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Capítulo Único

Baekhyun cogió las bolsas donde había metido la ropa sucia, su cajita de Daz y su llave, comprobó que llevaba dinero para la lavadora y cerró su habitación tras él. Salió del apartamentito y bajó las escaleras hasta salir a la calle, maldiciendo como siempre que la lavandería de su residencia quedara en otro edificio, lejos del suyo. En esta ocasión era aún peor, porque había tenido que vestirse ya que estaba nevando de lo lindo y podía pillar un resfriado fantástico si iba con sus zapatillas de estar en casa y éstas acababan empapadas. El pelo oscuro se le empezaba a pegar a la frente por culpa de los copos que lo iban empapando poco a poco.

Entró a trompicones a la lavandería porque la maldita puerta se le había vuelto a atascar, haciendo que una de sus bolsas casi saliera volando por los aires pero consiguiendo atraparla en el último segundo. No tuvo tanta suerte la cajita de Daz, que esparció parte de su contenido por el suelo. Gimoteando como un cachorrito, dejó las bolsas encima de la lavadora y recogió la caja, maldiciendo por lo bajo su mala suerte. Mala suerte que tan sólo empeoró cuando se irguió y vio que en la esquina estaba él.

Baekhyun llevaba apenas dos meses viviendo en la residencia de estudiantes Ann Stephenson de Londres. Era su último año de carrera y había decidido pasarlo en el extranjero, estudiando una carrera de inglés era simplemente algo natural y Londres era algo así como su ciudad soñada, así que no dudó en hacer tres grandes maletas que su hermano le ayudó a llevar al aeropuerto y volar durante prefiere no pensar ni cuántas horas hasta que aterrizó en Heathrow.

Nada más poner un pie en Londres agradeció que sus padres le hubieran contratado un taxi para llevarlo a la residencia; no se veía muy capaz de arrastres las tres maletas grandes, el trolley de la cabina y su mochila por todo Londres, subiendo y bajando de diversos medios de transportes públicos. En la residencia, sin embargo, no contó con ninguna clase de ayuda y en ir a entrar en la recepción, tropezó y cayó encima de otro chico que estaba haciendo cola tranquilamente, haciendo que ambos cayeran al suelo.

- I... I'm sorry -comenzó Baekhyun tartamudeando mientras se ponía en pie.

El otro chico se levantó del suelo. Era muy guapo, con el pelo teñido de un rubio anaranjado y unas orejas graciosas algo despegadas que hicieron que su corazón se acelerara de manera estúpida. También era mucho más alto que Baekhyun, como comprobó con sorpresa y temor, mientras el alto lo observaba con una mirada penetrante tras sus gafas de pasta.

- No importa -y Baekhyun quedó doblemente sorprendido de que le contestara en su idioma.

- ¿Cómo... cómo has sabido que era coreano? -preguntó boquiabierto, como si estuviera ante el mismísimo Sherlock Holmes.

- La etiqueta -el alto señaló su maleta, en la cual se podía ver la etiqueta con el aeropuerto de salida y el de destino. Baekhyun se sonrojó.

Tras eso, el chico se giró de nuevo dándole la espalda y Baekhyun quiso hacerse pequeñito. Justo el primer día tenía que dejarse en ridículo delante de un compañero de residencia, encima uno guapo y que era coreano como él.

Después de eso, Baekhyun no había vuelto a verlo, cosa que en parte agradecía. También era cierto que era difícil que Baekhyun viera a nadie, ya que su régimen el la residencia era tan sólo de alojamiento porque bastante caro era ya el año allí como para pagar la media pensión o pensión completa que ofrecía la residencia. Sus compañeros de piso eran una mezcla racial de varias partes de Europa y se sentía un poco fuera de lugar, pero al menos tenía un cuarto individual con lavabo e internet.

La primera vez que fue a lavar su ropa, se encontró con que el chico alto salía de allí con una colada que olía a flores y que le gustó. El tipo lo miró de arriba abajo, cohibiendo a Baekhyun quien lo saludó tímidamente sacudiendo la mano. El otro chico asintió y siguió su camino, dejándolo allí con el ruido de las lavadoras y el olor del jabón.

