Capítulo 5
Al dar sus primeros pasos dentro del baño, Jisung sintió cómo su espalda se encontraba repentinamente contra la pared más cercana. Un escalofrío recorrió su cuerpo al notar unos labios suaves y ardientes que comenzaban a explorar la dulce piel de su cuello con una pasión irresistible. Cada beso, cada roce, despertaba en él una mezcla de sorpresa y excitación que lo hacía temblar de deseo.
Mientras tanto, unas manos curiosas y atrevidas se aventuraban bajo la falda de Jisung, deslizándose con una determinación casi desenfrenada. El contacto de esas manos, ávidas por descubrir cada centímetro de su intimidad, le arrancaba gemidos agudos que se escapaban de sus labios como susurros de placer. El contraste entre la sorpresa y el deleite que sentía era abrumador, pero no podía negar que disfrutaba de cada instante de aquella experiencia prohibida y excitante.
Por su parte, Hyunjin no podía resistir la tentación de explorar a fondo la exquisita anatomía rizada de Jisung. Sus manos anhelaban recorrer cada curva, cada contorno, con una pasión incontenible. Sentía cómo le picaban las manos por la urgencia de tocar, acariciar y rendirse al deseo que lo consumía por completo. Era como si cada parte del cuerpo de Jisung fuera un mapa que le invitaba a descubrir un nuevo territorio de placer.
En aquel baño, en aquel momento, Jisung y Hyunjin se encontraban perdidos en un torbellino de sensaciones y emociones intensas. El tiempo parecía detenerse mientras ambos se entregaban al éxtasis del deseo mutuo. Cada roce, cada suspiro, se convertía en una sinfonía de placer que los envolvía y los llevaba a un lugar donde solo existían ellos dos y la pasión desenfrenada que los unía.
—Hay que entrar a-aah— gimió al sentir la lengua y labios del ojiazul mordiendo y chupando su piel. —allá dentro de ese cubículo— pidió Jisung en un gemido.
—No— se negó. —Aquí estamos bien— dijo tomando entre sus dientes el labio inferior del chico que gimió agudo en respuesta cuando sintió un escozor sobre su labio.
La pasión ardiente se apoderaba de ellos mientras se entregaban a un beso desenfrenado. Sus labios chocaban con intensidad, buscando dominar y ser dominados en esta excitante batalla. El cuerpo del más joven se veía sometido a un descarado manoseo por parte del otro hombre, quien no podía resistirse a explorar cada rincón oculto bajo la falda plisada de cuadros.
Las manos del hombre se aventuraban sin pudor, acariciando con avidez la suave piel que se escondía debajo de la tela. Cada roce, cada caricia, desataba una tormenta de sensaciones en el cuerpo del menor, quien no podía contener los gemidos de placer que escapaban de sus labios. La tensión sexual se elevaba a límites insospechados mientras el deseo se apoderaba de ellos sin restricciones.
En medio de ese torbellino de pasión y lujuria, ambos hombres se entregaban sin reservas al éxtasis del momento. La atmósfera cargada de erotismo y la intensidad de sus encuentros los envolvían como una llama que no podía ser apagada.
—Volteate, pégate a la pared y abre las piernas— ordenó con voz ronca el ojiazul siendo rápidamente obedecido por el más joven.
Hyunjin sonrió ante la sumisión que presentó el chico.
Jisung obedeció las instrucciones del hombre de cabello castaño y se colocó en la posición indicada. Pegó su cuerpo contra la pared y separó ligeramente las piernas, esperando con anticipación cualquier movimiento que el hombre de ojos azules pudiera hacer sobre él. Anhelaba ansiosamente cualquier tipo de contacto que quisiera brindarle en ese momento.
Hyunjin observaba el cuerpo del joven tal como se lo había pedido, lo cual lo excitaba aún más de lo que ya estaba. Le encantaba tener el control durante el sexo y en ese preciso instante deseaba explorar más allá de las simples caricias con sus manos. Quería disfrutar por completo de aquel magnífico cuerpo y hacerlo completamente suyo.
