Ámame
Terry tenía los ojos clavados en la inmensidad del espacio exterior cuando dio un suspiro cansado... más bien hastiado.
Deseaba y no volver a su tiempo, a ese lugar oscuro que desprendía por todos lados un aroma a podredumbre y muerte.
—Nuestro mundo nunca fue alentador pero es nuestro hogar y nos esperan —dijo una voz a su espalda que reconocería donde sea.
Terry no tuvo que volverse para saber quién le hablaba. Con molestia frunció el ceño en una clara pregunta que decía ¿Qué haces fuera de la cama? A veces odiaba esa actitud obstinada que ella heredó de su padre.
Lucy elevo los hombros y deshizo el espacio que los separaba sin mirarlo, perdiendo al igual que Terry su vista en el vasto universo que se podía contemplar a través del enorme ventanal de la Atalaya.
—¿Si pudieras te quedarías aquí? —Pregunto ella con un poco de temor a la contestación y quizás por eso se apresuró a agregar —este lugar es mucho más tranquilo y...
—No —la respuesta de Terry había sido tajante, firme y segura. —Aquí nadie nos necesita en cambio...
—Allá poco podemos hacer... somos inútiles en contra de la desgracia y miseria que sufre el planeta entero, además pesa sobre nuestros hombros la muerte de...
—De Batman—termino una tercera voz en la sala que hizo sobresaltar a ambos jovenes.
Terry y Lucifer se volvieron para quedar de frente a Green Arrow quien los observaba con una mirada llena de ternura y empatía para con su dolor.
—Es extraño pero... después de ver a Bruce en ese estado... —y Oliver guardo silencio unos instantes como buscando la palabra adecuada para continuar porque ciertamente era una imagen inquietante ser consciente de la debilidad de... Batman. —Tan vulnerable. —Dijo al fin en un suspiro. —Ahora me doy cuenta de que es muy humano, quizá demasiado —confeso con voz trémula el arquero verde mordiéndose los labios. Con paso firme acorto distancia. —Cuando la JLA se fundó y comenzaron a reclutar miembros, Batman me extendió una invitación. Al principio me negué pensando ¿Qué pude hacer un hombre en medio de seres con poderes sobrehumanos? ¿Qué puedo hacer yo, un simple mortal entre Dioses? Nunca me detuve a cavilar que uno de los siete fundadores era un simple hombre... de hecho creo que todos aquí lo hemos olvidado. Hemos dejado de ver a Batman como a un humano debido a su fuerza...
Oliver Queen soltó una risa sarcástica y un tanto amarga debido a sus palabras. SU FUERZA. Una fuerza que no era del todo solida ni real. Flecha verde meneo la cabeza y continúo hablando.
—Viéndolos a ustedes se me hace irreal... Batman de todos nosotros fue el único que tuvo descendencia... el único que...
—No fue algo que él decidiera —argumento Terry con cierto reproche y mirada herida.
—O que lo complaciera —término de decir la chica con una clara advertencia en la mirada. —Además terminamos siendo iguales a las mantis... matamos a nuestro...
El arquero contuvo el aliento al comprender lo que aquella última frase quería decir, ellos, los propios hijos del murciélago habían terminado su vida. ¡NO! grito su mente, era ilógico porque eran niños; ni siquiera ellos siendo adultos, al menos la mayoría de los que componían la liga, conocían la amarga y desagradable sensación de la mancharse las manos con sangre.
—Dark Gotham City no es una ciudad en la cual la inocencia pueda florecer— comento la hija de Superman con tono vació, como si de alguna forma supiera lo que estaba pensando. —Los niños a muy corta edad, muchos desde su nacimiento, saben lo que es la droga y otro tipo de abusos que son innombrables...
—El mundo del que venimos haría parecer a la actual Gotham casi tan brillante como Metrópolis... nuestro mundo es... — Los ojos de Terry se entrecerraron con desprecio y asco. —Es perverso y cruel. Sin más ahí tienes a Lucifer —y señalo a la chica a su lado.
Queen elevo la ceja rubia sin saber a qué venia esa referencia.
