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Capítulo 9: El pasado latente

Desde la primera luz de la mañana que entraba en el lado este de la residencia Wayne, Bruce ya estaba trabajando con el pesado saco de box con el que solía entrenar.

Hacía seis meses (cuando Bruce Wayne era Batman) estaba en la cima de su condición física. ¿Ahora? Era mejor de lo que había sido, por la simple virtud de no haber sido aplastado en los meses desde que colgó la capa.

Sin embargo, la profundidad del entrenamiento vigoroso y el ejercicio se había convertido en un hábito para él que simplemente no podía deshacerse. Había pasado años entrenando para convertirse en Batman y nunca había dejado de hacer ejercicio. Dejar la capa significo que tuvo mucho más tiempo libre en sus manos, y el tiempo libre era para un ex-vigilante, significaba miedo.

Cuando Bruce comenzó a golpear el pasado saco de box, recordó los pasatiempos que había tratado de cultivar durante los últimos años. El paracaidismo no hizo falta. También conducía coches de carreras entre algunos compañeros multimillonarios como Jeff Bezzos y Oliver Queen.

De hecho, el único pasatiempo al que realmente se aferraba remotamente era la práctica simple y humilde de ver televisión. No cualquier programa, no. El único programa que Bruce veía con cierta regularidad fue Trampa de muerte, el que era presentado por Jenna "Magpie" Duffy, donde retaba a varios participantes a pasar por obstáculos movibles para ganar una buena suma de dinero, tipo Resbalón.

Bruce veia el programa como un ejercicio mental, para ver cómo escaparía de la trampa de la semana de Jenna. Observaba porque, a pesar de que estaba destinado a fines dudosos, todavía admiraba su destreza. Y también porque era agradable ver que Jenna Duffy no se metía en problemas.

Mientras Bruce detuvo su ejercicio de box del día y caminó hacia la ducha continua a su gimnasio en el piso de arriba, trató de reprimir el temor que el próximo día le deparaba.

Porque hoy era su día libre.

Después de la muerte de Lucius Fox, Bruce paso a delegarse el mismo todas las responsabilidades de CEO de Wayne Industries, y gracias a su eficiente y rápida habilidad de negociación las acciones y proyectos de la empresa crecieron. También se le atribuyo a porque como ya no era Batman, en realidad podía trabajar bien para ganarse la vida.

Él era la suma total de los diversos trucos utilizados en una cortina de humo de casi veinte años para ocultar un alter ego, y ahora que el alter ego se había ido, esa cortina de humo era todo lo que quedaba.

Para el mundo, Bruce Wayne era un playboy, era un innovador tecnológico y era un filántropo. Su programa para conseguir trabajos con salario digno para las personas sin hogar de Gotham en Wayne Industries era del que estaba particularmente orgulloso.

Y para el mundo, era realmente extraño que Bruce Wayne pasara todo su tiempo en el trabajo. Mientras se fregaba el cabello en la ducha, pensó en la pregunta que Dick, Alfred y Jason le habían hecho de vez en cuando durante los últimos años.

"¿No es hora de que empieces a ver a alguien?"

No había pasado nada con las chicas más que citas y un "acoston", y eso... era lo único posible para él. Ni siquiera podía fingir que estaba saliendo con alguien como lo había hecho cuando era Batman.

Sin embargo, en algún momento de su vida, Bruce si pensó que encontraría a una mujer a la que querría contarle todo.

Había un gran problema con Bruce Wayne contándole todo a una mujer. No era que temiera por la seguridad de esa hipotética mujer, sino que requería el tipo de desembalaje emocional con el que se sentía incómodo y corría el riesgo de que esa hipotética mujer escapara gritando en la noche, para que nunca más la volviera a ver.

Era el único aspecto de la farsa en curso que Bruce no podía permitirse. Una vez que dejó de ser Batman, incluso dejó de ir a las citas falsas. Y luego, como para agregar más combustible a la teoría de Dick de que tenía una tendencia masoquista, decidió casarse con Vicki Vale; una mujer a la que él no quería y que solo se emparejo con ella para tener cierto "estatus".

Después de la ducha, se puso un par de pantalones de mezclilla color azul y una camisa negra junto a unos tenis blancos, para después dirigirse desde su gimnasio a la cocina.

Allí, encontró a Dick con Alfred en el fregadero a un lado, enjuagando algunos platos antes de ponerlos en la enorme y costosa lavadora.

