung y pedirle que cambiará de opinión respecto al tiempo que le había pedido. Él no quería tiempo, lo quería a él sin más.
—¡Vaya!, luces terrible— la voz de Seungmin lo interceptó a unos cuantos metros de poder llegar a la puerta de su oficina.
—Jódete, Seungmin. No estoy de humor— gruñó molesto, tratando de esquivarlo para encerrarse entre las cuatro paredes de aquel lugar que, hace unos años, había encontrado cómo un perfecto método de escape.
—¿Qué carajo te sucede, Hyunjin?— inquirió, sabiendo que algo iba mal con su mejor amigo. —Al menos sé un poco amable, nadie tiene la culpa de que hayas tenido un mal día— le reprochó.
—Ya te dije que no estoy de humor— le repitió. —Tengo trabajo que hacer así que, si me permites, debo entrar a mi oficina.
El ojimiel negó. —Primero me dirás qué te sucede y, antes de que digas algo, no te estoy preguntando.
Hyunjin bufó y chasqueo la lengua en resignación, pero asintió sabiendo que Seungmin no dejaría el tema en paz hasta que lo haga.
—Está bien, pero lo haré en mi oficina. ¿De acuerdo?
Seungmin pareció conforme y siguió al ojiazul cuándo este pareció volver a retomar su camino rumbo a su oficina.
—Bien, habla— pidió en cuánto estuvieron dentro.
—¿Puedes dejar que al menos me siente?— se quejó mientras tomaba asiento tras su escritorio.
—Ya lo hiciste, habla— demandó.
—Es Jisung— fue lo único que dijo.
—¿Qué hay con Jisung?— una de sus cejas se levantó y lo miró con curiosidad, esperando por una respuesta más clara.
—¿Recuerdas la celebración de la empresa?— Seungmin asintió.
—¿Eso que tiene que ver con Jisung?
—Basta, Seungmin— regañó. —¿Quieres dejar que te explique?— Seungmin bufó y asintió, haciéndole un ademán de que podía continuar. —Bien, entonces sabes que tomé demasiado esa noche al igual que tú y Irene— hizo una pausa. —El punto es que Jeongin estaba en la fiesta— supo lo que Seungmin estaba a punto de preguntar así que se apresuró a hablar antes que él. —No, Seungmin. No sé quién lo dejó entrar— rodó los ojos y continuó con su breve explicación. —Y después de estar bebiendo creí que ya era demasiado tarde, lo que significaba que debía volver a casa.
—Yo no recuerdo cómo es que llegué a casa, después de la quinta botella, todo está borroso— añadió el otro hombre.
Hyunjin asintió. —Cuando salí para buscar mi auto, decidí llamar a Jisung. Hasta ahí estaba todo bien, pero cuando ya iba a marcharme apareció Jeongin y comenzamos a hablar sobre si manejaría así de borracho, a lo que le respondí que sí— guio uno de sus dedos a sus labios y comenzó a morder la corta uña que le decoraba. —Una cosa llevó a la otra y terminé accediendo a qué me llevará al apartamento, durante el camino quise responder a todas las preguntas que me hice en el pasado y lo último que recuerdo es a él besándome.
—Ese hijo de...— no pudo terminar porque Hyunjin lo interrumpió.
—Luego de eso desperté con una migraña horrible y recordé que Jisung me había pedido que le llamara en cuánto llegué a casa, busqué mi celular y lo hice, pero su celular mandaba directo al buzón— siguió explicando con un Seungmin atento a cada una de sus palabras. —Simplemente, creí que ya iba de regreso a Londres, lo preocupante fue cuando después de horas ni siquiera los padres de él me respondieron— se quejó. —Estuve tratando de contactarlo todo el día y nunca respondió, no hasta el siguiente día que me llamó para saber si estaba en el apartamento y suponía que sería una buena oportunidad para hablar.
Su mirada azulada recorrió la oficina, recordando todo lo que había pasado y tratando de no omitir ningún dato a su mejor amigo quien estaba dándole su completa atención.
—O eso pensé hasta que mencionó una fotografía, una dónde salía Jeongin besándome y, obviamente Jisung comenzó a sacar conclusiones erróneas que nos hicieron comenzar a pelear y terminando en él pidiendo tiempo, diciendo que me llamaría— terminó. —No sabes lo tortuoso que ha sido, he estado a punto de llamarlo más de mil veces, pero tengo miedo de que se moleste más y piense que no respeto su decisión de darle espacio.
—¿Y Jeongin?, ¿Ya le reclamaste sobre esto?— preguntó y Hyunjin negó. —Debiste hacerlo, él te besó sin tu consentimiento estando borracho. ¡Pudo intentar hacerte otra cosa!
—Lo llamé ayer durante la mañana.
—¿Para qué hiciste eso?
—Quiero intentar arreglar todo lo que provocó. Probablemente, estará aquí en poco tiempo, entre más rápido mejor. Necesito dejarle en claro que si se vuelve a acercar a mí o tener contacto con Jisung, lo demandaré.
—Me parece buena idea, aunque me inclinaba por una opción en la que llamábamos a Irene para qué lo arrastrará por toda la empresa— dijo con una sonrisa. —Sería una linda forma para que arreglen sus problemas de la universidad, yo apostaría mil dólares por la rubia— se mofó.
—Yo te apostaba la casa de campo en Italia— copió la sonrisa burlona de Seungmin. —Pero lastimosamente, nadie arrastrará a nadie.
—En desacuerdo— su palma impactó contra el escritorio, con su entrecejo fruncido.
