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Capítulo 5

Min Yoongi se encontraba en uno de esos cuartos tan impersonales y que tan familiares se sentían mientras esperaba a su cliente de élite. No se trataba de un regular del cual conocía los gustos, Kim Seokjin era impredecible. Este había estado con otros bawdies, como se hacían llamar los sexo-servidores del local, pero de algún modo se aseguraba de que nadie hablase de sus encuentros. Él personalmente tuvo la oportunidad de atenderlo en dos ocasiones, la primera junto a su prometido, un trío en donde no se lo pasó nada mal y se fue con una gruesa propina. La segunda vez estuvo solo el señor Kim, pero de igual modo mandó a llamar a dos de los trabajadores, su compañero a última hora sufrió de un malestar que lo indispuso y al final quedaron ellos dos.

En cada ocasión fue diferente, en la primera prácticamente permaneció como un espectador viendo como Jimin y él se acostaban. Únicamente cuando los vio cerca de liberarse decidió intervenir alargando un poco más el momento, intercalando penetraciones entre uno y otra hasta venirse. En la segunda vez fue muy diferente, Kim Seokjin parecía estar más interesado en degradarlo, participando activamente en cada instante. Todo fue más agresivo y breve, mas tampoco la pasó. Definitivamente, no era un mal cliente y comprendía por qué el deseo de mucho de tenerlo. Había ido muchas más veces desde ese encuentro, pero nunca lo volvió a buscar, pidió a otros productos, era la primera vez que lo llamaba desde entonces.

Ahora otra vez estaba aguardando por él y posiblemente su prometido también. El reloj que llevaba en su mano vibró avisándole que su cliente se acercaba, por lo que se dio una última mirada al espejo y se detuvo al sentir un aroma llegando a su nariz. El alfa no estaba usando algún inhibidor o supresor, si lo hacía, no funcionaban adecuadamente. Esperó su entrada elegante y segura, mas todo lo que olía era nerviosismo al otro lado de la puerta, esto sí era algo que Seokjin jamás mostraba, nervios o inseguridad. Sí, podía oler que estaba decidido, pero el nervio era palpable.

Yoongi sonrió ladeado porque comenzaba a hacerse una idea de quién estaba detrás de la puerta y definitivamente no era Kim Seokjin o su prometido, tampoco el Kappa con quien ya se había cruzado anteriormente. Lo más probable es que fuera el alfa que permaneció observándolo tan densamente como un lobo hechizado por la luna que caminaba cegado hacia un peñasco, alejándose de la selva para llevarlo al mar, un territorio inhóspito para su especie que lo terminaría ahogando. Por eso, por esa noche en donde su pago dependía del lobo que se estaba arrepintiendo, Yoongi daría el paso para terminarlo de atraer.

Kim Namjoon se había arrepentido de haber pedido a Suga cuando no tenía ni idea sobre cómo tratar con un sexo servidor. No es como si hubiese visitado un club cualquiera, enroscándose con alguien desconocido para una noche de pasión. Ni siquiera eso había experimentado porque hasta el momento siempre conocía a sus relaciones ya fueran cortas o largas, algo de una sola vez, los encontraba en alguna cena, evento, reunión, en un museo como a Joshua o cualquier otro lugar que no fuero de esparcimiento nocturno y con demasiadas bebidas, bailes y personas envueltas.

Habían terminado su relación, esperaba refugiarse en el teatro con la funsión que esperaba admirar con su ex prometido y ahora estaba en un burdel, a punto de follar con una de las joyas de ese establecimiento. Ni siquiera sabía por dónde comenzar, ese no era su estilo, no estaba necesitado sexualmente, ¿por qué demonios su boca dijo aquellas palabras y sus pies lo llevaron hasta esa puerta? Recién había tenido sexo con quien fue su pareja hasta ese día, no tenía urgencia o necesidad alguna de encamarse con alguien más, menos en un burdel. Él lo que necesitaba era una ducha, una copa de vino y acostarse en su mullida cama hasta el siguiente día con la esperanza de dormir ocho horas.

Negando por haberse dejado llevar por un tonto impulso de curiosidad de aquel momento, Namjoon se giró para alejarse en el mismo momento que la puerta se abrió. Frente a él, no se mostraba la sonrisa coqueta que usualmente ese tipo de trabajadores regalaban a cada cliente. ¿Realmente ese sujeto era alfa? El aura definitivamente lo tenía, ahora, su físico, ese distaba mucho de lo que su casta siempre intentaba mostrar y no parecía interesarle mucho tampoco. A lo mejor ese era su encanto frente a otros, ser un alfa físicamente atípico. Permaneció mirándolo hasta que el pelinegro se hizo a un lado invitándolo a pasar.

