Capítulo 8
La mañana había llegado con la suavidad típica de los rayos solares, que se filtraban con delicadeza a través de las cortinas de seda blanca, dibujando patrones de luz y sombra en la habitación. El chico de rizos, envuelto en la calidez de la cama, empezaba a despertar lentamente, pero su rostro se crispó al sentir la molestia de la luz en sus ojos, impidiéndole continuar con su apacible sesión de sueño.
A punto de darse la vuelta para encontrar una posición más cómoda, un estruendo repentino, seguido de “Mierda”, lo hizo saltar en la cama con la agilidad de un gato asustado, dejando atrás cualquier rastro de somnolencia mientras se incorporaba bruscamente, alerta y lleno de curiosidad por descubrir la causa de aquel alboroto matutino.
Abrió ampliamente sus deslumbrantes ojos verdes y, al observar a su alrededor, se percató de que no se encontraba en la habitación de Chaewon. Su mirada escudriñó minuciosamente el cuarto, mientras los recuerdos de la noche anterior inundaban su mente con una mezcla de confusión y emoción.
Recordaba vívidamente la figura del hombre de ojos azules, su presencia seductora, la intensidad del momento compartido en el interior de su auto, cada instante impregnado con la pasión desenfrenada que los consumió. Para él, había sido la mejor follada que había tenido, una experiencia inolvidable que le dejó sin aliento y deseando más.
—Siento despertarte— murmuró el hombre con una sonrisa apenada mientras se inclinaba para recoger su celular del suelo y mostrárselo al chico, quien aún se encontraba medio adormilado en la cama.
Desde la puerta entreabierta del baño, todavía con vestigios de vapor flotando a su alrededor, explicó la razón de su inoportuna interrupción, revelando el pequeño percance que había tenido con su dispositivo. La luz matutina resaltaba sus rasgos, añadiendo un brillo particular a sus ojos azules y realzando la definición de sus facciones.
Jisung quedó completamente cautivado por la impresionante presencia de su acompañante, sorprendido por lo irresistiblemente atractivo que lucía, incluso superando la imagen que tenía de él desde la noche anterior en el bar. La escena se quedó grabada en su mente, como si fuera una obra de arte en movimiento.
Hyunjin, vestido con elegancia casual, llevaba unos pantalones de chándal a cuadros negros, con una cinturilla elástica ajustable y bolsillos laterales con cremallera que añadían un toque moderno a su atuendo. Las rayas aplicadas a los costados de los pantalones resaltaban su figura esbelta y atlética, mientras que su suéter negro de cuello redondo aportaba un contraste sutil pero impactante. Cada detalle de su conjunto, desde los tenis blancos perfectamente limpios hasta el ajuste impecable de su ropa, reflejaba un sentido innato del estilo y la sofisticación.
Jisung quería quitarle toda la ropa que traía puesta y rogarle que lo hiciera suyo de nuevo sobre la cama.
—Oh, eso me recuerda que te compré más ropa, la tuya se había ensuciando así que mande a por más— habló de nuevo el ojiazul acercándose a la cama después de haber tomado unas bolsas de color negro que estaban sobre una mesita.
Su voz resonaba con un tono despreocupado pero amable, transmitiendo una sensación de familiaridad reconfortante.En ese instante, Jisung reaccionó plenamente, dirigiendo su mirada hacia abajo, debajo de las sábanas, y se dio cuenta de que solo estaba cubierto por una bata blanca con el logo del hotel donde suponía que se encontraban. Observó también que la cama a su lado estaba impecable, sin rastro de las otras almohadas que recordaba haber visto la noche anterior, lo que le hizo fruncir el ceño en confusión.
—¿Dormiste conmigo?— preguntó curioso llevando su mirada a Hyunjin que se había sentado en la orilla de la cama.
La pregunta flotaba en el aire, cargada de un matiz de intriga y expectación.
—Oh, no. Yo dormí en el sofá que está por allá— señaló una de las paredes donde estaba recargado el respaldo de un bonito sofá color chocolate con unas sábanas pulcramente dobladas sobre éste. —No quería que te sintieras incómodo— explicó simple.
—¿Por qué me sentiría incómodo?— preguntó confundido al castaño que tenía su vista en la pantalla de su celular.
—No lo sé, solo no quise invadir tu espacio, al final de cuentas somos extraños, solo sabemos nuestros nombres— dijo simple mirando al chico y encogiéndose de hombros.
A Jisung le dió ternura.
No se habría molestado en absoluto si el ojiazul hubiera compartido la cama con él durante la noche, pero quedó gratamente sorprendido por lo considerado que estaba siendo el hombre en ese momento.
—¿Quieres desayunar conmigo?— preguntó alzando la mirada de la pantalla.
—¿Podría darme una ducha antes?— preguntó.
—Por supuesto, mientras yo haré unas llamadas importantes— avisó. —Ah, por cierto, todo lo que hay en las bolsas es tuyo, no sé que tipo de ropa te gusta así que te traje de todo tipo— dijo antes de ponerse de pie y caminar hacia el gran ventanal que había en la habitación.
