Capítulo 5: ¿El Playboy era la máscara... o era algo real?
Parecía que los días no duraban y pasaban en cuestión de minutos. Con los últimos arreglos a la residencia de la familia Wayne, estaba lista para recibir invitados, como lo había hecho en el pasado. Los trabajadores habían hecho un espléndido trabajo arreglando el salón principal para que los invitados disfrutaran de la fiesta. El mayordomo observo y verifico que todo estuviera en orden y que ningún trabajador se pasara de listo y anduviera de curioso en las otras secciones de la mansión.
Alfred terminaba de escoltar a los trabajadores de la organizadora de eventos a la entrada principal. Al aclarar los últimos detalles con el administrador de la organizadora, los despidió con la promesa de que estarían el día siguiente con los chefs y meseros para atender a los invitados.
Cerrando las puertas, Alfred se dio la vuelta y caminó a un ritmo lento por el pasillo principal de la residencia. Miraba cada habitación con detalle. Era como si hubiera viajado en el tiempo. Tantos recuerdos había tenido en la mansión. Tanto tristes como hermosos, eran vitales para él. No podía evitar estar emocionado, tuvo que sacar su pañuelo para limpiar una lágrima que no pudo contener.
Finalmente se detuvo en la biblioteca, parándose frente al cuadro recreado de Bruce junto con sus padres. Antes se había burlado de como la tecnología consumía a la sociedad moderna, pero admitía que algunas cosas eran buenas. Como una máquina de escaneo y un buen disco duro.
Fue sensato haber guardado las fotos familiares antes de cualquier incidente.
Bajando su mirada hasta el sillón en la habitación, pudo notar a Bruce que aun dormía ahí. Estaba en su pijama y su bata habituales, y todo en el parecía normal, incluso su barbita de cuatro días que no se había afeitado, pero en su mano izquierda había una botella de Jack Daniel's vacía. Desde hacía siete meses desde que sucedió lo de Jason, Bruce había entrado de lleno en la bebida y mientras más que Alfred trataba de alejarlo del vicio, el hombre que consideraba su hijo se resistía y hasta lo hacía con más frecuencia. Al menos no llegaba con resaca a la oficina.
Sin decir más, Alfred lo despertó tirándole un poco de agua con el florero de la mesita cercana y Bruce despertó con un puchero y frotándose los ojos empapados.
-Espero que la siguiente generación Wayne no herede una cava de vinos vacía... eso si es que hay otra generación – dijo Alfred con disgusto – Bruce, te sugiero que la próxima vez que invites a una novia a la mansión, te asegures de que tenga una buena experiencia...– volvió a repetir Alfred, deteniéndose a lado de Bruce para que este lo mirara – O de lo contrario le voy a poner llave a la bodega de licores.
Bruce negó con la cabeza, entendiendo la broma del mayordomo. Sentándose en el sillón, miro la hora en su reloj y vio que eran las 10:46 del sábado por la mañana. Lo único que recordaba era haber dejado a Clark en el hotel después del partido de los Gotham Knights y ya al estar entonado con el Bacardi que le puso al refresco en el partido, este se siguió hasta llegar a la residencia.
-¿Cómo luzco? – preguntó Bruce, apenas recobrándose del sueño –
-Como irlandés en fiesta del Día de San Patricio.
-Eres tan perspicaz, Alfred...
Ambos se quedaron mirando el uno al otro. Alfred sabía a la perfección a lo que se refería. Había intentado convencerlo de que se fuera de Gotham con Vicki después del "accidente" de Jason, pero su mirada lo decía todo. Los recuerdos aún le dolían. No fue fácil para el regresar a su vida diaria y no pensar en los tiempos cuando Jason aún vivía.
-Párate, que hoy es un día importante para ti.
***
Durante el transcurso del día Bruce y Alfred a penas y se habían encontrado. Los preparativos restantes para la fiesta habían comenzado desde temprano. Por supuesto, Alfred se encargó de que todo estuviera en orden.
Los trabajadores colocaban las mesas alrededor de la pista de baile, al igual que los chefs y meseros preparaban todo en la cocina.
Alfred observaba de cerca, atento a cada acción que realizaban los trabajadores.
-¿Escuchaste el rumor sobre el Lantern de Coast City...? – comentó uno de los meseros terminando de limpiar su bandeja – Dicen que en realidad era un piloto de la Marina. Y la señorita Ferris era una reina alíen o algo así.
-Eso es una mentira, eran super villanos de otro planeta – respondió otro trabajador que llevaba unas botellas de champaña – La Justice League los derroto.
La conversación siguió entre ambos trabajadores hasta que notaron que alguien los observaba.
-Lo siento señor Pennyworth, en seguida continuamos con nuestra labor...
El tema había logrado atraer la curiosidad de Alfred. Tenía cierto temor porque ese rumor era cierto. Recordaba los estragos que habían ocasionado los Lanterns hacia casi un año, y pero aun por que las acciones de Bruce hicieron que sus compañeros héroes se distanciaran de el.
Negó ante ese pensamiento para luego mirar su reloj. Estaba a una hora y medía que comenzara la fiesta.
-Sera mejor de que me asegure de que todo esté listo.
Sin esperar más, Alfred dio unas últimas indicaciones a todos los trabajadores, redoblando sus esfuerzos en sus labores antes de que comenzara la fiesta.
Camino por los pasillos de la mansión, tomando las escaleras principales, que lo llevarían hasta las alcobas.
-Señor Wayne... – dijo Alfred mientras entraba en la habitación de Bruce –
Cuando los ojos de Alfred encontraron a quien tanto buscaba, el mayordomo no pudo evitar contener una sonrisa amplia y una risa entre dientes.
Frente a él se encontraba Bruce, quien estaba frente a un espejo alto, terminando de acomodarse la corbata azul que iba a juego con su saco. Batallaba mucho con ella.
-Peleaste contra criminales, seres de otros mundos, y aún no puedes vestirte de manera decente...
Se acercó a Bruce al mismo tiempo que él lo observaba por medio del espejo.
-Estas exagerando, mira... esta impecable.
Bruce se volteó una vez que termino de arreglarse, dejando la prenda desacomodada.
El mayordomo negó mientras ajustaba y acomodaba su corbata. Esa situación le recordaba cuando Bruce era más joven, y ayudaba a un niño de ocho años a vestirse de manera apropiada.
-Listo...
Bruce volteo un verso al espejo
-Quedo exactamente igual que como yo la había colocado.
Ambos se quedaron viendo el uno al otro antes de compartir una risa.
***
Había llegado la noche y los invitados llegaron a la mansión Wayne. Entre ellos, el equipo científico de Wayne Industries, miembros del consejo, inversionistas. Todos impresionados por la decoración de la mansión. Y los invitados fuera de Gotham City no tardaron en llegar, al igual que la prensa invitada.
-Vaya, no recordaba que fuera tan grande...
Clark miraba el techo del amplio salón de la residencia Wayne con asombro. Había ido la residencia de Bruce previamente, en la ocasión en que ambos descubrieron sus identidades secretas. Pero no se comparó con el tamaño y estilo de la nueva decoración.
El ambiente le parecía familiar. La música clásica, meseros sirviendo y ofreciendo champagne, una barra donde servían diferentes tragos. Se preguntaba si todos los eventos de personas millones serían de esa manera.
Y no podría evitar sentirse incómodo.
A diferencia de los demás invitados de la fiesta de Bruce, Clark optó por vestir una camisa de cuadros a juego con su suéter café y unos pantalones marrones al igual que sus zapatos.
Se acomodó una vez más el cuello de su camisa mientras caminaba por el salón de la residencia. Escuchaba todo tipo de conversaciones, la mayoría enfocadas a la residencia Wayne.
Se detuvo cuando finalmente encontró a Alfred parado hasta el otro extremo del salón. Saludaba ocasionalmente a las personas que se le acercaban, pero notaba que el mayordomo estaba más atento al trabajo de los meseros.
Fue hasta que ambos encontraron sus miradas, a lo cual el mayordomo sonrió y asintió a manera de saludo, el mismo acto que realizó Clark. Pensaba que una de sus principales fuentes de información sobre la fiesta y la residencia, se encontraba ocupada. Se empezó a escuchar a la gente más emocionada por la presencia del anfitrión de la fiesta.
Bruce se hizo paso entre las personas, saludando a los invitados que se encontraba de frente. Quedó en el centro del salón mientras los invitados le daban espacio para que fuera el centro de atención.
