Capítulo 9
¿Cómo escaparse de algo que se desea tanto? Cuando no se es consciente de ese deseo, existe una salida, así Namjoon pasó años, huyéndole a lo que su cuerpo y subconsciente le pedía, aunque él mismo no lo entendía. Sin embargo, ahora que estaba junto a ese otro alfa, ahora que volvía a entregarse al placer y al gusto como intentó hacerlo en su adolescencia, estaba seguro de que no tenía escapatoria.
Él tenía hambre de ese cuerpo de menores proporciones que el suyo. Suga también estaba hambriento, lo podía ver y oler, podía sentir que la rutina lo estaba golpeando. Una parte del cerebro de Yoongi le advertía que no podía entrar en su rutina ahí, debía irse a casa, pero estaba renuente a separarse de esos labios.
La atmósfera en más de uno de los reservados de Bawdy era pesada, pero de ellos iba más allá, cargada de deseo y anticipación. Namjoon y Yoongi estaban sumergidos en un mar de besos y caricias, sus cuerpos ardiendo con una pasión que apenas podían contener. Las luces suaves y la música de fondo apenas se registraban en sus mentes; todo lo que importaba era el calor de sus cuerpos y el ritmo acelerado de sus corazones.
Yoongi, con su cabello negro desordenado, sentía cómo su rutina comenzaba a apoderarse de él, cada fibra de su ser gritando por más. Ya no era precalentamiento, en verdad estaba a punto de caer por el precipicio y eso era un problema. Los labios de Namjoon eran su ancla y su perdición, besándolo con una urgencia que reflejaba la suya propia. Las manos de su cliente recorrían su espalda, presionándolo más cerca, sus dedos dejando un rastro de fuego por donde pasaban.
—Namjoon... —murmuró Yoongi entre besos, su voz un susurro ronco lleno de excitación.
Namjoon respondió con un gruñido, su boca moviéndose hacia el cuello de Yoongi, besando y mordiendo suavemente la piel sensible. Cada caricia, cada toque, intensificaba la necesidad creciente dentro de ambos.
Pero Yoongi sabía que tenía que detenerse. Sentía cómo su cuerpo empezaba a perder el control, los primeros signos de su estro amenazando con desbordar. Con una voluntad que casi no podía reunir, se apartó ligeramente, sus respiraciones entrecortadas y desaforadas.
—Tengo que irme... — Musitaba Yoongi, su voz temblorosa, aunque llena de determinación.
Namjoon lo miró con confusión y un toque de frustración. Casi ignoraba sus palabras para lanzarse a por otro beso, pero su lado más racional, lo obligó a detenerse. Costaba, porque era raro la batalla que tenía contra el lobo desesperado en su interior que quería sacar a relucir ese lado alfa y primitivo al que tanto rechazo le había hecho Namjoon toda su vida.
—¿Por qué? — Preguntó, sus manos aún aferradas a la cintura de Yoongi.
— Estoy entrando en estro, mi rutina está aquí. No podemos seguir. Es peligroso para ambos y va en contra de las políticas del establecimiento. No puede haber licántropos aquí durante su estro porque podría causar graves problemas. — Explicó Yoongi, luchando por mantenerse firme. — Descuida, haré que te reembolsen todo el dinero que has pagado.
Namjoon frunció el ceño, sus ojos fijos en el otro alfa con una intensidad que hizo que el corazón de Yoongi saltara un latido.
— No quiero ese dinero, Suga. Te quiero a ti — Espetó Namjoon con firmeza.
Yoongi lo miró, sorprendido casi conmovido por la sinceridad que iba más allá de las palabras de Namjoon. Hacía mucho tiempo no veía una mirada tan trasparente. Sí, podía notar como el deseo se filtraba por los poros de sus clientes, casi ninguno mentía al decir que lo deseaba, sería absurdo con las cifras que pagaban, pero algo en la manera en la cual Namjoon hablaba era diferente.
— ¿Qué parte de que estoy en celo y ambos somos alfas no entiendes? —preguntó Yoongi, tratando de mantener la compostura. — Mi estro podría sobrepasarme estando al lado de otra alfa, si me ciego, aunque nunca me dejo envolver, podría suceder un desastre. Podrías comenzar también a entrar en una rutina, incluso podríamos intentar reclamarnos.
—Lo entiendo todo, sin embargo, puedo controlarme, no me ciego ni entrego por completo a mis instintos. Estoy tomando supresores y por lo que veo, también tú, de lo contrario no estarías en tan buen estado en este momento. — Respondió Namjoon, — Además, no quiero que pases tu celo solo. Déjame ayudarte.
Eso era una locura, realmente lo era, pero la punzada en su polla y el tirón de sus testículos encogidos por la excitación lo hicieron exhalar con fuerza. Su nariz no quería alejarse de ese aroma tan delicioso, las feromonas que el otro alfa luchaba por contener también eran enloquecedoras, lo instaban a aferrarse a su muslo y frotarse sin descanso.
¡Maldición!
Yoongi, aún lleno de dudas, asintió finalmente. Se despegaron, sus cuerpos aún ansiosos por el contacto los obligaron a ir despacio para poder seguir conteniendo sus feromonas mientras salían del reservado bajo las atentas miradas de otros presentes, especialmente la de Jungkook, quien observó con curiosidad y un toque de preocupación.