Jisung, agradecido por el gesto generoso, ajustó la bata sobre su cuerpo y salió de la cama, asegurándose de tomar las bolsas consigo al dirigirse al baño. Una vez dentro, la curiosidad le picaba tanto que no pudo resistirse a inspeccionar el contenido de las bolsas. Su corazón casi se detiene cuando descubre que están adornadas con el distintivo nombre en letras doradas de la famosa marca Gucci, lo que le hace contener el aliento de emoción.
Con manos temblorosas de anticipación, examina detenidamente cada prenda, encontrando una variedad exquisita de faldas, pantalones, camisetas, suéteres e incluso lencería. Queda maravillado por la atención al detalle y la calidad impecable de cada artículo. Después de una cuidadosa deliberación, opta por una falda corta con estampado de pied de poule en tonos verdes, combinada con un elegante top de lana perforada con el icónico GG en blanco, una elección que refleja su gusto por la moda.
Una vez decidido, guarda cuidadosamente todo en las bolsas nuevamente, saboreando la emoción de este inesperado regalo. Se sumerge en una ducha rápida, dejando que el agua caliente relaje sus músculos y le renueve el ánimo para enfrentar el día que se avecina. No pasan más de veinte minutos antes de que emerja del baño, sintiéndose fresco y revitalizado.
Sin embargo, su buen humor se ve momentáneamente empañado al escuchar parte de la conversación que Hyunjin mantiene por teléfono mientras contempla el paisaje urbano desde la ventana. Intrigado, se detiene en seco al captar fragmentos de la charla.
—Llegaré a casa un poco tarde, lo siento— se disculpó con la persona que estaba del otro lado de la línea. —Sí, yo también te amo— dijo en tono dulce.
Jisung frunció el ceño.
¿Hyunjin tenía pareja y no se lo había dicho?
—Oh, ¿Ya estás listo?— preguntó cuando notó la presencia del ojiverde. —Te ves... muy Hermoso— halagó mirando de pies a cabeza el cuerpo del chico deteniendo su mirada unos segundos más en las pálidas y largas piernas.
—¿Tienes pareja?— preguntó de golpe para matar sus dudas, no quería ser parte de una infidelidad, no importaba que tan bueno había sido el sexo.
El eco de las palabras de su madre resonaba en su mente. Desde joven, ella le había inculcado la importancia de valorarse a sí mismo y de no conformarse con ser la segunda opción de nadie. Si alguien lo quería, debía ser completamente y sin reservas, no solo durante las noches y en secreto.
Hyunjin no se esperaba esa pregunta. Sus ojos se abrieron ligeramente sorprendidos, mientras procesaba cómo responder a esa inesperada indagación que lo obligaba a revelar detalles de su vida personal.
—No, no tengo pareja. ¿De dónde sacas eso?— preguntó confundido.
Al escuchar la respuesta, Jisung sintió un alivio que ni siquiera sabía que estaba reteniendo. Su expresión se suavizó y soltó el aire que había estado conteniendo. En el fondo, estaba desesperado por recibir esa respuesta porque realmente le había gustado Hyunjin y quería saber si había potencial para algo más serio entre ellos. Ahora, con esa incertidumbre aclarada, se sentía un poco más tranquilo.
—Oh, bueno, es que yo.. escuché por accidente que le decías a alguien que llegarías tarde a casa y también que le dijiste te amo así que mi cabeza comenzó a hacer teorías— dijo jugando con los dedos de sus manos.
Hyunjin asintió con comprensión, entendiendo de dónde venían las preocupaciones de Jisung.
—Ah, eso. Era mi madre— explicó con una pequeña sonrisa tranquilizadora. —Hoy tenía que ir a verla, se supone que ya debería estar en su casa, así que llamé para preguntar si estaba bien.
Jisung sintió un ligero rubor de vergüenza al escuchar que se trataba de la madre de Hyunjin, pero aun así, no se arrepintió de haber preguntado. Siempre había sido una persona que prefería aclarar sus dudas en lugar de dejar que la incertidumbre lo consumiera. Saber que no había motivo para preocuparse alivió su mente y le permitió disfrutar del momento con más tranquilidad.
—De acuerdo. Por cierto, gracias por la ropa, me gustó mucho— dijo haciendo énfasis en el mucho con voz un poco más chillona y con su sonrisa dejando revelar sus bonitos hoyuelos cambiando de tema.
—De nada— respondió Hyunjin con una sonrisa cálida. Y era cierto, mientras estaba seleccionando la ropa desde su celular, no pudo evitar dejarse llevar y comprar todo lo demás. La idea de ver al chico luciendo esa ropa, especialmente las faldas y la ropa interior que había escogido, le resultaba sumamente atractiva y excitante.
Se dio cuenta de que se estaba tomando muchos atrevimientos al hacerle tantos regalos a Jisung, pero sentía una fuerte necesidad de hacerlo. Había algo en él que despertaba su deseo de cuidarlo y consentirlo, de asegurarse de que se sintiera especial y apreciado. Era como si su corazón estuviera impulsándolo a demostrarle cuánto significaba para él en tan poco tiempo.