-Damas y caballeros, bienvenidos una vez más a la Residencia Wayne. Creo que está de más el pedirles que sean prudentes al beber. Creo que ese consejo debería de repetirlo a mí mismo cada vez que hago una fiesta – dijo Bruce, provocando un par de risas entre la multitud – Ahora que terminé de darles ese mal chiste, podemos continuar con el verdadero motivo de la velada.
Bruce comenzó a dar su discurso, acerca de la nueva asociación entre los laboratorios STAR y tecnologías Wayne, colaborando en la elaboración de diferentes centros de vigilancia, así mismo como un centro de detención de alta seguridad para seres con habilidades diferentes.
Tenía cierto miedo de que los Green Lantern o las Star Sapphires invadieran la Tierra, por lo que ahora el gobierno le había encargado a Wayne Industries la investigación de nuevas armas nucleares. Creía que tener a la misma Amanda Waller vigilándolo, empeoraría la situación. Eran pocas las personas con moral que aún podía confiar de cierta manera.
-Y de igual manera nuestra colaboración con el departamento de policía de Gotham sigue en aumento – Bruce recorría el salón con su mirada, buscando entre los invitados a una persona en específico. Cuando su mirada se cruzó con la del comisionado Gordon, sonrió de manera ladina – Y me es grato anunciar que la fundación Martha Wayne acaba de abrir una nueva sede en Coast City con la intención de ayudar a los chicos que quedaron sin hogar en el evento de un año atrás en Coast City.
Clark, tras este último comentario sintió un nudo en la garganta. Las consecuencias de la pelea contra Parallax y Sinestro seguían presentes en su mente. Pero la ayuda que recibieron de Wayne Industries por parte de la fundación con el nombre de la madre de Bruce le calmó.
-Pero creo que es suficiente de esta plática aburrida... – dijo Bruce mientras tomaba una copa de champagne que le apoyaba un mesero – Que siga la fiesta.
Todos obtuvieron un aplauso mientras Bruce tomaba un trago de la bebida que tenía. No tardó un minuto antes de estar rodeado por varias personas.
La música empezaba, las risas y las conversaciones entre grupos pequeños le siguieron. Definitivamente era una fiesta diferente a las de Metropolis, o eso era lo que pensaba Clark.
Volvía a divagar en sus pensamientos después de toda la explicación que había dado Bruce.
El millonario por otra parte seguía estrechando manos y recibiendo halagos por los nuevos proyectos para la empresa. Finalmente termino con uno de los invitados que estaba más ansioso por platicar.
-Más vale que lo que estés tomando sea agua de mar con gas, sería un buen inicio para cambiar tus hábitos.
-Ya tengo 46 años – contesto Bruce casi riendo – ¿Para que cambiaría?
-Podrías empezar recuperando tus viejas amistades, o incluso volviendo a tus incursiones nocturnas – le dijo Jim Gordon, casi riendo – No era a lo que me refería.
Ambos hablaban en un tono bajo, lo suficiente para que se pudieran escuchar. El Comisionado había tomado un trago de su whisky mientras miraba por encima del hombro de Bruce para ver que nadie los estaba escuchando.
-Sí, se a lo que te refieres. Escuche un rumor bastante raro. Espero que tú sepas algo, Jim.
-¿Qué es? – le dijo el Comisionado mientras tomaba de su bebida –
-Dicen que el gobierno ha estado buscando el remplazó de Superman. Sigo sin entender a quien se le ocurre haber usado a Quinn, Deadshot y Crock como remplazos de él...
-Querían crear un equipo reemplazable, no un nuevo símbolo de esperanza. Por lo que entendí, querían un equipo de Black Ops. Solo eso.
-Aun así fue mala idea usarlos en Bialya – y sin decir más, Bruce se tomó de un trago toda su bebida para la sorpresa del Comisionado –
-Peor idea fue no encerrarlos en BlackGate...
-¿Y crees que sería diferente si estuvieran ahí?
Ambos habían decidido que sería mejor que se apartaran un poco de la multitud para hablar sobre temas más delicados. Estaban frente a una de las grandes ventanas, apartados de la gente.
Gordon no quería admitirlo, pero Bruce tenía razón. Harley Quinn escapo de la garras de Amanda Waller y había sacado al Joker de Arkham, iniciando la ola de terror en Gotham que acabo con la vida de Jason Todd. Aunque lo que sucedió después fue algo que le sorprendió. Siempre había lidiado con el Joker y Harley, sabiendo que la relación no triunfaría.