La noche los envolvió mientras se dirigían al apartamento de Namjoon. Llegaron al Penthouse que gritaba lujo y dinero, con un Yoongi que quedaba deslumbrado por la magnificencia del lugar. Había ido a hoteles de lujo, en una que otra ocasión también atendía a algunos clientes muy especiales fuera de Bawdy, pero estas situaciones eran muy raras y distantes entre sí. No hubo una que le quitase el aliento a primera vista como ese lugar. Las amplias ventanas ofrecían vistas panorámicas de la ciudad, y cada detalle del apartamento exudaba riqueza y buen gusto.
Yoongi no pudo evitar preguntarse cuántos años más tendría que trabajar para permitirse un lugar así. ¿Cuántas personas tendría que complacer para alcanzar ese nivel de vida? Aunque no le iba mal en Bawdy, su vida no se comparaba con el lujo que rodeaba a ese alfa. Debía haberlo imaginado, Namjoon pertenecía a uno de los grupos más importantes e influyentes del país, pero la realidad superaba la ficción.
Yoongi apenas tuvo tiempo de seguir admirando la opulencia del lugar después del primer deslumbramiento, tampoco pudo seguir pensando. Sus ojos solo captaron un destello de la magnificencia del apartamento antes de que Namjoon reclamara sus labios con avidez. El beso fue urgente y lleno de hambre, como si el tiempo que había pasado desde que interrumpieron su encuentro en Bawdy hubiera sido una eternidad.
El pelinegro respondió con igual intensidad, sus manos aferrándose a la chaqueta de Namjoon mientras sus labios se movían con una sincronía perfecta. Las caricias se volvieron más lujuriosas y urgentes, manos explorando y despojándose de ropa con una rapidez que solo el deseo podía dictar.
Namjoon deslizó sus manos debajo de la camisa del más bajo, levantándola y tirándola a un lado sin romper el contacto de sus bocas. Yoongi, con el corazón y miembro latiendo frenéticamente, hizo lo mismo, quitando la camisa del peligris y dejándola caer al suelo. Sus cuerpos se presionaron uno contra el otro, el calor de sus pieles desnudas intensificando la pasión entre ellos.
Se besaban con una desesperación contenida, mordiendo no tan suavemente los labios y acariciando cada rincón que podían alcanzar. Namjoon deslizó sus manos por la espalda del contrario, bajando hasta los pantalones y desabrochándolos con dedos hábiles. El otro jadeó contra los labios del alfa Kim cuando este apretó y separó con fuerza sus nalgas, con su propio deseo aumentando con cada movimiento.
Se separaron brevemente, solo lo suficiente para deshacerse del resto de sus ropas. Namjoon observó a Yoongi con ojos oscuros de deseo, admirando cada curva y músculo expuesto. Una vez más contemplaba lo pálida y pareja que era su piel, el tono color almendra claro, dependiendo del ángulo y la luz casi parecía ser rosáceo, pero no lo era. Estaba bien tonificado, pero su abdomen no mostraba músculos visibles, era plano y definido. Su depilación había sido perfecta, se notaba que fue hecha con láser, tal vez para no tener que cada mes o semana pasar por ese proceso. Las piernas de Yoongi eran delgadas, los dedos de sus pies también, delgados y largos. Tenía un redondo y respingón trasero, y su miembro no era tan gordo, pero tenía un largo de temer. No pudo evitar tragar saliva frente a esto.
Yoongi hizo lo mismo, su mirada recorriendo el cuerpo bien formado que tenía frente a él, sintiendo una ola de excitación que lo dejaba sin aliento. Ya lo había observado anteriormente, pero ahora, en medio de su desenfreno contemplaba aquello grueso y extenso que guindaba entre las piernas del más alto.
La piel de su cliente era de un tono canela claro, tal vez porque no cogía el suficiente sol, pero seguía siendo asombrosa. Hombros y espalda exquisitamente anchos. Su pecho era como una almohada en la que podría tomar largas siestas. Sus pezones eran marrones y diminutos en comparación con sus aureolas. Tonificado desde su cuello hasta sus pies. Le gustaron sus pies, uñas bien recortadas y limpias, diminutos pelos en los dedos gordos y unas lindas venas que se perdían en sus tobillos. Sus dedos también eran parejos, masculinos y a la vez atractivos bajo sus ojos. Sus piernas eran firmes y en simetría con el resto de su cuerpo. Sus muslos... Diosa Luna, esos podían estrangularlo y él no se quejaría.
Su mirada continuó ascendiendo hasta sus testículos, un escroto recogido, justo como a él le gustaba. Yoongi no pudo evitar relamer y morder sus labios cuando volvió a centrarse en el pene ya erecto frente a él. El prepucio no lo envolvía completamente ahora, podía ver su glande asomarse y maldición si no deseaba probarlo en ese instante.
Namjoon fue el primero en moverse, empujando suavemente a Yoongi hacia la cama. Cayó sobre el colchón, con el otro alfa siguiéndolo de cerca, sus cuerpos chocando con una fuerza contenida. Los besos se volvieron más intensos, más frenéticos, mientras sus manos exploraban y acariciaban con una urgencia que solo el deseo podía alimentar. No era romántico, quizás estaban lejos de hacer el amor, pero se sentía como tal para Yoongi y quien lo acompañaba.