Lo hizo, no supo por qué, mas Namjoon se encontró avanzando al interior de aquella habitación bajo la atenta mirada de Yoongi. Es que para este último, a pesar no mostrarlo, estudiaba al peligris como lo hacía con cualquier cliente para intentar adivinar a lo que podía atenerse entre esas paredes. Se movía de manera diferente a otros alfas, como si se hubiera despertado algún día llevando esa casta y tuviera que navegar por el mundo en ese nuevo cuerpo. Parecía inconsciente de su fuerza, inconsciente de cuánto espacio ocupaba solo con su presencia o pretendía no saber, conteniendo su verdadero poder como el típico lobo o licántropo disfrazado de oveja.

Lo había observado desde que se subió al escenario, fue la única cara desconocida; esa piel dorada, hoyuelos profundos, labios afelpados que suplicaban ser tocados cuando fijamente miraba en su dirección. O tal vez era su olor, ese que ahora parecía ir en aumento preocupándolo un poco porque usualmente los únicos alfas que olían de ese modo eran aquellos próximos a su rutina y estos siempre significaban peligro.

Por instinto miró hacia la dirección donde deberían estar las cámaras buscando cierta protección extra, algo absurdo porque frente a clientes élites como ellos las lucecitas rojas de las cámaras parecían siempre fundirse y arreglarse una vez que ellos marchaban. La privacidad de hombres poderosos estaban en juego, por ende lo que ahí pasara, ahí quedaba. Si ese alfa enloquecía le tocaría a él ocuparse de su trasero ya fuera dándole una monumental paliza o dejándole salirse con la suya para que terminara cuanto antes y se marchara. La pinta de ser un psicópata no la tenía, pero sinceramente, ¿quién mostraba su verdadero ser al mundo? Peor si eran seres carentes de empatía como los psicópatas.

Algo le hizo volver a relajarse a los pocos segundos y fue el hecho de que el alfa peligris no se pegó o abalanzó a él, tampoco apestaba a club y lujuria como los otros alfas, no estaba embargado por la desesperación o abrumador por el hambre. Era calmante, tranquilo, no estaba contaminado y lucía fresco. O tal vez fue la forma en que Namjoon echó la cabeza hacia atrás y se rio en voz alta, torpemente, sin parecer en absoluto avergonzado por eso. No parecía importarle cuando los demás se volvían a mirarlo un rato antes cuando lo buscaba desenredar con la mirada sin dejarse llevar por los molestos comportamientos bulliciosos de sus colegas. No estaba actuando ni tratando de atraer a alguien. Simplemente, estaba allí, siendo él mismo en una torpe y elegante manera.

Llamar la atención de Namjoon fue un poco más difícil que con el resto de sus clientes a pesar de haber tenido sus ojos en él desde el primer instante. No se entusiasmó inmediatamente con Yoongi y él lo sabía, intrigado sí, pero no había deseo o lujuria.

— Creo que estás muy tenso, ¿te gustaría un trago? — Indagó Yoongi viendo al contrario contemplar detalladamente cada rincón desde su sitio.

El cliente solo le respondió con asentimientos breves y educados mientras Yoongi intentaba hablar con él. No era nuevo en eso, muchos alfas curiosos que iban ahí y luego no sabían cómo dar el primer paso, así que se tomó su tiempo porque tenía su tarifa garantizada ya fuera que el tipo decidiera avanzar o huyera despavorido como otros casos dados. Preparó un whisky doble con hielo, ignorando la seriedad mostraba y odiando tener que trabajar tan duro para ganarse al nuevo alfa exclusivamente por ser alguien considerado "élite".

Tal vez Yoongi se había vuelto un poco complaciente, demasiado consciente de cómo la gente lo buscaba, cómo él solía ser él quien se hacía el difícil de conseguir, haciéndolos sudar y sintiéndose incómodos hasta que cedía y los llevaba a la habitación que él escogiera. Había más de una variación en el modo en el cual usualmente se daba las cosas con clientes nuevos porque rara vez llegaba alguien y se le consideraba directamente parte del grupo VIP de Bawdy.

