CARNE
Donovan Pérez Aceves (23/05/1987 - 04/06/2017)
«Yo soy solo carne, carne que sirve para alimentar a otros seres, un simple eslabón más en la cadena alimenticia».
No podía evitar leer una y otra vez su lápida. Pensar en él me hacía recordar todas esas tardes que salíamos a cazar y en su colección de dedos y ojos que guardaba como trofeos en la casa de árbol. Él quería ser reconocido, quería mostrar sus obras de arte pintadas con sangre de las personas que comía y quería que entendieran a él y su pensar.
...Sin embargo, eso no pudo pasar...
Al inicio todo parecía indicar que estaba bien, él siempre estuvo orgulloso de lo que era y no tenía miedo de decirlo, pero como es de esperarse, lo juzgaron como loco, le tenían miedo y lo agredían. Sin embargo; siempre siguió con la frente en alto.
Empezó a querer dejar de cazar. Limitaba mucho sus salidas y cuando ya no tenía qué comer solía escabullirse por las noches al bosque, nunca supo que lo veía, y se alimentaba de aquellos que decidían terminar con su vida a cuenta propia. Yo lo dejé, al final, era lo único que había cambiado... O eso creía.
Un día entré a la casa de árbol que tenía y vi que se había deshecho de su colección. Después vi que ya casi no limpiaba. Continuó con poner cortinas negras y poniendo un candado a la entrada. Hasta que ya no lo volvimos a ver. Nunca habría la puerta. Ya no salía durante el día. E incluso dejó de hacerlo por las noches. Era como si hubiese desaparecido.
Hasta que llegó aquel fatídico día. Imagina estar saliendo de un sueño profundo para empezar el día con energías y lo primero que escuchas son portazos provenientes de afuera. Estoy segura que te molestaría y no podrías evitar asomarte por la ventana, porque eso hice.
Vi a todo el vecindario gritando, y golpeando la casa de árbol. Sin pensarlo me salí corriendo de la casa para calmarlos y hacer que dejaran en paz a mi hermano. Pero no me había percatado de que en su rostro reinaba la preocupación, no el enojo o el miedo.
Cuando pudieron derribar la puerta quede en shock. Todos lo hicieron. Era una escena muy desgarradora y horrible. Cada vez que lo recuerdo me da náuseas y el miedo me agobia. Mi hermano yacía inmóvil, desangrado, y con una pierna y una mano reemplazados por huesos blancos; y con mordidas en su otro brazo, su cara cubierta de sangre, sangre que corría por su boca... Pero lo más horrible era su rostro que reflejaba desesperación, deseo y locura.
La policía no tardó en llegar, así como los forenses. Cuando cayó la noche me llamaron para avisarme de sus conclusiones. No cabía duda que había sido acto de auto-canibalismo. Quedé anonadada. No podía creerlo, y aún así, en el fondo, sabía que era cierto. Al final él tenía que alimentarse. Pero es algo difícil de asimilar.
Destruyeron la casa del árbol, y yo saqué lo que más importaba: sus pinturas. Me encargué de que fueran expuestas en el museo de la ciudad y de darle la fama que merecía. Después llamé a la familia y aquí estamos. Finalmente en su funeral, un funeral muy exótico, con música alegre, con margaritas y tulipanes (sus favoritas) pero con personas vestidas de gris y negro, con algunos rostros tristes, otros con una sonrisa disimulada y algunos más reflejaban alivio. Es el funeral más inquietante a mi parecer, el ver qué hasta la familia no lo quería.
Miro mi mano viendo lo que esperaba, me había comido todas las uñas, estaba sangrando, miré alrededor... estoy empezando a pensar que mis dedos , no serían una mala merienda...
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