—Mi sobrenombre nació de la primera noche que salí de patrulla con Terry. Recuerdo que acordamos dividirnos la ciudad y mantener solo comunicación por radio. Estaba por terminar la ronda, como a dos horas del punto de encuentro cuando aquellos llantos me llegaron claros, tan nítidos como si estuvieran gritando junto a mi oído... ¡Dioses! Si cierro los ojos aun puedo oírlos, tan patéticos... tan lastimeros... tanto miedo y dolor como jamás imagine que existiera. Me apresure a buscar el origen y lo que encontré me lleno el alma de odio y rabia. El lugar del que provenían aquellos sollozos era un orfanato, y quienes lloraban eran los niños... niños de menos de diez años que estaban siendo violados...
La voz de la chica se apagó, Terry la miro y coloco en forma de apoyo una de sus manos en el hombro de quien él consideraba su hermana. Una vez que concluyo que ella no volvería a hablar Terry tomo la palabra.
—El hospicio no tenía dinero para mantener a los chicos, de hecho nunca lo tuvo, acogió a los niños porque encontró en ellos un negocio bastante lucrativo. El director vendía a los niños por una módica cantidad y en ocasiones, como en la noche en que Lucifer los encontró, organizaba orgias. Claro que no siempre aguantaban tanto maltrato y pues... cuando morían simplemente destazaban el cuerpo y lo enterraban en el patio. Después de todo eran huérfanos, nadie los buscaba ni los echaba en falta. Cuando Lucy los descubrió llevaban años en ese rentable negocio y ya habían matado a 50 infantes o al menos esos fueron los cuerpos que encontramos. Sabrá Dios cuantos más pasaron por la misma tortura.
Oliver estaba con la boca abierta. Sin saber que decir o cómo reaccionar ante esa verdad, ante esa realidad que vivían día a día porque no había palabras para describir el horror que seguramente era su vida.
—Lucifer —dijo Terry casi en un susurro —ese fue el nombre que dieron después de que ella matara a cada uno de los hombres y niños que participaban en ese aquelarre del mal e incendiar el edificio.
—Espera... ¿también a los niños? —cuestiono Oliver indignado y aterrado a partes iguales.
—¿Que hubiera hecho usted señor Queen? —pregunto ella con tono rasposo. —Un trauma como ese no es tan fácil de superar, además de que no tenían a donde ir. Más tardaríamos en ponerlos bajo la custodia de la policía que en que terminaría en la calle muriendo de hambre nuevamente o en un lugar peor del que les habíamos sacado... de dónde venimos ya no existe la palabra filantropía, los actos de caridad son un gesto que nadie puede permitirse... ¿Qué hubiera hecho usted? ¿Acaso no fue más humano terminar con sus miserables vidas?
—Eso... es que... —Oliver meneo la cabeza negando, era un mundo que él no deseaba ver llegar. — Puedo saber tu nombre...
Ella lo miro con asombro.
—Todo este tiempo te hemos estado llamando Lucy... la hija de Batman o la de Superman pero no se tu nombre...
—No creo que... —intento demeritar la chica.
—Es importante. Eres una persona y no solo un objeto del cual se pueda prescindir una vez logrado su cometido. —Oliver casi grito, era inaudito como esa niña se menospreciaba hasta ese extremo. ¿Qué le había enseñado Bruce?
—Lara...—murmuro con cierta timidez al develar algo tan íntimo. —Bruce me puso el nombre de la madre de Kal-El. Lara, ese es mi nombre.
Oliver le sonrió mientras su gruesa y varonil mano acaricio con ternura la cabecita de la niña. Porque eso era, una niña. Podía haber tenido experiencias que la hicieron madurar demasiado rápido pero eso no cambiaba el hecho de lo que aún lo era.
—Tiene que mejorar —murmuro Oliver en forma de consuelo y deseando que sus palabras fueran ciertas —El futuro al que regresen debe ser mejor porque las cosas han cambiado y...
—Sera para mejor—argullo Stuart nada más apersonarse en la sala. —Bruce esta con él...
