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Declaración de Guerra


La noche era fría y quieta. Por la ventana se podía ver las estrellas que rodeaban a la Atalaya y sin embargo en el interior de tan celebre fortaleza una tormenta se desataba.

Los casi gritos por parte de uno de los partícipes despertaron a los destacados personajes que presumiblemente dormían en su interior, que inquietos por aquella disputa que con cada segundo subía de intensidad, se asomaron tímidamente para ver quiénes a horas poco apropiadas discutía tan airadamente.

Para más de uno fue enorme la sorpresa al saber que el siempre calmado Batman era parte de la trifulca.

—Si quieres pelea, entonces la tendrás. —Esa fue la frase que dio pie a que todos los que como espías observaban a escondidas contuvieran la respiración sintiendo de inmediato como se les erizaba la piel de todo el cuerpo.

Temían por aquel a quien a quien estaba dirigida esa amenaza porque había sido pronunciada con tanta frialdad que cualquiera diría que se trataba de una declaración de guerra.

—No es eso lo que busco y lo sabes —refuto de manera firme la voz masculina, porque no deseaba creer ni por asomo que Batman estaba dispuesto a llegar a esos extremos solo por una simple petición suya.

Los oyentes se quedaron paralizados al reconocer quien hablaba pues se trataba ni más ni menos que del gran hombre de acero. Quien discutía con Batman era Superman.

Ante tal argumento por parte del Boy Scout de metrópolis los ojos del Caballero de la Noche se entrecerraron con desprecio. Tenía muchas cosas que reclamarle, entre ellas su tan marcado control sobre todo y que ahora quería imponer sobre él. O tal vez debería empezar por el solo el hecho de que parecía creer ser siempre el centro del mundo.

Buscando calmar el remolino turbulento de emociones que bullían en su interior guardo un prudencial silencio. Debía demostrar la serenidad que no tenía y que Kal-El le robo con su estúpida proposición.

—Esto no funciona de esta manera, no podemos seguir así y lo sabes.

—No, no lose. —argumento cruzándose de brazos y mirando cínicamente al Caballero de la Noche. —Explícamelo Batman porque al parecer tú siempre increíble poder de deducción sobre pasa mi pobre intelecto.

Bruce bufo quedamente, odiaba cuando Clark se ponía en ese plan de tu eres listo yo tonto.

—Que me largo —soltó llano y plano, sin miramientos o contemplaciones. La decisión ya estaba tomada.

El hombre de acero abrió los ojos en respuesta al tiempo en que se preguntaba, ¿Qué acaba de decir? Tal cual si lo escuchado estuviera en otro idioma. Lo vio darle la espalda y caminar alejándose de él con esa majestuosidad que solo Batman puede poseer.

Kal-El sintió que el aliento le faltaba, como si una bomba de polvo de Kriptonita acaba de detonar junto a él y con cada inhalación lo doblegara, lo debilitara para convertirlo en un despojo de lo que era en realidad.

Conto los pasos que el Murciélago dio para retirarse, dos... tres... y no lo soporto. Tomo la mano del caballero oscuro para retenerlo, para mantenerlo a su lado.

Un fuerte golpe hizo retroceder su mano, no debido al dolor físico, pero si por el enorme desprecio que ese gesto llevaba implícito y que fue peor que una bala en su pecho.

Kal-El se quedó sin palabras solo expectante a lo que el Guardián de Gotham decidiera hacer después de retirar de él esa mirada cargada de algo parecido al odio. Una mirada que lo retaba a volver a intentar ponerle la mano encima.

Ninguno se movió por espacio de varios minutos, luego Batman continúo su camino, coloco las coordenadas y desapareció en la plataforma de tele trasportación.

Superman se volvió furioso sobre sus pasos apretando los puños controlándose a duras penas mientras sus labios soltaban una diatriba sin fin.

Esa noche fue el preludio de una batalla memorable. Porque los dos héroes más grande de la historia acaban de declararse la guerra por una razón desconocida para sus allegados.

En algún momento, estuvieron uno contra el otro, la pelea no fue tan desigual se pensaría pues si Superman pudo ver que el hijo predilecto de Gotham City se escondía detrás de la máscara del Murciélago, muy fácilmente la afrenta fue devuelta cuando esa misma noche Batman descubrió sin problemas que él era Clark Ken, el periodista del Daily Planet.

