Capítulo 35
Hyunjin y Jisung estaban en un restaurante en una cena de negocios con algunos socios de Hyunjin. Ambos cómo de costumbre estaban sentados juntos; uno a lado del otro.
Todos en la mesa se encontraban discutiendo sobre algunos proyectos a futuro que tenían en mente. Jisung simplemente fingía que les prestaba atención cuando no tenía ni la más mínima idea sobre lo que hablaban, solo se dedicaba a sonreír amablemente y reír de algunos de los chistes sin gracia que soltaban algunos de los hombres presentes en la mesa.
Tomó entre sus dedos una copa de champagne que tenía frente a él y bebió un poco del líquido, degustando el dulce sabor que inundó sus papilas gustativas. Volvió a dar otro trago más, su cabeza comenzó a buscar ideas para no aburrirse durante el resto de la cena. Una pequeña sonrisa se pintó en su rostro cuando tuvo una maravillosa idea, la cuál concluía con Hyunjin encima suyo.
Con esa idea en mente, dejó la copa sobre la mesa y analizó a las personas a su alrededor, todas estando totalmente concentradas en el tema de conversación que llevaban. De igual manera, miró a su novio que por su ceño fruncido podía deducir que también estaba prestando atención a lo que se discutía con los demás, cosa que no iba a durar por mucho tiempo, no cuando Jisung ya tenía su mano cerca de la entrepierna del ojiazul, esperando a que Hyunjin lo notara y le concediera el permiso para tocar un poco más.
Jisung sonrió victorioso cuando sintió la fría mano de Hyunjin sobre la suya, guiándola lentamente sobre su entrepierna para que tocara todo lo que quisiera. Y el ojiverde no rechazó tal oportunidad, no cuando Hyunjin se había negado a follarlo durante todo el día y él estaba necesitado de una buena follada.
Comenzó dando varias caricias lentas para estimular, luego siguió con algunos apretones sobre la tela del pantalón, hasta que sintió cómo la dura y gruesa erección de su novio se iba formando caliente bajo su tacto. El resto de personas estaban totalmente ajenas a la situación.
Hyunjin aún con su atención en la conversación, se acercó lo más que pudo al rostro de Jisung, para poder susurrar algo sobre su oído. El rizado no dejó de acariciar el bulto en el pantalón.
—Quitate la ropa interior— ordenó.
Jisung detuvo los movimientos de su mano y abrió en grande sus ojos por aquella orden. Se había sorprendido pero la idea de no llevar ropa interior cuando llevaba una falda más corta de lo normal le excitaba de sobremanera y sabía que a Hyunjin también.
—Ahora— volvió a hablar Hyunjin, mirándolo sin ninguna expresión.
—¿Ahora?, ¿Justo aquí?— preguntó dubitativo. Su corazón comenzando a latir más rápido de lo normal.
—Justo aquí— afirmó.
Tragó saliva pero asintió. Deslizó sus dedos sobre sus piernas hasta encontrar la tela de su ropa interior. Su falda se había alzado solo un poco, Hyunjin solo lo miraba de atisbo con una sonrisa burlona en sus labios.
Cuando ya tenía sujetado los costados de la prenda de encaje, la comenzó a bajar lo más discreto que podía, hasta que la misma prenda cayó entre sus pies. Se agachó un poco, sin dejar de mirar al resto por si alguno de ellos notaba su comportamiento extraño y en cuanto tuvo su ropa interior en su puño, se la tendió a Hyunjin lo más rápido que pudo.
El ojiazul guardó la bonita prenda en el bolsillo de su pantalón y siguió con su plática. Jisung tenía las mejillas pintadas en un tono carmín al sentirse expuesto, sabía que nadie tenía idea de lo que le ocurría a excepción de su novio, claro, pero la idea de que lo atrapen en ese estado le excitaba y avergonzaba un poco.
Casi suelta un chillido cuando sintió la mano de Hyunjin tocándolo bajo su falda. Atrapó su labio inferior entre sus dientes para evitar sonidos vergonzosos y se dejó hacer bajo el tacto del castaño.
Jisung odiaba a Hyunjin, no sabía cómo es que podía manter un semblante neutro cuando se encontraba tocándolo tan descaradamente mientras él trataba dolorosamente de no gemir su nombre ahí mismo.
Los movimientos de la mano de Hyunjin sobre su miembro siguieron. Sentía sus mejillas calientes y tenía los ojos brillosos, Hyunjin fingía no prestarle atención al estado en el que se encontraba.
—Hwang, ¿Su novio se encuentra bien?— preguntó preocupado uno de los presentes.
—¿Te encuentras bien, mi amor?— Jisung fue el único que notó el tono burlón en la voz de Hyunjin, pero no pudo replicar nada, no cuando éste aumentó el ritmo.