Terry no tuvo que pedir le aclararan ¿con quién?, sabía que la respuesta era "con Superman" y asintió satisfecho. Lara sonrió al tiempo en que juntaba sus manos como si implorara por un feliz término y Oliver, Oliver Queen solo apretó las manos en puño sintiendo cierta molestia.
—Si llega a dañar a Bruce... —siseo Green Arrow en un tono tan reprimido que nadie aparte de la hija lo escucho.
—Lo desollamos —completo Lara la frase feliz y agradecida de saber que el arquero apreciaba a su padre.
&&&(...)&&&
Clark caminaba a paso presuroso, la callejuela por la que transitaba estaba completamente desierta y silenciosa como una tumba a pesar de ruido que hacían las suelas de sus zapatos al impactar contra los charcos de agua. De hecho el sonido le parecían disonante, con aquella cacofonía apabullante que lo rodeaba e incluso ver el vaho que desprendía su aliento solo servía para confirmar el frio que lo rodeaba y que él no llegaba a sentir pero que le daba un toque escabroso a su situación.
—No por favor... que alguien me ayude...
Clark pudo escuchar perfectamente aquella suplica, aquel lamento lleno de dolor, e intento volar sin lograr siquiera desprenderse un ápice del suelo. Desesperado comenzó a correr en dirección a donde ahora escuchaba el llanto de un niño, tan amargo y pesaroso que le desgarraba el alma.
—Por favor.... Ayúdenme... Ayuda... que alguien... por favor...
Clark ya jadeaba cuando logro llegar, un acto completamente impropio en él. Su vista se quedó clavada observando el origen de aquel lamento que tanto le perturbaba, encontrándose frente a los cuerpos de un hombre y una mujer inertes en el suelo que heridos de bala se desangraban, y a un chiquillo de no más de ocho años llorando desconsolado, roto.
Superman dio un paso al frente justo a tiempo para ver emerger de entre la sombras una figura negra, portentosa y escalofriante. Una que para él era fácil de identificar porque pertenecía al terror del bajo mundo de Gotham.
—Batman... —murmuro Kal-El con recelo al ver como ese ente oscuro se posaba justo a la espalda del niño, para convertirse en su sombra.
Clark no sabía qué hacer, como reaccionar ante lo que estaba presenciando. El Bruce niño lloraba, gimoteaba con el corazón destrozado, aterrado de su presente y futuro mientras Batman se mantenía ahí, a su espalda como si fuera un ángel protector, o quizás sería más acertado compararlo con un demonio que busca alimentarse de lo que le restaba de inocencia, humanidad y esperanza.
Kal-El quería gritar, apartar a Batman de Bruce, alejarlo para evitar que aquella oscuridad, dolor y desesperanza lo tocaran, que se adueñaran de aquel corazón tan noble y sin embargo, solo se quedó ahí mirando como el manto del señor de la noche acogía al pequeño niño quien se aferraba al murciélago desesperadamente en busca de protección y consuelo.
—Esa no es la salida. Esa protección que sientes no es real Bruce —grito Clark con todas sus fuerzas, podía sentir sus labios moverse pero ningún sonido salió de su boca.
De un momento a otro se vio nuevamente solo en medio de aquella callejuela y sin proponérselo cayó de rodillas derrotado, sus emociones lo estaban golpeando con demasiada intensidad.
Había presenciado quizá el momento más traumático en la vida de Bruce y estaba seguro que a pesar de eso nunca sería capaz de entender una milésima parte del dolor, impotencia y sufrimiento de Wayne.
Kal-El ya sabía sobre eso, sobre su pasado, pero haberlo visto fue por mucho un gran shock y se preguntaba con angustia ¿Qué estaba pensando ese niño? ¿Dónde coloco Bruce todo ese dolor? ¿Cómo supero su perdida, si es que la supero? ¿Cómo podía caminar por la vida con una sonrisa deslumbrante? ¿Cómo había terminado por creer que Batman era la mejor opción?