Y si en ese entonces fue devastador su encuentro, actualmente después de haber convivido tanto tiempo juntos y conocer las debilidades del otro, sería justo pensar que la batalla será titánica.

....****....

Eran cerca de las nueve de la mañana cuando Wonder Woman toco un par de veces en la puerta del protector de Metrópolis sin ningún resultado. Y se preguntaba. ¿Qué fue lo que llevo a ese desenlace? Es decir, ella sabía que los dos son de verdad diferentes, tanto como sus costumbres. Uno de día y el otro de noche. Uno el sol y el otro la luna. Y si bien en un principio quedo deslumbrada por la brillantez de esos ojos tan azules como el cielo despejado en un día de verano, ahora se decantaba a más no poder por aquellos de un azul marino precioso que brillaban cual si en ellos estuvieran atrapadas las estrellas del firmamento.

¡Y por Era! Que de verdad hipnotizaban.

Pero dejando eso de lado y volviendo al problema principal. ¿Que era? ¡Ah! Si, el Caballero Oscuro acababa de abandonarlos. ¿Qué se suponía debía hacer si Superman se negaba a hablar con ella del tema?

Diana dio un suspiro antes de encaminarse al comedor esperando que Clark decidiera salir por su propia cuenta.

....****....

Las cosas no podían estar más tensas pensó Kal-El sintiendo sobre su persona las miradas recelosas de sus compañeros durante el desayuno. Y la verdad era que no entendía nada del comportamiento de sus aliados, porque ciertamente además de haber perturbado su sueño, ellos no tenían absolutamente nada que ver en su pelea con el Murciélago.

Además, estaba seguro de que solo era curiosidad por parte de ellos, pues ninguno sabía o comprendería realmente el gran vacío y sentido de perdida que estaba experimentando en ese momento. Pero un reto era un reto y...

—Superman

Clark dejo salir una onomatopeya de sus labios e intentando parecer sereno se giró en dirección del llamado. A su izquierda Flash lo miraba con gesto consternado, de hecho todos los presentes lucían preocupados.

Y el hombre más rápido del planeta se lo confirmo cuando en un tartamudeo nervioso intento entablar un conversación y fallando garrafalmente al tentar abordar el tema de la pelea de ayer. Y por último al ver que no lograría nada yéndose por las ramas hizo la pregunta que Superman nunca pensó tendría que responder.

—¿Por qué Batman piensa renunciar a la liga?

Kal-El gruño cual animal acorralado la respuesta tenía que ver con la pelea de anoche y ese era un asunto privado que no pensaba discutir con nadie.

Clark suspiro recuperando la compostura que siempre le había caracterizado y contesto calmado. No quería levantar más especulaciones que al parecer su actitud y las palabras de ayer parecieron causar.

—Batman... en ningún momento ha dicho o insinuado su retiro de la liga. Él... él y yo hemos tenido una diferencia de opiniones que resolveremos en su momento y de la mejor manera —aclaro sin poder evitar que sus mejillas se tiñeran de un leve tono carmesí al relacionar sus palabras con el verdadero motivo, un rubor que pasó desapercibido para casi todos, a excepción de la amazona. —Les aseguro que Batman esta en perfecta disposición de apoyarnos en cualquier circunstancia.

Hubo un silencio que gritaba la duda de todos.

....****....

Dos días pasaron y Superman regreso a Metrópolis, debía comenzar con la búsqueda de Batman. Porque de él ni rastro. Había pensado ilusamente que Bruce se apiadaría de él y regresaría para hablar de manera civilizada de su propuesta. Grave error.

Una semana después entre ponerse al día con su madre y los trabajos atrasados en el periódico, escucho como su jefe anunciaba la presentación pública del millonario filántropo de Gotham City en Metropolis, por supuesto que como reportero del Daily Planet debía estar presente, además, eso le daría la oportunidad de ver y tal vez hablar con el Caballero Oscuro.

No pensaba continuar con esa ley de hielo impuesta tan tontamente por el multimillonario.

La gran inauguración del Museo de Ciencias Alternativas fue un gran evento, muchos periodistas zumbaban cerca del guapo y carismático Bruce Wayne quien de manera cortes contestaba sus preguntas y sonreía cuando alguna cámara lo enfocaba regalándoles de esa manera una imagen perfecta.