—Mmgh, si— tarareó —Estoy bien— sentía su orgasmo arañando sus entrañas para ser liberado y por supuesto que Hyunjin lo notó, por lo que detuvo abruptamente sus movimientos y alejó su toque.
—¿Seguro?
Hyunjin era un maldito hijo de puta.
—Si. Estoy... — suspiró. —Estoy bien.
Después de eso, Hyunjin no volvió a tocarlo y Jisung quería ahorcarlo, y no de una buena y excitante manera. La cena continuó tranquila hasta el último momento, todos los socios de Hyunjin habían agradecido por ella y se marcharon con la excusa de que ya era demasiado tarde y debían volver a sus respectivos hogares.
El viaje al apartamento de Hyunjin estaba siendo desesperantemente más lento de lo normal. Las calles a esas alturas de la noche estaban casi vacías así que Jisung intuía que Hyunjin lo estaba haciendo a propósito para molestarlo y acabar con su cordura después de que intentó que éste lo follara en el auto sin importar que estuvieran en el estacionamiento del restaurante, dónde los podían atrapar en cualquier momento o ser grabados por las cámaras de seguridad.
—Estás siendo malo, ¿Sabes?— se quejó Jisung con un mohín en sus labios.
—¿Lo estoy siendo?— le regaló una mirada de atisbo para que supiera que le prestaba atención.
—Si, lo estás siendo— infló sus mejillas.
—¿Por qué estoy siendo malo según tú?— preguntó divertido.
—Porque vas muy lento.
—¿Soy malo por ir lento?
—No, bueno, sí pero...— hizo una pausa. —No quisiste follarme— protestó, volteando la cabeza hacia el lado de la ventanilla para no mirar a Hyunjin a la cara.
—Entonces soy malo por no follarte— trató de no reír.
—Si y no te burles— se quejó y frunció su naríz.
—No me estoy burlando pero te follé anoche.
—¿Y? También quiero que lo hagas hoy— atacó —¿Lo harás?— preguntó con una voz más chillona.
—¿Te estás volviendo en una especie de sátiro?— para Hyunjin la situación era divertida, Jisung reclamándole por no haberlo follado en todo el día.
—No respondiste a mi pregunta. ¿Vas a follarme?
—De acuerdo, lo haré pero harás todo lo que te ordene, ¿Entiendes?
Jisung sonrió en grande, al final Hyunjin siempre le daba lo que quería.
—Sí.
—¿"Sí" qué?
—Sí, papi. Haré lo que me digas— ronroneó.
La espalda desnuda de Jisung chocó estrepitosamente contra la fría puerta de la habitación de Hyunjin, haciéndolo sisear cuando un sútil dolor se instaló por debajo de su piel al ser empujado sin mucha sutileza contra la fría madera que les concedió el paso al amplio lugar.
La ropa en sus cuerpos había desaparecido en el trayecto de la sala a la habitación, Jisung estaba totalmente desnudo y Hyunjin solo llevaba su pantalón.
Las manos de Hyunjin recorrían desesperadamente todo el cuerpo desnudo del menor, quién solo se retorcía bajo su brusco toque, pidiendo por más en cada caricia y en cada empuje que Hyunjin daba con sus dedos en su pequeña entrada.
—Aaah, follame por favor— lloriqueó cuando sintió los largos dedos arremeter contra su próstata.
—Pídemelo como se debe, zorrita.
—Papi, follame— pidió de nuevo. —Por favor, Hyun. Te necesito dentro de mi, quiero que me llenes con tu semen hasta que no quepa más.
Hyunjin apretó más el menudo cuerpo contra el suyo y caminó hacia su cama, en donde recostó a su novio y se subió encima de él. Juntó sus labios en un beso húmedo, metiendo su lengua en la boca del rizado y tirando con sus dientes los delgados labios de vez en cuando.
—Mierda— gimió ronco. —Si que eres una puta, mi amor. La pequeña puta de papi, solo mía— demandó.
—Si, solo tuya— suspiró.
—Bien, déjame ir por algo y te daré lo que quieres.
Jisung se quejó cuando perdió el contacto con el cuerpo de Hyunjin, pero decidió ser bueno y quedarse recostado, esperando a que su novio regresara para follarlo cómo a él le gusta.
Hyunjin no tardó mucho cuando regresó con lo que parecía ser una correa perfectamente enrollada en una de sus manos. Volvió a subirse sobre Jisung y dejó un casto beso sobre sus labios antes de comenzar a hablar.
—Te pondré este collar con esta correa, ¿Entiendes?— Jisung asintió mientras lo miraba con sus ojos en grande, atento a cualquier palabra que salía de la boca del mayor, dejándose hacer cuando Hyunjin colocó el bonito collar sobre su cuello, apretando el otro extremo de la correa en su puño. —De acuerdo. Ahora quiero que te pongas en cuatro.
