Capítulo 37
La pareja ahora se encontraba en el apartamento de Hyunjin, recostados en uno de los sofás del lugar.
Hyunjin estaba sentado con sus piernas estiradas a lo largo del sofá, Jisung posicionado cómodamente entre ellas con su espalda recargada en el pecho de su novio mientras veían cómodamente "sex education" a petición de él, cómo solían hacer la mayoría de veces.
La página principal en la cuenta de Netflix de Hyunjin se había convertido en básicamente series y películas del agrado de su novio. Realmente aquello no le molestaba, le gustaba complacer a Jisung en todos los aspectos y ver sus series favoritas era entretenido.
No se quejaba, algunas incluso le parecían entretenidas aunque mayormente no fueran su estilo.
—Me gusta Otis. Es lindo, sobre todo sus ojos azules— habló Jisung, analizando el aspecto físico del actor principal de la serie que se reproducía en la pantalla —Aunque me gustan más los tuyos para ser sinceros— alzó su rostro para ver el del contrario. —Siento como si pudiera hundirme, ahogarme y morir en ellos— sonrió, repitiendo una de las frases de una de las canciones que le gustaban.
La letra le recordaba un poco a Hyunjin.
—Y a mí me gustan mucho tus bonitos ojos verdes— aseguró. —Me dan esa calida sensación de tranquilidad y calma— enredó uno de sus dedos en un mechón rizado, jugando con éste. —Podría pasarme el resto de mis días admirandolos.
—¿De verdad?— lo observó con pequeños destellos iluminando sus fanales, acción que se convirtió en algo muy normal desde que conoció a Hyunjin.
—De verdad— afirmó sin ningún rastro de duda.
Hyunjin sin dejar de ver el bonito rostro del menor, comenzó a acercarse lentamente hasta que ambos sintieron sus alientos chocar entre sí. Jisung se quedó inerte, esperando el delicado roce entre sus labios, pero Hyunjin parecía tener otros planes al solo quedarse así, admirando de cerca su rostro.
—Ya bésame, tonto— apuró.
Hyunjin rió por su comentario, pero obedeció y lo besó.
Ambos sintieron mariposas en el estómago cuando al fin sus labios se unieron cómo tantas veces lo habían hecho antes, aunque los dos sabían a la perfección que en ese beso había algo que lo hacía aún más especial que los demás, este a comparación de los otros, era lento y solo una frágil y suave caricia entre ellos.
En esta ocasión no habían lenguas luchando por tomar el control de la situación, no habían gemidos, jadeos ni mordidas y tampoco habían apuros. Solo eran ellos dos, uniéndose en uno de los tantos actos más hermosos que el ser humano había creado para darse a conocer los sentimientos que no pueden ser explicados o descritos con palabras.
Dejaron de besarse cuando sus pulmones comenzaron a implorar oxígeno, sus rostros seguían a centímetros de distancia pero Jisung sintió la necesidad se levantarse y acomodarse mejor a lado de Hyunjin.
Ambos permanecía en un relajante silencio, cómo si su lenguaje corporal fuese el que estuviera hablando por ellos, no necesitaban más que eso pero sus cuerpos exigían que dijeran algo al respecto.
—T-tal vez es un poco rápido— trastabillo un poco en sus palabras, estaba seguro de lo que diría pero tenía pánico, una reacción natural del ser humano al estar a punto de abrir sus emociones y mostrarse en su forma más vulnerable ante alguien más. —Y no quiero sonar apresurado, lo he estado pensando hace varios días y— comenzó a divagar.
—Tranquilo, sol— una sonrisa se pintó en sus facciones, dándole valentía al ojiverde.
Jisung tomó un poco de aire. La televisión siendo rotundamente ignorada.
Solo eran Hyunjin y Jisung.
—Yo..— hizo una pausa, sentía cada uno de los latidos de su corazón retumbar ansioso sobre su pecho. —Te amo, Hyunjin— dijo sin más, sintiéndose libre al recitar aquellas palabras.
Hyunjin se quedó callado, su cerebro tratando de procesar las palabras del menor, claro que él sentía lo mismo pero no lo había dicho porque tenía el miedo constante de que Jisung no y decidiera dejarlo por alguien más. Alguien mejor.
Aunque de todas formas eso no evitó que se encontrara sonriendo internamente al escuchar aquella declaración. Jisung lo amaba y no sabía que decir, hizo lo único que en ese momento se le ocurrió que fue besarlo de nuevo, ahora con un poco más de intensidad pero sin llegar a lo obsceno.
Jisung se sentó encima de Hyunjin y enredó sus brazos alrededor de su cuello, sus respiraciones se estaban volviendo agitadas y las manos de Hyunjin comenzaron a recorrer el menudo cuerpo sobre el suyo, acariando su espalda hasta llegar a sus muslos. Lo estaba tocando con suma delicadeza, cómo si en cualquier instante se pudiera romper en miles de fragmentos.
Los labios de Hyunjin rompieron el contacto con los de Jisung y comenzaron a descender hasta la piel de su cuello, dejando suaves mordidas.
—Yo también te amo, mi dulce sol— susurró Hyunjin sobre el oído de Jisung.
Jisung tarareó complacido en respuesta.
Sus besos y roces siguieron, hasta que lo sintieron correcto y suficiente se dirigieron a la habitación de Hyunjin, dónde éste con mucho cuidado y cariño comenzó a desvestir a Jisung
Deslizó su playera hasta quitarla de su camino y luego siguió con el pequeño short de satén, envolvió sus dedos en los costados de la prenda junto con la ropa interior y las deslizó sobre las largas piernas hasta estar en el suelo, consiguiendo tener a Jisung desnudo una vez más frente a él.
