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Capítulo 45

Dos tortuosas semanas pasaron desde que Hyunjin y Jisung habían discutido por primera vez, dos largas semanas en las que no se habían visto en lo absoluto y tampoco habían hablado.

Ambos se mantuvieron totalmente alejados entre sí mientras la pelea y las palabras que se dijeron se reproducían constantemente en sus cabezas cómo una mala película, llenándolos de la amarga sensación de culpa y arrepentimiento.

Jisung durante ese tiempo había salido con Felix a múltiples sitios para tratar de despejar su mente y pensar bien las cosas con respecto a su relación con Hyunjin, aunque siempre terminaba en el mismo lugar, con la imagen de él y Hyunjin gritandose.

No le gustaba para nada aquello. Extrañaba a Hyunjin y de eso no tenía dudas, lo que aquél hombre provocaba en él era indescriptible, lo hacía brillar cuál esmeralda y encendía su alma, volviéndolo salvaje cómo el mar en días de tormenta, ningún chico lo había hecho sentirse así, ni si quiera durante el sexo.

Hyunjin lo hacía sentirse hermoso, querido y deseado.

Estando en sus brazos sentía que podía tenerlo todo. No sabía si eran sus ojos azules o sus tatuajes decorando su piel los que lo orillaban a estar de esa forma. Hyunjin era el hombre con el que Jisung siempre había soñado desde muy chiquito, lo tenía tan encandilado desde que en aquel bar vió su rostro por primera vez que ahora no tenerlo se había convertido en un verdadero martirio.

Extrañaba su delicado toque sobre su piel, su voz, sus ojos, sus mimos, su presencia. Jisung había caído completamente sin si quiera notar el momento en el que ya no habría remedio o cura para lo que sentía, Hyunjin lo llevaba a conocer el cielo cada que lo tocaba y estar peleados era como estar en el infierno pero ambos eran testarudos.

Justo ahora era algo tarde y Jisung no podía lograr conciliar el sueño, dió un par de vueltas sobre su cama pero era totalmente inútil, no podía dormir.

Frustrado consigo mismo decidió revisar sus redes sociales pero a los minutos se aburrió y su lado más masoquista pidió revisar su galería a sabiendas de que la aplicación estaba repleta de fotos con Hyunjin que había tomado a lo largo de su relación.

Siempre queriendo capturar los momentos tan hermosos que hacían arder su alma en llamas.

Mientras revisaba las fotografías, se detenía por largos segundos a admirar cada diminuto detalle en ellas que incluso había perdido la noción del tiempo y ya no tenía idea de la hora, aunque ya no importaba tanto si se lo preguntaban, no cuando sus ojos por fin comenzaban a tener esa sensación de pesadez gracias a la dulce tranquilidad que llenó su cuerpo y su corazón después de revisar un poco en su celular aquellos momentos que quedaron cauterizados en su cerebro cómo un lindo tatuaje.

Tal vez fue el sueño que comenzó a envolverlo o las fuertes ganas que tenía de arreglar la cosas con Hyunjin después de darse cuenta que a pesar de sentirse inseguro consigo mismo, lo amaba y no estaba dispuesto a dejarlo, no cuando estaba seguro que no encontraría a alguien que lo llene cómo Hyunjin lo hace.

De todas formas no estaba arrepentido de pedirle tiempo, esas dos tortuosas semanas las había utilizado para enfocarse completamente en sí mismo y analizar lo que en verdad quería, llegando siempre a la misma conclusión: Hyunjin.

Todo se resumía en ellos, se trataba de ambos estando juntos. Jisung era tan de Hyunjin y Hyunjin tan de Jisung que a pesar de todo seguirían enamorándose todos los días que incluso tal vez nunca volverían a ser de ellos mismos porque ninguno recordaba cómo eran las cosas antes de pertenecerse.

Sin pensarlo demás, entró al chat que tenía con Hyunjin y todo se sintió correcto al hacerlo.

"¿Podemos hablar mañana? Te extraño"

Y sin importarle si obtenía o no una respuesta ahora mismo, cayó profundamente dormido. Siendo sostenido por los tranquilizantes brazos del rey de los sueños.

Eran altas horas de la madrugada y Hyunjin no podía dormir, las últimas dos semanas se le estaban haciendo un total infierno sin Jisung.

Había intentado casi todo para convencerse que el tiempo que se habían dado sería solo temporal y que Jisung llamaría para por fin poder discutir correctamente las cosas mientras sentía que todo el mundo se derrumbaba a sus pies y trataba de recordar como había sobrevido a la soledad antes de que su dulce sol llegara a iluminar su vida.