—Aunque de verdad se lo merezca, no quiero crear más problemas. Después de esto, solo esperaré a que Jisung quiera al menos hablar conmigo.
—Dale su tiempo, está muy enamorado de ti cómo para querer dejar las cosas así— le animó.
Hyunjin iba a contestarle a Seungmin, pero el sonido del teléfono de su oficina lo interrumpió, indicándole que su secretario tenía algo que decirle.
—¿Si, Sunwoo?
"Disculpe la interrupción, señor Hwang. Pero ya llegó la persona que estaba esperando" le avisó.
—Gracias por avisarme, hazlo pasar— dijo antes de colgar.
—Adivino, llegó aquel imbécil— dijo casi con asco.
—Puedes quedarte, será rápido.
—Quería escapar para no ver su rostro, pero también me interesa esta conversación— se encogió de hombros, mostrándole una sonrisa socarrona.
Hyunjin rodó los ojos divertido y negó.
La puerta se abrió y por ella entró el culpable de los problemas en la relación de Hyunjin y Jisung.
Seungmin le dedicó una mirada de desprecio en cuánto lo vio entrar con una enorme sonrisa de autosuficiencia, fingiendo un poco de inocencia para vender la idea de que no quiso provocar nada de lo que pasó.
—No creí esperar tu llamada— le sonrió a Hyunjin, tomando asiento justo a lado de Seungmin, quién se levantó y alejó su silla lo más que pudo. —Hola, Seungmin. No había tenido el placer de volver a platicar contigo— saludó.
—Dios me libre de tener que platicar contigo— su semblante se volvió uno neutro, sin pizca de amabilidad. Dejándole en claro al ojiverde que no era de su agrado.
—Veo que también me tienes rencor cómo Irene— sus facciones trataron de venderle la idea de que se sentía mal con aquella suposición. —Me disculpé con Hyunjin y, pienso que estamos bien— su sonrisa se ensanchó un poco más.
—Agradecería que no me dirijas la palabra y hagas que pierda mi tiempo hablando contigo— se quejó, mirando a Hyunjin para poder ignorarlo por completo.
—Deberías salir en todo caso— le respondió.
—Jeongin, te cité aquí para poder solucionar las cosas— dijo Hyunjin, interrumpiendo el intento de conversación que había creado el de cabellos cobrizos.
—¿Pensaste mejor las cosas sobre nosotros?— preguntó con emoción, mostrando un brillo en sus ojos verdes que podría engañar a cualquiera.
—Me estás malentendiendo. Cuando dije solucionar, obviamente me refería a lo que tengo con Jisung— explicó, viendo cómo la emoción se esfumaba y se convertía en una de rencor. —Necesito que, por tú bien y el de mi relación, prometas que no te me acercarás y no tendrás ninguna especie de contacto con Jisung.
—¿Estás bromeando?— escupió las palabras con molestia al darse cuenta de que nada le había salido cómo lo había supuesto.
—No, no lo estoy. Te lo pido amablemente, antes de tener que volver a verte, pero acompañado de tu abogado.
—¡Solo me llamaste para esto!— se quejó, cruzándose de brazos.
Hyunjin arrugó su entrecejo. —Por supuesto, ¿O querías que mi comunicado te llegara por medio de una orden de alejamiento?
—Yo votaba por la segunda opción— Hyunjin lo miró con una ceja alzada por interrumpir. —Solamente estoy compartiendo mi humilde opinión sobre la situación— rodó los ojos.
—Hyunjin... Yo— hizo una pausa. —Yo quería arreglar las cosas contigo, te extraño.
—No, no comiences con eso porque, cuándo éramos novios, no te importó engañarme con alguien más.
—Me arrepiento mucho de lo que te hice.
—Fue muy tarde, debiste pensar antes de hacer lo que hiciste— le reclamó. —Además, ya han pasado cuatro años, no sé cómo siquiera te pasó por la cabeza venir a buscarme después de todo este tiempo— Jeongin desvío la mirada y Hyunjin sonrió por lo que estaba a punto de decir. —Deberías regresar a casa, o mejor buscar una nueva, he escuchado que la amante de tu ex se irá a vivir con él.
Las facciones del ojiverde se pasmaron al escuchar aquellas palabras saliendo de la boca de Hyunjin, no sabiendo cómo se había enterado de aquello.
—¿Cómo..
—He investigado un poco— le sonrió mordaz. —Ahora, si me lo permites, te agradecería que te marcharas. Tengo cosas importantes que hacer— señaló la puerta de su oficina.
—Pero— iba a oponerse y Hyunjin estaba listo para decirle que no le importaba nada de lo que tuviera que decir.
—Ya lárgate que me llenas de tus malas vibras— gruñó el ojimiel.
Con una mueca de desagrado y enojo, Jeongin salió de la oficina.
—Tendré que decirle a Irene que me preste sus inciensos, necesitamos limpiar tu oficina de sus malas vibras— se burló Seungmin.
—Solo vas a apestar mi oficina con esa cosa.
—Hey, a Jisung también le gustan— se quejó.
Y Hyunjin se permitió pensar en aquel dulce ángel, sabía que si estuviera justo ahí, hubiera aceptado la idea de Seungmin y lo haría comprar cada una de las cosas que necesitarían.
Seungmin pareció notar su reacción y se maldijo mentalmente.
—Descuida, pronto te llamará para que puedan arreglar las cosas. No fue culpa de ninguno— le animó.
Hyunjin esperaba que lo que Seungmin le dijo fuera cierto.
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