Jisung no tardó en cumplir lo ordenado. Se colocó en la posición que Hyunjin le dijo, dejando a la vista su bonito trasero y su entrada. Hyunjin se colocó detrás de él lo más rápido que pudo y acercó su rostro hasta escupir sobre el agujero de Jisung.
Bajó un poco su pantalón, lo suficientemente cómo para que su gruesa erección se irguiera perfectamente. Escupió sobre la palma de su mano y dió algunos tirones sobre su miembro antes de colocar el glande en la estrecha entrada de Jisung y meterla poco a poco.
Jisung sentía cada glorioso centímetro de la polla de Hyunjin entrar en él, nunca se iba a cansar de lo bien que se sentía tener aquel pedazo de carne dentro suyo. Amaba cómo Hyunjin lo penetraba una y otra vez sin parar, jodiendolo de la mejor manera que podía existir.
Hyunjin esperó unos segundos a que el menor se acostumbrara bien a la intromisión y comenzó con sus duras embestidas. Su vista estaba fija en donde su polla se perdía en el interior de Jisung, veía cómo el falo de su pene entraba y salía de aquella cavidad, y cómo el trasero de Jisung rebotaba sobre su pelvis en cada embestida, admirando el hermoso color rojo que estaba adquiriendo aquella piel blanca que tanto amaba marcar.
—Más fuerte, papi— gimió con su rostro enterrado entre las sábanas de la cama.
Hyunjin hizo caso y aceleró un poco más el ritmo, colocó una de sus manos en la cadera de Jisung para arremeter más fuerte contra él y con su otra mano jaló de la correa para que el rizado alzara su bonito rostro.
Jisung dejó salir un grito de placer cuando Hyunjin tiró de él con la correa y el bonito collar apretó su cuello.
En cada embestida que Hyunjin le daba tiraba al mismo tiempo de la correa en su mano para ahorcar al ojiverde, sabía cuánto le gustaba a Jisung ser maltratado en aquella zona.
—Eres perfecto— susurró Hyunjin. —Lo bien que tú pequeño agujero recibe mi polla y lo bien que gritas cada que te follo.
Hyunjin sacó casi todo el largo de su miembro, dejando solo la punta dentro para luego volver entrar con más fuerza, repitiendo aquello un par de veces más. Los gemidos de ambos y sus pieles chocando eran lo único que se escuchaba en el lugar.
—Aaah, más, por favor. Más duro— pidió entre gemidos. Un par de lágrimas mojando su rostro. —Ya casi llego.
Hyunjin salió totalmente de él y como si fuera una pluma, volteó el cuerpo de Jisung para que quedara boca arriba. No tardó en volver a estar entre sus piernas, follandolo lo más rápido que podía.
Jisung enredó sus piernas en las caderas de Hyunjin y con sus manos comenzó a arañar su espalda.
—Mierda, me encanta lo bien que me aprietas— dijo entre jadeos.
El rostro de Jisung era un hermoso desastre, sus labios hinchados consecuencia de los besos bruscos que Hyunjin le dió y sus rizos totalmente enredados y esparcidos por todos lados.
El sonido de la cama golpeando la pared era constante, Hyunjin era totalmente salvaje en las embestidas que le estaba propinando a Jisung.
—Ya casi llego— lloriqueó.
—Abre tu boquita— ordenó. Jisung lo hizo sin rechistar y gimió cuando Hyunjin escupió en su boca y lo hizo tragar todo.
—Eso es, traga mi saliva, maldita zorra.
Jisung gimió en respuesta, y sin aguantar más tiempo se corrió, manchando su estómago y el de Hyunjin con largas y espesas tiras de semen.
Hyunjin no paró. En busca de su propia liberación tomó las piernas de Jisung y las colocó sobre sus hombros. Era una buena posición, podía entrar más profundamente en el menor.
Jisung al estar sensible por su reciente orgasmo, solo de dedicó a gemir fuerte y dejar que Hyunjin usara a su antojo su cuerpo. Después de un par de embestidas más por parte de Hyunjin, dejó salir toda su corrida en el interior de Jisung, llegando a su tan esperado orgasmo.
Pero aún así no dejo de entrar y salir del agujero de su novio, siguió penetrando a Jisung en un ritmo lento, admirando cómo su semen escurría entre las piernas del menor y cómo sus muslos se habían manchado un poco de la sustancia blanquecina.
—Estuviste genial, mi amor— halagó Hyunjin, saliendo cuidadosamente del interior de Jisung, quién se quejó al sentirse vacío y pegajoso.