Se posicionó detrás del delgado cuerpo, acercando su cabeza al oído del menor. La respiración entrecortada y el deseo palpable en el aire creaban una atmósfera cargada de anticipación. Hyunjin susurró palabras provocativas al oído de Jisung, haciendo que su piel se erizara y su excitación se intensificara aún más.
—Papi quiere probarte, amor. ¿Me vas a dejar?— preguntó, quería saber si el chico lo deseaba tanto como él.
El menor temblaba de anticipación, sintiendo cómo sus sentidos se agudizaban. Cada roce, cada palabra susurrada al oído, le hacía perder el control y lo sumergía en un mar de placer y deseo. Hyunjin sabía exactamente cómo provocarlo y cómo llevarlo al límite de la pasión.
En ese momento, la tensión sexual era palpable y el deseo incontrolable. Jisung estaba completamente entregado a las manos expertas y al dominio de Hyunjin, dispuesto a satisfacer sus más profundos deseos. Ambos se dejaban llevar por la pasión desenfrenada, explorando cada rincón de sus cuerpos y disfrutando del éxtasis que solo el otro podía proporcionar.
—Si, papi— respondió en un suspiro.
Y Hyunjin sonrió.
Llevó sus manos nuevamente al interior de la falda tocando la fina tela de su ropa interior, de la cual podía deducir que era una delicada braga de encaje. Tomó parte de la tela entre sus dedos y la hizo aun lado para deslizar uno de sus dedos a la entrada del chico solo para tocar un poco, acto que hizo al mencionado tensar su cuerpo y dejar salir un jadeo por la sensación del frío dedo tocando sobre la tibia piel de su intimidad.
El castaño sacó sus manos para comenzar a amasar el trasero del chico y deslizarlas por la tersa piel de sus pálidas piernas que deseaba con todas sus fuerzas tener ya rodeando su cadera mientras lo tenía retorciéndose y gimiendo de placer debajo suyo.
Jisung estaba amando el toque sobre su cuerpo.
Hyunjin se posicionó en cuclillas quedando con su rostro a la altura del trasero del menor, con sus manos subió más la falda hasta colocarla arriba de la estrecha cintura.
Apartó un poco la tela de encaje que le estorbaba para después separar sus nalgas y vislumbrar la estrecha entrada de color rosita. Sin avisar, llevó su rostro entre ellas y con su lengua comenzó a dejar lamidas que hicieron que las piernas del ojiverde fallaran y temblaran cuál gelatinas.
La piel aterciopelada de la lengua del castaño se movía en un ritmo medio e intenso, lamía y embestía la estrecha cavidad, logrando arrebatarle gemidos al chico.
—Papi— jadeó. —Más.. más.. más— rogó entre pequeños suspiros como un mantra, por algo que Hyunjin estaría dispuesto a cumplir.
La lengua se movía hábilmente. Entraba y salía de la entrada del menor, estirándola en el proceso cuando cada vez el ritmo aumentaba más, así como los constantes gemidos del contrario que demostraban lo bien que se sentía.
—Quiero tus dedos— jadeó.
Hyunjin no se hizo tanto del rogar y llevó uno de sus dedos a la dulce entrada para comenzar a forzarla. Empujó su dedo corazón sobre la zona ejerciendo un poco de presión hasta que su dedo pudo entrar con facilidad, estirando a la perfección la estrecha cavidad del más joven quien ya era un desastre de gemidos y un mar de suplicas.
Con un fuerte gemido de dolor y excitación por parte de Jisung, entró por completo el dedo del ojiazul el cuál dió justo en la próstata del rizado.
—¡Ahh!, papi— exclamó con sus piernas temblando.
Hyunjin comenzó a meter y sacar su dedo en la entrada del rizado, estirándola lo más que podia en cada movimiento.
