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Capítulo 17

El sonido de las pieles chocando entre sí y los jadeos erráticos provenientes del más joven, era lo único que se podía escuchar en la amplia oficina del magnate. Jisung sentía sus piernas flaquear en cada salto que daba sobre la dura erección del ojiazul, en cada movimiento lo sentía muy dentro de él, golpeando el manojo de nervios que tenía en su interior haciéndolo gritar en el proceso.

Después del susurro de Hyunjin en su oído, Jisung sintió que las piernas le flaqueaban en ese instante. Se vio abrumado por la oleada de emociones que había estado experimentando mientras el castaño conversaba con el otro hombre. La cercanía de Hyunjin y la intimidad de su voz habían desencadenado una tormenta de sensaciones que lo dejaron aturdido y completamente entregado al deseo que lo consumía.

Jisung se había sentido mareado y muy ansioso. Nunca había hecho algo así, había tenido sexo con otros tipos de su escuela, pero era prácticamente a escondidas, sin ninguna otra persona a su alrededor. Y lo que había hecho con la presencia de aquel señor, había llevado sus emociones al límite, la incógnita de si serían descubiertos martilleaba en su cabeza constantemente, pero la excitación que sentía al tener a Hyunjin tan dentro de él con su mano acariciando por debajo de la suave tela de su falda era más fuerte.

Deseaba fervientemente ser follado fuertemente por Hyunjin, quería que lo tomara entre sus brazos y lo acariciara mientras lo penetraba con rudeza y precisión.

Las manos de Hyunjin se deslizaban por encima de la delgada tela de la camisa que vestía el ojiverde, pasaba la punta de sus dedos sobre los erectos pezones del chico, pellizcando de vez en cuando las protuberancias que estaban adornadas por los bonitos aretes de color plateado mientras tenía su boca pegada a la piel del blanquecino cuello en el que estaba dejando demasiadas marcas púrpuras que no se quitarían en un par de días. Mientras seguía besando comenzó a desabotonar lentamente la prenda del menor hasta dejar su lampiño pecho al descubierto para comenzar a tocar la tibia piel sin que la tela se interpusiera en su camino.

El ojiverde gemía sin importarle qué las personas que trabajan en el lugar lo escucharan pedirle a su jefe más fuerte y más rápido, sentía demasiado placer en cada penetración y roce que Hyunjin le brindaba como para callar los gemidos que dejaba escapar de sus labios color sandía.

El morbo en todo aquello le parecía muy caliente, el hecho de que sus agudos gemidos seguro ya fueron escuchandos hasta por los de recepción le ponían las mejillas bañadas en color carmín pero eso no hacía que quisiese parar, era todo lo contrario, hacía que quisiese demostrarle a Hyunjin lo bien que se sentía siendo tomado por él.

—Ah, ahí— gimió el menor, las piernas ya le dolían por el esfuerzo que estaba haciendo —Hyunjin, m-más, más fuerte, quiero sentirte más— gimió fuerte y claro. —Por favor— Pidió bajito entre suspiros por la satisfacción que tenía al sentir en su sensible entrada la dura hombría que lo tenía casi sollozando por el placer que le daba tenerla muy dentro suyo, golpeando el punto en su interior más susceptible de todo su cuerpo.

Hyunjin estaba tan perdido con la sensación de su miembro siendo asfixiado por el apretado interior del chico sobre sus piernas, quien lo montaba como todo un profesional y ayudaba con sus manos en su cintura, que al escuchar sus ruegos quedó aturdido, sus gemidos pidiendo por más eran música para sus oídos, se sentía en la puta gloria, y claro que le daría al chico lo que le pedía, malditamente cumpliría con todo lo que le pida.

Hyunjin ya había notado que los brincos del rizado habían disminuido por lo que supuso ya se había cansado, así que posicionó bien sus pies en el suelo y con sus talones comenzó a impulsarse hacia arriba para arremeter contra el más joven.

—Gime más fuerte— pidió el ojiazul llevando una de sus manos al miembro del rizado, envolvió toda la extensión del pene en su mano y la comenzó a subir y a bajar en un ritmo rápido y descoordinado, tratando de asemejar los movimientos de su mano al de sus embestidas.