—Gracias— volvió a decir lanzándose a los brazos del magnate quien correspondió enseguida envolviendo sus brazos alrededor de la estrecha cintura. Jisung apoyó su cabeza sobre el hombro del castaño mientras tenía sus manos alrededor del cuello de éste mismo. —Creo que incluso podría besarte ahora mismo— confesó sacando su cabeza de su escondite.
Eso hizo sonreír a Hyunjin.
—¿Y por qué no lo estás haciendo?— preguntó con picardía.
Jisung no lo pensó dos veces. Cerró los ojos y se inclinó hacia adelante, uniéndose en una lenta danza de labios con Hyunjin. El beso no fue apresurado ni demasiado lento, simplemente sus labios se rozaban entre sí en una muestra de cariño y deseo. Después de un momento, se separaron ligeramente, pero mantuvieron sus miradas conectadas, el verde y el azul fusionándose en una mezcla única y cautivadora. No pasó mucho tiempo antes de que Hyunjin no pudiera resistirse y volviera a juntar sus labios en un beso más apasionado, al que Jisung respondió gustoso, permitiendo que la lengua juguetona de Hyunjin explorara su boca con ansias.
La pelea entre ambas lenguas comenzó con una intensidad palpable, cada una buscando demostrar su dominio en ese fascinante acto de pasión y entrega. Los labios de Jisung y Hyunjin se movían en perfecta sincronía, como si estuvieran danzando al compás de una melodía ardiente y seductora.
Hyunjin comenzó a deslizar sus manos con destreza por la espalda del rizado, explorando cada centímetro de su piel hasta llegar a su voluptuoso trasero. Al llegar, dio un apretón firme con ambas manos, lo que provocó que un jadeo escapara de los labios de Jisung, fundiéndose con el aire entre sus bocas unidas.
Mientras tanto, Jisung mantenía sus brazos aferrados al cuello de Hyunjin, sin querer separarse ni un instante de su cálido contacto. Con una creciente sensación de mareo debido a lo bien que se sentía tener la boca del castaño sobre la suya, comenzó a llevar sus manos hacia el rostro de Hyunjin, acariciando su piel suave y ansioso por explorar cada detalle de su expresión mientras sus lenguas continuaban su intrincada danza dentro de sus bocas.
Hyunjin comenzó a caminar con determinación hacia la cama, llevando consigo el delicado cuerpo de Jisung en sus brazos, mientras sus labios seguían unidos en un beso ardiente que parecía fundirlos en un torbellino de pasión. Cada paso que daba resonaba en la habitación, aumentando la tensión y la anticipación entre ellos.
Cuando finalmente llegaron a la orilla de la cama, Jisung sintió la suave presión de las sábanas contra la parte trasera de sus piernas, indicándole que era momento de dejarse llevar por completo. Sin resistirse, se dejó caer hacia atrás, con Hyunjin encima de él, y se recostó sobre las suaves almohadas, sintiendo cómo el calor y el peso del cuerpo del ojiazul se posaban sobre él de manera reconfortante.
Hyunjin se acomodó entre las piernas de Jisung, quien instintivamente las enrolló alrededor de sus caderas, aferrándose a él con un deseo que no podía controlar. Estaban tan cerca el uno del otro que podían sentir el latido acelerado de sus corazones, sincronizándose en un ritmo frenético que reflejaba la intensidad de su conexión.
Mientras continuaban besándose con pasión, las manos de Hyunjin comenzaron a explorar el cuerpo de Jisung con una delicadeza exquisita, acariciando cada centímetro de su piel con reverencia y admiración. Sus labios recorrían el camino desde la mandíbula hasta el cuello de Jisung, dejando una estela de besos y suaves mordiscos que hacían que el ojiverde se estremeciera de placer.
La falda verde de Jisung se deslizó ligeramente hacia arriba cuando abrió las piernas para dar cabida al cuerpo de Hyunjin entre ellas, revelando más piel pálida y suave que invitaba a ser explorada y adorada. Hyunjin aprovechó la oportunidad para deslizar sus manos bajo la falda, acariciando los muslos de Jisung con una pasión que lo dejaba sin aliento.
El beso entre ellos se volvía cada vez más urgente y apasionado, como si estuvieran perdiéndose en un éxtasis compartido que los consumía por completo. Jisung se aferraba a Hyunjin con fuerza, sintiendo cómo el deseo lo invadía por completo, mientras la lengua del ojiazul se entrelazaba con la suya en una danza frenética y embriagadora.
Hyunjin finalmente dejó un último chupetón sobre la clavícula derecha de Jisung antes de separarse de su piel, lo que provocó que el ojiverde abriera los ojos con anhelo, lamentando la pérdida del contacto físico que los había envuelto en una espiral de deseo.
—Debemos ir a desayunar— explicó.
Editado.
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