Entre tanto sexo sin sentido, personas de las que no conocía ni el nombre con tratos que en muchas ocasiones eran más que cuestionables en el mundo exterior a Bawdy, encontrarse con un cliente como Namjoon, se sentía una experiencia casi nueva u olvidada. Para Kim, entre sus años de soltería y escasas relaciones, en principal la última, sentirse de ese modo junto a alguien lo tenía casi eufórico. Sin pensar demasiado, aparentar, limitarse o contenerse. Esas eran cosas que él hacía inconscientemente y, justo en ese instante, junto a una persona que contabilizaba el tiempo y le cobraba por hora, él estaba experimentando un mundo completamente nuevo dentro de su metódica y hasta cierto punto monótona vida.
Yoongi parecía tener una boca tan pequeña, unos labios tan finos que nadie imaginaría la forma en la que se abrían para devorarlo con gula. Sus feromonas estaban bañando la habitación, salían descontroladas. Se podía notar en el almizcle que aspiraba y en el picor de los propios ojos de Namjoon; ardían en respuesta al otro alfa. Por un momento pensó que era demasiado, estaba un poco preocupado, pero tal cual le dijo, podía controlarse bien. Además, para su suerte, aunque su lobo interior estaba ansioso, yendo de un lado a otro buscando liberarse y entregarse a sus más bajos instintos, Kim ahora tenía la seguridad de que ese alfa no lo impulsaría a un estro.
— Suave... — Siseó cuando Yoongi mordió con excesiva fuerza su labio inferior, tirando del mismo para succionarlo casi a modo de disculpa.
— No lo siento. — Namjoon no pudo evitar reír entre besos con esa respuesta, pensó que Yoongi se disculparía, pero que no lo hiciera le daba un encanto diferente; podía ver el desespero del contrario que desplazaba su mano desde el pecho del peligrís hasta la entrepierna. — Necesito follarte, necesito que me folles con esto... — Gimió, acomodándose mejor en la cama, su cabeza ahora sobre dos almohadas mientras envolvía su mano derecha en el pene del más alto.
La carne se sentía tibia, le gustaba el peso de su miembro en su mano y el de la lengua sobre la suya propia. Los besos se habían tornado desordenados y sucios. Iban acompañados de succiones lascivas, saliva y gruñidos. De algún modo, Namjoon podía besar siguiendo su propio ritmo con Yoongi adaptándose a él sin mucho esfuerzo. Tal vez por la naturaleza de su trabajo, pero sabía perfectamente cuándo, cómo y cuánto dar. Reconocía cuándo someterse, cuándo dominar o cuándo emparejar y eso era algo que enloquecía a Namjoon.
Hubo un jadeo alto proveniente de Yoongi cuando los dedos del otro alfa se ciñeron a sus muslos con fuerza, separándolos para ubicarse entre ellos, causando que su miembro cayera de la mano del pelinegro y chocara contra su propio pene. Los labios de Namjoon se separaron, pero solo para pasar a recorrer la mandíbula contraria, su lengua trazando el camino hasta el lugar en donde normalmente se llevaban las marcas.
Entre ellos no había amor, apenas conocían sus nombres y habían intercambiado un momento íntimo, pero la necesidad latente en el pecho de Namjoon por encajar sus caninos en el cuello de la estrella de Bawdy era casi un martirio. Sus dientes rozaron la zona y en su neblina Min fue capaz de gruñirle, pero las feromonas del alfa lo tranquilizaron, dejándole saber que no haría ningún movimiento perjudicial para ellos. Así, Yoongi confió, estirando un poco más su cuello para concederle el espacio que necesitaba.
Volvió a gemir entre gruñidos cuando los dientes de Namjoon rasparon el lugar antes de continuar su camino hacia su pecho. Jugueteó con su aureola izquierda, la lengua la embadurnaba de saliva e ignoraba su pezón, pero los dientes no hicieron lo mismo. Namjonn mordió y tiró de su pezón logrando que el mayor enredara los dedos en su cabello y tirara con fuerza, pero esto únicamente le hizo sisear de dolor porque el alfa no liberó su pezón inmediatamente. Chupaba y lo degustaba a su antojo antes de pasar al otro. Los minutos parecían eternos, pero aun así, Min quería estirarlos más.
Había olvidado cuándo fue la última vez que se encontró teniendo sexo con alguien más allá de su trabajo. Aunque el cliente fuese agradable, atractivo o su tipo, Yoongi jamás se entregaba en Bawdy de la manera en que lo estaba haciendo en ese penthouse. Encuentros sexuales fuera de su trabajo, tampoco tenía demasiado, a excepción de los juegos y encuentros con Hoseok, algo que no era frecuente, desde hacía más de un año que Yoongi no tenía sexo con alguien. Follar y no quedar del todo satisfecho no era grato al no ser que tuviese un pago que compensara esa desdicha.
De cierta forma, Namjoon seguía siendo su cliente, como bien se sabía, no era el primero que pedía sus servicios o los consumía fuera de los reservados de su lugar de trabajo, mas ese encuentro tenía un tinte diferente. Porque si bien habría un pago entintando el momento, el estar con alguien en su rutina ya desentonaba por completo con su sistema profesional.