— Entonces... — Rompió el silencio Yoongi ya cansado de aguardar sentado en una esquina de la cama mientras el peligris seguía de pie bebiendo de su vaso, haciendo una pausa para él también ingerir un sorbo dramáticamente largo de su vaso de té camuflado en una botella diferente. Aunque a veces era tentador, siempre era mejor estar consciente alrededor de los clientes. — Eres nuevo en el club, eso es obvio. ¿Qué te trae por aquí?

Namjoon se encogió de hombros, sin preocuparse por la atención constante de Yoongi y su evidente deseo de poner las cosas en marcha. Se bebió el resto de la bebida y apartó el vaso finalmente tomando asiento en una butaca frente a la cama.

— Escuché muchas cosas buenas sobre este lugar, quería comprobarlo por mí mismo. — No mentía, si bien no fue a buscar ese lugar ni antes de ese día habló de Bawdy o cualquier otro burdel ya fuera de alta alcurnia o no, había escuchado algunas cosas de sus hermanos en las últimas horas. No trató de fingir y mostrarse distante como otros clientes cuando tenían miedo o intentaban imponer, hacerse los importantes. Ese sujeto ya no olía a nerviosismo y hablaba como si estuviera sentado en un restaurante cualquiera, no sentado en la cama de un burdel repleto de feromonas y lleno de gente buscando su próxima conexión ya fuera cliente o producto.

— ¿Y qué has oído sobre Bawdy? — Preguntó Yoongi lamiéndose los labios, estudiando la forma en que la nuez de Adán de Namjoon se balanceaba mientras tragaba.

— Que es discreto, exclusivo, seguro y muy caro. Un buen sitio para explorar en momentos cruciales. — La mirada de Namjoon ahora era firme.

Difícil de leer para el alfa pelinegro porque era todo a la vez, educado y comprometido en la conversación, pero todavía reservado de una manera que Yoongi no podía precisar. No apestaba a autodesprecio como muchos nuevos alfas que se unían al club. Como esos que llegaban con el olor del omega con el que se casaron deseando desesperadamente borrar todo rastro dulce de su cuerpo mientras fingían seguir bajo el estereotipo del macho alfa. No estaba marcado como algunos deltas y omegas que estaban ahí solo para sentir otro juego de dientes contra su piel. Pero tampoco tenía esa mirada deslumbrante con la que algunos clientes tropezaban, como si pensaran que podrían encontrar a su verdadero amor mezclándose entre la multitud.

— Explorar. — Repitió Yoongi admirando detalladamente el físico de ese hombre, centrándose en su rostro porque tampoco parecía del tipo que entraba a explorar. Usualmente, esos que querían explorar tenían que comenzar con trabajadores novatos una vez que lograban el acceso. Había notado su curiosidad e intriga, sí, pero no había entrado a allí por simple curiosidad. Se lamió los labios de nuevo, deseando fugazmente poder trazar la comisura de la boca de Namjoon con la lengua porque sus labios húmedos lo incitaron. — Con un alfa o...

— Alfa. — Respondió rápidamente Namjoon. Casi siempre jugaba en terreno seguro, no iba con omegas, pero tampoco con alfas, tomaba lo más neutro posible, los betas como su antiguo novio. Un ligero rubor se deslizó por sus mejillas, y el pelinegro lo notó, sonriendo ante esto.

— ¿Alguna vez has estado con un alfa antes? — Suga habló en voz baja ahora, algo mucho más bajo y sensual, difícil de escuchar si hubiesen estado en el exterior o con la música de fondo un poco más alta. Un viejo truco para hacer que alguien se inclinase cuando le interesaba.

Namjoon asintió, inclinándose más cerca, tal como esperaba Yoongi. — Muchas veces. No me avergüenzo de mis deseos. — Aclaró rápidamente para que no se crearan malos entendidos.

— ¿Y quieres explorar esos deseos esta noche? ¿Conmigo? — Fue un movimiento arriesgado ser tan atrevido con alguien como Namjoon cuando no sabía el tipo de papel que quería que jugase. Tal vez esperaba que fingiera ser un omega, alguien muy sumiso, algún alfa tímido, no tenía ni idea de lo que quería ese cliente que le arrebató su día de descanso. Ni ansioso ni apagado, el peligris se limitaba a mirarlo sosegado, imposible de leer o predecir. Yoongi terminó su bebida y se puso de pie antes de que Namjoon respondiera.