La segunda vez no lo vio, ni la tercera, pero la cuarta vez, se encontró de nuevo allí con el chico. Al contrario de la gente normal que prefería volver a sus cuartos a esperar las dos horas y treinta minutos que tardaba el programa completo de lavado y secado (porque, vamos, nadie los obligaba a usar secadora, pero con ese tiempo, ¿quién tendería la ropa?), el chico alto se quedaba allí leyendo, un libro en su regazo y pasando páginas cada pocos minutos. Baekhyun se sintió observado aquella vez mientras ponía su lavadora, las monedas de una libra resbalándose de entre sus dedos y cuando tuvo que agacharse de manera vergonzosa a recogerlas. Estaba a punto de poner la lavadora cuando escuchó una voz.

- La temperatura del agua. Bájala.

Oh dios, aquella voz grave y aterciopelada le había recorrido la espalda causándole un escalofrío de placer que esperó no se reflejara en su cara cuando se giró. El chico había cerrado el libro, poniendo un dedo para marcar la página por la que iba mientras lo miraba.

- ¿Disculpa...?

- Si dejas el agua tan caliente, la ropa encogerá -le explicó.

- Oh... vale.

El chico asintió, volviendo a abrir su libro y continuando con la lectura. Baekhyun bajó la temperatura del agua tal y como le había dicho, dejándola al mínimo y saliendo de allí muy avergonzado. Cuando volvió a poner la ropa en la secadora no lo encontró, sin embargo, y le apenó no haberle preguntado su nombre siquiera o haberle dado las gracias.

No había vuelto a verlo, y Baekhyun pensó que había perdido su oportunidad, hasta que se lo encontró aquel día de Diciembre en la lavandería de nuevo. Tuvo que controlarse para no chillar como un adolescente. En cambio, lo saludó agitando la mano como pudo y fue a colocar su ropa, encontrándose con que todas las lavadoras estaban ocupadas. A dos de ellas les quedaban pocos minutos para terminar, así que pensó que le convenía esperar a que sus dueños volvieran a por sus pertenencias más que volver a su cuarto y bajar en diez minutos. Una vez decidido a esto, se dio cuenta de que aquello le suponía sentarse durante diez minutos al lado del chico sexy de las gafas como lo había apodado en su mente, ya que sólo había dos asientos individuales en la estancia. Sintiendo cómo se ponía rojo, se acercó y se dejó caer en el asiento contiguo, sin mirarlo, como si su corazón no estuviera latiendo desbocado. Tras unos minutos en silencio, decidió echarle valor y hablarle, aunque no sabía muy bien cómo empezar. Se mojó los labios, nervioso y frotándose las manos.

- Gracias... -empezó, captando la atención del chico, quien volvió a cerrar el libro dejando marcada la página con el dedo-. Por lo del otro día... la temperatura.

- Oh -dijo entonces el otro, como entendiendo por fin qué quería decir-, no hay por qué darlas. La primera vez me encogió un jersey tanto que se lo acabé regalando a mi hermana.

- Qué mala pata -condeció Baekhyun, feliz de estar entablando una conversación o algo así.

- Sí -le sonrió el chico, haciendo a Baekhyun pensar que era la sonrisa más bonita que había visto en la vida, teniendo que contenerse para no pellizcarle las mejillas-, pero mi hermana adoraba ese jersey, así que a ella le vino bien.

Hablaron un poco más, los diez minutos pasando de largo y la lavadora parando de lavar. Llegó una chica con gafas a recoger esa ropa, colocándola en la secadora y saludándolos animadamente antes de irse, sonriéndoles de un modo que azoró a Baekhyun. Aprovechó entonces para meter su ropa en la lavadora, bajándole la temperatura como ya le indicara aquel chico y metiendo las monedas para ponerlo en marcha. Mientras terminaba de programar el aparato, un sonido rompió la monotonía del ruido de las lavadoras funcionando. Baekhyun se incorporó para ver cómo el otro chico dejaba un punto de libro marcando la página y salía a contestar su teléfono móvil. Sonriendo algo apenado, entendió que no iba a poder continuar la conversación ya que también debía estudiar, así que, despidiéndose con la mano, volvió a su cuarto lamentando no haberle preguntado su nombre.

Cuando volvió a poner la ropa en la secadora, el chico ya se había ido, pensó con tristeza, pasando la ropa mojada de un electrodoméstico al otro. Sin embargo, divisó un papel en el asiento que éste había ocupado y, movido por la curiosidad, se acercó a verlo. En éste encontró una fecha y una hora.

13 de Diciembre, 19:00. Te espero.

Baekhyun apretó el papel en su mano y volvió a su habitación, pletórico. Tenía una cita.