Los labios de Kim abandonaron sus pechos, pero fueron sucedidos por sus manos, sus dedos seguían jugueteando con sus pezones, pero su boca había llegado a la ingle del alfa de gris cabellera.
Su nariz aspiró con fuerza, acariciando sus ingles, su erección, sus testículos y luego, antes de que Yoongi pudiera procesar adecuadamente los movimientos, su trasero. Namjoon había acomodado sus manos en los muslos y ahora lo empujaba hacia atrás, exponiendo su entrada por completo. Tras la caricia de su nariz, su lengua aplanada barrió desde esa zona arrugada hasta su perineo y regresó por el mismo lugar. Yoongi se preparó para otra lamida, pero, en cambio, lo que recibió fue un sutil beso que le quitó el aliento momentáneamente.
Namjoon ahora estaba admirando su trasero brillando gracias a la saliva; lo suficientemente ajustado esa noche que no había tenido ningún cliente penetrándolo. Se veía ansioso, se encogía y abría mostrando su deseo por ser llenado, lo que causaba que Kim lo admirase con fervor, hambriento, salvaje. Antes de poder reclamar por la falta de actividad, Namjoon volvió a besar en su entrada, pero no de manera sutil, sino vulgar y sucia. Perdió su rostro entre sus nalgas y lo chupaba con ahínco, moviendo su cabeza por momentos casi de manera frenética en diferentes direcciones.
No fue hasta que su lengua intentó cruzar esa barrera de carne que Yoongi no volvió a reaccionar, gimiendo gustoso por una penetración tan suave y firme a la vez. Sin usar dedos, Kim lo iba dilatando, forzando al esfínter a cederle el paso. Y sí, esa era la mayor debilidad de Yoongi, una buena mamada en su trasero lograba lo que largos minutos de fuertes penetraciones no podían alcanzar. Sus ojos quedaban en blando, su boca abierta en un grito mudo y su abdomen contraído como si se estuviese corriendo así lo atestiguaban.
— Necesito... — Necesitaba sentirse penetrado o perder su pene en el trasero de Namjoon con carácter urgente y el contrario lo entendía, pero de igual manera se lo negó.
Abandonó su trasero únicamente para fundirse en un beso que obligaba al mayor a disminuir su ritmo, a respirar y calmarse mientras Namjoon estiraba sus manos a tientas para buscar el lubricante que debería estar en algún lugar de su mesita de noche, al igual que los condones. Si bien tenía conocimiento de los cuidados y procedimientos médicos de los trabajadores de Bawdy, no se sentía cómodo teniendo sexo sin condón. Era un poco contradictorio, pues, pese a todo, no utilizaba uno cuando estaba haciendo sexo oral, pero en algo ayudaba, disminuía los riesgos aunque estos no fuesen nulos.
— Te estás tardando mucho. — Se quejó Yoongi contra la boca contraria, mordiéndola como reprimenda.
Yoongi no estaba centrado para complacer a su cliente, esa era otra diferencia. En ese encuentro, estaba yendo en busca de su propia satisfacción aunque tampoco dejase por completo de lado el placer del otro alfa. Hoy se permitiría disfrutar sin contención, mismo si después no volvía a encontrarse con ese sujeto y volviera a su rutinaria vida. En ese instante lo único que importaba era la manera en la cual su trasero estaba siendo tratado.
La lengua de Namjoon nuevamente estaba empujando en su interior, pero un dedo frío y viscoso gracias al lubricante también estaba pleiteando por entrar en su interior. Cuando finalmente logró entrar, la boca contraria estaba succionando sus testículos, pero no era suficiente y Namjoon pareció saberlo, porque rápidamente, incursionó un segundo dedo en su interior.
Sí, esto estaba mucho mejor.
— Más fuerte y más rápido... — Demandó estirando su mano para aferrarse a la muñeca de Namjoon. No obstante, este retiró la mano de Min con la firmeza justa.
— ¿Quién está haciendo el trabajo, tú o yo? — Cuestionó serio, desprendiendo feromonas que abrumaron a Yoongi al punto de hacerlo gemir. — Vas a obtener lo que piense, pero será a mi ritmo, no al tuyo. — Musitó mordiendo su muslo con fuerza comedida, no encajó sus dientes, pero Yoongi casi sintió que sí lo hizo. — Aprende a esperar, porque en este preciso encuentro, yo marco el paso.
— Mierda... — Jadeó Yoongi sin poderse contener, porque aunque escuchase constantemente a alfas fingir dureza o extrema dominancia, Namjoon hablaba en un tono tan bajo y natural sin apenas intentar imponerse y, aun así, sentía a su lobo encogerse divertido. Quería pleitear, pero también someterse, aunque solamente fuese por ese momento tal cual decía Namjoon.
Buscando un poco más de contacto físico entre sus cuerpos, Namjoon subió para ubicarse a un costado del alfa mayor, pero sin retirar los dedos de su interior. Giró un poco su cuerpo para de este modo, quedar acostado de lado y detrás de Yoongi, en vez de solo a su lado. Así, su pecho podía recibir caricias constantes de la espalda del más bajo, su aliento acariciaba su cuello y la pierna que Min levantaba por su propia cuenta para otorgarle mayor movimiento en, caía perezosamente sobre los muslos del menor. Por un momento hubo incomodidad, puesto que Namjoon tuvo que pasar su brazo libre por debajo del cuerpo contrario para poder jugar con sus pezones y a su vez, evitar que su propio peso lo entumeciera.