Todo un playboy, pensó Superman intentando acercarse. Cosa imposible con ese mar de gente gritando, suplicando por una sola mirada del príncipe de Gotham.

La multitud que rodeaba al millonario era tal que no logro hacerse paso hasta él durante toda la presentación. Pero lo que sin duda le dolió más a Clark fue que sin mirarlo siquiera Bruce subió a la limusina y se marchó.

El hombre de acero se quedó ahí parado mirando como el vehículo se alejaba y con el el Caballero de la Noche. Chasqueo la lengua en disgusto, ni una foto o comentario había obtenido y sin embargo eso no era lo que le molestaba.

Kal-El espero a que la tarde callera para poder entrar a la suite de lujo del dueño de Empresas Wayne quien muy seguramente se molestaría por la intromisión, pero eso le venía importando muy poco al hombre de acero, tenían asuntos pendientes que tratar y prácticamente ya nada de paciencia. Estaba al límite.

Así que apenas vislumbro que la luz de la recamara del pent-house se encendía alzo el vuelo para entrar por la terraza en una rápida ráfaga que evitara las cámaras de seguridad. Una vez en la ventana procuro abrirla silenciosamente.

—Bruce... —lo llamo sin obtener respuesta. Intento localizar con su súper oído su respiración o los latidos del corazón de ese hombre que era sinónimo de: Noche. Y cuando al fin identifico de dónde venían se irguió cuan alto era para enfrentarlo.

—¡Ah! Superman. No lo puedo creer...

El guardián de Metrópolis dio un salto, ese que estaba frente a él no era Bruce.

El otro seguía con su alharaca, una que muy seguramente atraería la atención de muchos, debía salir y pronto. No espero por más y voló fuera del departamento con el corazón zumbándole a mil por segundo.

—Maldición Bruce... esta si me la pagas —rumio enojado.

Unos minutos después, parado sobre el gran mundo que es la insignia del Daily Planet Superman miraba hacia abajo. Encontrar a Batman sería mucho más difícil de lo que había pensado. Si él no quería ser encontrado, no había forma de hallarlo. No importaba que fuera una figura pública. El Caballero Oscuro que era su alter ego no permitiría que nadie se acercara.

—Bruce. ¿Dónde estás? —pregunto mientras se erguía y salía volando a revisar la ciudad, ningún avión había despegado de Metropolis, eso quería decir que el dueño de Empresas Wayne Enterprises aún estaba en su ciudad. Lo encontraría así tuviera que revisar toda la urbe con sus visión de rayos "X".

—El juego apenas está comenzando —se dijo torciendo la boca en una sonrisa desfigurada.

....****....

—Señor.

Alfred observaba a Batman quien con su traje puesto estaba por salir a su territorio, las calles oscuras de la ciudad Maldita.

—¿Si? —el Murciélago de Gotham respondió sin emoción alguna mientras terminaba de ajustarse los guantes.

—Me permito infórmale que el señor Kent se presentó hace solo una hora en la suite de Bruce Wayne. —Reporto el mayordomo con una sonrisa y sin descuidar su escrutinio. Porque más que necesitar, deseaba saber los asuntos que concernían al que en algún momento fue el pequeño niño que él cuido como aun hijo.

Lo conocía lo suficiente para deducir o al menos tener una idea nada errada de a que estaban jugando esos dos. Así que su pregunta. ¿De verdad era necesario todo ese circo? Sus amigos de la JLA estaban inquietos, lo llamaban cada cierto tiempo esperando una respuesta por parte del Caballero Oscuro, que nunca obtenían.

Por su parte Bruce creía que mientras cumpliera con su trabajo todo lo demás sería marginal. Por tanto solo contestaría a las emergencias o esa fue la indicación que recibió Alfred.

El mayordomo sentía que algo se le escapaba, un detalle que fue el detonante para que Bruce se viera orillado a poner tierra de por medio entre él y Superman.

—Alfred... —dijo al fin Bruce apretando las manos en puños y desviando la vista. No soportaba cuando Alfred lo escudriñaba de esa forma, aunque tampoco quería responderle de forma cortante, no a él, así que lo único que al final respondió fue —es complicado.