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El trece de Diciembre a las siete menos cinco de la tarde, Baekhyun entró con su ropa sucia a la lavandería, sonriendo como un estúpido pensando en que iba a ver al misterioso chico de los libros. No había nadie, así que se dedicó a poner su lavadora y se sentó a esperar.

Y esperó.

Esperó durante la hora y media que se llevaba el ciclo de lavado completo, y él no apareció. Decir que Baekhyun estaba triste, enfadado y decepcionado sería quedarse corto. Se había hecho ilusiones, imaginando en su cabeza una y otra vez las cosas que podrían pasar cuando se vieran ese día y el chico no se había presentado. Cuando puso la ropa en la secadora y seguía sin llegar, Baekhyun se resignó y volvió a su habitación.

A lo mejor la nota no era para él, pensó. Igual la nota se la habían dado a aquel chico, quien la guardó en su libro para no perderla, y simplemente se le cayó cuando se fue de allí. Eso tendría más sentido, que la nota no fuera para Baekhyun, pero no evitó que se pusiera triste. Se había hecho ilusiones al respecto y aquello era como un puñetazo a su corazón y a sus ilusiones.

Para intentar olvidarse, se puso una película en su habitación. La secadora tardaba una hora y cuarto aproximadamente, así que se puso una película de animación ya que éstas duraban menos que las de imagen real. Merlín El Encantador fue la elegida, su hora y diecinueve minutos le aseguraban que, cuando llegara a la lavandería, su ropa estuviera seca.

Sus cálculos fallaron, sin embargo, ya que su madre decidió llamarlo por Skype durante unos quince minutos cuando apenas le faltaban diez minutos a la película para acabar. Su obstinación le impidió ir a por la ropa cuando la llamada hubo acabado, así que se vio esos minutos restantes de cinta antes de bajar a por su ropa. Su sorpresa sin embargo, fue mayúscula al llegar a la lavandería y ver que su ropa no estaba.

No estaba.

Simplemente no estaba, ni siquiera era como otras veces le había pasado que alguien sacaba su ropa y la dejaba sobre el electrodoméstico para meter la suya porque ya había acabado y necesitaba usarla. Simplemente no estaba, y la secadora estaba vacía. Aún incrédulo, abrió la cosa y metió la mano, como para comprobar que realmente no había nada dentro. Estaba equivocado, pues sí que notó que había algo en su interior, pero no tenía sentido porque era algo duro y, hasta donde Baekhyun sabía, la salta de suavizante no volvía la ropa tan rígida.

Sacó el objeto del interior del tambor y se sorprendió al ver que era un libro, Howl's Moving Castle. Lo miró, aún asombrado por el descubrimiento, y abrió la primera página, comprobando que había un nombre escrito ahí.

Park Chanyeol. 4th Floor Right Ann Stephenson.

El tal Park Chanyeol vivía en su edificio, eso al menos le facilitaba el devolverle su libro, pero ¿qué demonios hacía un libro dentro de una secadora? Siguió pasando páginas al azar, hojeando el contenido, cuando cayó un papel de entre sus páginas. Maldiciendo, Baekhyun se agachó para coger el pedazo de folio que tenía tan sólo algunas palabras garabateadas.

Tengo tu ropa. Ven a verme.

Baekhyun ahogó una exclamación y se le secó la boca. La letra era la misma que la de la nota que él había recogido aquel día de principios de Diciembre, así que tenía que ser el chico guapo de las gafas. ¿Pero qué hacía ese chico con su ropa y por qué no había aparecido a la hora acordada? Baekhyun había estado esperando siglos.

Enfadado y emocionado a partes iguales, agarró el libro con fuerza y volvió con paso decidido a su edificio, subiendo las escaleras hasta el cuarto piso y tocando con firmeza tres veces a la puerta cerrada.

- ¡Park Chanyeol! -exclamó, sin importarle molestar a los otros estudiantes que seguramente vivirían allí-. ¡Devuélveme mi ropa!

La respuesta no se hizo esperar. La puerta se abrió, dando paso a un Chanyeol algo despeinado que hizo cosas al corazón de Baekhyun. No se dejó llevar, sin embargo, y entró en el apartamento encarándolo, aunque su enfado flaqueó un poco al darse cuenta de que no estaba en un distribuidor como pasaba en su piso, si no que era un apartamento unipersonal en toda regla. Chanyeol no tenía compañero de piso, todo el apartamento era suyo.

- ¿Tú tienes este apartamento... para ti solo? -abrió un poco la boca, asombrado.

- Sí, vivo solo aquí -respondió con naturalidad.