— Sí. — Respondió Namjoon finalmente con un asentimiento. — Sí, me gustaría explorar esos deseos hoy contigo.

Mientras esperaba su respuesta, Yoongi se había levantado para pasarle bien el seguro a la puerta, mas una vez que esta estuvo completamente cerrada, no supo qué esperar. Parecía no ser la gran cosa en comparación con toda la gama de clientes que habían desfilado por sus brazos y alrededores en todo ese tiempo, pero la diminuta inquietud es que no sabía qué esperar de ese alfa. Se mostraba nervioso y tímido, luego firme, seguro, casi demandante y dominando con su mirada. No estaba seguro de si Namjoon lo sujetaría a la pared, chupando moretones por todo su cuello, manejándolo con manos ásperas y desesperadas. No sabía si preferiría algo lento, tentativo, cuidadoso, desenvolviéndolo como un regalo precioso.

Ahí, Namjoon se levantó rompiendo su hilo de pensamientos para sorpresivamente atraerlo hacia él. De alguna manera, fueron ambas cosas... Manos suaves y pausadas para preguntarle si Yoongi estaba bien cuando él era quien pagaba por sus servicios y podía hacerle prácticamente lo que quisiera. El pelinegro simplemente asintió, ambos tratando de descifrar mutuamente sus miradas, pero todo lo que hubo fueron labios firmes y urgentes contra los de Yoongi, la rodilla de Namjoon presionada con fuerza entre las piernas del más bajo mientras se besaban contra la puerta cerrada.

Yoongi trató de atribuir la atracción lejana en su cerebro al aroma de Namjoon: una brisa limpia y acuosa susurrando a través de la hierba alta y los tréboles silvestres. Fresco, suave. Hizo que Yoongi se sintiera nostálgico porque lo llevó de vuelta a los días blanqueados por el sol de los veranos de su infancia antes de que se diera cuenta de su estado, antes de que se dibujaran líneas a su alrededor que le estaba prohibido cruzar. Namjoon olía a bosque a libertad. Intentaba sentir un único aroma, saber si era roble, cedro, tierra o cualquier otra cosa que se encontrara libre en la naturaleza, pero todo él fue un cúmulo de sensaciones y olores.

— ¿Estás seguro de que eres un alfa? — Yoongi bromeó entre besos. — Eres tan... — Jadeó ante la sensación de la palma de Namjoon presionando con fuerza contra su miembro vestido. — Suave.

Por un segundo Namjoon dudó un poco recordando las palabras de su pareja al terminar con él, diciéndole que no parecía un alfa. Alguien blando que siempre cedía en todo, que se preocupaba únicamente por el resto y no por él.

— No me pareciste del tipo que le gustaría todo eso de ser sometido con rudeza. — Respondió Namjoon, su voz aterciopelada, suave, redondeada como una roca de río pulida. Entonces Yoongi hizo una mueca como si sus palabras fuesen muy cursis logrando que Namjoon se riera, bajo y un poco tímido, lo suficiente como para hacer que Yoongi sonriera en respuesta. — Hago yoga, medito, me ejercito y he aprendido a controlarme. Resuelvo toda mi mierda cuando esta se desborda. A veces es difícil ser un alfa.

Si alguien más hubiera dicho esas palabras, Yoongi podría haberse reído en su cara. Pero Namjoon lo miró con tanta sinceridad, con ojos tan oscuros y escrutadores, que el pelinegro supo que lo decía en serio. No lo conocía de nada, era un simple cliente de élite cualquiera, pero parecía con los pies no solo puestos en la tierra, sino hundido en el lodo del mismo modo que él toda su vida los hundió en el estiércol. Y era cierto, incluso si Yoongi hacía mucho tiempo que hizo las paces con eso. Ser un alfa venía con grandes expectativas, muchas de las cuales no quiso cumplir o cumplía en la actualidad, por eso lo entendía.

— ¿Cómo quieres hacer esto? — Yoongi preguntó gentilmente dejando de lado cualquier tono imponente, rompiendo su cadena de besos sin aliento. ¿Cómo me quieres?