Eso fue lo último que dijo antes de salir casi huyendo. Aun no estaba listo para hablar de su relación con Clark con quien él consideraba su segundo padre y que al parecer ya sospechaba algunas cosas. Aunque... no es que tuvieran una.

Eran. ¿Cómo decirlo? Pues algo así como amigos con derecho. Un acuerdo que termino cuando al kriptoniano se le ocurrió ir más allá de un simple...

—¡Agrrr! ¿Qué tonterías estoy pensando? Todo este lio solo por...

La batseñal brillando en el cielo obscuro como una segunda luna lo llamaba con urgencia y dándole un escape valido para ignorar un rato más, un día más... una semana, mes, año... década, lo hiciera falta el revoltijo de sentimientos y razonamiento que ser contrariaban mutuamente.

Un problema que Superman coloco sobre sus hombros sin saberlo con tan solo, según él una simple petición.

Ya estaba en camino y en cuanto arribara el pobre delincuente lamentaría el día en que se le ocurrió importunar a Batman en un discernimiento tan complejo como era...

Diantres desquitaría su frustración con el villano porque era su culpa que él no pudiera ni siquiera pensar con detenimiento su situación.

Y ahí va la mula al trigo. Se dijo mentalmente, más molesto, si era posible.

En Gotham City los crímenes no faltaban nunca y estaba más que satisfecho con haberse marchado de Metrópolis apenas terminara la inauguración del museo. Nadie se esperaría que regresara en coche hasta su ciudad.

Hasta el mismo Superman cometió el error de ir a buscarlo en su suite.

El ganaría ese tonto reto, le demostraría al alienígena que con o sin poderes él era Batman, el Señor de la Noche, El Caballero Oscuro, y nadie ni nada se colocaría sobre él, cuanto menos lo coaccionaría a hacer algo en lo que no estaba de acuerdo.

....****....

Regreso a la mansión Wayne a eso de las tres de la mañana. Para ese entonces estaba seguro que Clark ya se había cansado de recorrer la ciudad del sol y se encontraba; uno molesto por no haberlo hallado, y dos muy seguro de que él no se hallaba en Metrópolis.

Aunque ¿cuánto más tardaría el kriptonano en volar hasta Gotham?

—Solo unos minutos —se dijo Bruce cuando la alarma contra intrusos se encendió; pero si quería ganarle al hombre de acero debía desaparecer de ahí en el acto.

—Bruce. —Llamo Kal-El apenas entrar —Bruce, ya es suficiente. Sé que estas aquí, escuche todo el jaleo que armaste hace solo unos minutos en el centro —decía el hombre de acero mientras caminaba hacia la gran pantalla de alta tecnología que era el módulo principal de la Batcueva.

—Señor Kent ¿a qué debemos el honor de su visita? —pregunto Alfred ecuánime haciendo tragar con dificultad saliva a Superman.

El mayordomo de la familia Wayne lo miraba con una solemne frialdad que le recordaba a la de un padre que intenta ser educado al echar de casa a los amiguitos de malas costumbres que buscan a su pequeño.

—Buenas noches Alfred. Estoy buscando a Bruce, ¿tú sabes en donde puedo encontrarlo? —pregunto desenado sonar formal.

—No lo sé señor, hace unas horas salió de patrullaje y aun no regresa. Aunque me sorprende que haya vuelto tan rápido de Metrópolis cuando hoy a las nueve de la mañana tiene reunión con el señor Luthor.

—¿Con Lex? Y ¿qué asunto tiene que tratar con esa sabandija? —su tono aunque calmado y sereno no engañaba al sirviente que noto la ira contenida en las palabras del Kriptoniano.

—Señor Clark, le recuerdo que el señor Wayne tiene algunos contratos con LexCorp así que...

—Ya entendí. —rumio Superman dándole la espalda. Debía controlarse y no demostrar lo ofuscado que estaba, todos sus sentidos y neuronas parecían solo interesadas en una sola cosa, más bien persona, además tenía que admitirlo, no era bueno con eso de las deducciones. Y pues el hecho de saber a Bruce con Lex ya le era lo suficientemente incómodo.

Después de todo conocía bien a Luthor y sus excéntricos gustos por apropiarse de cuanta belleza se le cruce por el camino.