Al verlo, Dick y Alfred dejaron de hablar inmediatamente. Se miraron el uno al otro sin saber cómo proceder, mientras Bruce caminaba hacia el refrigerador y sacaba una botella de agua.

Aparentemente, Alfred perdió cualquier debate silencioso que tenía con sus ojos, ya que sacó un par de auriculares y los conectó a su teléfono mientras Dick se giraba y miraba a Bruce.

-Oye, Bruce, eh... ¿Viste las noticias ayer?

-Lo hice – dijo Bruce – Hamilton Hill Jr. está tratando de abrir un museo para celebrar a su padre. Que optimista.

Dick suspiró.

-¿Alguien te ha dicho lo mucho que apestas siendo gracioso? Estoy hablando de la chica... ¿La chica que fue asesinada con el gas de la Risa?

-Maria Tellis – dijo Bruce – ¿Y?

-Y... – Dick miró a Alfred, quien de repente pareció encontrar su teléfono muy interesante – Y... tú... ¿Qué tan seguro estás de que el Joker murió?

Bruce miró a Dick con una mirada helada mientras tomaba un sorbo de agua.

-No es él.

-Hemos visto cosas más raras.

-No es él.

-Yo... mira, solo por que Ra's te dijo que ya no atentaría contra la humanidad no significa que debas de creerle – le dijo el muchacho muy dudoso –

Bruce suspiró y volvió a poner la tapa en su botella, ya que pensó que no estaría bebiendo de ella por un tiempo.

-Ra's Al Ghul nunca reviviría a un loco como el Joker. Él me quiere vivo para que vaya con él. Mi muerte solo sería un fracaso para sus propósitos... además destruí el ultimo Pozo de Lázaro hace dos años, cuando...

-Cuando fuimos al Pacifico Sur junto a Selina – Dick lo interrumpió, recordando la ocasión de la que hablaban –

Bruce quitó la tapa del agua, sin necesidad de mirar siquiera para saber que Dick lo había intimidado con éxito.

-Si... – dijo Bruce mientras se llevaba la botella a los labios – Además, no es su estilo.

-¿Cómo es eso? – preguntó Dick –

-Matar a un vigilante novato frente a una vieja acería sin testigos no sería muy divertido para él – dijo Bruce – ¿Cómo vas con lo de las armas de Penguin?

-Barbara me dio una pista sobre un viejo almacén. Solo estoy esperando a que me dé luz verde de los horarios del personal...

-¿Entonces tu estadía aquí en la mansión se extenderá?

Cualquier disculpa que Dick iba a ofrecer en ese asunto fue interrumpida cuando Alfred se quitó los auriculares y levantó la mano como si fuera un niño en la escuela.

-Um... – dijo Alfred – La señorita Gordon saco esto del canal del 911 anoche.

El hombre mayor pulsó la pantalla de su teléfono y se escuchó una llamada de anoche.

-"911, ¿cuál es tu emergencia?" – preguntó un operador –

-"Una tipa en el aeropuerto me quito mi dinero. Me saco la cartera y se fue".

-"Uh... está bien, pero esta es una línea de emergencia, ¿de acuerdo señor? Asegúrese de..."

-"Pero ella me robo..."

-"¿Tiene la descripción de la ladrona?"

-"Era bastante guapa, pero lo que me llamo la atención fue que me dejo una nota que decía algo sobre nueve vidas o algo así".

La conversación terminó cuando el operador aparentemente había colgado su teléfono al ver que el hombre que hizo la denuncia divagaba y decía tonterías. Incluso a través del procesamiento pesado de la señal de un teléfono celular, Bruce sabía exactamente de quien hablaban.

-Selina...

Alfred no dijo nada. Dick parecía estar a punto de decir algo, pero Bruce levantó la mano y le hizo señas para que se acercara.

Dick se levantó de su silla y se acercó a Bruce, claramente confundido. Esta no era precisamente una conversación privada, y Bruce pudo ver que no sabía por qué tenía que levantarse.

Bruce respiró hondo antes de comenzar.

-Si ella regreso a Gotham, necesito que... que la vigiles.

Dick simplemente parpadeó un par de veces.

-¿Eh? ¿Por qué no puedes...?

Dick no lo estaba entendiendo. Bruce levantó la mano de nuevo, interrumpiéndolo.

-Te necesito como Nightwing... para que me digas que hace.

Dick se quedó mirándolo. Volvió a mirar a Alfred, que parecía tan perplejo como él, antes de volver a mirar a Bruce.