No sabía qué o cómo quería las cosas, pocas veces se detenía a pensar realmente en esa respuesta porque casi siempre era él quien le brindaba lo mejor de sí a los demás. Aunque le preguntaran, Namjoon sentía que era por simple cortesía o reciprocidad por lo que su respuesta era brindarles todo o simplemente decir "como tú me desees". Pero aquí no había expectativas que cumplir, no había una relación familiar o a largo plazo. Eran solo trabajador y cliente, por lo que cerró los ojos procurando poner su cerebro a descansar y dejarse llevar.

Los labios de Yoongi rozaban su oreja, se apoderaron de estas hasta terminar de tirarlas con sus dientes suavemente. Lamió su cuello, mordió su mandíbula y frente a esto Namjoon gimió, dejando caer su cabeza contra el hombro de Yoongi. Inhalando profundamente, todo su cuerpo se puso rígido mientras percibía el olor tenue del más bajo intensificarse muy lentamente.

— ¿Puedo sentirte? — Preguntó con sus ojos cerrados, mas las manos del pelinegro posadas en su cuello lo obligaron a mirarla, exigiéndole que fuera mucho más claro. — ¿Sentir tu nudo? — Su voz era temblorosa, traicionando su comportamiento regular, olvidando todo lo demás que fuese frío y sin afectación. — Dios, hueles bien. — Comentaba pasando la nariz a lo largo del cuello del otro alfa, recorriendo con sus labios la piel ajena, bebiendo el denso aroma terroso.

Realmente eran complementarios, el aroma de Yoongi de árboles de hojas perennes silvestres y crecidos, los arroyos cristalinos de Namjoon y las piedras brillantes. Dos fuerzas salvajes y poderosas reunidas en una, enredándose como raíces que alcanzan la orilla de un arroyo.

Yoongi no necesitó verbalizar su respuesta para dejarle saber que no tenía problema con ello, dispuesto a cumplir todos sus deseos sin hacer preguntas. Todo lo que hizo para reafirmar este hecho fue poner un poco de distancia y, con mirada fija en ese rostro para el cual se paró de puntillas buscando besarlo mejor, estiró sus manos hasta posarse en su ropa evidenciando el próximo paso.

Cuando se desvistieron por completo y llegaron a la cama, los latidos del corazón de Yoongi resonaban en sus oídos, fuertes e incesantes como rápido y furiosos en sus momentos de mayor adrenalina. La respiración de Namjoon era irregular, sus pupilas se dilataban y se parecía más al imponente alfa que Yoongi imaginaba. Su cuerpo se sentía firme, pesado contra el del pelinegro, pero era suave, tan suave por todas partes. Las manos acariciaban las curvas de Yoongi, los labios conectaban cada peca de su espalda con besos ligeros como plumas.

Yoongi debería haberlo adivinado en ese momento, que todo saldría mal, debería haberlo sabido por la forma en que Namjoon gimió y jadeó su nombre artístico. Debería haberlo esperado por la manera en que sus propios besos se sentían desesperados, trazando toda la piel del cliente VIP. No obstante, solo se dejó llevar acomodando al más alto sobre esas sábanas de satín rojo como el fuego que amenazaba con esparcir brasas por sus pieles.

Su boca ignoró completamente su pene, volteó aquel cuerpo que lo superaba en tamaño para perder su boca entre los cachetes del trasero ajeno. Su lengua no fue tímida, dejándole saber silenciosamente otra de las razones por las cuales su reputación se elevó tan rápidamente. Lo devoró con gula y de modo obsceno arrancando gemidos de Namjoon que morían sobre las sábanas.

El lubricante en sus dedos parecía evaporarse a medida que los acercó a su entrada para dilatarlo y prepararlo. No hubo necesidad de que se volviera a repetir el pedido, jugó con el interior de Namjoon hasta alcanzar su próstata y ahí, por primera vez en la noche escuchó ese asfixiante gruñido. Alejó sus dedos del interior para aferrarse a su piel y alinear su propio miembro cubierto por el látex del condón.

Por un breve instante en la mente de Namjoon se cruzó la idea de detenerlo, mostrar su estado más vulnerable ante un completo desconocido no era lo más sensato, pero la incursión en su interior ahuyentó todo pensamiento. Se aferró a las sábanas con la misma intensidad con la cual Yoongi se aferraba a él. Este último esperaba que el alfa peligris interpusiera su ego debido al nerviosismo inicial, casi siempre los más nerviosos intentaban dominar el momento para hacer un punto inútil y demostrarse que tenían el control. Sin embargo, a Namjoon no parecía importarle entregárselo por completo aunque fuese de modo temporal.

No era sumiso, estaba confirmado, pero era notable lo mucho que disfrutaba sentir una polla como la suya llenándolo por completo, estirando sus paredes y martillando su interior. Gimió y sus gemidos solo provocaron que Min cerrase los ojos y temblara en su lugar, maldiciendo por estarse disfrutando tanto ese encuentro. Sus pieles chocaron con fuerza y sin un ritmo marcado coherentemente, los dos jadeaban mientras se acercaban a sus orgasmos, unos que Yoongi no quiso alcanzar tan pronto.

Alejó la mano de Namjoon cuando lo vio intentar masturbarse. Lo recompensó y castigó con mordidas en su espalda, presionando sus omoplatos contra el colchón para aumentar la velocidad de sus penetraciones. Hubo una comunicación muda, Yoongi supo el momento exacto en el cual su mano tuvo que envolver el eje contrario para masturbarlo desde su posición sin dejar de arremeter contra él. Por primera vez en lo que parecía una eternidad Namjoon volvió a alcanzar el clímax con alguien en su interior, enviando réplicas por todo su cuerpo que alcanzaron al pelinegro que se dejó caer sobre él apretando firmemente los costados de su cintura. Duraron demasiado después de que terminaron de follar en las mismas posiciones recuperando sus respiraciones hasta que finalmente se dejaron caer en la cama.

— ¿Hace mucho que trabajas aquí? — Preguntó Namjoon mirando hacia el techo.

Yoongi por un segundo guardó silencio porque ya había estado allí más tiempo que cualquier otro cliente. Normalmente, él se apresuraba a guiarlos hacia la puerta, ansioso por limpiarse y encontrar a alguien más o simplemente irse. Negocios eso era todo lo que Yoongi hacía allí, un trabajo que después de todo le gustaba y hasta disfrutaba. Pero Suga no lo echó rápidamente, dejó que Namjoon se quedara, disfrutando del calor de su palma sobre su vientre.

¿Se permitió Yoongi imaginar que estaban en su habitación? ¿Qué en ese momento fue diferente de los muchos que compartieron sus servicios? Todo parecía entre ellos alguna fantasía doméstica descabellada por la tranquilidad post acto.

— Un rato. — Respondió Suga por fin. Su piel se sentía demasiado sensible después de un acto tan sencillo y bastante corto en comparación con aquello que parecían querer hacer una absurda maratón. Se le puso la piel de gallina en el estómago cuando Namjoon lo frotó suavemente, sus dedos recorriendo su cuerpo. Su gran palma se sintió reconfortante mientras se deslizaba arriba y abajo del torso de Yoongi. — ¿Me creerías si te dijera que el trabajo es aburrido, pero de igual forma disfruto de lo que hago?

Namjoon se rió, alojándose profundamente en la cama, atrayendo inconscientemente al contrario contra su pecho. Se abrieron camino entre las ramas y enredaderas cubiertas de maleza que abarrotaban sus mentes por escasos segundos.

— ¿Soy aburrido? — Indagó con cautela porque aunque nunca le dijeron eso, las últimas palabras de Joshua volvían a su cabeza.

— No. — Respondió Yoongi rápidamente. Se sentó, inclinándose sobre la cara de Namjoon sacudiendo la cabeza. — No eres aburrido. Te mantendría aquí toda la noche si pudiera.

Sonriendo, Namjoon levantó la cabeza y besó a Yoongi. — No quiero sonar crudo, pero... — Hizo una pausa, frunciendo el ceño. — ¿Debería pagarte por este tiempo extra?

Yoongi forzó una sonrisa, en verdad trató de reírse. — No, quiero decir, mi noche ha terminado, pero te invito a que te quedes un rato más si te apetece. Has sido mi único cliente hoy y no tendré a nadie más después de ti.

Namjoon contempló momentáneamente al pelinegro cerca de él, tirando de su nuca para unir sus labios con pereza. Esa era la primera noche que sus caminos se cruzaban, que se veían y debía ser la última, pero quizás, en algún lugar, muy en el fondo ambos esperaban que no fuera así. Corrección, sabían que no sería de ese modo.

Tercera actualización del día para compensar un poquito la demora. Este primer encuentro puede no ser el más profundo e intenso, pero es la llave a un nuevo mundo para estos dos alfas.

Es muy reciente, pero espero que les esté gustando la historia hasta aquí.
LORED

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