—Después de esa reunión dijo que pasaría por la escuela preparatoria de Fawcett City

—¿Por qué aria algo así? — muy a su pesar la pregunta se escuchó algo desesperada.

Si su memoria no le mentía, y sabía que no era así, esa era la ciudad de cierto adolescente con hormonas desatadas que más que buscar la aprobación del guardián de Gotham City parecía desear tocar cierta zona del cuerpo del murciélago.

No estaba ciego. Aunque muchos lo tacharan de inocente y despistado, solo lo era cuando le convenía, porque con referente a Batman notaba hasta cuando se cortaba el cabello y eso es mucho decir tomando en cuenta que siempre llevaba la máscara. Y pues ese joven que él sabía era el Capitán Marvel no le agradaba en lo más mínimo. Solo tenía que recordar el día que se conocieron, como con un solo halago por parte del Caballero Oscuro ese chico enrojeció hasta las orejas (1).

Todo el mundo lo noto.

Luego cuando se suponía que dejaría a JLA por problemas de ideales le encuentra hablando por teléfono con SU Murciélago.

Pero el acabose fue el saber que estaba más al pendiente de Gotham que de su propia ciudad. Ahí sí que deseaba matarlo porque como se diría coloquialmente, "le estaban comiendo el paquete en sus propias narices".

—Señor Kent, Señor Kent. —Lo sacudió un poco el mayordomo. El hombre de acero estaba tan metido en sus pensamientos que no sabía de nada a su alrededor.

—¡Oh! Perdón Alfred ¿decías?

—Le estaba comunicando que la alerta desde el Atalaya está sonando desde hace cinco minutos.

—Gracias. —Ipso facto salió volando de ahí

¡Cinco minutos! Eso sí que era ser despistado o perderse en su propio mundo, se reprochó, tenía que controlarse.

....****....

—Pensé que nunca se iría. —Bruce Wayne salió de un compartimiento especialmente adaptado, revestido de plomo y sonar prácticamente jadeando. — Un poco más y me asfixio ahí. Debo recordar ponerle respiradero, aunque si hiciera eso mi calor corporal sería detectado. Uhmmm... ya pensare en lago para evitar eso... —hacía notas mentales. —Aunque ¿Alfred, quien te dio permiso de darle mi agenda a ese boy scout?

—Nadie señor, solo quería comprobar algo —respondió tranquilamente.

—¿Comprobar qué? —su ceja levantada a lo más puro estilo Batman casi hacía reír a su mayordomo.

—¡Oh! Nada importante, solo que el señor Clark está muy interesado en usted.

Esa aseveración no se la esperaba Bruce, tan desprevenido lo tomo que ahora debía parecer un tonto con la cara roja e intentando cubrirse con su capa. Batman cohibido, lo que hay que vivir para ver.

Alfred meneo la cabeza, su señor era tan transparente en cuestiones sentimentales que casi se podía asegurar que entre los dos mejores superhéroes de la historia existía más que compañerismo como él tanto pensó imagino ver entre esos dos.

—Debo irme o no llegare a tiempo a Metrópolis.

—Por supuesto señor, y la puntualidad es indispensable. Aunque me atrevo a sugerir un cambio de atuendo. Puede que el Señor Luthor sea un villano, pero quien tiene cita con él es Bruce Wayne, el filántropo, no el justiciero de Gotham.

Bruce asintió y subió las escaleras a la mansión. En momentos como ese se sentía como un niño regañado.

Una vez listo le dio indicaciones a Alfred de no interrumpirlo, tratar con Lex Luthor no era juego.

El hombre mayor solo asintió con su siempre impoluta cara, y sin embargo debajo de eso se reía a carcajadas. Bruce Wayne estaba temblando ligeramente y no era debido a su junta de negocios, sino por la aseveración que él le acababa de hacer. Ya no le quedaba duda, aunque ahora la pregunta era. ¿A que estaban jugando esos dos? Y ¿porque Batman le rehuía a Superman? ¿Estaban jugando a las escondidas?

....****....

La verdad la emergencia no era para salir volando como loco de la mansión Wayne, pero por sobre todo, para dejar de lado su búsqueda, casi juraría que estuvo a punto de atraparlo.

Pero ahora siendo las diez de la mañana debía estar con Luthor y no podía hacer nada en contra. Claro siempre estaba la gran opción de entrar sin permiso a LexCorp derribando cuanta cosa se pusiera en frente.