—Hyun, ya no voy a aguantar más— jadeó con lágrimas ya bajando por sus mejillas, todo el placer que llenaba su cuerpo lo tenía casi delirando.

Hyunjin detuvo abruptamente cualquier movimiento que estuvo ejerciendo sobre el cuerpo del rizado, dejando al menor un poco confundido y con ganas de llorar porque ya estaba a punto de llegar a su tan esperado orgasmo.

—Hyun— lloriqueó en protesta tratando de mover sus caderas.

—Levantate e inclinate sobre el escritorio— ordenó acariciando suavemente la piel de uno de sus muslos y dando unas leves palmaditas en el.

Jisung tardó en procesar lo que se le ordenó pero lo hizo, se paró con un poco de dificultad al sentir que sus piernas le fallarían y se inclinó sobre la superficie plana colocando sus antebrazos sobre la fría estructura y alzando su trasero en dirección a Hyunjin, dejando que la pequeña prenda de encaje que seguía hacía un lado se dejara ver completamente junto con la ya abierta y maltratada entrada del menor mientras movía sus caderas incitando a Hyunjin a acercarse de nuevo.

Hyunjin no se hizo tanto del rogar y se acercó para comenzar a amazar las mejillas traseras del menor con sus ambas manos para luego bajar su pantalón de vestir hasta sus tobillos.

—Hyun— llamó en un tono más agudo. —Ya metela— lloriqueó desesperado.

Jisung tenía su rostro contra el escritorio con sus rizos pegados a su frente gracias al sudor, sus labios más rojos y brillosos por la saliva que escurría sobre ellos al tener la boca entreabierta y sus pupilas dilatadas mientras llevaba su trasero más atrás para así poder obtener más del tacto de Hyunjin sobre su cuerpo, pero lo que no se esperaba, es que que el ojiazul dejara caer su mano abierta sobre su trasero, haciendo que una marca rojiza quedará sobre su piel.

—No seas tan desesperado— gruñó excitado soltandole otra nalgada al rizado, dejando marcada toda la extensión de su mano en la piel blanca de uno de sus glúteos.

El ojiverde gimió por lo bien que se sintió el repentino golpe.

—O-otra— pidió suspirando. Y Hyunjin volvió a darle un par de nalgadas más, dejando de un color rojizo la tersa piel. Luego tomó entre sus dedos los costados de la tela de encaje y la dejó en la curva que había entre la parte de atrás de sus muslos y su trasero.

Hyunjin llevó uno de sus dedos a la entrada del ojiverde, y comenzó a acariciar sobre la zona que exigía la completa atención de él, se agachó un poco y dejó caer un poco de su  saliva, tomó su miembro en una de sus manos y comenzó a pasar parte de la extensión de su pene sobre la piel pegajosa, metiendo solo la punta de vez en cuando.

Jisung solo dejaba escapar suspiros por lo bien que se sentía todo aquello, pero estaba un poco frustrado, quería a Hyunjin, y lo quería ahora.

Hyunjin creyó que ya fue suficiente de estar torturando al menor y de una fuerte embestida entró por completo en su interior, logrando que Jisung siseara por el leve dolor que sintió cuando sus pieles chocaron entre si.

—¡Ahh!, papi— gimió alargando las letras de la última palabra.

El miembro del castaño comenzó a entrar y salir en un ritmo lento pero rudo, que lograba golpear en el punto dulce del menor quien solo podía articular gemidos bajos y ruegos por más. Sentía cada vena deslizarse en su interior, acariciando las tibias paredes húmedas de su interior.

—Mmh, si— tarareó en satisfacción el menor

Ambos se sentían como si estuvieran bajo un sol abrasador o sobre brasas ardientes, derritiéndose por el intenso calor que inundaba el interior de sus febriles cuerpos. Cada roce, cada mirada, parecía avivar aún más las Ilamas de su deseo, consumiéndolos con una pasión ardiente y desenfrenada. Era como si estuvieran ardiendo en un fuego que los devoraba por completo, fundiéndolos en una sola entidad de pura pasión y deseo.