—Tú también, papi. Siempre— balbuceó en un bostezo, sus ojos cerrándose poco a poco.
—Duerme, mi lindo sol. Yo te cuido— fue lo último que escuchó Jisung antes de caer profundamente dormido.
Era viernes por la tarde. Hyunjin se encontraba sentado en su oficina, terminando de firmar unos contratos para un nuevo proyecto sobre unos hoteles a las afueras de Londres y quería terminar lo más antes posible para poder ir por Jisung a su casa y llevarlo de nuevo a su apartamento y poder consentir correctamente a su mimoso novio, quién se puso de mal humor cuando Hyunjin lo despertó para decirle que debía ir al trabajo y llevarlo a casa de sus padres.
Todo el día había estado tranquilo como es de costumbre en la empresa, o bueno, permaneció tranquilo hasta que el constante sonido de la puerta siendo golpeada lo interrumpió, seguido por unos cuantos gritos que sabía perfectamente de quién eran.
Soltó el bolígrafo que permanecía en su mano y se acomodó en su asiento, esperando a que Irene entrara.
—¡No te atrevas a entrar!— se escuchó la advertencia de su rubia amiga.
Hyunjin frunció el entrecejo en confusión cuando escuchó una voz más que no reconoció en lo absoluto. Pero su semblante cambió drásticamente a uno sorprendido y molesto, cuando divisó a la persona que suponía Irene le gritó que no entrara estando parada en el marco de la puerta, creyendo que aún era bien recibido en aquel lugar.
Para Hyunjin fue cómo ver un fantasma.
—Te dije que malditamente no entraras, Jeongin— Irene apareció detrás del hombre que se juró no volver a ver en su vida.
—Hola, Hyunjin— sonrió.
—¿Qué mierda haces aquí?— Hyunjin seguía mirándolo incrédulo, no lo había visto durante bastante tiempo y aparecía justo ahora, cuando su vida no podía estar en su mejor punto.
—¿No puedo venir a visitarte?
—No, no eres bienvenido aquí. No después de que te fuiste con el primero que se te puso enfrente— Irene habló antes que Hyunjin, escupiendo cada palabra con veneno.
—Lo repito, ¿A qué mierda viniste aquí? No te quedó claro que no te quería volver a ver en mi vida después de que te encontré follando en mi oficina con uno de mis socios.
—Ya pasó tiempo de eso, Hyun.
—No me llames "Hyun".
Jeongin hizo un mueca. —Solo quería venir a verte.
—Que mal, aquí nadie quería ver tu espantoso rostro, cariño. ¿Por qué no regresas del hoyo del que saliste y nos dejas en paz?— gruñó la mujer.
—Tan modesta cómo siempre, creí que después de la universidad dejarías de ser una víbora.
—Y yo creí que alguien no podía ser más estúpido pero ya veo que nos equivocamos— sonrió sin gracia.
Jeongin rodó los ojos y chasqueó la boca. —De todas formas, mi conversación es con Hyunjin, no contigo. Así que sales sobrando.
—Que mal, pero el que sobra aquí eres tú. ¿Por qué no regresas por dónde viniste y dejas de joder?
Hyunjin solo miraba la discusión que llevaba Irene con su ex pareja.
Jeongin iba a seguir hablando pero fue interrumpido por Hyunjin.
—Jeongin, ¿Qué es lo que quieres? Di a lo que viniste antes de que llame a seguridad y te echen de aquí.
—Tan caballeroso cómo siempre— bromeó. —Pero bien, vengo a hablar sobre nosotros.
—¿Nosotros?
—Si, quería arreglar las cosas.
La estruendoso risa de Irene se escuchó en la habitación, haciendo al otro hombre fruncir el entrecejo.
—No sé cómo puede salir tanta estupidez de tu boca, mejor deberías irte.
—Nadie te está metiendo en la conversación.
—Si bueno, tampoco es que tú opinión me importe.
—Hyunjin, ¿Podrías decirle que se vaya para poder hablar?.
—No. Ni si quiera accedí a hablar contigo, si lo quieres hacer, hazlo ya y no tardes, debo pasar a casa de mi novio en menos de una hora.
Jeongin disimuló su molestia al escuchar lo último, pero al parecer no lo hizo tan bien ya que Irene sonrió maliciosa.
—Hyunjin, de verdad quiero hablar contigo— pidió.
Hyunjin dudó, pero no perdía nada en hacerlo, tal vez solo debía escucharlo y él mismo se volvería a ir.
—De acuerdo.
Jeongin sonrió victorioso.
—¡HYUNJIN!— se quejó Irene.
—Dejanos un momento a solas— pidió. Irene iba a rechistar pero se le ocurrió una idea grandiosa, así que asintió sin decir nada más y salió.
—Habla.
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