Clark dio un suspiro, eso no le ayudaría en lo más mínimo a conseguir que el murciélago le regalara una mirada, al contrario, seguramente su intrusión le ocasionaría inconvenientes. Eso o salía huyendo de ahí antes incluso de llegar a él debido a su apuesta.

En todo caso pensaba interceptarlo cuando fuera a Fawcett City.

Por ahora debía concentrarse en la columna que escribirá, no quería tener problemas con su editor. Pero a cada dos párrafos terminaba borrando tres. Jajaja eso era ilógico. Tal vez sí, pero también lo era el hecho de que se estuviera rompiendo el cerebro intentando no pensar en que ese idiota de Lex Luthor quiere algo más que presupuesto y apoyo de Wayne Enterprises.

Casi los podía ver. Seguramente Bruce llevaría puesto uno de esos trajes a medida que le quedan fabulosos. Su hermoso cuerpo, con toda esa musculatura se dejaría ver coquetamente entre las telas que dibujan su figura de estatua romana. Sumándole a eso su sexy compas al caminar y aquella mirada ardiente que pone al concentrarse, eso le quitaría el aire a cualquiera y Lex Luthor no era un santo. Sabía bien que ese pervertido gustaba de todo aquello que considerara bello y Bruce Wayne sí que lo era con creses.

—Es perfecto... —susurro Clark en un suspiro de quinceañera enamorada.

Lo que sin duda el tarado de Lex no sabía era que ese asombroso y exquisito hombre es también Batman.

¡Oh! Y no es que eso lo hiciera menos atractivo, no, muy por el contrario si Luthor lo llegara a saber seguramente lo apresaría para no dejarlo salir jamás. Encontraría la forma de retenerlo para que nadie más osara posar sus manos o incluso su vista sobre él.

Kal-El sonrió maquiavélicamente, tal vez debería considerar que no era tan mala idea encerrar al Murciélago, después de todo Batman no era muy sociable y si lo dejaba ver de vez en cuando a Alfred, a Dick, Jason y Tim no tenía por qué poner peros. Sí, era una buena alternativa a su dilema.

—¡¡¡¡Pero qué diantres me dio ese murciélago!!!! —se dijo con tono de voz reprimido al tiempo que pasaba la mano izquierda por su cabello peinándolo hacia atrás.

—¡He! Smallville ¿qué te pasa? Si te ha mordido algún animal sería bueno que fueras al médico. —Lois Lane lo miraba con burla casi aguantando la risa, si bien su gesto no fue muy llamativo, ella lo conocía lo bastante como para saber que ese simple ademan ya era demostrar demasiado descontrol para el siempre apacible y centrado chico de Kansas.

—Sí, tienes razón Lois. —Acepto Clark levantándose de la silla dispuesto a marcharse. —Dile a Perry que tuve que ir al hospital por una vacuna —nuevamente volvía su calma.

Lois se exalto por ver que la situación iba muy en serio y de inmediato le propuso acompañarlo. Clark se rehusó de forma cortes, asegurándole que solo necesitaba descansar. Ella vio la incertidumbre que su amigo parecía emanar, su comportamiento estaba siendo tan atípico que le preocupaba.

—Smallville, si necesitas... tu sabes... cuentas conmigo para lo que sea —le ofreció ayuda.

Clark le regalo una linda sonrisa que al mismo tiempo a la reportera le pareció triste y negó con la cabeza. Después de todo ella no sabría cómo lidiar con un roedor tan escurridizo como lo era el murciélago de Gotham.

Una vez que se marchó Jimmy Olsen se acercó a Lois preocupado por el comportamiento de su compañero y amigo para preguntar. ¿Desde cuándo Clark tenia de mascota uno de esos repugnantes seres?

Lois le hizo ver que dudaba que Clark se estuviera refiriéndose a una mascota. Más bien creía que estaba tras una buena historia de Batman. Ella se acarició la barbilla pensativa, debería seguirlo como su sombra, solo por si acaso.

Salió a toda prisa del periódico pensando en alcanzarlo antes de que tomara un taxi o el autobús. Pero ahí no logro ver hacia donde fue. Soltó una maldición, se le había escapado.

....****....

