Mi corazón sigue latiendo a más de doscientos kilómetros por hora y mis pies salpican agua cada vez que piso un charco mientras voy corriendo por la resbalosa autopista. Ya es tarde y todavía no puedo encontrar a la persona que busco.

Mis padres me advirtieron sobre ella... o él, ya no sé que sea. Lo único que sé es que necesito verla una vez más antes de dejar el país, antes de terminar detrás de las rejas y encerrado entre grises paredes de ladrillo condenado a nunca más ver el sol.

Todavía no puedo comprender que me haya dejado seducir y terminara sucumbiendo a su terrible encanto que, a final de cuentas, era solo manipulación.

Sigo corriendo a pesar de ya no sentir mis piernas, avanzando casi de forma automática. Siendo invadido por los recuerdos que ahora me saben agrios y por pensamientos suicidas. A lo lejos, escucho las sirenas de los policías buscando al responsable del desastre. Aquel acontecimiento que sucedió hoy por la tarde y que destruyó miles de familias inocentes solo por la ira de un hombre enamorado, un hombre engañado y siendo utilizado por un alma gélida.

Ella era todo para mí, siendo la única que creía que me comprendía y aceptaba tal cual soy: una persona capaz de hacer lo imposible por un eterno amor. Capaz de asesinar, de violar, de raptar, de descuartizar, de abandonar todo... soy un estúpido sentimentalista.

Pero no sabía sus intenciones, no conocía su pasado: en el internado, en el manicomio, en la cárcel... Yo siempre pensé que podías amar a alguien sin importar su pasado, ya qué  el tiempo es como el viento, pasan y se van para no volver otra vez. Ahora entiendo de que siempre estuve equivocado. Ahora sé que en este mundo cruel nunca sabes en quién confiar, y mucho menos, en quién amar.

Ella me logró manipular fácilmente. Me convenció de hacer cosas que nunca creí que fuera a ser capaz: participar en contrabando de drogas abriéndoles la piel a las personas para meter miles de gramos de cocaína, secuestrar a niños indefensos y torturarlos hasta dejarlos medio muertos y tirarlos a la basura, preparar bombas caseras, matar a mis hermanos y hacerlo pasar por suicidio colectivo... sé que a este punto pensarán que soy un imbécil, por ser capaz de hacer esas cosas solo por "amor". Y la verdad, es que es cierto. Soy una mala persona.

Hace algunos días la fui a buscar a su casa, y en vez de ver a la hermosa mujer que amaba, encontré a un hombre masturbándose viendo diversas fotos, desde niños hasta animales, vivos o muertos. En una de esas fotos estaban algunas mías, fotos que le envié a ella y a nadie más. Quise irme de inmediato pero tiré un florero y volteó a verme. Tenía sus ojos, aquellos que iban del verde intenso degradándose para llegar al color de la miel. No podía creerlo. Luego habló, y a pesar de la grave voz que tenía pude saber que era ella; solo ella hablaba así, uniendo las palabras suavemente y haciendo un énfasis en las letras: c, f, t, d, y x.

No podía comprender, estaba en shock. Mi mente me daba vueltas y no podía pensar. Lo más fácil que se me ocurrió hacer fue emborracharme hasta el punto de que llegué a robar un auto y estrellarlo en un restaurante. Al siguiente día, desperté en el hospital. Al siguiente, seguía allí. Y una semana después, cuando ya podía caminar, me llevaron al manicomio.

Estar en ese lugar era horrible. La comida no tenía sabor y cada dos horas me inyectaban drogas relajantes que me atontaban y me hacían escuchar su voz, una y otra vez, incitándome a salir de ahí e ir con ella. Muchos fueron mis intentos de huir, pero todo fue en vano, hasta que un día la vi enfrente de mí, mirándome con amor y compasión. Me sacó de aquel lugar y me invitó a comer.

Antes de despedirnos por la noche me dio una carta, la cual leí al día siguiente debido a la fatiga. Cuando la leí pensé que estaba alucinando, pero no era así. Ahí, en letra cursiva y clara decía: «¿Recuerdas dónde están las bombas? Ahí consumaremos nuestro amor eterno a las 17:00 hrs.»

Cuando llegue al lugar no la encontré. Y supuse que sería porque había llegado 10 minutos antes por impuntual. Ella sí es muy puntual, siempre llega a la hora exacta, ni antes ni después. Pasó aproximadamente una hora y todavía no llegaba, cuando ya decidí irme por fin, desanimado y con paso lento me dirigí hacia la salida pero un gemido llamó mi atención. Miré para todos lados pero no vi nada, seguí caminando y luego una risa tímida resonó en mis oídos. Paré en seco y escuché con atención durante un rato, nada. Y en eso lo escucho, tan claro como el agua: «Olvídate de él, no es nadie para mí.» Era ella...

Ahora, aquí me encuentro corriendo a su casa y con la policía buscándome porque el torpe de mí dejo evidencia clara. No tuve cuidado esta vez: dejé el cuchillo sin lavar, los cuerpos yacían en el piso y la bomba detonó todo el complejo de departamentos justo cuando la patrulla pasaba por ahí. Estoy a solo escasos metros de su casa para poder verla, para decirle que ahora somos ella y yo o él y yo, la verdad sigo confundido pero mi amor es claro. Quería demostrarle que la amaba, a pesar de seguir sin comprender del todo qué era. Ni siquiera me había percatado de las incoherencias que pensaba... ya la había matado.

En eso escucho la sirena atrás de mí y luego una pistola, me vuelvo lentamente y la veo. Su cabello color carmesí en una coleta, un traje que resalta sus curvas y sus característicos ojos. Mi imaginación empezó a atormentarme, «¡¿Qué diablos esta pasando?!» No podía comprender nada.
Antes de poder pronunciar palabra alguna, dispara y un dolor atraviesa mi todo mi cuerpo... Ya no puedo hacer nada.