Con Roman Sionis en medio de un juicio por evasión de impuestos y la aparición de varios imitadores de Batman, Gordon se dio cuenta de que había descuidado a la ciudad bastante, pero se dio cuenta que lo que Bruce había enfrentando, era aun mayor que unos criminales sin poderes.
-Lo importante es que ahora Waller sabe que debe de cancelar el programa.
-Y también sabe tu identidad – le dijo Gordon con preocupación, pero con la voz baja –
-Se lidiar con ella...
Jim se le quedo viendo unos segundos dudoso, antes de soltar un suspiro y volver a tomar un trago de su whisky.
-Si tú lo dices.
Hubo un silencio largo mientras ambos miraban a través de la ventana del salón
-Más vale que tú ruptura con la Justice League haya valido la pena.
-¿Cómo lo supiste?
-Barbara me conto. Hay imágenes satelitales, ella hackeo un satélite para que no se divulgara la pelea y hubiera tanto pánico. Aunque la prensa en Coast City sabe hacer reseñas acerca de los nuevos héroes – dijo Jim, sacando de su bolsillo su teléfono, mostrando en la pantalla al monstruo Parallax y su batalla con Batman en un traje amarillo hecho de luz – ¿Kryptoniano?
-No...algo peor.
-¿Y es el final?
Bruce lo miró a los ojos de manera fija.
-No lo sé...
El comisionado temía que le respondiera eso.
***
Finalmente una conversación logro atraer su atención. Clark escuchaba cada detalle de la plática que tenía con el comisionado. A pesar de todo lo que le había contado y tantos años de conocerse, Clark aun se sorprendía que Bruce tuviera amistad con él, y sobre todo que tuviera la confianza suficiente para revelarle su identidad a otras personas.
Cuando Bruce menciono algo sobre Batman siendo un símbolo de esperanza para algunas personas, se formó una sonrisa en sus labios. Era cierto que muchas personas empezaban a idolatrarlo, pero aún había más personas que lo consideraban una amenaza.
Pero le era curioso el hecho que el comisionado de la policía de Gotham no le parecía una amenaza el murciélago.
Mientras espiaba la conversación que ambos mantenían, notaba en las palabras del comisionado cierta suplica hacía Bruce. Recordaba su plática en el estadio y ahora sabía que el no era la única persona en el mundo que quería a Bruce de vuelta a la acción.
Mientras escuchaba la conversación de ambos, miles de preguntas empezaban a formar en su cabeza, empezando a estar tenso a cada momento. Fue hasta que una voz conocida lo sacó de sus pensamientos.
-Por la forma en la que está de pie, diría que eres un agente en cubierto. Señor Kent, le recomiendo que se tome un trago y disfrute la velada.
Clark reía entre dientes después del comentario de la persona que se había parada a su costado.
-Le puedo asegurar que su secreto y el de los demás estará protegido por el comisionado, es un amigo de la familia.
-¿Cómo supo que estaba escuchando su conversación señor Pennyworth?
-Muchacho, eres fácil de leer. Miras constantemente hacía ellos, y andas muy tenso en una fiesta. Tienes varios tics nerviosos que te delatan – respondía Alfred mientras sonreía de manera divertida al ver que Clark asentía en manera de derrota –
-Me sorprende que el comisionado acepte al murciélago como héroe de Gotham.
-Hubo un tiempo oscuro en que la ciudad necesitaba a Batman señor, como el mundo a usted...a Gordon le toco todo eso y casi lo recibió con los brazos abiertos.
Clark quería responder, pero los recuerdos de la pelea de Bruce contra Parallax seguían frescos en su mente. Se le quedo mirando preocupado al mayordomo, y él podía entender la mirada que le daba.
Después de la aparición de Parallax y la traición de Hal Jordan, Clark le pedía a Dios por que fuera una mentira la conversión al mal del héroe de Coast City. El debate por la necesidad de los superhéroes estaba más intenso que nunca cuando las personas promedio notaron que había más amenazas fuera de lo ordinario, y que no solo se trataban de cuentos y mitos. Pero de igual manera le preocupaba el debate interno de la existencia de Batman en Gotham.
Tenía esperanza de que aquella persona cercana a Bruce pudiera aclarar más sus pensamientos.