—Otro, otro— pidió en un suspiro con su frente recargada sobre la pared.
—No seas un desesperado, bebé— dijo con voz ronca.
Con una mezcla de anticipación y deseo, Hyunjin metió otro dedo entre los pliegues íntimos de Jisung. Haciendo movimientos en forma de tijera, abrió aún más la entrada, preparándola para lo que estaba por venir. El ojiverde se estremeció ante la nueva sensación, sintiendo cómo su cuerpo respondía al estiramiento gradual de su cavidad.
Sin apartar su rostro del deleite que había descubierto, Hyunjin acercó su boca una vez más, ansioso por devorar cada centímetro de aquel lugar prohibido. Su lengua húmeda se adentró en la intimidad de Jisung, explorando cada rincón con una habilidad que parecía conocer a la perfección. Cada lamida, cada succión, provocaba que el ojiverde se retorciera de placer, sintiendo cómo su entrada se estiraba y se volvía más receptiva a cada embestida de la lengua de Hyunjin.
Con su mano libre, Hyunjin deslizó sus dedos por el interior de la falda de Jisung, buscando su miembro ansioso. Lo encontró, erecto y palpitante, oculto entre las bragas ya empapadas de presemen que resbalaban por el glande. Sin perder un segundo, comenzó a masturbarlo con movimientos expertos y precisos, sincronizando sus caricias con las embestidas de su lengua.
La combinación de las sensaciones en su entrada y en su miembro hizo que Jisung sintiera cómo sus piernas flaqueaban. Necesitaba apoyarse en la pared para mantenerse de pie, entregado completamente al placer que le estaba siendo brindado. Cada gemido que escapaba de sus labios era como música para los oídos de Hyunjin, quien se deleitaba en la melodía de su excitación. A pesar de sus propias ansias y deseos, Hyunjin se esforzaba por contenerse, disfrutando del control que tenía sobre el cuerpo y las reacciones de Jisung.
El cuerpo del joven de ojos verdes estaba ardiendo con una excitación incontrolable. Se sentía como si estuviera en la cima del mundo, perdiendo completamente la noción de su entorno. Se dejaba envolver por la embriagadora acción que compartía con el magnate, buscando ansiosamente más del cálido y experto toque de su amante.
Comenzó con dos dedos, los cuales exploraban con habilidad cada rincón de su cuerpo, despertando cada uno de sus sentidos. Pero pronto, esos dos dedos se convirtieron en tres, que martilleaban con fuerza en su interior, haciendo que el joven se estremeciera y gritara de placer. Mientras tanto, la otra mano del magnate subía y bajaba con maestría por su miembro, llevándolo al límite del éxtasis.
El tiempo parecía detenerse mientras ambos se entregaban por completo al placer que compartían. Y gracias a ese intenso momento, fue solo cuestión de minutos antes de que el joven de cabello rizado alcanzara el clímax, dejando escapar un fuerte gemido al derramarse sobre la mano del castaño. La sensación de tanta estimulación en su cuerpo era abrumadora y deliciosa a la vez. Parecía estar flotando en una nube de deseo y satisfacción.
El magnate se incorporó con elegancia, contrarrestando la escena en la que Jisung luchaba por mantenerse erguido, apoyado en la pared, mientras se esforzaba por regular su respiración con suspiros profundos y audibles.
Mientras tanto, Hyunjin se quedó inmóvil, contemplando con fascinación la imagen intensa de Jisung, recargado allí: labios rojos e hinchados, pupilas dilatadas, rizos alborotados en todas direcciones y una frente perlada de sudor. Para Hyunjin, era una imagen que parecía desordenada, pero al mismo tiempo provocativamente cautivadora.
En un instante, Hyunjin decidió que era momento de llevar al joven fuera de ese lugar y regresar al ajetreo y bullicio que se escuchaba afuera de los baños. Sin embargo, su plan se vio interrumpido cuando el dulce ángel de ojos esmeralda se negó con determinación. En un movimiento ágil y sorpresivo, Jisung cayó de rodillas, colocando su rostro a la altura de la pretina del pantalón de Hyunjin, desafiante y expectante al mismo tiempo.
