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CASA DE MUÑECAS

—Bienvenido, señor. Disculpe la tardanza, tuve que hacer una copia de las llaves de la casa, señor.

—No se preocupe, llegamos temprano.

—Bueno, señor. Supongo ya recorrieron un poco el lugar, señor. Deje le abro la puerta, señor.

—Mamá... ¿por qué el dueño repite mucho la palabra 'señor'? Es irritante.

—Mejor quédate callada —susurra mi mamá.

Cuando el dueño abrió la puerta le entregó las llaves a mi papá y se fue, excusándose de que tenía que recoger a su esposa del hospital. No le creí nada y supongo mis padres tampoco, pero ya no dijeron nada solamente dieron las gracias y se despidieron. Sin embargo, el dueño regresó rápidamente y agregó:

—Si hay problemas entren por la puerta cuatro. —Y sin decir más se fue.

Al entrar me quedé en blanco... La casa estaba amueblada de estilo clásico pero estaba lleno de muñecas en todos los lugares posibles sentadas. Estaban a medio terminar, les faltaba el pelo y la cara y se notaban las costuras. Voltee a ver a mis padres y ellos también las estaban mirando. Pero tan rápido como su gesto cambió empezaron a caminar por la casa para ir al cuarto.

Apenas habíamos llegado y ya quería irme. Me daba miedo ese lugar, y me sentía vigilada por las muñecas sin rostro. Cuando terminamos de desempacar las cosas, recorrimos más la casa y a cada lado que íbamos había más muñecas. No entiendo porqué el dueño las dejó todas sabiendo que veníamos, pero ya no podía decir nada porque, a fin de cuentas, ya estábamos aquí.

La última puerta que quedaba supuse que era del baño ya que no lo había visto todavía. Así que me acerqué y la abrí cuidadosamente.

Creo que lo segundo más interesante de esta casa, definitivamente es el baño. Es muy grande y la mitad está arreglada de una forma muy moderna y de tonalidades azules, mientras que la otra parte se asemejaba más a un patio con un montón de cosas arrinconadas que te hace pensar si en algún momento eran dos habitaciones distintas.

De repente se empezó a escuchar voces y varias sillas moviéndose. Pensé que era imaginación mía pero al parecer mis padres también escuchaban lo mismo que yo, ya que vi a mi papá asomándose por la puerta y a mi mamá absorta y con la mirada perdida. Al no comprender del todo su comportamiento miré hacia afuera. Todo se veía muy vivo y las muñecas que creía que habían no estaban, y en su lugar, se encontraban mujeres jóvenes con cabellos de diferentes colores que, a pesar de parecer muy humanas, daban cierta inquietud de no estar vivas del todo.

En ese momento, una de ellas estaba entrando por la puerta principal y acercándose hacia el baño. Y lo único que se me ocurrió hacer fue abrir la llave de la regadera y meter a mis padres. Luego, miré por la puerta y vi un gesto de sorpresa formarse en el rostro de aquella "mujer".

Esperé un poco más y luego cerré la llave del agua. Mis padres me miraron enojados porque los mojé, lo que me sacó una sonrisa de lado y me encogí de hombros. En eso mi papá se acercó al lavamanos y se agachó y mi mamá y yo al no entender porqué hicimos lo mismo. Al hacerlo nos dimos cuenta de que una baldosa estaba despegada del suelo y mi padre la retiró y vimos que debajo había una caja de herramientas que, además de contener lo que debería, tenía comida y un llavero de una casa pero sin ninguna llave.

Cuando intentábamos quitar la baldosa siguiente escuchamos que tocaron la puerta del baño y nos apresuramos a acomodar todo otra vez para salir para ver a la misma "mujer" que vi llegar. Contrario a lo que creí ella sonrió ampliamente y nos saludó:

—Bienvenidos a nuestra casa —mientras hacia un gesto con la mano para con las demás "mujer-muñecas" que habían.— ¿Gustan un poco de té o de postre?

— No, muchas gracias. Necesitamos cambiarnos de ropa—contestó mi mamá.

— ¡No hay problema! Cuando terminen podemos comer un poco o dar un paseo por el jardín.

— ¡¡No quiero estar aquí!! Ellas me dan miedo.

— Si no quieres ir a dar un paseo entonces quédate, pero no grites esas cosas que te van a oír.

Y sin decir más mis padres se salieron del cuarto. Yo no quería salir, realmente me aterraba la idea de pensar que tendría que vivir con esas "mujer-muñecas" y tampoco sabía porqué mis papás actuaban como si fuera normal. Así que traté de ir al baño otra vez a ver lo que había y me llevé ropa extra por si vuelvo a tener que abrir la llave de la regadera.

Para mi fortuna, no había nadie adentro, al parecer todas fueron al jardín. De igual manera corrí de puntillas hacia el baño y cerré la puerta con precaución. Me arrodillé para poder quitar las baldosas pero cuando lo hice me llevé una sorpresa. La caja de herramientas ya no estaba y lo que antes parecía estar hueco en realidad no lo estaba.
No podía comprender porqué de repente ya no estaba igual que hace rato y me la pasé pensando en qué podría hacer ahora mientras miraba la habitación y noté un brillo en medio del montón de cosas que había ahí y me acerqué lo más que pude para ver un pomo de una puerta en el piso. No pude con mi curiosidad y poco a poco fui quitando algunos objetos para poder hacer un espacio pero un estornudo me asustó y automáticamente miré sobre mis hombros para encontrarme a la "mujer-muñeca" que nos dio la bienvenida con un fierro en la mano y me pegó en la cabeza perdiendo la conciencia.

Lo que la niña no sabía era que aquella muñeca se había dado cuenta de que sus padres y ella habían encontrado la caja de herramientas que el dueño había usado cuando se escondió en el sótano. El cual estaba en el baño y se accedía a él por la puerta que la niña había encontrado en el suelo y tenía rayado con gis un cuatro rojo.

La muñeca, después de deshacerse de la niña, llamó a la policía y salió a decirles a sus padres que la niña estaba muerta y los inculpó aventándoles al mismo tiempo sus maletas para que no volvieran ahí porque ella y las otras muñecas no permitirían que vivieran unos asesinos en su casa.

Cuando llegaron los policías por ellos, estaban delirando y gritándoles a unas muñecas —las cuales estaban a medio terminar— que había sido culpa suya mientras apuntaban el cuerpo destrozado de la niña. 

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