Le tomó por sorpresa a Clark, que uno de los encargados en ofrecer las bebidas, se había acercado para pedir ayuda de Alfred. Ambos volvieron a mirarse y asintió al mayordomo, indicándole que podrían continuar su charla después de la fiesta.
Dejando escapar un suspiro, Clark volvió a prestar atención a la conversación que había espiado hace unos momentos.
***
-¿Qué es lo que sucede hijo? – Alfred pregunto con calma, caminando junto con el chico que había pedido de su ayuda –
Ambos se detuvieron en la entrada de la cocina, para estar apartados de la fiesta y no hubiera inconvenientes al hablar.
-Lamento interrumpirlo señor, pero le anunciamos que pasamos a retirarnos.
Alfred estaba sorprendido, alzando la manga de su saco para observar su reloj y confirmar la hora que habían acordado para detener el servicio de bebidas.
-Vaya cómo pasa el tiempo – comentaba con una pequeña risa al final – Muchas gracias hijo...
Alfred entró en la cocina junto con el chico que lo acompañaba y observo como la limpieza del lugar les había quedado impecable. Todos los chicos que había contratado se encontraban en la salida que tenía la cocina, guardando su equipo en las camionetas que llevaban.
Ambos terminaban de cerrar el trato que hicieron por el trabajo de esa noche, terminando en que el mayordomo dejaría una propina bien remunerada para todo el equipo.
-Y algo más señor, un invitado insistía en entrar por la cocina, dijo que era pariente del señor Wayne, que no había problema con que ingresara por la atrás – comentaba el chico, quien salía por la puerta de la cocina –
Alfred extrañado lo miro serio.
-¿Preguntaste por su nombre?
-Sí, nos dijo que su nombre era Richard Grayson, de hecho dejo aparcada su motocicleta a un lado de nuestras camionetas.
En el momento en que escucho el nombre de la persona misteriosa, no supo cómo responder. Su primera reacción fue salir apresurado de la cocina, hasta llegar a un costado de la camioneta que le habían indicado.
Y fue para su sorpresa encontrar una motocicleta deportiva de color negro aparcada.
-No lo puedo creer... – dijo en un susurró Alfred, quien empezaba a tener los ojos llorosos por reconocer el vehículo –
***
Dick se alejó de los pasillos de la fiesta y comenzó a ir hacia el jardín. Ya había visto a Jim Gordon, por lo que tenía la esperanza de que su hija hubiera ido con él. Tenía confianza en su corazonada, parecía que sabía exactamente a dónde iba, pues a Barbara siempre le habían gustado los jardines de la residencia.
Deteniéndose frente al arco hecho de setos y arbustos, vio a Barbara Gordon sentada en su silla de ruedas.
La luz de la Luna se reflejaba en su piel como la porcelana cuando ella contemplaba las luces de Gotham City que se veían a lo lejos. Sus ojos verdes estaban translucidos a través de sus gafas, y traía un vestido verde que hacía juego con ellos. Estaba tan hermosa como la primera vez que la vio con su atuendo de Batgirl saltando junto a él en los tejados de la ciudad.
Dick aún se preguntaba cómo es que una alma hermosa como la de ella tuvo que ser apagada gracias a la crueldad del payaso... de ese maldito payaso.
-No estoy de humor para visitas – le dijo una voz femenina –
-Es una pena, he recorrido un largo camino... quería verte – dijo Dick en voz baja mientras se adentraba más en el jardín –
La cabeza de la persona se volteo para mirar a Dick, con sorpresa escrita en toda su cara.
-Hola, Barbie – dijo Dick en voz baja mientras se acercaba a la chica. Barbara solo siguió mirando al hombre que no había visto en casi un año. O al menos en persona. Pero él estaba aquí, en el jardín mirándola como si nada hubiera cambiado. No pudo evitar que una sola lágrima rodara por su mejilla – Oye, no llores – dijo el muchacho mientras Bárbara se dejaba caer de nuevo en la silla, usando sus manos para cubrirse la cara mientras comenzaba a llorar en serio ahora –
Dick solo se quedó allí, mirándola sin saber qué hacer. Nunca había sido realmente bueno con las mujeres que lloraban, o al menos no con las mujeres que conocía personalmente. Bárbara era una de las mujeres más fuertes que conocía y verla tan triste otra vez, puso su mundo patas arriba.