Las personas pueden decir lo siento, lamento tu perdida, te acompaño en tu dolor pero... jamás llegaran a comprender ni una pizca del verdadero infierno que llevan acuestas las víctimas, cuanto más si se trata de un niño de ocho años que ha perdido todo en la vida, su mundo se vino abajo y de entre los escombros Bruce creo un imperio de oscuridad, tristeza y soledad que fortifico hasta hacerla impenetrable.
Tanto miedo y dolor que la pequeña e infantil mente de un niño se ve sobrepasada, se desquebraja como el cristal para con el tiempo volver a unirse en algo completamente amorfo, un abstracto que solo busca proteger y evitar sufrir lo mismo. Un caparazón del que ahora no quiere salir y sin darse cuenta lo asfixia.
Mientras miraba el piso abatido, Superman percibió a su espalda una silueta acercándose, una figura que pronto reconoció por la elegancia nata de su andar que solo Bruce Wayne puede poseer.
El empresario pasó a su lado sin mirarlo, como si no existiera.
—Bruce —llamo Clark sobrecogido, elevando la mano deseando rozar la tela del exquisito traje a medida que dibujaba las formas gráciles y masculinas de Príncipe de Gotham.
Bruce paso de largo, su mirada estaba completamente fija al frente, cada movimiento era suave, seductor, era un felino ágil deslizándose por su territorio y entonces...
—Una caridad. Por piedad, una caridad...
Clark no sabía de donde había salido aquella anciana desgarbada y sucia que ahora miraba a Bruce como si este fuera alguna clase de Dios, sus manos arrugadas y raquíticas se estiban hacia el millonario con la esperanza de obtener su beneplácito.
Bruce sonrió tristemente y de su bolsillo extrajo un billete que entrego a la anciana con un gesto que asemejaba una sonrisa torcida.
—Gracias —dijo ella mientras se alejaba.
—Una caridad... —se escuchó de nuevo y esta vez era un adolecente desnutrido quien rogaba al empresario mientras una de sus manos sostenía la droga contra sus fosas nasales.
Bruce arrugo la nariz. Tanta juventud tira a la basura. Así uno tras otro fueron apareciendo de diferentes lugares, ancianos, niños, mujeres con bebes en brazos... todos con el firme propósito de rodear a Bruce sin permitirle moverse de donde estaba. Encasillándolo para que no fuera capaz de ver sin contemplar su desdicha y miseria.
—Por favor señor, una limosna para este pobre anciano.
En menos de un parpadeo, muchos, miles de personas indigentes rodeaban al Bruce rogando su ayuda, suplicando un poco de su compasión. Bruce les entrego todo lo que tenía y cuando ya no le quedo más comenzaron a arrancarle la ropa.
—Señor Wayne, por piedad, ayúdenos... —gimoteaban suplicantes pero sin mermar en nada sus ataques de uñas afiladas que hacían girones el costoso traje.
Bruce Wayne lloraba en medio de esa multitud que lo desnudaba, que lo destrozaba sin defenderse. Se mostraba completamente expuesto a esa gente a quien Wayne buscaba ayudar y que lo estaban hiriendo. Arrancando con sus uñas pedazos de carne y con sus dientes mordían desprendiendo piel hasta hacerlo sangrar.
—Bruce... —nombro Clark en un suspiro quejoso ante lo que veía.
La ciudad, la misma que Bruce buscaba proteger era la misma que lo estaba matando, devorando sin compasión.
Y entonces de entre todos aquellos carroñeros se alzó Batman, la máscara del murciélago se elevó firme como un pedestal en medio de la tempestad, pero sin lograr sanar las heridas pues a pesar de que el manto negro cubría a Bruce por las partes aun visibles como su mentón se veía el correr de la sangre y las heridas profundas que lo aquejaban.
El cuerpo oculto bajo la capucha del Caballero Oscuro moría lentamente, se desangraba por las yagas jamás sanadas.
—Al final solo existiré yo, Batman —argullo con una rotundidad sorprendente —Porque soy lo único real, soy lo que quedara en pie pues Bruce Wayne dejo de existir cuando nací. Yo soy el auténtico...