Desde ese nuevo ángulo, agitó más sus dedos, abriéndolos para estirar sus paredes y encorvándolos de vez en cuando en busca de una protuberancia que pronto encontró. Ante el estímulo, Min volvió a jadear, más alto y ronco que veces anteriores, lo que le indicaba a Namjoon que finalmente había encontrado su próstata.
— Aquí. — Obviamente, eso no fue una pregunta, pero de todos modos, Yoongi la contestó.
— Sí, justo ahí.
Por un momento, las manos de Yoongi estuvieron por todos lados hasta que una se aferró a las sábanas y la otra contra el cabello gris del contrario, presionando más su cabeza contra su cuello. Cada vez que mordía esa zona peligrosa, cada vez que la yema de sus dedos masajeaban su próstata o el aliento ajeno golpeaba su piel, Min jadeaba abiertamente. No podía creer que algo tan simple lo estuviese acercando tan rápido a su orgasmo. Tal vez era la calentura de su rutina haciendo mella en su comportamiento y cuerpo, podría también tratarse de las habilidades de su amante por esa noche, pero sin importar cuál fuese la respuesta correcta, Yoongi estaba disfrutando en demasía ese ritmo tortuoso.
— Me... Me voy a venir... — Anunció apretando sus dientes con fuerza tal que le hacía crujir la mandíbula.— Sí.
Estaba totalmente preparado para sentir a su pene liberar todo lo que se había acumulado en sus testículos, mas el otro alfa parecía tener otros planes. Mordiendo su hombro e inhalando con fuerza el éxtasis escondido en las feromonas del pelinegro, Namjoon retiró los dedos de su interior.
— No me percaté en nuestro primer encuentro, pero quién se iba a imaginar que cuando te lo hacen rico, eres tan sensible por aquí atrás. — Mencionó burlándose con sus dedos de la entrada que aclamaba su regreso.
En vez de dos dedos, introdujo tres de golpe, yendo tan fuerte y rápido como el mayor parecía desear. La recompensa fue maravillosa, Yoongi gemía y gruñía sin limitarse. La imagen frente a él era completamente erótica. El pelo negro del contrario caía hacia sus ojos y, a causa del sudar que lo recorría, había mechones que se pegaban en su frente. Su ceño estaba fruncido, sus ojos achicados de manera felina, sus mejillas habían adquirido una tonalidad más rosácea y su boca, para su sorpresa, salivaba con rastros de sangre. Al parecer, Yoongi se había mordido los labios con tanta fuerza que terminó por dañarlos.
— Mierda, mierda... — Podía sentir su abdomen contrayéndose una vez más, se estaba acercando al orgasmo com mayor fuerza y rapidez. — No pares, por favor, no pares... — Sus palabras fueron casi un ruego, pero una vez más, eso parecía no ser suficiente para el alfa menor que retiró sus dedos sin previo aviso. — No hagas eso, idiota.
Namjoon casi rió, mas se controló lo suficiente. En cambio, aprovechó ese momento de pausa para sacar la mano que abrazaba el cuerpo contrario, para poder besarlo correctamente. Se apoyó sobre su codo derecho y, con la mano que había estado masturbando a Yoongi, viró su cara para que lo pudiese ver. Unió sus labios a gran velocidad, sintiendo que estaba mal, había sangre, de nada valía querer utilizar un condón si la sangre del contrario llegaba a su boca.
¿A dónde demonios estaba yendo su raciocinio, lógica y el cuidadoso Namjoon?
No lo sabía, todo lo que sabía era la manera en la cual sus labios se fusionaban y besaban con gula. Sus manos se movieron suavemente por el cuerpo del más bajo, los dedos que una vez estuvieron llenos de lubricante ahora estaban entre los labios de Yoongi y los suyos propios. Lo obligó a chuparlos, pero pronto él también se le unió, sintiendo sus lenguas enredándose alrededor de esos dígitos con la esencia del mayor de los alfas.
— Tan malditamente húmedo, — mencionó mirando como el pene de Yoongi parecía haberse liberado, pese a ser solo pre semen. — Y eso que ni siquiera te he tocado la parte de adelante, me imagino cómo será cuando lo haga.
Quizá por instinto, — porque no tenía ningún sentido — Namjoon tomó la envoltura del preservativo para abrirlo. Sus manos estaban demasiado resbalosas, por lo que tuvo que acudir al modo menos apropiado, rasgándolo lo más cuidadosamente posible con los dientes. Todo mal, todo estaba mal, pero no podía pensar con claridad. Cubrió su erección dolorida con aquel látex y maniobró el cuerpo de Yoongi para ubicarse entre sus piernas.
— Eso es porque estoy en mi puto estro. — Rebatió en un tono casi grosero, pero el menor simplemente sonrió.
— Deberías dejar de culpar a tu rutina. — Mencionaba mientras abría las piernas contrarias y alineaba su pene en aquella entrada abandonada y solitaria.
— No seas... — Lo que sea que hubiese estado a punto de decir, desapareció en el instante en el cual Namjoon lo embistió con fuerza.
Ya lo había probado una vez, pero en ese instante, en su mente y en su trasero la polla de ese tipo se sentía más grande. Tres dedos no habrían sido suficientes para cualquier otra persona, pero Min disfrutaba de ese estiramiento casi bruto y el dolor que le acompañaba. Sus brazos intentaron llegar a Namjoon para aferrarse a sus muslos, mas en esa posición e instante, carecieron del largo suficiente para lograrlo. En cambio, encontraron lugar en sus propias nalgas, abriéndolas y estirándolas más con bastante fuerza.
Finalmente estaba lleno, esa masa de carne tocaba todos los lugares necesarios en su interior, algo que le causaba regocijo y placer. Estaba orgulloso de poder recibir sin problema a un alfa tan bien dotado en su interior, autosuficiente, lo sabía, pero en su mente la idea de que muchos betas y omegas no podrían ser capaces de recibirlo tan bien ni siquiera con las ventajas de su propia biología.
Namjoon, con una mirada empañada por la lujuria admiraba cada detalle que podía percibir a simple vista. Sus ojos vagaban desde el rostro contrario hasta esa entrada que veía expandirse mientras recibía a su miembro con voracidad. Permaneció sin moverse algunos segundos, pero pronto se retiró hasta que solo la punta de su erección quedó en su interior y luego, se incrustó con fuerza contra la próstata de Min.
Así, sin más, todo el cuerpo de Yoongi se tensó en respuesta, sin ningún otro estímulo, sus testículos se encogieron una ráfaga de semen salió disparada hasta su pecho. Podría deberse a las veces que se había acercado al orgasmo con anterioridad, siendo denegado cada vez, pero se corrió tan duro y delicioso que no pudo hacer más que dejar su cabeza caer hacia atrás y liberarse.
— Ufff... — Fue todo lo que salió de los labios de Namjoon al presenciar ese suceso. En su mente algo le decía que se detuviera y le diese un momento para recuperarse, pero la imagen del contrario y la fuerza con que este se contraía alrededor de su polla lograron todo lo contrario.
Se movió en un comienzo despacio, pero con fuerza, buscando extender ese orgasmo un poco más. Una vez que el cuerpo de Yoongi dejó de contraerse, aumentó el ritmo de sus embestidas. Sus manos se habían aferrado a unas rodillas que buscaban cerrarse, la mano del pelinegro que entre sus piernas se posaba sobre su vientre y buscaba empujarlo hacia atrás lo hacían batallar por encontrar un ángulo correcto. Alejó su pene de la próstata del mayor, contundente y progresivamente, fue aumentando la velocidad.
— ¿Te duele? — Indagó viendo con la fuerza que el mayor cerraba sus ojos, notando que su mano lo empujaba hacia atrás con mayor ímpetu.
— S-Solamente ve más d-despacio...
— ¿Despacio? — Estudiando sus reacciones, Namjoon le hizo caso, moviéndose lentamente a su encuentro.
Cada vaivén agitaba sus cuerpos, la boca de Yoongi estaba abierta, mas no dejaba escapar sonido alguno.
— Así, ahí... — Musitó llevando sus manos a los bíceps del más alto.
Sus miradas se encontraron por una milésima de segundo, pero a Yoongi le atraía más ver el contraste de sus piernas pálidas frente al dorado cuerpo de Namjoon. La delgadez de sus piernas contra los músculos del pecho contrario. Ambos eran alfas, ninguno carecía de fuerza, pero tenían diferencias muy obvias en su físico y eso, de alguna manera, le atraía a Min.
— Terminaste rápido, pero sigues hambriento y anhelando mi polla.
¿Tenía algún sentido negarlo?
Yoongi no se lo confirmó, pero tampoco se lo negó. Su respuesta vino en forma de gemido porque la sensibilidad de su orgasmo anterior iba retrocediendo. Sus piernas cruzándose y rodeando el torso de Namjoon fue el aviso mudo de que estaba listo para más. El más alto buscó apoyo sobre sus antebrazos, dejando parte de su peso presionar el cuerpo más menudo bajo él mientras sus labios carnosos iban en busca de los más delgados. Sus manos buscando mantener al otro alfa an su lugar al mismo tiempo que Yoongi afianzaba ambas manos en los cabellos grises y batallaba con su lengua por marcar el ritmo de aquel beso.
Por varios segundos Namjoon detuvo el movimiento de sus caderas, todo lo que quería hacer era besar a Suga hasta que sus labios se hincharan y enrojeciera, objetivo que alcanzó. Sin sospechar lo que se avecinaba por estar perdido en el beso, Yoongi gruñó cuando las caderas contrarias comenzaron a moverse circularmente sin despegarse de su cuerpo. Se alejaron después de varios segundos, pero únicamente para chocar contra él con fuerza, en un ciclo que se repitió incontables veces.
Sus respiraciones se encontraban en una mezcla de desafío y placer, una batalla silenciosa donde ninguno parecía querer ceder. Porque Yoongi en ese momento tenía el pene de Namjoon en las profundidades de su cuerpo, pero ambos se movían a su encuentro, ambos por momentos batallaban por dirigir el momento hasta que Namjoon sostenía sus caderas y lo obligaba a mantenerse en su lugar. Solamente le permitía recibir lo que él le entregaba por voluntad propia, ni más, ni menos.
No era un acto de amor, sino de un poder y una intimidad compartida, un acuerdo de palabras que sus cuerpos alentaban y que solo esos dos alfas podían entender. Cada vez, sus labios se encontraban con una intensidad contenida, como si ambos supieran que eso era más que una simple transacción y atracción, pero menos que una entrega total.
La complicidad en ese momento era visible, casi se podría denominar como una conexión única que trascendía su acuerdo e iba un poquito más allá de un simple deseo físico. Era un reconocimiento mutuo de fuerzas, un entendimiento de que, aunque no se amaban y no había sentimientos desarrollados, había algo entre ellos que parecía ser irremplazable.
En una barrida obscena, la lengua de Namjoon fue desde el cuello hasta sus labios, permitiendo que Yoongi la succionara a su antojo. Sin embargo, el peligrís pudo notar como Min ansiaba sus besos. Iba conociendo a ese alfa, le gustaban las penetraciones rápidas y duras, los besos y el dolor. Lo notó porque cada vez que hacía algo considerado duro y rudo bajo sus estándares, la reacción del cuerpo contrario era de gozo, lo supo por la forma en que mordía sus labios y como él mismo, en una búsqueda silenciosa por recibir un poco más de dolor, contraía su entrada con fuerza.
— Parece que te gustan los besos profundos y el dolor. — Musitó Namjoon entre besos, recibiendo un asentimiento en respuesta. — Entonces no te estoy complaciendo como te mereces.
Diciendo esto, Namjoon empujó su cuerpo hacia arriba para separarse de Yoongi y así poder girar su cuerpo. Pegó su cabeza y pecho al colchón, elevó su trasero en el aire y lo golpeó con fuerza arrancando un gemido gutural que reverberó en su propio pecho. Introdujo su pene una vez más y esta vez, no se contuvo en lo más mínimo. Una mano se aferró a la cintura del más bajo y, la otra, a los cabellos negros de los cuales tiró sis medirse.
— Mira eso... — Jadeó viendo como Yoongi se arqueaba y se movía contra él pidiendo más de manera tácita. — Te gusta que te lo meta fuerte y hasta el fondo.
— Nadie se imaginaría que fueses tan guarro en la cama. — Ese alfa se veía siempre tan comedido y elegante, tan educado, que era difícil imaginárselo hablando de ese modo.
— Te gusta eso, te gusta saber que tu culo me está enloqueciendo, que siento que mi polla va a explotar junto con el resto de mi cuerpo si no te follo como sé que esperas y mereces. — Mierda, sí que le gustaba eso, y que se lo contextualizara en palabras solo incrementaba ese gusto. — Tan lascivo... — Musitó dejando ir su cabello para afianzar ambas manos a su trasero y apretarlo con fuerza. — Sucio.
Sus movimientos comenzaron a incrementar, tornándose bruscos, sin condescendencia alguna. Parecía que de sus dedos pronto saldrían garras que atravesarían es piel blanquecina, que lo partiría a la mitad con un único movimiento y Yoongi estaba listo para todo eso.
— Me pregunto qué más te gusta en la cama. — Namjoon siempre fue un gran observador, le gustaba darle a sus amantes lo que ellos querían y más. De cierta forma, siempre fueron fáciles de descifrar y, si bien Yoongi no era un completo enigma, no era tan sencillo como algunos pudieses llegar a creer. Tenía que joder su cerebro y obligarlo a bajar las defensas para poder ver un atisbo de lo que verdaderamente deseaba, no solo una actuación para complacer como evidentemente estaba acostumbrado a hacer.
— No seas gentil, alfa. — Maldición, a Namjoon nunca le había afectado tanto que alguien lo llamase por su casta mientras estaban en un encuentro íntimo. A veces negaba y se reía de los alfas que comentaban sobra la manera en la cual esa única palabra.
Él no tenía sensibilidad al poder o dominio, no le importaba que se resaltara su rol, por lo que no se sentía desafiado o presionado para cumplir con esas expectativas. Sabía lo que hacía y cómo lograr que sus acompañantes disfrutasen sin recurrir a eso. Que lo llamasen Alda tampoco intensificaba sus instintos primarios, siempre se consideró alguien cabal capaz de mantenerlos bajo control. En todo caso, que lo llamasen así lo que desencadenaba muchas veces era un raro sentimiento de despersonalización, sintiendo que no lo veían como un individuo, sino como eso, un simple alfa que cubría ciertas necesidades.
Sin embargo, justo ahí, junto a Yoongi, esa palabra se tenía más como un reconocimiento de igualdad y poder mutuo. Le estaba haciendo sentir que estaba siendo visto y reconocido en su totalidad por alguien de su misma casta, algo que se estaba volviendo intensamente excitante y embriagador. Porque más allá de la conexión sexual, la entrega de ese alfa que trabajaba en Bawdy parecía estar acompañada por algo más emocional. Es más, sentía que le estaba transmitiendo la confianza suficiente para que otro alfa, en medio de su rutina, se entregase con tanta vulnerabilidad y aclamase por él. De cualquier modo, todo lo que sabía Namjoon es que en su cerebro había un corto circuito y que en su miembro, su nudo había comenzado a desarrollarse.
— No, todavía no... — Luchaba contra sí mismo porque no quería correrse todavía.