Repitió lo mismo con él, pero lo hizo más rápido y sin delicadeza alguna, las ansias de estar piel a piel con su novio eran más fuertes.
Cuando estuvo desnudo, se dirigió de nuevo hacia Jisung para unir sus labios en otro beso. Envolvió sus brazos sobre la pequeña cintura y comenzó a guiar lentamente el cuerpo contrario, hasta que las partes traseras de las rodillas de Jisung golpearon suavemente la orilla de la cama y su cuerpo fue recostado con delicadeza sobre las blancas sabanas.
Hyunjin se subió sobre él sin llegar a aplastarlo y se acomodó entre sus piernas.
Ambos se sentían bien, se sentían correctos.
—Luces precioso, mi amor— dejó una serie de besos por todo su rostro. —Eres muy bonito.
Jisung suspiró ante las palabras de Hyunjin.
Los dos se dejaron llevar, ambos siendo ese pedacito de cielo que sentían aún con los pies en la tierra. Está vez sus cuerpos no eran solo los que estaban a punto de unirse, sino también sus almas, envolviendose entre sí.
—Hazme tuyo— lloriqueó Jisung, abriendo más sus piernas cuando sintió los labios y lengua de Hyunjin besar el interior de sus muslos.
—Tranquilo, sol— respondió sin detener sus besos y caricias, guiándolas lentamente hasta la intimidad del menor, dónde comenzó a jugar con su lengua haciendo que el cuerpo de Jisung se llenara de leves espasmos.
—Aah, Hyun— gimoteó con sus ojos cerrados por el placer, tirando de su cabeza hacia atrás y tratando de cerrar sus piernas, fallando en el intento al sentir cómo Hyunjin no lo permitió.
Después de unos minutos más así, Jisung sintió cómo unos dedos se hacían paso en su interior, tratando de estirarlo lo más posible.
Los dedos de Hyunjin entraban y salían en un ritmo medio, chocando hasta los nudillos y haciendo sonidos de chapoteos en cada empuje que daban.
—No sabes lo mucho que me encanta tu cuerpo— intensificó un poco más el ritmo.
El rostro de Jisung estaba de un tono carmín y sus rizos esparcidos, tenía los labios levemente abiertos de dónde se escapaban pequeños sonidos de placer.
Hyunjin creyó que Jisung estaba listo, así que se colocó bien entre sus piernas y tomó su miembro en su puño, colocó el glande en la entrada del menor y lo comenzó a introducir lentamente. Sintiendo cómo las tibias paredes apretaban exquisitamente su longitud en cada centímetro que metía.
Esperó unos segundos sin moverse hasta que Jisung le indicó que podía hacerlo. Y fue donde sus penetraciones comenzaron, cada embestida era lenta pero concisa. Toda la extensión del falo era bien recibida por aquella estrecha cavidad.
—No te detengas, un poco más fuerte— pidió el menor, enredando sus piernas en las caderas de Hyunjin y deslizando sus uñas por la extensión de su espalda. Jisung dejó salir un par de lágrimas por lo bien que se sentía tener a Hyunjin en su interior.
El tiempo siguió con sus cuerpos febriles unidos, hasta que la liberadora sensación de sus orgasmos los inundó a ambos, envolviendolos en una cómoda nube de placer.
Y ahora el cuerpo sudado de Hyunjin descansaba junto al de Jisung, con éste rescostado casi encima de él. Ambos mantenían sus respiraciones erraticas mientras trataban de controlarlas. Siguieron rescostados en aquella posición por más tiempo, no podían decir cuánto con exactitud ya que el tiempo dejaba de importar cuando estaban juntos.
Porque todo se trataba de ellos, de Hyunjin y Jisung. La luz, el cielo, el sol, la luna, el mar, las canciones, la vida y también los sueños. Todo se resumía en ellos dos juntos.
—Hyun— ronroneó Jisung después un largo rato, ya cuando su respiración se reguló y su cuerpo estaba relajado.
—¿Que sucede, mi amor?— preguntó Hyunjin con su voz un poco pastosa.
—¿Quién era el tipo que estaba en tú oficina?— su dedo índice se deslizaba sobre el pecho de Hyunjin en una suave caricia.
—No es.. no es nadie importante— respondió firme.
—¿Estás seguro? Porque recuerdo escuchar que dijo que yo tomé su lugar— arrugó su nariz en un acto de confusión.
—Lo estoy. Él no es nada importante pero si te hace sentir mejor que te dé una explicación, entonces lo haré— Jisung se quedó callado y Hyunjin lo tomó como una respuesta silenciosa para que siguiera hablando. —La persona que estaba en mi oficina es Jeongin, mi ex pareja. Pero como te dije, no es importante, ¿De acuerdo?.
Hyunjin aún no le había platicado a Jisung sobre ese aspecto de su vida, y no porque no quisiera, simplemente porque no lo encontraba relevante para su relación.
Jisung tomó aire. —¿Qué quería?— fue lo único que logró preguntar.
—Arreglar las cosas conmigo.
—¿Y tú.. quieres eso?— dudó, deteniendo el movimiento de sus dedos sobre el pecho de Hyunjin.
—No me interesa en lo más mínimo, amor— respondió rápido, seguro de su respuesta.
—De acuerdo— respondió Jisung, sin querer indagar más en el tema. —¿Podemos dormir? Le dije a papá que llegaría más tarde.
—Lo que mi sol pida— eso fue lo único que respondió y lo último que se escuchó en la habitación cuando después de unos minutos más, ambos cayeron profundamente dormidos.
Sintiendo la calma inundarlos.
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