—¡No es cierto! — Alego Kal-El sin querer creerlo, negándose a aceptar aquella declaración como verdad. —Bruce...
—Bruce Wayne ahora es solo una máscara que le permite a Batman llegar a sus objetivos, mantenerse en el anonimato pero nada más. Es una cascara vieja que utilizo por conveniencia pero...
—Bruce...
—Si quieres tenerlo a él, debes primero amarme a mí... a Batman. A la noche eterna, a la oscura indiferencia... a la fría y calculadora racionalidad, a la venganza misma.
—¡No! yo quiero a Bruce... —la mirada aterida del Señor de la Noche le congelo la sangre a Clark, ahí ya no había calor humano solo una vibrante determinación y deseo de justicia.
—Entonces, estás enamorado de un fantasma — afirmo Batman dando media vuelta para marcharse.
Clark no lo podía creer, debía estar soñando, eso era... estaba teniendo una pesadilla. Bruce era real... él lo aseguraba porque lo había tenido entre sus brazos, porque había visto en sus ojos y descubierto un alma como jamás volverá a existir otra. Luminosa, brillante como el sol, con una pureza más allá de lo pensado para cualquier ser que vive entre tinieblas. Eso era Bruce, era como la esperanza que se mantiene latente aun rodeada de penurias, encerrada dentro de la caja de pandora.
—Yo amo a Bruce —grito Kal-El poniéndose en pie. Ni siquiera había notado que seguía de rodillas sobre la húmeda callejuela. —Y él no es un fantasma. Esta vivó y pide a gritos ayuda. Sé que sigue ahí, perdido... desamparado, esperando por alguien que acuda en su ayuda y le tienda una mano...
—Pierdes tu tiempo Superman. Ese con el que sueñas no es más que una ilusión que Batman creo...
—¡¡No es cierto!! He sentido su calor, sus ganas de vivir, su deseo por...
—Mentiras...—dicto furibundo el héroe oscuro.
—Bruce es más auténtico que Batman, Bruce es más fuerte que...
—Mentira...
—Eres la armadura que Bruce creo que protegerse pero no importa que tan fuerte sea, que tan profundo deba buscar, sé que Bruce está ahí...
Batman se colocó en pose defensiva como si temiera un ataque kamikaze por parte del Protector de Metrópolis.
—Pero también sé que Batman es parte de él y que si amo a Bruce también debo amar a Batman —concluyo Clark tendiéndole la mano.
—Nadie puede amar al odio, al frio, a la oscuridad en la que me he convertido —gruño Batman con deprecio.
Clark deshizo la distancia que lo separaba, con suavidad elevo los brazos y con esa misma delicadeza los poso alrededor del Caballero Oscuro.
—Yo si —susurro el Kriptoniano con todo el amor que latía dentro de su pecho. —Puedo amar esa parte tan oscura de tu ser. Puedo amar tu alma y tu soledad, puedo amar tu frivolidad y amabilidad, puedo amar tu dolor y tu triste felicidad, puedo amar tus miedos y fortaleza, puedo amar tus sueños y desesperanza, puedo amar a Bruce y a Batman.
Y solo entonces al pronunciar esa última frase cerro el abrazo con delicado amor, y como en antaño sintió el tímido temblor del cuerpo de Bruce. Con mayor confianza acomodo su cuerpo para que embonara dejando que su quijada descansara sobre el hombro del justiciero oscuro, y para cuando volvió a verlo a la cara la máscara de Batman había desaparecido dejando en su lugar a un hombre sangrante y herido, aun ser frágil y tembloroso que buscaba su calor.
—Kal-El...
Clark asintió enfebrecido ante aquel sonido casi inexistente que fue su nombre en los labios de Bruce, y que para sus oídos fue tan hermoso como la primera palabra de un bebé.
—Aquí estoy, y siempre lo estaré... —concluyo dejando que las lágrimas que tanto contuvo rodaran por su mejilla, amaba a ese hombre mucho más de lo que creyó posible y hasta ahora se daba cuenta de que su vida sin Bruce Wayne no tendría sentido.