Clark intuyó que la periodista intentaría seguirlo sin su consentimiento y consciente de que no podía permitirle eso tuvo que apelar a su velocidad para salir de su radar. Era una buena amiga, pero había cosas que no podía contarle aun.

Una vez seguro de que Lois no representaría ningún problema miro su reloj que daba las tres de la tarde, debía apresurarse si quería llegar antes que Bruce a Fawcett City.

En el camino no tuvo muchos contratiempos, un incendio y dos asaltos que no lo demoraron más de diez minutos.

La escuela preparatoria de Fawcett City era sin duda la viva imagen de todas las demás. Los adolescentes iban y venían con sus mochilas y útiles, platicando, riendo y charlando de sus clases sin preocupaciones. Y Clark por un momento creyó regresar a su época de instituto. Sonrió nostálgico, hacia tanto que no pensaba en eso, en cuando a pesar de vivir escondido del mundo disfrutaba de una vida relativamente normal.

Movió la cabeza de forma enérgica debía concentrarse porque en este momento tenía mucho en juego. Con su súper vista busco a Billy Batson. No lo encontró

Rápidamente dejo de lado el traje de superhéroe, con su pinta de reportero era más fácil preguntar por el chico y se sintió con suerte cuando uno de los estudiantes le comunico que una limosina muy grande había pasado por él hacía solo unos minutos.

Superman chasqueo la lengua a disgusto, había llegado tarde.

Salió a paso veloz cambiando de ropa nuevamente. Volando los alcanzaría más rápido. Iban en la limosina de Bruce, eso le garantizaba encontrarlo porque esos autos no eran nada discretos.

No tardo ni tres minutos en hallarlos. Esta vez no se le escaparía.

Te gane Bruce. Se dijo sintiendo la sonrisa triunfal aflorar en su labios. Se sentía tan bien ser el vencedor, ahora Batman debía aceptar su petición.

Aterrizo justo frente al auto, era tanta su euforia que no le importo en lo más mínimo el tránsito. Él solo quería ver a Bruce aceptar su derrota.

El conductor paro el vehículo mirando con admiración al Súper hombre. Un sentimiento que se esfumo cuando Superman camino hacia el auto abriendo delicadamente la puerta y su gesto cambio a una mirada seria.

—Esto se termina aquí. Yo gane —afirmo con voz firme, pero al mirar el interior del auto grande fue su sorpresa al comprobar que estaba vacío. —Bruce... —gruño arrastrando cada una de las silabas con gran coraje. —Te voy a encontrar así sea lo último que haga. —Sus ojos azules como el cielo se tornaron rojos.

El chofer que era el espectador más cercano tembló de miedo. ¿A donde quedo ese hombre siempre sonriente que veía en la televisión?

—¿Dónde está Bruce Wayne? —pregunto el hijo de las estrellas con un tono que asustaría al mismo diablo

El chofer negó vehementemente saberlo sin dejar de tiritar, hasta los dientes le castañeaban del terror.

Superman entrecerró sus ojos. Era mejor que hablara porque no estaba de humor para perder el tiempo.

El pobre hombre aterrado buscaba desesperado cualquier información que lo sacara del predicamento, así que opto a relatar como llevo al señor Wayne a la preparatoria en donde se encontró con un jovencito, luego lo despidió alegando que regresaría por sus propios métodos.

—Lo único que me pareció extraño fue el hecho de que el señor llevaba ropa de calle —gimoteo el empleado a punto de un paro cardiaco.

—¿Ropa de calle? —no lo podía creer, su Bruce tenia ropa de calle y él no estaba ahí para memorizar esa estampa.

Se mordió el labio conteniendo las ganas que tenia de derrumbar unos cuantos edificios de pura frustración o de ser posible al mismo Capitán Marvel.

Continuara...

.

.

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N. A. 

De antemano aclaro que esta historia estará basada en los capítulos de la serie televisiva JL y JLA, y algunas películas. No se nada de cómic. Lo digo par que después no existan reclamaciones en ese sentido. 

(1) se refiere al capitulo de Liga de la Justicia Ilimitada, CHOQUE. 

Eso es todo, mil gracias por la oportunidad que le dan a mi trabajo de deleitaros. Nos leemos en la siguiente entrega. 

Atte: Taylor Espurious.


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