-Uh... Bien. Sí, en mi calidad de Nightwing, iré a ver a Selina Kyle. Y yo... yo también veré cómo está. Que mierda, ¿verdad?

Bruce suspiró aliviado.

-Gracias.

Bruce extendió la mano y apretó el hombro de Dick, que era algo que veía hacer a los hombres que hacían que otras personas cometieran algo malo contra las personas que amaban.

-Quédate todo el tiempo que quieras – dijo Bruce, y se llevó la botella de agua al piso de arriba –

***

El East End de Gotham City era una masa de edificios en descomposición cerca de la orilla de Park Row. Y a seis cuadras del viejo Gotham Cineplex (detrás del cual Thomas y Martha Wayne fueron brutalmente asesinados frente a su pequeño hijo casi cuarenta atrás), estaba Harlow Street.

El edificio de apartamentos sin nombre en Harlow Street era una pequeña cosa rechoncha: solo cinco pisos de ladrillos. Tenía problemas con ratones, y la mayoría de sus apartamentos eran donde los traficantes de drogas lo llamaban hogar. Pero este edificio tenía una huésped bastante curiosa:

Alguna vez fue el hogar de Catwoman.

O mejor dicho, fue el hogar de Selina Kyle cuando era Catwoman. Selina Kyle había ascendido en el mundo y había dejado atrás este lugar. Lástima por el síndrome del impostor de la pobre señorita Kyle. Temiendo ser expulsada de su lujoso apartamento de Miagani Island, Selina nunca había dejado de pagar el alquiler de su apartamento en Harlow Street, ni siquiera cuando se fue de Gotham dos años atrás.

Era donde se encontraba ahora, parada en la mesa de la cocina con un par de pantalones cortos color lavanda y una camiseta de "Guns N Roses". En el mostrador frente a ella había dos cosas que ocupaban su atención.

La primera era la lata de atún que apenas y tenía ganas de comer.

La segunda era la cajetilla de cigarrillos Lucky Strike que había comprado en la tienda de la esquina.

Selina clavó su tenedor en la lata de atún abierta y puso en su celular una canción que empezó a sonar desde el estéreo de la sala.

La madre de Selina llego a Estados Unidos desde Cuba, y por alguna razón que nunca había sido clara para Selina, la señora Kyle se había enamorado de esa banda en particular, y The Police terminó convirtiéndose también en la banda favorita de Selina. Si Selina teorizaba algo, fue porque su madre al llegar a Estados Unidos, parecía estar decidida a escuchar música estadounidense como una forma de asimilarse a su nuevo hogar. Si era así, la madre de Selina murió sin haber descubierto nunca que Sting era británico.

La ladrona más grande del mundo era fanática de una banda llamada "The Police".

La ironía no se le escapó.

Mientras recordaba esas trivialidades, Selina se dio cuenta de que ese apartamento de mala muerte era el lugar en el que había sido más feliz en su vida. Ahí era donde había escondido los valiosos botines de cientos de atracos. Ahí era donde había pasado incontables noches haciendo mejoras a su Catsuit. Ahí era donde una vez llevo a un chico de 15 años que había sido apuñalado para coserle una herida profunda.

Selina se sacudió el último pensamiento.

Mientras lo hacía, hubo un golpe en la ventana de la sala... Lo cual era extraño porque Selina vivía en el quinto piso.

Dejó su cajetilla en el cajón de los cubiertos y se dirigió a la sala de estar. Abrió la ventana, dejando entrar más aire fresco de la tarde de verano, y miró hacia afuera.

Un hombre estaba firmemente parado en la delgada repisa que separaba su apartamento del de al lado. No era el chico más alto que había visto en su vida, pero era uno de los más bonitos. El traje negro y azul lo abrazó de maneras que hacían que su físico resaltara.

Selina entrecerró los ojos y dijo:

-¿Nightwing?

-Ese soy yo – dijo Nightwing – ¿Te importa si entro?

-¿Por qué diablos no? – ella se encogió de hombros –

Nightwing hizo su entrada graciosamente desde la cornisa a la sala de estar y se detuvo cuando vio a Selina.

-Um... – dijo Nightwing – ¿Querías, eh... quizás quisieras...?

Selina vio lo que le preocupaba y miró lo que estaba usando. Volvió a mirar a Nightwing y sonrió.

-No creo que un hombre tan bonito como tú no haya visto nunca a una mujer hermosa en ropa interior. Y este es mi apartamento.