-Entonces...traigo chocolate conmigo, lo compré en Bludhaven, ahora puedo compartirlo contigo o... simplemente podría comerlo yo mismo – dijo Dick sin saber qué más decir –
Bárbara se rió de eso mientras se quitaba las manos de la cara y se limpiaba los ojos.
-No te atreverías.
Dick sonrió.
-Nunca – se sentó en el pasto junto a la silla de Barbara mientras ponía su mochila en el suelo junto a él, sacando el chocolate con un movimiento suave –
-¿Cómo van las cosas en Bludhaven? – preguntó Bárbara –
-He sacado algunas drogas de las calles, malos con huesos rotos... ya sabes, lo de siempre – Dick le entregó el chocolate a la mujer que sonrió en señal de agradecimiento mientras partía un cubo y se lo metía en la boca, cerrando los ojos mientras lo probaba – Nunca he conocido a nadie que aprecie el sabor del chocolate tanto como tú, algunas cosas nunca cambian – sonrió el muchacho mientras se recostaba sobre el pasto –
Bárbara arrugó los ojos mientras trataba de no volver a llorar. Dick estaba en silencio mientras miraba hacia las estrellas, dándole tiempo a la mujer para recuperar la compostura. Había pirateado los archivos del hospital y leído el alcance de la lesión, por lo que no estaba sorprendido por nada a pesar de estar más de dos años en rehabilitación. El Joker había conseguido un buen disparo y como era debido, Barbara nunca volvería a caminar.
-Podría llevarte a los carros chocones del centro y quedarnos ahí un buen rato – le dijo el, riendo –
-¿Realmente has pensado en eso? – le pregunto Barbara, también sonriendo – Mi padre no te dejaría.
-Fue un viaje largo – respondió Dick – Anda, por los viejos tiempos.
Bárbara no pudo evitar reírse de eso. Mucho había cambiado en los últimos años, pero todo empeoro con la muerte de Jason a manos del Joker. Dick simplemente se alejó de todo lo que conocía y luego endureció su campaña como Nightwing en Bludhaven.
-Realmente te he extrañado – dijo Bárbara en voz baja. Los correos electrónicos y las conversaciones telefónicas no eran lo mismo que tener a su mejor amigo en persona, sentado a su lado –
-Yo también te extrañé – sonrió Dick – Pero estoy aquí ahora.
-¿Pero por cuánto tiempo?
-Durante el tiempo que me necesites.
Los dos amigos charlaron un rato más antes de que Bárbara se sintiera adormilada. Dick estuvo junto a ella por un tiempo, antes de que finalmente se pusiera de pie para impulsar su silla y que fuera con el de regreso a la fiesta.
-¿Entonces... dices que Killer Krock trabajaba para Penguin? – le pregunto Barbara –
-Estaban traficando armas. Parece que Oz volvió al negocio a pesar de estar con el FBI – y entonces Dick se paró en seco frente a ella y la miro directamente a los ojos – Creo que están regresando. El momento que tanto temí se está acercando y voy a necesitar que el equipo se reúna de nuevo – seguido le entrego a Barbara un nuevo auricular encriptado. Ella lo coloco en su bolso al lado de la barra de chocolate sin terminar –
-Entonces creo vas a necesitar a Oracle – le respondió Barbara, con todo el orgullo del mundo en sus palabras –
***
Cuarenta minutos después de la reunión de Dick con Barbara, Bruce salió a fumar un cigarrillo. Estaba a punto de encenderlo cuando vio a Dick Grayson parado entre su motocicleta y a Barbara Gordon en su silla de ruedas hablando muy jovialmente con Alfred, que estaba de pie a la izquierda de Barbara, con la mano en el respaldo de su silla. Cuando Bruce se apareció frente a ellos, detuvieron lo que parecía una conversación jovial y se cubrieron los ojos.
Notaron que Clark también estaba saliendo desde la entrada trasera de la cocina. Bruce se acercó a Dick y en lugar de saludar, dijo:
-Dijiste que llegarías en la mañana.
-Hice tiempo record. Quería ver a Clark – respondió Dick –
Bruce miró a Barbara.
-Yo también quería ver a Clark – dijo Barbara, y luego lleno su voz con sarcasmo – Esto es por supuesto, la forma correcta de hablar con la gente que no has visto en años.