—Te la quiero chupar— pidió con sus ojos brillosos.
Y mierda, no podían culpar a Hyunjin por ceder ante sus deseos carnales, era un humano y tenía necesidades, así que asintió con su cabeza concediendo el permiso para que el chico comenzara.
Jisung llevó sus temblorosas manos al borde de la pretina de los pantalones y lo desabrochó para comenzar a bajarlo con lentitud para deshacerse de la prenda que tanto había ansiado poder quitar de su camino.
Hyunjin se sumergía en la contemplación meticulosa de cada rasgo del joven, dejando que su mirada se deslizara con reverencia por los rizos largos y exquisitamente formados que caían con gracia sobre los hombros de Jisung, como una cascada enmarcando su rostro. El color esmeralda de sus ojos, usualmente brillante, ahora se veía eclipsado por las pupilas dilatadas, añadiendo una profundidad misteriosa a su mirada. La nariz de Jisung, elegantemente perfilada, y sus labios rojos, finos pero tentadoramente carnosos, despertaban en Hyunjin un deseo casi irresistible de saborearlos y morderlos a su antojo, como si fueran la personificación misma del pecado y la tentación.
En la percepción de Hyunjin, Jisung no era simplemente una pieza de arte para ser admirada por cualquiera; era como un lienzo vivo, una escultura en movimiento de apolíneas facciones que solo él tenía el privilegio de tocar y perturbar. Cada gesto, cada expresión de ese hermoso ángel encarnaba una perfección que desafiaba la realidad misma, convirtiéndolo en una presencia magnética y cautivadora que lo sumergía en un torbellino de emociones y deseos incontrolables.
Jisung terminó de quitar los pantalones del ojiazul dejándolo solo en boxers que dejaban ver la erección ya bien formada que esperaba a ser atendida por sus manos y boca.
Acercó sus manos y comenzó a masajear el miembro con su mano, apretando de vez en cuando sobre la fina tela logrando sacar gemidos bajos y roncos de los labios del castaño.
Llevó sus dedos al elástico de la ropa interior y la comenzó a bajar con la fija mirada azulada sobre él que veía atento cada uno de sus movimientos.
Terminó de bajar el boxer y la respiración se le fue al dislumbrar el grueso miembro que se erguia en toda su gloria con el glande de un color rojizo el cuál goteaba presemen de la pequeña hendidura y las venas remarcadas por todo el falo de éste mismo.
No sabía cómo haría para meter todo eso dentro de su boca pero le calentaba la idea de tenerla hasta lo más profundo de su garganta golpeando las cálidas paredes hasta que se corriera dentro.
Jisung llevó una de sus manos a su boca para lamer la palma de ésta y luego la dirigió hacia el erecto miembro mientras veía directamente a los ojos azules del castaño, los cuales habían sido eclipsados por las pupilas dilatadas dejando sólo un pequeño rastro del inmenso mar que había en ellos y comenzó a subir y a bajar en un ritmo lento que estaba enloqueciendo al hombre.
El muchacho comenzó a acelerar cada vez el ritmo que llevaba en sus manos.
—Mierda— jadeó por el placer que sentía con cada movimiento del ojiverde sobre su hombría tratando de no cerrar los ojos para no perder el contacto visual con el rizado y mordiendo su labio inferior para no gemir fuerte.
—¿Te gusta?— preguntó con voz inocente el ojiverde desde su posición al ver cómo Hyunjin luchaba con todas sus fuerzas para no cerrar los ojos y llevar su cabeza hacia atrás y dejarse llevar por el placer ejercido.
—Si— respondió, aunque era evidente que Jisung lo tenía casi tocando el cielo con la punta de sus dedos.