A ciegas, Yoongi estiró su mano entre sus piernas, buscando su entrada. La palpó suavemente y estiró sus dedos para sentir la erección contraria, lo que le hizo comprender el cambio en la respiración, feromonas y embestidas del peligrís. No le iba a dejar que introdujera el nudo en su interior, pero tampoco le iba a negar un poco más de satisfacción, por lo que, con algo de dificultad, estiró su brazo todo lo que pudo hasta que pudo enrollar sus dedos al rededor del nudo de Namjoon para apretarlo con fuerza.
— Oh... — Siseó ante la sensación, pero lo que terminó por desarmarlo fue escuchar aquella palabra una vez más.
— Alfa.
En ese instante, todo cambió, su mente casi se quedó en blanco.
El sonido de esa palabra, pronunciada con tal convicción y reconocimiento, atravesó sus defensas. Sintió un calor recorrer su cuerpo, una oleada de emociones que nunca antes había experimentado. Sus instintos, siempre tan controlados, despertaron con una intensidad inesperada y avasalladora. No había miedo o contención, solo una entrega total a lo que estaba sintiendo. El otro alfa no lo desafiaba para superarlo, sino que lo reconocía en toda su esencia, en toda su fuerza. Ese reconocimiento lo liberaba, lo desarmaba, pero no en debilidad, sino en una conexión más profunda de lo que había conocido.
Se acercó más, dejando que esa palabra resonara entre ellos, llenando el espacio de una energía palpable mientras que sus labios se posaban en el cuello de Yoongi. Ante esto, el pelinegro jadeó, sintiendo como su desatendido miembro comenzaba a ser bombeado al mismo ritmo de las penetraciones desordenadas, pero certeras de Namjoon, acompañadas de leves mordidas en una zona muy peligrosa.
— Recíbeme bien... — Jadeó Namjoon en su oreja, azotándolo con fuerza con una mano mientras la otra seguía masturbándolo.
— ¡Desgraciado! — Fue todo lo que exclamó Yoongi mientras su nudo también se ensanchaba en las manos de Namjoon minutos antes de comenzar a liberarse con fuerza sobre la cama. — Mierda sí, no pares todavía, sigue... — Espetó, instando a Namjoon a extender lo más que puso ese orgasmo mientras él también se liberaba en su interior. Hubiese adorado sentir su esperma llenando al otro alfa, pero todo se quedó dentro del condón. — Joder...
Ninguno dijo otra palabra, sus cuerpos sudaban y temblaban por las réplicas de sus orgasmos mientras se quedaban posicionados uno al lado del otro. Tal cual pasó en Bawdy, no supieron el momento exacto en el cual sus ojos se cerraron y cayeron en un profundo sueño.
La luna se había ocultado tras las nubes, dejando que la oscuridad de la noche envolviera la habitación. El silencio era profundo, roto solo por la respiración pausada de Namjoon, quien yacía en la cama todavía dormido. Por primera vez en lo que parecía una eternidad, la intensidad que lo había mantenido despierto durante horas se había disipado, dejándolo exhausto pero satisfecho.
A un lado de la cama, alrededor de tres horas más tarde, Yoongi se levantó lentamente, cuidando cada movimiento. Había sido un encuentro inesperado, propiciado por un acuerdo, un pago, pero había resultado en algo mucho más intenso de lo que ambos podrían haber anticipado. Aunque la conexión que habían compartido fue fuerte y exquisita, Yoongi sabía que era hora de irse.
Su estro, que lo había impulsado a irse junto a Namjoon en primer lugar, se había calmado lo suficiente como para permitirle moverse con claridad y necesitaba aprovechar esa oportunidad. Con un último vistazo hacia la figura del otro alfa que dormía profundamente, Yoongi se dirigió hacia la puerta. Había una ligera melancolía en su mirada, una comprensión de que ese encuentro tan poderoso, era solo un episodio en sus vidas.
Con pasos silenciosos, se deslizó fuera de la habitación, el eco de su presencia disipándose en la oscuridad. La casa de Namjoon, tan silenciosa y tranquila ahora, contrastaba con el torbellino de excitación que se había desatado horas antes. Sin embargo, Namjoon, alguien que siempre había sido sensible al más mínimo ruido, no se inmutó; estaba profundamente dormido, perdido en sueños confusos y pensamientos inconexos.
Ya en la calle, Yoongi inhaló el aire fresco de la madrugada. Decidido a terminar de pasar su estro en la soledad de su propia vivienda, caminó hacia el taxi llamado, dejando atrás la casa de Namjoon y el recuerdo del encuentro.
Cuando Namjoon despertó horas después, una ligera confusión lo invadió al darse cuenta de que Yoongi ya no estaba. Era extraño para él no haber sentido su partida, dado que siempre se había considerado alguien alerta. Sin embargo, en ese momento, el peso de lo ocurrido la noche anterior lo mantenía más ocupado que cualquier otra cosa. Algo había cambiado dentro de él, y mientras se incorporaba en la cama vacía, no podía evitar preguntarse si volvería a ver a Yoongi. Sabía bien cómo y dónde encontrarlo, pero por el modo en que se fue en silencio y la manera en la que ellos habían llegado a ese encuentro, creía que no era conveniente ir una vez más a su encuentro.
¡Hola por aquí después de tanto tiempo! Espero que hayan disfrutado el capítulo. No hago promesas, pero tengo al menos dos capítulos más casi listos, así que espero que la próxima actualización no se tarde mucho.
LORED
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