Bruce estaba a punto de decir algo, cuando escuchó un ligero zumbido detrás de él.
Clark Kent se había salido de la parte trasera de una furgoneta ya vestido con botas rojas, capa roja y medias azules de cuerpo entero con el sello de la casa kryptoniana de "El" estampado en el pecho.
El afable Clark Kent acababa de usar la parte de carga de una furgoneta de limpieza para convertirse en Superman.
-Envíale mis saludos a los chicos cuando los veas – dijo Bruce ya despidiéndose de el – Si es que aún me soportan.
-Gracias, lo hare – dijo Superman – Te diré sus respuestas – Se volteo hacia el grupo reunido detrás de Bruce. Abrió los brazos y dijo – ¡Chicos!
-Oye, Clark – respondió Dick, y se acercó al abrazo –
Ver a Superman hablar así con Dick y Barbara siempre puso a Bruce en un extraño tipo de desventaja. Había pasado años compartimentando su tiempo libre con todos, y aun así ellos eran más abiertos cuando Clark se acercaba a ellos. Así era como Bruce imaginaba que era cuando un grupo de ex novias se conocían y se llevaban muy bien.
Superman y Dick rompieron el abrazo.
-¿Cómo está Bludhaven?
-Hacer lo de Nightwing, es como contener el Atlántico con un trapeador. Quiero decir, estoy seguro de que podrías hacerlo pero...
-No te quedes corto – dijo Superman – Encontraste un lugar que necesita ayuda y decidiste ayudarlos. Estás marcando la diferencia con solo estar allí.
Y ahí estaba. Bruce vio que Dick miraba al suelo, tratando de ocultar la amplia e incontrolable sonrisa en su rostro. Si Superman envidiaba las habilidades de detective de Batman, entonces más que nada, Bruce envidiaba la capacidad de Superman para hacer eso a la gente. Para hacer que una palabra amable del hombre más bueno del mundo le diera a la gente el valor y la alegría necesarios.
Superman miró más allá de él hacía Barbara. Sus ojos se iluminaron y su sonrisa se ensanchó.
-No creas que me olvidé de ti – dijo Superman, caminando hacia ella –
Barbara abrió los brazos de par en par.
-Nunca lo creí.
Superman se inclinó y rodeó con sus brazos a Barbara sentada en su silla. Algo debió haberlo tomado por sorpresa, porque ella pudo escuchar a Superman decir:
-Dios mío – Clark se puso de pie y pasó la mano derecha sobre el brazo izquierdo de Barbara – ¿Puedo?
Barbara flexionó los bíceps, sonrió y dijo:
-Por favor, hazlo.
-Ya veo que has estado haciendo bastante ejercicio – Superman le tocó el brazo –
-Sí – dijo Barbara mientras él retiraba su mano – Puedo hacer más ejercicio ahora de lo que nunca podría haber hecho como Batgirl. Incluso me compré esta camiseta...
Barbara encendió su celular y le enseño a Clark la foto de una camiseta amarilla con una escritura debajo que Superman leyó en voz alta.
-"Hice flexiones y las mangas se cayeron" – Él se rió – A juzgar por ese abrazo, lo creo. ¿Sigues en ese equipo de baloncesto en silla de ruedas?
-No – Barbara, con una ligera inclinación dijo hacia abajo en su voz – Renuncié cuando conseguí trabajo en la biblioteca. El Gotham Mall tiene un derby de patinaje en silla de ruedas allí, pero no conozco las reglas. Quiero decir, no pelearé pronto contra Ocean Master, pero soy Oracle... todavía soy una súper heroína, necesito estar en forma para luchar.
-Con un agarre como ese... – dijo Superman – Ni Metallo tiene posibilidad.
Barbara sonrió, pues Clark le alegraba el día.
-De todos modos – dijo Superman – tengo que correr.
-¿No te refieres a volar? – preguntó Dick –
-Para ser más exactos, si – Superman miró a Alfred – Cuida de ellos.
Alfred se inclinó rígidamente y dijo:
-Me esforzaré por hacerlo, señor Kent.
-Buen hombre – dijo Superman mientras lograba despegar lentamente del suelo – Buenas noches a todos.
Dick y Barbara dijeron "Adiós" y saludaron mientras Superman se elevaba en el aire templado del verano. Esperó hasta estar a una milla de distancia de la residencia Wayne antes de romper la barrera del sonido.
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