&&&(...)&&&
Clark despertó con jaqueca, parpadeo un par de veces antes de llevarse la mano a la cabeza e intentar sentarse sobre la mesa de análisis balístico.
Si alguna vez creyó sentir dolor físico en batalla estaba muy equivocado porque nada se comparaba con aquella sensación que estaba sufriendo en ese momento.
Lentamente dio una mirada a su entorno, estaba en la Batcave, así que... —Bruce... —llamo con el corazón en un puño, aún estaba fresco en su memoria las sensaciones y emociones experimentadas en el sueño. ¿Había sido un sueño?
—Eres escandaloso, posesivo, celoso, arrogante y tremendamente fastidioso —enlisto Bruce en un suspiro cansado, sus iris tenían un brillo inhumano que hizo estremecer a Superman.
Clark por primera vez sintió temor, un temor como jamás imagino, ¿qué pasaría si ahora Bruce simplemente le decía que no deseaba estar a su lado? No podría ni tendría la fuerza para imponerse en la vida del empresario porque a pesar de sus sentimientos o precisamente por ellos nunca le haría daño.
— Y sin embargo no sé porque tú, precisamente tú es quien me hace pensar que algún día puedo llegar a ser solo Bruce Wayne.
Ante esas palabras Superman se sintió poderoso, grande, omnipotente y eso decir demasiado de quien es casi un Dios, y guiado por todo aquello que experimentaba no dudo en flotar hasta donde estaba Bruce y envolverlo entre sus brazos en un gesto necesitado y fervoroso.
—Te amo —argullo feliz de poder tenerlo así, cerca... de que lo aceptara.
—Tonto —contesto Bruce arrebujándose en el abrazo para poder rodearlo con los propios y dejar que su rostro descansara contra su pecho, ahí donde su insignia lo identificaba como el héroe más poderoso de la tierra. Estaba contento, feliz de haberle podido mostrar la oscuridad más profunda de su ser y aun así escucharle decir esas palabras. De que aceptara aquella parte de la que no podía ni quería desprenderse.
Lo había apostado todo al amor de Kal-El, se desnudó completamente dejándole ver aquellas cosas que lo atormentaban, rogando porque no terminara horrorizado ante lo que encontraría. Creyó en él y Clark no lo defraudo y gracias a eso había vuelto a ser él. Batman y Bruce volvían a ser la misma persona, aunque... al parecer tendría que quedarse con ese cuerpo de dieciocho añero.
—Hay un asunto pendiente... —murmuro Bruce no muy seguro de lo que estaba proponiendo.
Clark elevo una ceja y luego abrió los ojos cuan grandes eran.
—No. ¡Oh, no! —exclamo Superman. Ya había tenido suficiente con el incidente en la Atalaya y no estaba dispuesto a intentarlo de nuevo. En primera porque no quería ser tachado de pedófilo hasta por un psicópata demente como el Joker; y en segunda, porque su orgullo aún estaba herido. Después de todo lo había derribado un niño.
—No seas infantil Clark —pico Bruce con un deje coqueto que no pasó desapercibido para el súper hombre.
—No fue a ti a quien miraron feo y el que termino en la enfermería.
Bruce rio ladino, ¡oh! Sí, esa experiencia la recordaría como agrado durante toda su vida. —Cobarde —rumio con malestar fingido Wayne y solo entonces cuando noto como el hombre de acero bajaba la guardia se atrevió a tomarlo por la ropa para de un tirón juntar sus bocas.
Continuara...
N. A.
Buenas días, tardes o noche.
Antes que nada me disculpo por la demora en las actualizaciones y la falta de notas al final de cada capitulo.
Actualmente estoy algo apretado de tiempo, ya saben, nos acercamos a la ultima racha del año y la mayoría anda estrangulado con cierre presupuesta.
Así pues si no encuentran notas a pie de capitulo no lo tomen como una falta de aprecio a vosotros. Pues al escribir siempre tengo en la mente las emociones que puedo lograr crearles a todos los que me hacen el gran favor de leer mis historias.
Atte: Su servidor incondicional, Taylor Espurious.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro