LA CRIATURA DE LA LUNA
Era una noche oscura como todas las demás. Con la luna iluminando parte del cuarto de una pequeña niña, la cual se encontraba hecha un ovillo en un rincón, balanceándose hacia adelante y hacia atrás mirando la tenue luz de luna que amenazaba con bañar con su brillo toda la habitación.
Y es que aquella pequeña niña le tenía miedo a aquel horroroso individuo que la visitaba todas las noches justo en el momento en el que su cuarto era iluminado por completo, cuando la oscuridad se extinguía en su habitación.
Ella creció temiéndole a la luna. A diferencia de muchas personas, ella no la consideraba bella, ni esplendorosa, ni magnífica; ella la consideraba misteriosa, incandescente y horrenda. Los cráteres para ella no formaban la silueta de un conejo lindo, lo que ella veía era la cara de un monstruo horrendo, con colmillos largos y filosos, con orejas de conejo y ojos de gato. Ella veía la criatura de la luna, aquella que la atormentaba siempre al caer el sol.
Las noches de luna llena era todavía aún peor, porque su brillo era tan intenso que la cegaba y era tan blanca que su silueta se reflejaba en ella, y aquella criatura lucía más imponente.
Hoy es luna llena, la pequeña ya ha decidido levantarse de aquella esquina y se ha metido al armario con la esperanza de que aquel monstruo no la encontrara.
Para su lamentable suerte, la desgracia siempre estaba presente, y esa noche sería inolvidable.
La criatura se posó sobre su cama, con un halo de luz que iluminaba hasta la esquina más oscura de la habitación. Miraba alrededor con atención, entrecerrando sus ojos oliva de vez en cuando. De repente, una horrible sonrisa se dibujó en su rostro. La había encontrado, y su miedo lo podía oler.
La pobre niña estaba esperando, más quieta de lo que había estado nunca, a qué aquella cosa monstruosa se fuera de ahí y la dejara dormir tranquila. De repente, la luz se esfumó y la habitación se volvió de un profundo oscuro. Abrió lentamente la puerta, y se asomó: nada. Siguió haciéndolo hasta que terminó completamente abierta y tomara la suficiente confianza para volver a la cama.
Una vez arropada se tranquilizó y cayó en un profundo sueño, más no contaba con una cosa.
En lo más recóndito de su mente, aquella criatura se encontraba, divagando entre cajas y documentos llenos de recuerdos, memorias tristes y felices. Era magnífico poder ver lo que la pequeña guardaba. Cuando hubo encontrado lo que quería, comenzó su juego.
Primero vino una pesadilla, donde la criatura de la luna aparecía en todos lados. Se despierta asustada con el corazón latiendo rápidamente y con lágrimas en los ojos, no hay nada. Entonces trata de volver a dormir.
Otra pesadilla llegó en dónde la niña sale volando hacia el otro extremo de su habitación. Luego otra y otra, cada una siendo más aterradora, en una sus padres mueren enfrente de ella y es atada a los barrotes de su ventana.
La niña despertó, no veía nada. Tenía el cuerpo entumecido. No podía hablar. De pronto una luz cegadora iluminó su cuarto y lo vio todo. No habían sido solo pesadillas.
Lo último que pudo ver fueron aquellos filosos colmillos acercándose a ella lentamente mientras la luna poco a poco iba alejándose.
Un grito ahogado atravesó el fino silencio sepulcral y así se acabó la noche. Dando paso al amanecer.
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