Baekhyun seguía en shock mirando alrededor hasta que vio una pila de ropa perfectamente doblada sobre la mesita auxiliar del salón de Chanyeol, reconociendo con algo de vergüenza unos bóxers de Pikachu que coronaban aquella montaña de ropa. Recordó entonces por qué había ido, girándose para encararse con el alto, quien había cerrado la puerta.

- Me citaste en la lavandería, no apareciste y me secuestraste la ropa -lo acusó, señalándolo con el dedo.

- ¿Secuestrarte la ropa?

- ¿Qué clase de rescate quieres? ¿Dinero? Espero que no, porque por la pinta de este sitio, tú tienes más dinero que yo.

- Baekhyun, no te he secuestrado la ropa -intentó calmarlo, pero el aludido abrió aún más los ojos y la boca, llevándose una mano a esta última.

- Oh Dios, eres un acosador, te sabes hasta mi nombre.

- No seas ridículo -frunció la nariz el alto-. Tienes toda tu ropa marcada con tu nombre, Baekhyun. Y no te secuestré la ropa.

- No te creo.

Chanyeol suspiró. Se adentró en su piso, sentándose en el sofá e indicando a Baekhyun que lo siguiera. El bajo no las tenía todas consigo (era un secuestrador de ropa, al fin y al cabo), pero accedió, sentándose a su lado.

- Te cité en la lavandería -empezó Chanyeol, pero usó su mano para tapar la boca de Baekhyun al ver que la abría para hablar-. Sin embargo, mi profesor decidió ponernos un examen sorpresa de dos horas porque la mayoría de la clase no le entregó el trabajo obligatorio de mitad de trimestre, y no pude llegar antes. Cuando llegué, ya te habías ido y tu ropa estaba seca. Pensé en esperarte, pero me dio miedo que cogieras tu ropa y te fueras sin escucharme, así que cogí la ropa y dejé allí mi libro con otra nota para que vinieras.

Dejó caer al fin su mano, esperando una reacción por parte de Baekhyun. Por unos momentos, el chico tan sólo lo miró, evaluando presumiblemente si su explicación era lo bastante buena. Una leve sonrisa apareció en su rostro, haciendo que Chanyeol lo mirara confuso.

- Sigues siendo un secuestrador de ropa, pero te creo -le sonrió ampliamente esta vez, aliviando a Chanyeol quien también le devolvió la sonrisa-. Aunque lo del libro en la secadora fue arriesgado, cualquiera podría haber llegado y metido su ropa mojada y jamás lo habría visto.

- Quien no arriesga, no gana -se encogió de hombros el alto-. Además, contaba con que fueras a recoger tu ropa a tiempo.

- ¿Era necesario que me doblaras también la ropa interior?

- Soy un hombre ordenado, qué puedo decir.

Se estaban sonriendo de forma estúpida con los ojos brillantes llenos de algo que ninguno era realmente capaz de poner en palabras. Baekhyun juntó sus manos en su regazo, jugueteando con sus dedos algo nervioso.

- Quien no arriesga no gana, ¿eh? -le preguntó, sonriendo algo tímido cuando Chanyeol asintió.

Se arriesgó.

Baekhyun se inclinó hacia delante, sus labios juntándose con los del alto en un beso corto y casto que le supo a poco, pero que no alargó por prudencia. Se había arriesgado, pero eso no quería decir que no tuviera cabeza. Se separó algo temeroso, con las mejillas ardiéndole y el corazón latiendo desbocado, pero se atrevió a mirar a los ojos a Chanyeol, quien también estaba sonrojándose.

- ¿He ganado? -preguntó con timidez.

Chanyeol sonrió y, agarrándolo por la cintura, lo atrajo hacia sí, haciendo chocar sus bocas de nuevo y ganándose un gemidito de gusto y sorpresa por parte de Baekhyun, quien pasada la sorpresa, se dejó llevar.

Llevó una de sus manos al pelo anaranjado del alto, enredando allí sus dedos entre los cobrizos mechones mientras ladeaba ligeramente la cabeza, moviendo sus labios de forma lenta y suave sobre los ajenos, permitiéndose disfrutar del sabor dulce de sus labios mientras Chanyeol acariciaba su espalda y le pedía permiso con suavidad pasando la lengua po su labio inferior para saborear su boca.

Y todo, pensó Baekhyun feliz antes de abandonarse por completo a las sensaciones que despertaba Park Chanyeol besándolo, era gracias a un montón de ropa por lavar y un libro.

FIN

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