El ojiazul sabía que ya no aguantaría más, se sentía como un adolescente muy precoz, a decir verdad, ¿Pero a caso lo culparían? Él no se culpaba, estar dentro de Jisung era lo mejor que había experimentado alrededor de toda su jodida vida.

Sin duda ese rizado haría que perdiera la cabeza, si es que no la perdió ya.

El más joven por su parte, no paraba de gemir fuerte y alto, rogándole al hombre que lo follaba, que lo penetre más rápido, más fuerte y más profundo, estaba cerca de su orgasmo y solo podía pensar en ello.

Hyunjin le daba al rizado lo que le pedía, había colocado una de sus manos en la nuca del ojiverde para ejercer presión mientras halaba los bonitos rizos. El rostro de Jisung estaba siendo estrujado contra el frío material del escritorio con sus ojos cerrados y su boca levemente abierta de la cuál ya solo salían bajos suspiros.

Solo unos pocos minutos más fueron suficientes para que ambos hombres llegasen a su límite, un par de embestidas más por parte de Hyunjin fueron requeridas para que dejara salir todo su semen dentro del ojiverde junto con un ronco gemido que figuraba más a un gruñido.

Jisung se sintió tan saciado, tan lleno, y tan bien follado por Hyunjin al sentir como el semen caliente y espeso se derramaba en su interior, que eso fue suficiente para que se corriera, dejando caer unas cuantas gotas de la sustancia blanquecina al suelo, manchando todo a su paso.

Hyunjin salió del interior de Jisung con un sonido húmedo y observó como el semen salía de la maltratada entrada del menor a borbotones. Jisung solo dió un respingo al sentirse vacío una sustancia viscosa bajar por el interior de su muslo derecho.

El ojiazul  se subió los pantalones tratando de arreglar su aspecto. Por otro lado, Jisung trataba de regularizar su respiración, sentía sus piernas temblar y creía que si se paraba caería de bruces al suelo. Así que solo se quedó aferrándose al escritorio unos segundos más hasta que sintió algo húmedo sobre su cuerpo y trató de buscar con la mirada que era, lo que vió fue a Hyunjin con unas toallitas húmedas limpiando su cuerpo, ni si quiera se notó en qué momento Hyunjin buscó aquello.

—Vamos, cariño, te llevaré a tu casa— dijo Hyunjin con un tono de voz dulce cuando por fin los dos ya estuvieron limpios y con su ropa en sus lugares correspondientes.

—No quiero, me quiero quedar contigo— resongó el ojiverde con un mohín en sus labios.

Hyunjin sonrió por lo adorable que lucía.

—¿Quieres ir por un helado antes de llevarte a tu casa?— ofreció con una bonita sonrisa.

—Sii— Jisung asintió emocionado, la idea de pasar más tiempo con él ojiazul le gustaba demasiado.

—De acuerdo, vamos— tomó la mano del menor para guiarlo a la salida de su oficina para poder tomar el elevador e irse de camino a la heladería más cercana.

Cuando salieron de la oficina y fueron vistos por el secretario del castaño quién se encontraba en su lugar de trabajo habitual, se sonrojó de sobremanera.

—Sunwoo— llamó Hyunjin. El chico bajó la mirada avergonzado, después de todo, las paredes no eran para nada aislantes de sonido y menos si se encontraba a unos metros de distancia. —Llama a los de limpieza a mi oficina, diles que les pagaré más— el joven solo asintió sin querer mirar a su jefe a los ojos.

—Si señor Hwang, ¿Quiere que haga algo más?— preguntó tratando de mirar al magnate a los ojos pero su mirada se desvío hacía el más joven, quien tenía sus rizos revueltos, sus mejillas de color carmín y se encontraba con su cabeza recargada al hombro del ojiazul mientras observaba su perfecta manicura sin prestar atención a nadie más. La cara de recién follado que traía lo decía todo.

—No, Sunwoo, gracias, por cierto, ya puedes ir a casa, no hay nada más que necesite— dijo antes de tomar la cintura de Jisung y comenzar a caminar hacia el elevador dejando atrás a un Sunwoo un tanto avergonzado.

Editado.


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