Estaba tan perdido en sus pensamientos mientras observaba el techo de su habitación cuando el sonido de una notificación hizo vibrar su celular en su mesita de noche, indicando que probablemente sea un mensaje o un correo ya que las de sus redes sociales las tenía desactivadas.

Estiró su brazo para ver qué sucedía y sus ojos se iluminaron cómo estrellas cuando en la barra de notificaciones su atención fue captada por el nombre de Jisung. Rodó rápidamente sobre su estómago para estar boca abajo y entró al chat de su rizado.

"Podemos hablar mañana? Te extraño"

Y mierda, claro que Hyunjin quería hablar con él. Lo extrañaba tanto como las estrellas extrañan al sol en el cielo de la mañana.

Así que sin pensarlo le respondió.

"Hola mi dulce sol, no sabes cuánto te he extrañado. Creo que incluso me he aprendido todas las canciones que te he escuchado cantar cuando salíamos juntos."

"Si estás desocupado te puedo llevar mañana a un restaurante para que podamos hablar. ¿Galvin at windows te parece bien?"

Respondió con una sonrisa en sus labios. Decidiendo dormir con la tranquilidad de que las cosas las podían arreglar.

Cuando Jisung despertó y vió que Hyunjin le respondió chilló de la emoción, aceptando al instante que lo llevara a aquel restaurante y el ojiazul le había dicho que pasaría por él a las siete de la noche.

Jisung bajó las escaleras de su casa aún vistiendo una pijama, yendo en busca de su madre que seguramente estaría en el jardín tomando el té junto a su padre. Era algo que la pareja adulta hacía todas las mañanas y que disfrutaba.

—Mami— llamó Jisung viendo a su madre reír con gracia hacía algo que su marido había dicho.

Los padres de Jisung estaban sentados junto a una pequeña mesita de color blanco, con sus tazas de té descansando sobre el fino cristal de dicho mueble. Ambos mantenían una conversación trivial, luciendo cómo una dulce pareja enamorada.

Yoona se veía hermosa, llevaba un vestido blanco hasta sus tobillos y unas sandalias cuña. Su cabello lo llevaba suelto y sobre el puente de su nariz descansaban unos lentes para el sol que protegían sus ojos verdes. Por otro lado estaba Donghae quien solo llevaba una camisa totalmente blanca al igual que sus vans y unos shorts azules y al igual que Yoona él también llevaba unos lentes para el sol, solo que estos estaban en su cabeza.

—¿Qué sucede, cariño?— su atención la dirigió rápidamente a su hijo cuando escuchó a éste llamarla, dejando de lado la plática que mantenía con Donghae.

—Hyunjin dijo que me llevaría a un restaurante— se limitó a decir sin borrar la tonta sonrisa que sus labios no evitaron formar, delatando lo emocionado que estaba.

Donghae frunció el entrecejo al igual que Yoona, no sabiendo que decir al respecto porque si bien sabían que Hyunjin no tuvo la culpa, él hizo llorar a su hijo durante varios días, teniendo que consolar a su lindo rizado cuando llegaba a su habitación con lágrimas en sus ojos, pidiendo entre hipidos que no quería seguir sintiéndose así, aguantando sus propias lágrimas cuando debían explicarle que era lo más hermoso que les había pasado y debía entender que valía demasiado.

Les había dolido demasiado ver a Jisung así por estarse cuestionando su valor cuando ellos se habían encargado durante toda su infancia y adolescencia de que nunca tuviera ese sentimiento de no sentirse suficiente, creyendo que no lo habían hecho bien.

—¿Vas a ir?— preguntó su padre.

Jisung asintió efusivamente, sus rizos rebotando sobre sus hombros y uno que otro mechón cayendo por su frente.

Yoona no estaba muy convencida.

—¿A qué hora pasará por ti?— quiso saber.

—Me dijo que a las siete pero no sé que ponerme. ¿Debería comenzar a buscar?— arrugó un poco su nariz mientras mostraba sus hoyuelos al estar sonriendo.

Donghae suspiró.

—¿Quieres que te ayudemos a escoger?— preguntó regalándole una pequeña sonrisa a su hijo.

Y Jisung volvió a asentir efusivamente.

—Aunque primero iré a mis sesiones de yoga, ¿cuando regrese me pueden ayudar?— preguntó sin borrar su sonrisa.

—Claro que si, cariño— ahora fue Yoona la que habló.

—Los amo, los amo, los amo— repitió feliz, lanzándose hacia sus padres para abrazarlos. —Son los mejores papás que pude tener.

Donghae y Yoona por fin soltaron una pequeña carcajada sincera.

—Y nosotros también te amamos a ti, bichito— respondió Donghae.

Jisung negó recordando el apodo que Donghae solía decirle cuando era apenas un niño y apenas comenzaba a salir con su madre.

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