Sin pensarlo, Jisung introdujo el pene en su cavidad bucal haciendo que el goteante glande se deslizara por las tibias paredes de su faringe, en lo más profundo de ésta y la punta de su nariz pudiese tocar el vientre bajo del ojiazul.
Hyunjin dejó escapar un fuerte gemido que se escuchó en toda la habitación por la sorpresa al sentir la excitante sensación de su miembro siendo aprisionado dentro de la boca del ojiverde quién estaba haciendo lo posible para poder tener el duro miembro dentro de su garganta.
Ante el brusco moviendo, pequeñas lágrimas se escaparon de las preciosas esmeraldas que poseía el chico al sentir como el miembro se había abierto paso dentro de su faringe tan súbitamente, pero a pesar del escozor, eso no impidió que comenzara a mover su cabeza en un ritmo medio para darle una de las mejores felaciones al hombre.
Hyunjin se sentía en la puta gloria. Cada movimiento que hacía el ojiverde con su lengua en su miembro lo tenía viendo estrellas, sentía como el placer burbujeaba en sus venas con un calor electrizante que arañaba todo su cuerpo en busca de más y que lo hacía tener la sensación de que estaba entrando al mismísimo edén gracias al precioso ángel de ojos verdes que estaba arrodillado frente, luciendo inocente mientras tenía su polla completa dentro de su garganta, dándole la mejor mamada que le hubiesen dado en todo el jodido mundo.
—¡Ah! Mierda— gimió en un grave tono de voz. —Que bien la chupas— Jisung sin sacar el miembro de su boca sonrió internamente por el comentario y llevó una de sus manos a los testículos del hombre para acariciarlos y darle más placer.
De pronto, el sonido ensordecedor del celular de Hyunjin los interrumpió, Jisung lo miró con duda y el ojiazul le hizo un ademán para que no parara de hacer lo que estaba haciendo con su boca sobre su polla.
—¿Si, Andrew?— preguntó tratando de no gemir, era su chófer diciendole que ya había dejado su auto afuera y que lo esperaba para entregarle las llaves. —De acuerdo, en unos momentos salgo. Solo debo terminar algo— dijo mirando al chico que aún seguía con su miembro en su boca.
Escuchó un tarareo de asentimiento de parte de su chófer y colgó.
—No te detengas— pidió. El ojiazul ya sentía el orgasmo arañando sus entrañas en busca de la excitante y placentera liberación. Tomó los rizos del ojiverde en su puño y paró sus movimientos. —Ahora yo voy a follar tu linda boquita— comenzó a embestir con movimiento rápidos y fuertes en la boca del ojiverde. Su miembro entraba y salía de las fauces del más joven, utilizándolo para su propio placer.
A Jisung le gustaba la sensación de sentirse usado por Hyunjin. Le excitaba más de lo normal.
Solo bastaron unos minutos más para que el fuerte orgasmo del ojiazul se liberara con un fuerte gemido y llenara con tiras y tiras de semen el interior de la boca del bonito ángel. El ojiazul salió de la boca del contrario y tomó su propio miembro en una de sus manos para comenzar a bombear ésta cerca de los labios del ojiverde. Unas cuantas tiras de semen más lograron salir, manchando con la espesa sustancia los bermellones del más joven.
—Tragalo— ordenó. Jisung obedeció.
Espeso, dulce y amargo, el rizado lo sentía deslizarse por sus papilas gustativas. El sabor del semen del magnate inundaba su dulce boca. —Desearía que pudieras ver cómo luces en este momento— dijo con voz ronca.
Volvió a tomar su miembro y llevó el glande que tenía restos de semen a los delgados labios del ojiverde, pasando lo suavemente por encima de estos como si fuese un lápiz labial. —Te ves jodidamente caliente con mi semen en tu linda boquita— Jisung solo suspiró ante las palabras dichas por el hombre más grande. —Ven, levántate— pidió. —Aun no termino contigo— dijo con una altanera sonrisa ladina que hizo brillar aún más los ojitos del menor.
Editado.
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