-Aw – dijo Nightwing – Tú piensas que soy lindo – su sonrisa se convirtió en una mueca nerviosa –

-Entonces, ¿qué trae a un chico de Bludhaven a esta parte de Gotham? No puede ser simplemente coquetear con una mujer mayor.

Nightwing casi parecía sonrojarse.

-Yo... no te llamaría a ti una mujer mayor

-No lo soy – dijo Selina – Tu eres tan joven...

-Yo... Espera, ¿estas coqueteando conmigo? – pregunto Dick mientras se quitaba el antifaz –

-¿De qué otra forma lo llamarías? – Selina asintió –

-No lo sé... – dijo Dick muy nervioso – ¿Ser entretenida?

Y con eso, cualquier propuesta teórica que Selina pudiera haber hecho hacia ese tipo se marchitó y murió en su labia. Dick era insoportablemente lindo, y parecía una persona lo suficientemente suave, pero... ella lo había conocido cuando era todavía un adolescente.

Selina se apoyó contra la pared y se cruzó de brazos.

-¿Qué hace que un hombre tenga tantas ganas de entretenerme a las doce del día?

-Sí, sobre eso... Oracle intercepto una llamada al 911 de anoche... así que sabes lo que voy a decir a continuación.

Selina suspiró, sopesando sus opciones.

-Solo estaba jugando con un "tontito".

-¿Por qué regresaste a Gotham? – le pregunto el directamente, a lo que Selina parecía ponerse bastante nerviosa – Mira, no estoy aquí para acusarte de nada. Tu reputación te precede, y nunca mataste a nadie por lo que se puede decir. De hecho, si me cuentas lo que pasa podría ayudarte.

Selina volvió a mirar a Nightwing.

-Ya estaba harta de Los Ángeles. Unas vacaciones en tu ciudad natal no caen nada mal... ¿verdad?

-Bien... – respondió Dick sabiendo que ella ocultaba algo –

El joven solo le devolvió la mirada. Ella conocía la apariencia de un chico cuya carga de trabajo simplemente se hacía mayor.

-Muchas gracias por tu tiempo – le respondió Dick mientras se ponía de nuevo el antifaz inteligente – Te enviaré a alguien para que contactes en caso de que necesites darme información adicional.

Nightwing se dio la vuelta para salir por la ventana. Los ojos de Selina miraron levemente por encima de su ancha espalda, a los palos de esgrima que sobresalían de dos presillas de cuero en la parte baja de la espalda. Definitivamente, Dick era muy diferente al chico bobito e inocente que había conocido hacia años.

-Oye... – dijo Selina, y Nightwing volvió a entrar por la ventana para mirarla de frente –

Ella lo miró a los ojos y...

No. Todavía no puedo hacerlo.

En ausencia de algo más que decir, y en contra de su mejor juicio, Selina se decidió a hacer una pregunta que sabía que no la iba a conducir a un buen lugar.

-Uh... – dijo ella, rascándose la cabeza – Mira, sé que no viniste solo por que sí, así que... ¿Él está bien?

-Al contrario de lo que podrías pensar, Selina... parece que sí está "bien".

Selina asintió y tragó saliva.

Nightwing se volteo hacia la ventana de nuevo, antes de darse cuenta de que ella tenía que decir algo.

-En realidad... – empezó a decir el, y Selina enarcó las cejas – En la medida en que mi opinión signifique algo para ti... quiero que sepas que no hay rencor de mi parte por lo que sucedió con ustedes dos. Según yo... si me gustabas para él, y bastante... pero aun no comprendo el por que te fuiste. Y quiero recalcar que no te culpo de nada – para este punto, los ojos verdes de Selina adquirieron el tono de su tristeza anterior – ¿Por qué alguien querría huir de una persona que quiere ser su familia? Pero si... él está bien. Se alegró bastante de saber que te reformaste y cambiaste tu vida, y yo también.

Nightwing se impulsó por la ventana tomándose de los brazos hacia lo que debió ser una caída libre de cinco pisos. Ella escuchó el agudo chirrido de una pistola de garfio y supo que Dick se había ido.

Como ella lo hizo con Bruce.

Como lo había hecho con todos.

Sus pies descalzos caminaron por la fea alfombra roja que venía con el apartamento mientras Selina caminaba hacia el alféizar de la ventana y se apoyaba en él, disfrutando de una vista mejor de lo esperado de la bahía de una buena parte de la ciudad.

Y entonces vibro su celular, y vio un mensaje que hizo que saliera de su trance para volver a la realidad.

Selina puso los ojos en blanco.

Ella tenía que estar en algún lugar.

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